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El evangelio según Juan


 

Copyright, 1995

By Wayne Partain

Derechos Reservados

 

Versiones bíblicas citadas

 

El texto de Juan, Versión Valera Revisada (1960)

La Biblia de las Américas (LBLA)

La Versión Valera Revisada(1977)

Versión Moderna (VM)

Versión Hispano-americana (VHA)

Versión Latinoaméricana (VLA)

La Traducción del Nuevo Mundo (TNM)

 

Léxicos, diccionarios y Word Studies citados

 

Greek-English Lexicon of the New Testament por Grimm-Thayer (G-T)

A Greek-English Lexicon of the N. T. por Bauer-Arndt-Gingrich (A-G)

Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, por Francisco Lacueva (FL)

Word Studies in the New Testament por Marvin Vincent (MV)

Diccionario expositivo de palabras del N. T. por W. E. Vine (WEV)

Imágenes verbales en el Nuevo Testamento por A. T. Robertson (ATV)

Pequeño Larousse por Ramón García-Pelayo y Gross (Larousse)

The Expositor's Greek Testament por Marcus Dods (MD)

The Vocabulary of the Greek Testament por Moulton-Milligan (MM)

 

Comentarios citados

 

The Fourfold Gospel por J. W. McGarvey (JWM)

Commentary on New Testament por H. A. W. Meyer (HAWM)

Comentario exegético y explicativo de la Biblia por Jamieson, Fausset y Brown (JFB)

Notes on the New Testament por Albert Barnes (AB)

El Nuevo Testamento comentado por William Barclay (WB)

Commentary and Critical Notes por Adam Clarke (AC)

Comentario del Nuevo Testamento por L. Bonnet y A. Schroeder (B-S)

The Living Word Commentary por Frank Pack (FP)

Comentario del Nuevo Testamento por Guillermo Hendriksen (GH)

The Gospel of Belief por Robert Harkrider (RH)

New Testament Commentaries por Guy N. Wood (GNW)

That You May Believe por Homer Hailey (HH)

A Commentary on the Gospel of John por David Lipscomb (DL), C. E. W. Dorris (CEWD)

The Gospel of John por Paul T. Butler (PTB)

American Commentary on N. T. por Alvah Hovey (AH)

Exposition of Gospel of John por A. W. Pink (AWP)

The Gospel According to John por H. W. Watkins (HWW)

Interpretation of John's Gospel por R. C. H. Lenski (RCHL)

Life and Times of Jesus the Messiah por A. Edersheim (AE)

A Commentary on John por B. W. Johnson (BWJ)

The Gospel of John por C. R. Erdman (CRE)

According to John por F. L. Cox (FLC)

Commentary on John por J. B. Coffman (JBC)

Commentary on John's Gospel por F. L. Godet (FLG)

Commentary on the Holy Scriptures por J. P. Lange (JPL)

Commentary on the Whole Bible por Matthew Henry (MH)

 

 

 

Introducción

 

Un evangelio diferente y único

 

      Desde luego, los cuatro Evangelios son uno y hay perfecta consonancia entre ellos, pero el Evangelio según Juan es diferente y único. No es una biografía de Cristo, sino una selección de sus señales, obras y enseñanza, junto con el testimonio de muchas personas, que confirman que El es el Hijo de Dios (Dios el Hijo).


      Los cuatro Evangelios registran el ministerio de Jesucristo, y concluyen con la narración detallada de su muerte, sepultura y resurrección. Fueron escritos para producir la fe salvadora en Cristo, como Juan afirma con toda claridad (20:30, 31). En lugar de repetir los detalles del nacimiento de Jesús de una virgen, Juan escribe un prólogo solemne que enfáticamente afirma la Deidad de Cristo (1:1-18).

      Los cuatro hablan de Juan el bautista, pero los Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) presentan los detalles de su nacimiento, ministerio y mensaje (el arrepentimiento y el bautismo para perdón de los pecados), pero para el cuarto Evangelio lo importante era el testimonio de Juan: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (1:29, 36), y que a pesar de su propia popularidad, el bautista enfatizaba que él no era el Cristo, sino sólo la voz que clamaba en el desierto (1:23).

      Los Sinópticos enfatizan la obra de Jesús en Galilea, mientras que Juan se concentra en su enseñanza y obra en Judea y en Jerusalén. La lectura de los Sinópticos no revela cuánto tiempo duró el ministerio de Jesús, pero Juan se refiere a las sucesivas Pascuas para marcar su duración. Es probable que la fiesta de Jn. 5:1 fue otra Pascua y si así fue, el ministerio de Jesús duró más de tres años. (Algunos dudan que esta fiesta haya sido la Pascua, pero véase Notas sobre este texto).

      Juan no repite los milagros de echar fuera demonios y de limpiar a los leprosos, pero registra algunos milagros omitidos por los otros: la sanidad del paralítico de Betesda, la sanidad del hombre que nació ciego, y la resurrección de Lázaro. No sólo omitió el nacimiento de Jesús de una virgen, sino también las tentaciones (Mat. 4), la transfiguración, la institución de la cena del Señor, y su agonía en Getsemaní.

      Sólo Juan narra los discursos de Jesús con Nicodemo y la mujer samaritana, y los discursos sobre el pan de vida, el Buen Pastor, la Vid y los sarmientos, los dichos "Yo soy", la explicación detallada de la venida (y el propósito de la venida) del Espíritu Santo.

      Juan es el que nos dice que Cristo vino para revelar al Padre y que, por eso, el ver a Jesús era ver al Padre (8:19; 12:45; 14:9). Juan nos dice que Cristo era igual a Dios (5:18) y que debemos honrarle como honramos al Padre (5:23).

 

El autor

      Afirmamos con toda confianza que el apóstol Juan, hijo de Zebedeo, era el autor del cuarto Evangelio. Los Sinópticos dicen que los hijos de Zebedeo eran pescadores, y que Jesús los llamó para ser sus apóstoles y les dio el apodo de "Hijos del trueno" (Mar. 3:17). En tres ocasiones Jesús escogió a estos dos -- junto con Pedro -- para acompañarle (cuando levantó a la hija de Jairo, cuando fue al monte para ser transfigurado y cuando estuvo en Getsemaní).

      Jn. 21:24 dice, "Este es el discípulo que da testimonio de esta cosas, y escribió estas cosas". ¿Cuál de ellos? "Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?" (21:20). Es muy obvio que el que "escribió estas cosas" es "el discípulo a quien amaba Jesús". Este versículo confirma que "el discípulo a quien amaba Jesús" era uno de los apóstoles (porque los doce apóstoles estuvieron con Jesús en la última cena), y seguramente si era "el discípulo a quien amaba Jesús", era uno de los tres escogidos, Pedro, Santiago y Juan, Mat. 17:1; 26:37; Luc. 8:51. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta descripción se puede aplicar sólo a él. Juan se refiere a sí mismo seis veces en este libro como "el discípulo a quien amaba Jesús" (13:23-26; 19:25-27; 20:2-10; 21:7; 21:20-23; 21:24). El autor del libro y Pedro eran íntimos amigos (1:41; 13:24; 18:15; 20:2; 21:7; Hech. 3:1; 8:14).

     

Propósito

      Juan nos dice explícitamente por qué escribió este libro (20:30, 31). Para producir fe en Cristo Juan presenta el testimonio de Juan el bautista, el testimonio del Padre, el testimonio de las obras de Cristo, el testimonio de las Escrituras (el testimonio de Moisés), el testimonio de amigos (discípulos), el testimonio de enemigos, y aun el testimonio de los neutrales y confusos, para convencer al lector sincero (Luc. 8:15) de la Deidad de Cristo.

      Escoge siete señales para producir fe en Cristo (2:1-11, Jesús convierte el agua en vino; 4:43-54, sana al hijo de un noble; 5:1-18, sana al paralítico de Betesda; 6:1-13, alimenta a los cinco mil; 6:19, anda sobre el mar; 9: sana a un ciego de nacimiento; 11: levanta a Lázaro de entre los muertos).

      Desde luego, el milagro más estupendo de todos fue la resurrección de Cristo mismo de entre los muertos el tercer día como El había dicho (y como las Escrituras habían dicho). Los cuatro Evangelios dan amplia evidencia de este milagro que es la base de nuestra fe y esperanza en cuanto a nuestra salvación y nuestra propia resurrección.

      Pero Juan convence al lector no sólo por medio de los hechos (señales, obras) de Jesús, sino también por medio de su maravillosa enseñanza: p. ej., (1) Cristo es la vida ("En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres", 1:4, y registra mucha enseñanza de Cristo sobre la luz y las tinieblas; (2) "la gracia y la verdad vino por medio de Jesucristo" (1:17); (3) "el agua que le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (4:14); (4) "Yo soy el pan de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (6:35); (5) "Yo soy la puerta de las ovejas ... Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (10:7, 11); (6) "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (11:25); (7) "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (14:6); (8) "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador ... vosotros los pámpanos" (15:1, 5). ¿Qué es lo que el hombre necesita? Vida, luz, salvación, dirección, alimento espiritual, y la resurrección en el día final. Verdaderamente ¡Cristo suple todas las necesidades del hombre! (HH).

      "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (14:6). Verdaderamente Cristo es el camino a Dios, y no hay otro. Aquí en este libro -- como también en los Sinópticos y en el resto del Nuevo Testamento -- Cristo revela ese camino (Heb. 10:19, 20). Desde 1:29 y 3:16 y hasta el fin del libro Juan revela a Cristo como nuestro único Salvador ("nadie viene al Padre sino por mí"). Aun los samaritanos dijeron, "sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo" (4:42).

 

Fecha

 

  Obviamente Juan combate la herejía del gnosticismo incipiente. Se supone, pues, que este libro fue escrito a fines del primer siglo.

 

Juan 1

 

1:1, 2 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. -- La palabra "deidad" significa lo mismo que "Dios"; es decir, al hablar de la "deidad" de Cristo, se afirma que El posee to­dos los atributos para poderle llamar Dios. Cristo es Dios (Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20), porque es eterno, todopoderoso, omni­sciente, el creador, perdona pecados, y es ado­rado; demuestra los atributos de Dios, y es "igual a Dios" (Jn. 5:18).

 

I. Cristo es Dios.

          A. Rom. 9:5, "el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos". La Biblia dice claramente que Cristo es Dios. No es Dios el Padre, sino Dios el Hijo. El nombre "Hijo de Dios" equivale al nombre, "Dios el Hijo". La versión citada aquí (RVR60) no ha sido rechazada oficialmente por los "testigos" del Atalaya (el grupo religioso más anticristo en el mundo); por lo tanto, esta versión se debe usar con toda confianza en las discusiones con ellos, porque "La Traducción del Nuevo Mundo" (TNM) de ellos no es una versión, sino una "perversión" de la palabra de Dios. La TNM cambia Rom. 9:5, añadiendo la palabra "sea". Dice esta versión, "Dios ... sea bendito". Lo cambian por completo para negar la deidad de Cristo. Sin embargo, el texto griego usado en su Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures (traducción interlineal del griego al inglés), no dice sea. La palabra sea no está en el texto griego que ellos mismos usan, sino que aparece solamente en la TNM.

          B. Tito 2:13, "nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo". La TNM cambia ese versículo también, porque dice, "y del Salvador Jesucristo", así dando a entender que Pedro habló de dos personas (Dios y Jesucristo), y no de una sola persona, y de esta manera niegan la deidad de Cristo, pero en su texto griego no aparece la palabra del. Así es que otra vez su texto griego está en conflicto con la TNM.

          C. 2 Ped. 1:1, "nuestro Dios y Salvador Jesucristo". La TNM añade otra vez la palabra del para separar Dios de Jesucristo, pero tampoco aquí aparece del en su texto griego. En esto hay un detalle muy interesante: ob­sérvese que en 2 Ped. 1:11, la construcción gramatical es idéntica con la del v. 1. Dice, "nuestro Señor y Sal­vador Jesucristo". En este versículo la TNM no añade la palabra del, aunque la construcción gramatical en este versículo es idéntica a la del v. 1. La única diferencia es que en el v. 1 Pedro dice Dios, y en el v. 11 dice, Señor. Si en el v. 11 no debe añadirse la palabra del, entonces no hay razón alguna para que se añada en el v. 1. Así es que los "testigos" se condenan a sí mismos.

          D. 1 Jn. 5:20, "y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna". Lo más curioso de todo es que la TNM no cambia este texto como cambia los otros que afirman la deidad de Cristo. Es increíble que hayan dejado este texto sin cambio alguno, aunque afirma en forma clara e in­negable que Cristo es "el verdadero Dios".

          E. Heb. 1:8, "del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo". La TNM tuerce este texto, diciendo que Dios es tu trono.

 

II. Cristo es el "Gibbor" ("Dios Fuerte") del Antiguo Testamento.

          A. Isa. 9:6 se refiere claramente a Cristo: "se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte ("Gibbor"), Padre Eterno, Príncipe de Paz". Los "testigos" admiten que este texto se refiere a Cristo pero dicen que Jesucristo es solamente "Dios Fuerte" y que no es "Dios Todopoderoso". La distinción hecha por ellos es absurda. En el siguiente capítulo (10:21), Isaías se refiere claramente a Dios ("Dios fuerte"). Aun los judíos que rechazan a Cristo ne­garían la supuesta distinción hecha por los "testigos".

          B. Apoc. 1:8, Cristo es Todopoderoso. Dice el v. 7, "He aquí que viene con las nubes y todo ojo le verá, y los que le traspasaron". Cristo viene en las nubes (Hech. 1:9-11), y a Cristo traspasaron. Por eso, Apoc. 1:7 habla de Cristo. En seguida (v. 8) dice, "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso". El que "ha de venir" es Cristo (v. 7). Es muy claro y obvio que Cristo es el que habla a Juan en este capítulo. En el v. 18 dice, "el que vivo, y estuve muerto". En los vers. 11 y 17, dice "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último ... yo soy el primero y el último", como en el v. 8. También véase Apoc. 22:12-16, "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último ... Yo Jesús".

          Por lo tanto, sin lugar a du­das Cristo, el primero y el último, es Todopoderoso. No puede haber dos primeros y dos últimos. Sólo Dios Todopoderoso es el primero y el último. ¡Cristo es Dios Todopoderoso!

 

III. El Verbo era Dios, Juan 1:1.

          "En el princi­pio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Juan afirma aquí la eternidad de Cristo y, por consiguiente, la deidad de Cristo.

          A. Para negar la deidad de Cristo la TNM dice, "Y el Verbo era un dios". Según esta traducción, pues, hay DOS DIOSES: un Dios Todopoderoso, y un dios menor, fuerte pero no todopoderoso. Isa. 43:10 (el texto predilecto de los "testigos" porque dice "vosotros sois mis testi­gos") dice, "antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí". Este texto afirma que los israelitas eran testigos de Jehová, pero los "testigos" del Atalaya tuercen este texto, aplicándolo a sí mismos. A pesar de ser este texto predilecto de ellos, refuta su traducción de Juan 1:1. Según la TNM, Cristo es "un dios" que, desde luego, tuvo que ser formado (creado) por Dios; pero Isa. 43:10 dice que ni antes ni después de Dios se ha for­mado otro dios. Después (44:6, 8) dice, "Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios ... No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno". Por lo tanto, la traducción de Jn. 1:1 de la TNM es incorrecta y contradictoria. Dios dijo en palabras claras y enfáticas que no hay otro Dios. Los "testigos" no pueden escapar de la a fuerza de este argumento. Para ellos no hay salida. Por propia boca se condenan a sí mismos, porque enseñan que Cristo fue "creado" (formado) por Dios y que es un DIOS FUERTE, cosa que Dios niega rotundamente en Isa. 43:10; 44:6, 8, y otros textos.

          B. ¿Cuál es el argumento de los "testigos" para justificar su traducción de Jn. 1:1? Dicen que cuando la palabra Dios (theos) se refiere a Dios, precede el artículo definido (ho), y que en Jn. 1:1 el artículo no aparece. No existe tal regla en la gramática griega. Es una invención de ellos para su propia conveniencia.

             1. Además, ellos mismos no siguen su propia regla, porque en el mismo capítulo, en los ver. 6, 12, 18, theos aparece sin el artículo definido, y sin embargo ellos saben que se debe traducir "Dios", y así lo hacen. Los libros de gramática griega explican que los nombres predicados re­quieren el artículo cuando siguen al verbo prin­cipal. En este verso Dios es el nombre predi­cado, y el verbo principal es era", pero el nombre predicado (Dios) precede al verbo principal (era) en el griego. El arreglo de las palabras en el griego es así: y Dios era el Verbo.

             2. Los "testigos" dicen que la frase bajo consideración en Jn. 1:1 es como la de Hech. 28:6, "dijeron que era un dios", pero en este texto el nombre predicado es dios, pero sigue al verbo principal (era), mientras que en Jn. 1:1 el nombre predicado (Dios) precede al verbo principal (era). Hay gran diferencia entre la construcción de estas dos frases. En Hech. 28:6 la traducción, "dijeron que era un dios", es correcta, pero la traducción de la TNM de Jn. 1:1 es incorrecta. Hay un texto que sí es paralelo con Jn. 1:1 y ese texto es Jn. 19:21, "Rey soy de los judíos". En este texto, como en Jn. 1:1, el nombre predi­cado (Rey) precede al verbo principal y, por lo tanto, no se traduce "Un rey soy ..." La misma TNM de los "testigos" no dice "Un rey soy ... ", sino que tra­duce correctamente, "Soy rey de los judíos". De esta manera los "testigos" se contradicen a sí mismos.

 

IV. Cristo es adorado.

          A. Mateo 4:10, "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás". La palabra adorar tra­duce el verbo proskuneo, que significa "postrarse". En la TNM esta palabra (Mat. 4:9, 10) se traduce las dos veces "adorar". Sin embargo, en todo caso en los que se refieren a Cristo, es decir, cuando la gente adoró a Cristo (postrándose delante de El), la TNM dice "rendir homenaje", en vez de "adorar", para negar a Cristo el honor que merece. Juan 5:23, "para que todos honren al Hijo como honran al Padre".

          B. Varias personas adoraron a Cristo: Mateo 2:11, los magos, "postrándose, lo adoraron"; Mateo 8:2, "vino un leproso y se postró ante él"; Mateo 9:18, un hombre principal "se postró ante él"; Mateo 14:33, los discípulos "le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios"; Mateo 15:25, la mujer cananea "se postró" ante El; Mateo 20:20, la madre de Juan y Jacobo, "postrándose" ante El; Mateo 28:9, las mujeres "abrazaron sus pies y le adoraron"; Mateo 28:17, los once "le adoraron"; Juan 9:38, el que estaba ciego "le adoró"; Heb. 1:6, "adórenle todos los ángeles".

          C. Compárese Hech. 10:26; Cornelio, postrándose a los pies de Pedro, le adoró, pero Pedro no aceptó su adoración, sino que le dijo, "Levántate, pues yo mismo también soy hombre". Sin embargo, Cristo nunca rehusó la adoración de la gente. Compárese también Apoc. 19:10; Juan se postró a los pies del ángel para "adorarle", pero dijo el ángel: "Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios". Cristo nunca rehusó la adoración de la gente, porque El es Dios. Recuérdese que los "testigos" dicen que Cristo fue creado, que es una criatura. Según ellos, pues, un ser creado -- una criatura -- recibe adoración. ¿Qué dijo Pablo acerca de la adoración de la criatura en Rom. 1:25? Si Cristo es simplemente una criatura, entonces es pecado adorarle.

 

V. El nombre "Jehová" se aplica a Cristo también. Varios textos del Antiguo Testamento que se refieren a Jehová se aplican, en el Nuevo Testamento, a Cristo.

          A. Isa. 40:3, "Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová". Esta voz era la de Juan el bautista que fue delante de Cristo (Mateo 3, Mar. 1 y Lucas 3). Juan dijo, (Jn. 3:28), "Yo no soy el Cristo; sino que soy enviado delante de él". Véanse Malaquías 3:1 y Marcos 1:2. Isaías y Malaquías dijeron que este mensajero iría delante de Jehová y lo hizo, yendo delante de Cristo. No se puede negar que el nombre Jehová se aplica a Cristo.

          B. Isa. 44:6; Apoc. 1:8, 11, 17; 22:12, 13, 16. Jehová es el primero y el último; Cristo es el primero y el último. Pero no puede haber dos primeros y dos últimos; por lo tanto, Cristo es Dios y el nombre "Jehová" se aplica a El tam­bién. Lo que se afirma de Dios o de Jehová en el Antiguo Testamento se aplica a Cristo en el Nuevo Testamento.

          C. Isa. 45:23; Fil. 2:10, 11. Se doblará toda rodilla delante de Jehová, según Isaías, y se doblará toda rodilla delante de Cristo, según Pablo. Pablo cita a Isaías; los dos textos son en realidad una sola verdad aplicable a Dios. Cristo es Dios.

          D. Joel 2:32; Hech. 2:21. "Todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo"; "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo"; Rom. 10:9, 13, "Jesús es el Señor ... todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo". Jehová es el Salvador; Cristo es el Salvador.

          E. Zacar. 11:12, 13; Mat. 27:9, 10, el precio con que me han apreciado: Zacarías dice Jehová, Mateo cita este texto con respecto a Cristo. Toda persona sincera puede ver esta sencilla verdad, demostrada tantas veces, de que Cristo cumple estas profecías, y las cumple porque el nombre "Jehová" es aplicable a El también.

          F. La TNM nos ayuda para comprobar esta verdad. Considérese Rom. 14. En los ver. 6-8, la palabra kurios, palabra griega que se tra­duce Señor, se traduce Jehová en la TNM seis veces. Por lo tanto, en el v. 9 la palabra kurios debe ser traducida Jehová, porque así la traducen seis veces en los ver. 6-8. ¿Qué dice el v. 9? "Porque Cristo para eso murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muer­tos como de los que viven". Según la práctica de la TNM de traducir la palabra kurios (dicen que es Jehová), el texto debe decir en la TNM, "para ser Jehová". Lo mismo en el v. 14, "Yo sé, y confío en el Señor"; la palabra "Señor" debe ser "Jehová" en la TNM. Según la regla de los mismos "testigos", el texto debe decir, "Jehová Jesús".

 

VI. Los "testigos" menosprecian la humillación de Jesús.

          A. La humillación de Jesús era indispen­sable para nuestra salvación, pero los "testigos" citan todos los textos en los que Jesús se refiere a su humillación, y los usan para negar su deidad. Dice Cristo (Jn. 14:28), "el Padre mayor es que yo". Tales textos dan énfasis a la humillación de Jesucristo. El llegó a ser el siervo de los hom­bres, y murió en la cruz para salvarnos, pero los "testigos" son los más ingratos de todos los hombres, porque se aprovechan de estos mismos textos para "probar" que Cristo no es Dios, sino solamente una criatura.

          B. Fil. 2:5-11 habla de la humi­llación de Cristo: "el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo ..." La TNM tuerce este texto también, porque su propósito principal es negar y despreciar a Cristo, pero otra vez su texto griego (interlineal) dice lo mismo que las versiones confiables.

             1. En este texto Pablo dice que Cristo se despojó a sí mismo, e inmediatamente con dos gerundios explicó cómo lo hizo: (1) "tomando forma de siervo" y (2) "haciéndose semejante a los hombres". Este texto, simple y sencillamente, se refiere a la encarnación de Cristo. Los "testigos", otros sectarios (p. ej., Frederic Louis Godet) y algunos hermanos que profesan ser conservadores dicen que al llegar a ser hombre, Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos; es decir, que dejó de ser omnipotente, omnisciente, etc. Según esta herejía, Cristo habría tenido que dejar de ser eterno ("Yo Soy", 8:58). Repetidas veces Cristo demostró sus atributos divinos, aun perdonando el pecado que es una prerrogativa exclusiva de Dios (Mar. 2:5). Juan recalca la omnisciencia de Cristo a través del libro (p. ej., 1:47, 48; 2:24, 25; 4:29; 6:70; 11:14; 12:32). (Los hermanos que enseñan esta herejía la publican en dos periódicos Error! Reference source not found., publicados por el hno. John Welch de Indianapolis, Indiana, USA; John Welch es el campeón de esta herejía).

             2. En Fil. 2:1-4 Pablo enseña la humildad; entonces en los vers. 5-11 habla del ejemplo de humildad de Cristo. Pero lo terrible de esta herejía es que sus proponentes no creen que lo que Jesús hizo era suficiente; es decir, El se humilló, tomando la forma de siervo, hecho semejantes a los hombres y aun murió como criminal sobre una cruz romana, pero eso no les satisface. Quieren aun más humillación, pues enseñan que también Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos (cosa que sería totalmente imposible).

             3. Por lo tanto, estando aquí en la tierra en forma de hombre se hizo igual a Dios (Jn. 5:18). Los "testigos" quieren quitar la fuerza de este texto diciendo que así dijeron los judíos, pero no los judíos, sino Juan el apóstol, dice que Cristo se hizo a sí mismo igual a Dios.

          C. 1 Cor. 15:24-28. Dice el v. 28, "... en­tonces el Hijo mismo se sujetará al que le su­jetó todas las cosas, para que Dios sea todo en todos". Los "testigos" afirman que este texto en­seña que Cristo será inferior para siempre, pero recuérdese que Pablo dice que Cristo es Dios (Rom. 9:5; Tito 2:13), que Cristo es la plenitud de la deidad corporalmente (Col. 2:9). Pablo nunca se enredó en contradicciones como lo hacen los "testigos". Pablo dice en 2 Cor. 1:18, "nuestra palabra a vosotros no es Sí y No". Cuando él afirmó que Cristo es Dios, siempre era consecuente con esa afirmación.

             1. 1 Cor. 15:24-28 habla de la perfección y terminación de la obra de Cristo como Sal­vador y Mediador. El se humilló a sí mismo, participó de carne y sangre (Heb. 2:14), tomó la forma de hombre y de siervo de hombres (Fil. 2:5-7), para ser nuestro Salvador y Mediador. Habiendo llegado a ser hombre y habiendo sufrido toda tentación humana (Heb. 2:18; 4:15, 16), El llegó a ser nuestro perfecto Mediador.

             2. La Biblia enseña el papel del Padre, el del Hijo, y el del Espíritu Santo. El Padre ha hecho y hace ciertas cosas para llevar a cabo la reden­ción del hombre, el Hijo ha hecho y hace ciertas cosas, y el Espíritu Santo ha hecho y hace ciertas cosas. El Padre dio al Hijo toda autoridad (Mat. 28:18), para llevar a cabo su divina misión como Dios-Hombre. 1 Cor. 15:24-28 habla del tiempo del fin cuando haya terminado por completo su obra de Salvador, Redentor y Mediador.

             3. Entonces, Dios mismo estará con su pueblo como su Dios. Todo el trabajo que Jesucristo ha hecho, hace y hará hasta el fin, se habrá per­feccionado y terminado. No será necesario que El sea Redentor o Salvador ni Mediador, porque entonces seremos salvos para siempre, estaremos en la presencia de Dios y no habrá necesidad de mediador. Por lo tanto DIOS -- Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo --  será TODO EN TODOS.

             4. El reino de Dios es el reino del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Cristo no se excluye en ningún sentido del glorioso reino o reinado eterno, porque El es Dios, y Dios será todo en todos. Luc. 1:33 dice que Cristo "reinará ... para siempre, y su reino no tendrá fin". Lo que Pablo dice en 1 Cor. 15:24-28 no contradice, sino confirma lo que Luc. 1:33 dice.

 

VII. "Yo soy" (Ex. 3:14) aplicado por Cristo a sí mismo.

          A. Ex. 3:14, "Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros". Jesús dijo, "Antes que Abra­ham fuese, yo soy" (8:58). No dijo, "Yo era", sino "Yo soy", aplicando a sí mismo el nombre del Dios de Israel, el Dios "de vuestros padres" (Ex. 3:13, 14). Los judíos reconocían el significado de esta expresión; entendían que Jesús aplicaba a sí mismo el nombre de Dios y, por eso, "tomaron entonces piedras para arrojárselas" (8:59).

          B. 8:24, "si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis". Si Jesús hubiera sido un mero hombre, la pregunta natural habría sido, "si no creéis que yo soy qué?" Pues parece que la frase está incompleta, pero los judíos conocían bien el nombre "Yo soy" y lo que sig­nificaba (Ex. 3:14). Es el nombre del Dios Eterno.

 

1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. -- Col. 1:15-20; Heb. 1:1-3. Cristo es el Creador. ¡El es el Creador y sólo Dios puede ser Creador! Por lo tanto, Cristo es Dios. Satanás aborrece a Dios; por eso, vehementemente niega esta verdad, y enseña la evolución. Si Dios es el Creador del mundo, entonces también es el Juez del mundo. Si el hombre fue creado por Dios, tendrá que dar cuenta a Dios en el Día Final.

      La enseñanza del gnosticismo sobre la deidad. Una de las herejías más serias de los primeros siglos fue el gnosticismo. Esta palabra viene de la palabra conocer. Algunos en la iglesia se elevaban a sí mismos como los únicos que conocían a Dios, pero no lo conocían a través de las Escrituras, sino que bebían del pozo de la filosofía de Platón y otros filósofos griegos. Como los judaizantes mezclaban la ley de Moisés con el evangelio, así éstos mezclaban la filosofía griega con el evangelio.

      Decían que el Ser Supremo es eterno pero que también la materia es eterna. Pensaban que la materia es mala y, por eso, el Ser Supremo no la podía crear ni tener nada que ver con ella. Por eso, salía del Ser Supremo una serie larga de emanaciones (desprendimientos, manifestaciones) y que la más baja de estas se llamó "demiurgo" (creador). Este "demiurgo" estaba tan retirado del Ser Supremo que no solamente era ignorante acerca de su persona, sino hasta hostil contra él. El "demiurgo" que se identificó con el Dios del Antiguo Testamento, el Dios de los judíos, creó el mundo. Por lo tanto, para ellos el Padre del Señor Jesucristo era inferior al Ser Supremo y los apóstoles de Cristo eran inferiores a los apóstoles del Ser Supremo.

      Las emanaciones formaron un cuerpo intermediario llamado pleroma (plenitud). De esta enseñanza salió el concepto católico de la mediación de María y de los "santos". Para combatir este error Pablo dijo, "Porque en él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad" (Col. 2:9, 10); también dijo, "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim. 2:5).

          Puesto que enseñaban que el cuerpo es malo, decían que no era posible que Cristo viniera en carne (1 Jn. 2:18; 4:1-3). Por causa de esta enseñanza algunos maltrataban el cuerpo para dar más énfasis al espíritu (Col. 2:20-23). Estos eran ascéticos y sus "descendientes" son los monjes y monjas del catolicismo. Otros decían que lo que el cuerpo hacía no tenía nada que ver con el espíritu y, por eso, practicaban el libertinaje (Apoc. 2:6, 14, 15, 20).

          La enseñanza de los "testigos" (del Atalaya) sobre la deidad de Cristo. Esta secta blasfema a Cristo, diciendo que El mismo fue creado. Col. 1:15-17 dice que "todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de to­das las cosas, y todas las cosas en él subsisten". Todas las cosas quiere decir TODAS las cosas. La TNM intercala la palabra "otras" antes de la palabra "cosas" cinco veces en los ver. 16-20, para enseñar que Cristo fue creado y, por lo tanto, es meramente una criatura, una COSA CREADA. Dice el v. 16 (TNM), "en él fueron creadas todas las (otras) cosas"; agregan a la palabra de Dios, y lo hacen con el motivo más vil de despojar a Cristo de su deidad. Es blasfemia del peor grado. Cristo no puede ser el Creador de todas las cosas si El mismo fue creado. Si Cristo es una criatura, en­tonces no es el Creador.

          Dicen los "testigos" que la palabra primogénito (v. 15) significa que Cristo fue el primero de las cosas creadas. Ya hemos visto muchos textos que dicen claramente que Cristo es Dios, que El es el principio y el fin. Es, pues, eterno y ¡es blas­femia decir que fue creado! La palabra primogénito, como se usa aquí, significa posición de honor y de poder, y no tiene nada que ver con origen. Entre los israelitas el hijo primogénito era el hijo prin­cipal, recibía doble porción de la herencia de los hijos, heredaba el puesto de su padre, etc. y la palabra llegó a significar señor. P. ej., Sal. 89:27, "Yo también le pondré (a David) por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra". Se refiere a su grandeza como rey de reyes. Jer. 31:9, "Efraín es mi primogénito"; no era literalmente el primogénito de Jacob, pues era el segundo hijo de José. En este texto Efraín se refiere al pueblo de Israel, como el pueblo escogido y grandemente honrado y exaltado de Dios.

          Así también Cristo es llamado: (1) pri­mogénito entre hermanos, Rom. 8:29; es decir, Señor de ellos; (2) primogénito de entre los muertos", Apoc. 1:5; es decir, Señor de los muertos; (3) primogénito de toda creación, Col. 1:15; el Creador y Señor de toda la creación; (4) simplemente "el primogénito", Heb. 1:6, porque equivale a Señor.

          La iglesia se llama "la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cie­los", Heb. 12:23, indicando la posición exaltada que ocupa ante los ojos de Dios.

          Col. 1:18 confirma que la palabra primogénito significa posición exaltada: "para que en todo tenga la preeminencia".

          Apoc. 3:14 dice que Cristo es "el princi­pio de la creación de Dios". Debe afirmarse con todo énfasis que es­tos dos textos (Col. 1:15; Apoc. 3:14) NO DICEN y no enseñan que Cristo es un ser creado. Lo que el texto dice y lo que los "testigos" dicen son dos cosas bien distintas y contradictorias. Repito: estos versos NO DICEN que Cristo fue creado. Las palabras "primogénito" y "Principio" no significan "primera cosa creada", como afirman los "testigos" falsos. La palabra principio traduce la pa­labra arche. ¿Cómo se usa esta palabra en el Nuevo Testamento? En Luc. 12:11 se traduce "magistrados"; en Efes. 1:21, "principados"; y en Tito 3:1, "gobernantes". No tiene nada que ver con ORIGEN en ninguno de estos textos, ni mucho menos en Apoc. 3:14. Cristo es eterno; es el Creador; es Todopoderoso; es adorado; perdona pecados; ¡es Dios!

          Cristo es el Principio y también El es el Fin. Si Cristo tiene principio, entonces también tendrá fin. Cristo es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Ultimo. Lo que se afirma de Jehová en Isa. 44:6 se afirma de Cristo en Apoc. 1:8, 11, 17; 22:12, 13. No puede haber dos primeros y dos últimos. No hay dos Dioses. Hay un solo Dios, pero el término Dios es sustantivo plural (Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo).

          Los "testigos" tendrán que dar cuenta en Aquel Día a este Cristo (el Juez) por sus muchas blasfemias contra El. Será día de ira para ellos si no se arrepienten.

      La enseñanza de los evolucionistas. Otra filosofía humana (pagana) enseña que el hombre (y toda cosa viva) ha evolucionado de un animal pequeñísimo de una sola célula, pero ¿de dónde vino ese animalito? Nunca explican el origen de ese animalito. 

      "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Heb. 11:3). La palabra de Dios es viva, tiene poder, Gén. 1:3, 6, 11; Sal. 33:6; 107:20; 147:15; Isa. 55:11; Jer. 23:29.

      Los evolucionistas no andan por fe en la palabra de Dios, sino por la fe en la filosofía humana. Es imposible probar que el hombre y otras cosas vivas han evolucionado. Es imposible probar que ha habido transmutación de las especies. Por eso, la evolución tiene que ser aceptada por fe. La evolución no es una ciencia. No se puede sujetar a los procesos normales de la ciencia. Los que creen esta filosofía lo hacen porque quieren creerla. La creen porque no quieren creer en Dios, y no quieren creer en Dios porque no quieren reconocer que serán juzgados por sus hechos en el Día Final.

 

1:4 En él estaba la vida, -- Los que están en pecado están alejados de Dios (Efes. 2:12); los que obedecen al evangelio de Cristo tienen vida, es decir, comunión con Dios. "He venido para que tengan vida" (10:10); "Yo soy la resurrección y la vida" (11:25); "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (14:6); "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (17:3); "éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (20:31).

      -- y la vida era la luz de los hombres. -- Cristo ha traído al hombre la perfecta inteligencia y sabiduría. El es el Verbo (la Palabra) de Dios, la perfecta revelación del Padre, pues al ver a Jesús vemos al Padre (8:19; 12:45; 14:9). "Yo soy la luz del mundo" (8:12).

 

1:5 La luz en las tinieblas resplandece, -- Este texto nos recuerda de Gén. 1:2, 3 (como 1:1 nos recuerda de Gén. 1:1). Como en el principio del mundo la luz creada por Dios hizo desaparecer las tinieblas, así también Cristo es la luz que hace desaparecer las tinieblas de ignorancia, superstición, y toda clase de pecado. El hombre ya no tiene que tropezar en tinieblas con su corazón lleno de temor y ansiedad. Los que obedecen al evangelio son "hijos de luz" (Efes. 5:8; 1 Tes. 5:5).

      -- y las tinieblas no prevalecieron contra ella (no la comprendieron, LBLA). -- El verbo katalaben significa "asirse de, tomar, sea física o mentalmente" (WEV). Otras versiones, como LBLA, la traducen no la comprendieron. "Puede entenderse en dos sentidos, esto es, el de que las tinieblas no comprenden la luz, no la perciben, o que no han podido vencerla, prevalecer contra ella" (WEV). Es posible que Juan haya tenido en mente este doble uso de la palabra, pues las tinieblas espirituales no comprenden la verdad, ni tampoco pueden vencerla.

      Muchos viven preocupados por las tinieblas que parecen cubrir la tierra, pero para Juan lo importante era que las tinieblas no podían apagar la Luz. Herodes no podía. Pilato no podía. Los judíos no podían (¿qué fue el efecto de sus esfuerzos en contra de la iglesia según Hechos de los Apóstoles?) Jesucristo es la Victoria Suprema sobre las tinieblas. La luz de la cruz puede alumbrar a toda la humanidad.

 

1:6 Hubo un hombre enviado de Dios, -- La palabra enviado significa enviado como representante oficial. Mat. 10:2, 16. Juan era un verdadero profeta de Dios, enviado con un mensaje especial. Acerca de este hombre Jesús dijo, "Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el bautista" (Mateo 11:11).

      -- el cual se llamaba Juan. --       En este libro Juan (el bautizador) es llamado simplemente Juan, porque el autor nunca menciona su propio nombre. Una vez se refiere a "los hijos de Zebedeo" (21:2).

      Juan cumplió la profecía de Malaquías (3:1), "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí". "En aquellos días vino Juan el bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3:1, 2). Los apóstoles también fueron escogidos por Dios (Hech. 10:41).

 

1:7 Este vino por testimonio (como testigo, LBLA), para que diese testimonio de (testificar de, LBLA) la luz, -- La palabra testimonio es otra palabra clave de este libro. Hay diferencia entre predicar y testificar. Juan predicaba, pero aquí se enfatiza su testimonio. "Lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos" (3:11); Juan testificó lo que vio: "Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios" (1:33, 34). "Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio" (15:27). El autor de este libro dice, "Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis ... Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero" (19:35, 21:24). Los dos Juan dieron su testimonio de lo que vieron y de lo que recibieron de Dios.

      Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos registran el hecho, la realidad, de Cristo, porque la salvación del mundo depende de nuestra creencia en ese hecho. Para confirmar ese hecho, Juan presenta mucho testimonio para confirmarlo.

      Como los apóstoles testificaban de Cristo después de su manifestación, Juan testificaba de El antes de su manifestación. Sobre todo Juan era un testigo de Cristo (1:7; 5:33, 35). En toda la predicación testificaba de Cristo. Cuando predicó el arrepentimiento, dijo que el reino (de Cristo) se había acercado. Cuando bautizaba, decía que "el que viene tras mí ... él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mat. 3:11). Al ver a Jesús dijo, "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29).

      Juan habla del testimonio del Padre (5:31, 34, 37; 8:18); de Cristo mismo (7:14; 8:14, 18; 18:37); del Espíritu Santo (15:26; 16:13, 14; 1 Jn. 5:6); de las obras de Cristo (5:17, 36; 10:25; 14:11; 15:24. Léase lo que dijeron de Jesús los ciegos, sordos, paralíticos, etc. a quienes El sanó); de las Escrituras (5:39, 46; 1:45); y de los discípulos (15:27; 19:35; 21:24; 1 Jn. 1:2; 4:14).

      --  a fin de que todos (tanto gentiles como judíos) creyesen por él. -- Hech. 19:4. Los todos de este texto incluye a todos los que consideran su testimonio porque como Abel, "muerto, aún habla" (Heb. 11:4). Muchos creen que la fe de nosotros es una confianza ciega y, por eso, ignorancia, mientras que la ciencia es conocimiento verdadero, pero aunque la fe que salva tiene plena confianza en Dios, se basa en la palabra de Dios (Rom. 10:17) que no es mitología sino realidad. Nuestra fe se basa en mucho testimonio (mucha evidencia innegable). Compárese Hech. 1:3. Hay multiplicada evidencia para probar lo que la Biblia dice.

 

1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. -- Jesús dice (5:35) que Juan "era antorcha (ho luchnos, lampara, LBLA) que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz", pero no era la luz (ho phos), sino el testigo de la luz; sin embargo, esa lámpara que brillaba en la oscuridad era una luz de suma importancia. Siempre se hace preparación debida para la venida de algún rey, presidente u otro personaje importante. La importancia del ministerio de Juan se ve en el hecho de que era necesario aclarar que él no era el Cristo, la verdadera "luz del mundo" (8:12; 9:5; 12:46). Jesús mismo dijo, "Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista" (Mat. 11:11). Juan tenía muchos seguidores (Mat. 3:5; 21:26)), y algunos creían que posiblemente Juan era el Mesías (1:19-27; Luc. 3:15). Había discípulos de Juan muchos años después de ascender Cristo a los cielos (Hech. 19:1-3).

 

1:9 Aquella luz verdadera, -- Juan no dice alethes que significa verdadero (no falso), sino alethinos, real, genuino. Por eso, la palabra verdadera no contrasta la verdad con el error, sino la realidad con lo irreal, lo que no es realidad, lo substancial con lo imaginario. Lo que la Biblia dice es cierto, es realidad. Se trata de hechos, de lo que existe o existirá. Por ejemplo, Rom. 1:25, "cambiaron la verdad de Dios por la mentira", es decir, ídolos, porque "un ídolo nada es en el mundo" (1 Cor. 8:4); 1 Tes. 1:9, "os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero".

      Heb. 9:24, "Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo" (el tabernáculo era sombra, "el cielo mismo" es la realidad, el tabernáculo verdadero).

      Cristo no es "una luz falsa de piratas de costa que atraen barcos a los escollos, sino el faro fiable que conduce a un puerto seguro" (AB; ATR). La creación (Gén. 1) fue una realidad. Gén. 1 no es mitología, pero la evolución es ficción y fantasía, producto de la imaginación de hombres opuestos a Dios. La moralidad bíblica es práctica; tiene que ver con la realidad y trae bendición y felicidad, pero la religión del humanismo se basa en caprichos humanos y produce miseria de toda clase. La religión humana ofrece una salvación imaginaria, pero la del Nuevo Testamento ofrece la salvación verdadera (el perdón de Dios ahora y la promesa de vida eterna).

      -- que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. --  Algunos (por ejemplo, los cuáqueros) citan este texto para probar que todo el mundo posee una "Luz interior" que le guía, pero todo texto tiene que ser interpretado a la luz de otros textos. La Biblia no enseña que todo el mundo tiene la mente iluminada espiritualmente aunque no lo quiera. En este mismo contexto Juan habla de los que rechazan a Cristo. El punto es que Cristo es la verdadera luz, la única fuente de toda luz moral y espiritual para toda la humanidad.

 

1:10 En el mundo estaba, y el mundo (el universo) por él fue hecho; -- 1:3; Col. 1:17; Heb. 1:3.

      -- pero el mundo no le conoció. -- Isa. 53:1; Rom. 10:18; 1 Cor. 2:8. El vocablo mundo es usado por Juan para hablar de los alejados de Dios (7:7; 15;18; 17:9, 14; 1 Jn. 2:15-17).

      Para los judíos Jesucristo era como un desconocido, un extranjero que hablara idioma desconocido. Ellos esperaban otra clase de Mesías, un Mesías guerrero como el rey David que vendría para quitar el yugo de Roma y hacerles independientes otra vez.

      Para los gentiles la predicación de Cristo crucificado era locura (1 Cor. 1:23).

 

1:11 A lo suyo vino, -- Un modismo (hebraísmo) que significa que vino a su casa (16:32, "por su lado", a su propia casa, LBLA, margen; 19:27); probablemente significa que vino a su pueblo, el pueblo escogido de Dios (Deut. 7:6), o sea, los que lógicamente deberían recibirlo. Mat. 15:24.

      -- y los suyos no le recibieron. -- "El contraste trágico" (Bonnet). El tema de esta línea es el rechazo. No lo recibieron en su propia casa. No le dieron la bienvenida. No aceptaron o no reconocieron que El era la persona que profesaba ser. Mat. 13:57, 58; 15:24; 21:33-46; 23:37; Luc. 4:28; 19:41; 20:14. Jesús fue aceptado por los samaritanos (Juan 4), buscado por los griegos (12:20), pero rechazado por los representantes de su propio pueblo. Estos decían que eran hijos de Dios sin Cristo (8:42-47).

      Después Juan habla de los discípulos como     "los suyos" (13:1; 14:3).

      Cuando algún discípulo o iglesia de Cristo comete pecado, Cristo está a la puerta y llama (Apoc. 3:20, 21). Los que no se arrepienten no le reciben.

 

1:12 Mas a todos los que le recibieron, -- No todos lo rechazaron, porque algunos le recibieron. 4:45; Mat. 10:41; Hech. 13:48.

      -- a los que creen en su nombre, -- 8:30. Los que reciben a Cristo creen en Cristo; los que creen en Cristo son los que lo reciben. ¿Qué significa la frase creen en su nombre? "En ti confiarán los que conocen tu nombre" (Sal. 9:10), es decir, los que conocen la verdadera naturaleza de Dios. "Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria" (Sal. 20:7). Confiamos en Dios porque sabemos quién es y cómo es. Creer en el nombre de Cristo significa creer en su naturaleza, aceptar que El es Dios y someternos a su divina voluntad. Creer o creer en su nombre no significa que el hombre es justificado por la fe sola; más bien, equivale a nacer del agua y del Espíritu (3:3-5). Significa obedecer al evangelio (como se ve claramente a través del libro de Hechos). "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos" (Gál. 3:26, 27).

      ¿Qué dirán los que no creen en El? ¿Que solamente era un buen hombre? Si no es Dios, no es buen hombre porque dice que es Dios. Los que no creen en Cristo están obligados a explicar la evidencia presentada por Juan y los otros escritores que claramente prueba la deidad de Jesús.

      -- les dio potestad (derecho, LBLA) -- Potestad, autoridad legítima, libertad de acción; por eso, derecho.

      -- de ser hechos hijos de Dios; -- "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios", 1 Jn. 3:1. Todos los hombres son "linaje de Dios" (Hech. 17:28), pero Juan se refiere a los que son hijos por haber nacido otra vez (1:13; 3:3, 5;). Al nacer otra vez imitamos a Dios (Mat. 5:45; Efes. 5:1). El hijo pródigo entendía que no era digno de ser llamado hijo, pero el padre le perdonó y lo recibió como hijo; de esta manera el Padre nos da el derecho de ser hijos si recibimos a Cristo.

      Desde luego, esto es por la gracia de Dios, pues el hombre no lo merece. Dios nos da el derecho de ser sus hijos, como nos da la oportunidad para creer (Hech. 14:27), nos da el privilegio de arrepentirnos (Hech. 11:18), etc. Dios no está obligado a recibirnos como sus hijos. "Porque por gracia sois salvos" (Efes. 2:8).

 

1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne (la naturaleza humana), ni de voluntad de varón (humanamente, el que engendra), sino de Dios. -- Este lenguaje excluye todo aspecto del proceso natural de tener hijos. Bajo la ley de Moisés los judíos llegaban a ser hijos de Dios por la generación, es decir, por el nacimiento físico, y creían que de esa misma manera (por ser hijos de Abraham) serían hijos de Dios en el reino mesiánico (Mat. 3:8-10; Jn. 8:31-44), pero Juan enfatiza que nuestra relación con Dios no tiene nada que ver con lo físico, sino que se realiza a través del evangelio de Cristo (3:1-5). Todo nacimiento físico se realiza por la voluntad humana, pero no podemos hacernos hijos de Dios por nuestra propia voluntad (por nuestros propios medios o fuerzas). Muchísimas personas aceptarían ser hijos de Dios si pudieran hacerlo según su propia voluntad.

 

1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, -- Mat. 1:23, "Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros".  Para los filósofos griegos era imposible que el Cristo fuera hecho carne, porque creían que el cuerpo es malo, pero los que dicen que Cristo no vino en carne son anticristos (1 Jn. 4:1-3). Cristo es Dios y también llegó a ser hombre, "nacido de mujer" (Gál. 4:4). "El que fue manifestado en carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1 Tim. 3:16, LBLA). Juan afirma la deidad de Jesús y la humanidad de Cristo. En Luc. 24:39 y otros textos la palabra carne se refiere al cuerpo, pero en este texto (Jn. 1:14) la palabra carne significa humanidad (Mat. 16:17; 24:22; Rom. 3:20; 1 Cor. 1:29; Gál. 1:16). Al afirmar su humanidad él refuta a los gnósticos (docetistas) que decían que Cristo no ocupó un verdadero cuerpo de carne sino que solamente parecía ser humano.

      La humanidad de Cristo se observa en los siguientes textos: 4:6, 7 (cansancio); 6:53 (tenía carne y sangre); 8:40 (querían matarle); 11:33, 35 ("se estremeció en espíritu y se conmovió ... lloró"); 12:27 ("está turbada mi alma"); 13:21 ("se conmovió en espíritu"); 19:28 ("tengo sed").

      ¡Cristo llegó a ser hombre para morir por nosotros! "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:14, 15). Logró este propósito al morir por nosotros (10:5-12). Cuando Pablo habla de la justicia de uno y de la obediencia de uno (Rom. 5:18, 19), no se refiere a la vida perfecta de Jesús sino a su muerte, un acto de justicia, o de obediencia. Cristo no llevó una vida perfecta para que su obediencia perfecta sea imputada al creyente (como algunos suponen), sino para ser un sacrificio perfecto para expiar nuestros pecados.

      Cristo, siendo Dios, tuvo que ser hombre también para poder ser nuestro Mediador o sumo sacerdote (mediador) (Heb. 2:18; 4:15; 7:26; 1 Tim. 2:5).

  Esta gran verdad fue enseñada por Pablo: "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col. 2:9); "ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Cor. 8:9).

      Cristo llegó a ser hombre y murió por nosotros para dejarnos un ejemplo perfecto de cómo humillarnos para que Dios nos exalte (Fil. 2:5-11).      "Cristo Jesús, el cual siendo (existiendo) en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Fil. 2:6, 7). Es importantísimo que se entienda que la expresión se despojó a sí mismo se refiere a la encarnación de Cristo, y que de ninguna manera dejó de ser igual a Dios. En seguida se presenta el estudio de Fil. 2:5-7 para recalcar esta verdad.

      Filipenses 2:5 -- "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús". Mat. 11:29, "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Cristo Jesús es el perfecto ejemplo de la humildad enseñada en los vers. 1-4. El dejó su habitación celestial y su gloria inefable para nacer en un pese­bre, tomando la forma de hombre. Fue criado en Nazaret, una ciudad desprecia­da por los de Judea (Jn. 1:46), era galileo y algunos de sus apóstoles también eran galileos. Llevó una corona de espinas, murió sobre una cruz romana como mal­hechor, y fue sepultado en un sepulcro ajeno. De esta manera nuestro Señor Je­sucristo tomó la forma más humilde de la humanidad para salvarnos y para dejarnos el ejemplo perfecto de la humildad.

      2:6 -- "el cual, siendo en forma de Dios". La Deidad de Jesús se enseña claramente en este texto (los vers. 6-11).

      -- "siendo". Esta palabra enfatiza la rea­lidad de la existencia (Hech. 16:20, "siendo judíos"; Gál. 2:14). Por eso, indica lo que se expresa más ampliamente en Juan 1:1. La Biblia de las Américas está muy equivocada en la traducción de esta palabra (hupárkon), pues esta versión dice existía en lugar de existiendo (gerundio, tiempo presente). Cristo no dejó de existir en forma de Dios cuando tomó la forma de siervo.

      -- "forma".      La palabra "forma" viene de morphe que solamente aparece en este texto (vers. 6,7) y en Marcos 16:12, "se apareció en otra forma a dos de ellos". Según los léxicos significa "forma, figura" (Mckibben-Stockwell-Rivas); "la forma en la cual una persona o cosa se ve; la apa­riencia externa ... la forma en la cual él apareció a los habitantes del cielo" (Grimm-Thayer); "forma, apariencia externa, figura" (Arndt-Gingrich).

      Pero Thayer admite que otros eruditos (como Lightfoot y Trench) dicen que "morphe forma difiere de schema figura, forma, apariencia, como aquello que es intrínseco y esencial difiere de lo que es externo y accidental" y agrega que "la dis­tinción es rechazada por muchos". (La palabra schema traduce la palabra "condición" o forma, LBLA, del ver. 8).

      El Diccionario Expositivo de Vine dice, "Morphe denota la forma o rasgo distin­tivo especial o característico de una per­sona o cosa. Se usa con un significado par­ticular en NT, sólo de Cristo, en Fil. 2:6,7, en las frases 'siendo en forma de Dios' y 'tomando forma de siervo'. Una excelente definición de esta palabra es la dada por Gifford: 'morphe es así propiamente la naturaleza o esencia, no en abstracto, sino tal como subsiste realmente en el indi­viduo, y retenida en tanto que el individuo mismo existe ... Así, en el pasaje ante nosotros morphe Theou es la naturaleza divina real e inseparablemente subsistente en la Persona de Cristo ... Para la inter­pretación de 'la forma de Dios' es sufi­ciente decir que (1) incluye toda la natu­raleza y esencia de la Deidad, y que es in­separable de ellas, ya que no podrán tener existencia real sin ella; y (2) que no in­cluye en sí misma nada 'accidental' o sepa­rable, tal como modos particulares de manifestación, ni condiciones de gloria o majestad, que pueden en un momento es­tar junto con la 'forma', y en otro mo­mento separados de ella ... El verdadero significado de morphe en la expresión 'forma de Dios' queda confirmada por su repetición en la frase correspondiente, 'forma de siervo'. Se admite univer­salmente que las dos frases son directa­mente antitéticas, y que por ello 'forma' tiene que tener el mismo sentido en am­bas' (Gifford, The Incarnation, págs. 16, 19, 39). La definición anteriormente men­cionada se aplica a su utilización en Mr 16:12, en cuanto a las maneras particu­lares en que el Señor se manifestó a Sí mismo".

      The Expositor's Greek Testament dice que la palabra morphe se refiere a la naturaleza de Cristo, es decir, que El era divino (y llegó a ser humano). Cita 2 Cor. 8:9 como el paralelo más cercano a Fil. 2:6 y dice que en ambos Pablo se refiere al "contraste inefable entre el estado celes­tial y el estado terrenal".

      Por lo tanto, vemos que algunos erudi­tos dicen que morphe significa la forma esen­cial e intrínseca de Cristo como Dios y también como hombre, y otros eruditos dicen que la palabra significa simplemente su apariencia. Lo importante es que se afirme enfáticamente la Deidad de Cristo, antes y después de llegar a ser hombre. Los que definen la palabra "forma" como figura o apariencia no niegan la Deidad de Cristo, sino solamente aplican la palabra al "aspecto" (Juan 5:37) o gloria (Juan 17:5) de su estado preencarnado.

      Nadie puede negar que había contraste entre su estado celestial y su estado terre­nal. Recuérdese sobre todo que el punto principal de Pablo es la humillación de Cristo. La encarnación de Cristo es el ejemplo supremo de la humillación, y Pablo habla de ella para que sirva de ejemplo para los cristianos (ver. 5, "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús ...").

      "Siendo en forma de Dios" se refiere, pues, o al estado divino (su Deidad) y o a la gloria que Cristo tenía con el Padre "antes que el mundo fuese" (Juan 17:5). Posiblemente la palabra se refiera a las dos cosas, porque los dos conceptos no chocan. Hay un contraste aquí entre "forma de Dios", morphe theou y "forma de siervo" morphe doulou. Cuando Cristo llegó a ser hombre, no se despojó a sí mismo de su Deidad; no dejó de ser Dios. En el cielo Cristo tuvo el aspecto de Dios (Juan 5:37); en la tierra, sin embargo, tuvo el aspecto de un siervo. Su conducta era la de un siervo, aunque demostraba ampliamente que era Dios.

      -- "no estimó el ser igual a Dios ..." Jesu­cristo siempre era y siguió siendo igual a Dios aquí en la tierra (Juan 5:18) porque El es Dios (Dios el Hijo). Véanse Rom. 9:5; Col. 2:9; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20.

      -- "como cosa a que aferrarse". Cristo no estimó el ser igual a Dios en cuanto a la majestad celestial como cosa a qué afe­rrarse o asirse fuertemente como a un premio o tesoro demasiado precioso para ser dejado aun por un tiempo corto, es decir, Cristo no rehusó humillarse. Al con­trario, estaba dispuesto a llegar a ser un hombre para morir por nosotros. Muchos (como los "testigos" del Atalaya) quieren robar a Jesús de su Deidad. Dicen que El no es todopoderoso, y que no es eterno (estos son atributos de la Deidad). Pero nuestra salvación depende de la verdad afirmada tantas veces en la Biblia de que Cristo es eterno, y que cuando llegó a ser hombre (aceptó la naturaleza humana), no dejó de ser Dios (no dejó ni su naturaleza divina, ni sus atributos divinos). Un mero hombre no podía salvarnos.

      2:7 -- "se despojó a sí mismo". Este texto se refiere simple y sencillamente a la en­carnación de Cristo (Mat. 1:23; Juan 1:14; Col. 2:9). En el resto del versículo Pablo emplea dos gerundios para explicar clara­mente cómo Cristo se despojó a sí mismo: "tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres". "Se despojó a sí mismo"; ¿cómo? "tomando forma de siervo". ¿Cuándo? cuando fue "hecho semejante a los hombres".

      Como dice Lenski, "'Se despojó a sí mismo' es un pensamiento incompleto que nos deja con una pregunta. Pablo com­pleta el pensamiento, pero no con una declaración acerca de algo que Cristo se hubiera despojado (vaciado) fuera de sí mismo, sino por un participio (gerundio) que define el acto de despojarse: 'en que él tomó la forma de siervo', e inmediatamente dice cuándo todos estos actos ocurrieron: 'cuando llegó a ser semejante al hombre', cuando se encarnó. Todos los aoristos ... ex­presan acción simultánea" (énfasis mío, wp).

      Vine dice la misma cosa al comentar sobre la palabra kenoo (despojarse): "Las cláusulas que siguen al verbo dan la exége­sis de su significado, especialmente las frases 'forma de siervo', y 'semejante a los hombres'" (énfasis mío, wp).

      También Lange dice la misma cosa: "Es el llegar a ser hombre, o sea, la encar­nación, que se indica, como declara lo que sigue, y ya que labon (que es contem­poránea con ekenose como en Efes. 1:9, 13) debe entenderse como un límite modal del verbo (ekenose), este despojamiento de sí mismo es la encarnación del Señor".

      Dejó el ambiente celestial, la majestad y gloria que tenía con el Padre (Jn. 17:5) y llegó a ser hombre. ¿Cómo se vio Jesús aquí en la tierra? Como hombre, como in­ferior a los ángeles. ¿Por qué aceptó esta forma humilde? Para dar su cuerpo por nuestros pecados (Heb. 2:14,15; 10:4-10).

      Pero su humillación no afectó en lo más mínimo su Deidad. Se refiere únicamente a su gran humillación en la encarnación, de que vino a ser hombre para poder morir por nosotros y así salvarnos de los pecados. Dios no podía morir por nosotros, porque Dios no puede morir. Los ángeles no podían morir por nosotros. El hombre no podía morir por sus propios pecados porque todos los hombres han pecado (Rom. 3:23). La sangre de animales no puede quitar los pecados (Heb. 10:4). En­tonces, ¿cuál era la solución? Dios llegó a ser hombre para poder morir por nosotros. No había y no hay otro plan de salvación. Los que rechazan el sufrimiento vicario de Cristo terminantemente re­chazan la salvación de sus almas.

      La gran verdad de la humillación de Je­sucristo, una verdad tan sublime, es usada por los "testigos" como arma contra Cristo para atacar su Deidad y blasfemar su santo nombre. (Todo "testigo" se arrepentirá de su blasfemia cuando muera).

       Cristo no menospreció en ninguna manera la exaltación que gozaba con el Padre, pero su misión terrenal era de tanta importancia que estaba dispuesto a hacer este sacrificio.

 

* * * * * * * * * *

 

La Deidad de Cristo

Sus atributos divinos

 

      Algunos hermanos que profesan ser hermanos "conservadores" (porque que se oponen al institu­cionalismo, la iglesia patrocinadora, etc.) están enseñando (1990-1995) que cuando Cristo llegó a ser hombre, "se despojó" a sí mismo de sus atributos divinos; es decir, que desde su nacimiento y hasta su resu­rrección siguió siendo "la persona de Dios" (la esencia de Dios) pero sin los atributos de la Deidad. Este error se ha enseñado en dos periódicos: Faith and Facts, y With All Boldness. La edición de octubre, 1990 de Faith and Facts se dedica a este tema, y las citas dadas en la revisión ésta son de la misma. (No afirmo que todo hermano que escriba artículos en estos dos periódicos enseñan este error, pero para ser breve digo "los hermanos ff/wab" para indicar a los que sí lo enseñan.)

      ¿Cómo se explica la Deidad? ¡Cuántas veces hemos explicado la Deidad enu­merando los atributos de Dios, Deidad! ¿Cuáles son sus atributos? Su eternidad, inmutabilidad, omnipotencia, omniscien­cia, omnipresencia, perfecto amor, per­fecta justicia, perfecta santidad, perfecto amor, perfecta fidelidad, que es el Creador, el único que es adorado, el único que perdona pecados, etc.

      El error principal de los hermanos ff/wab se basa en una interpretación erró­nea de Fi­lipenses 2:6, 7. Dice Pablo que Cristo "siendo en forma de Dios, no es­timó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho seme­jante a los hombres". La expresión "se des­pojó a sí mismo" se explica inmediata­mente en los dos gerundios que siguen; es como si Pablo hubiera dicho "es decir, tomando forma de siervo" y luego diciendo cuándo lo hizo: cuando fue "hecho seme­jante a los hombres".

      El texto no dice que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos. Es increíble que nuestros hermanos en Cristo -- hermanos que profesan ser hermanos "conservadores" -- afirmen que Cristo podía ser Deidad y al mismo tiempo des­pojarse a sí mismo de los atributos de la Deidad. (Estos hermanos son culpables de "doble hablar", 1 Tim. 3:8, porque dicen que Cristo no dejó de ser Dios y luego se contradicen afirmando que se despojó a sí mismo de los atributos de la Deidad).

      La palabra "atributo" significa "cada una de las cualidades de un ser ... Teol. Cualquiera de las perfecciones propias de la esencia de Dios: la omnipotencia es un atributo de Dios" (Larousse). ¡Es absurdo decir que Cristo era Dios sin los atributos de Dios! ¿Puede alguno ser "hombre" sin los atributos de hombre? Hablar así es hablar locura.

 

Lo que la Biblia enseña acerca de la Deidad de Cristo

 

      Mat. 1:23, "Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros". Cons­tantemente Jesu­cristo lo demostró a través de su vida al demostrar sus atributos divinos.

      Juan 1:1,14 "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios ... Y aquel Verbo fue he­cho carne, y habitó entre nosotros (y vi­mos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". El mismo Verbo que era con Dios y era Dios fue hecho carne. No era el Verbo sin sus atributos, sino el mismo Verbo que era con Dios y era Dios desde la eternidad.

      Col. 2:9, "Porque en él habita corpo­ralmente toda la plenitud de la Deidad". Con esta afirmación Pablo refuta a los fal­sos maestros que decían que Cristo no podía ocupar un cuerpo físico porque, según ellos, el cuerpo es pecaminoso y, por lo tanto, (decían) que Jesús era simple­mente un hombre. Ahora algunos de nues­tros propios hermanos que profe­san ser "conservadores" han caído en la misma trampa diciendo que Cristo, en cuanto a sus atributos, era simple­mente un hombre (que no poseía ningún atributo divino durante su vida terrenal).

      Estos hermanos están divididos sobre esta cuestión: algunos dicen que Cristo poseía los atributos divinos cuando estuvo en la tierra, pero que nunca los de­mostraba, es decir, que no hizo ni siquiera un solo acto de Deidad aquí en la tierra. Entonces, ¿con qué propósito afirman que los poseía?

     

      El Inmutable Cristo

 

      Heb. 13:8 dice, "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos"; es decir, Jesu­cristo es inmutable (no cambia). Pero la implicación y consecuencia de la doctrina de los hermanos ff/wab son que el in­mutable Cristo fue el "mutable Cristo" durante unos treinta y tres años de su exis­tencia; que el "eterno Cristo" dejó de ser eterno durante ese tiempo. Re­cuérdese que la eternidad y la inmutabili­dad son dos atributos inherentes de la Deidad; por lo tanto, si Cristo dejó sus atributos divinos cuando vino a la tierra, dejó su eternidad y su inmutabilidad. Que yo sepa no hay ningún hermano liberal que acepte tal in­sensatez. Estos hermanos "conservadores" son más liberales que muchos de los her­manos liberales.

      Los hermanos ff/wab dicen que el único poder sobrenatural poseído por Je­sucristo fue el poder recibido del Espíritu Santo y del Padre; es decir, Jesucristo no tenía ni autoridad ni poder inherentes du­rante su vida terrenal, sino que solamente com­partía el poder sobrenatural con los profe­tas, apóstoles y otros que recibieron poder de Dios. Dicen que a pesar de lo que Juan 2:24, 25 afirma, Jesucristo no era más om­nisciente que Pedro (Hech. 5:1-11; 8:21-23), y que a pesar de lo que Mar. 2:5-7 afirma, Jesucristo no podía per­donar pecados como Dios, sino sola­mente como lo hacían los apóstoles (Jn. 20:22, 23). Parece que estos hermanos "conservadores" han estudiado con los "testigos", porque comparten su deseo de menospreciar -- y aun blasfemar -- a Cristo.

      Juan 20:30, 31 dice, "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están es­critas en este libro. Pero éstas se han es­crito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre". Jesús hizo señales para demostrar sus atributos de Deidad. El no hizo señales para probar que El era "la persona de Dios", como afirman los hermanos ff/wab Esta expresión humana usada por estos hermanos no significa nada. No es bíblica. La Biblia dice que Cristo es Dios (Mat. 1:23; Jn. 1:1, 2; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1). Cristo hizo señales para de­mostrar los verdaderos atributos divinos, las cuali­dades inherentes e inseparables de Dios.  Así también El sabía los pen­samientos de los hombres y El perdonó pecados para demostrar los atributos de Dios que El poseía estando aquí en la tierra.

 

El propósito de los hermanos ff/wab es combatir el calvinismo en la iglesia

 

      El periódico Faith and Facts ha tomado la de­lantera en la lucha contra el calvi­nismo en la iglesia de Cristo y, por esto, tiene mucha influencia. (El periódico With All Boldness es más nuevo). Este servidor también ha participado en esta lucha. He predi­cado pública y privadamente, en el púlpito y por la hoja impresa, contra el calvi­nismo. No solamente he expuesto los errores del calvinismo original, sino tam­bién las doctrinas secundarias aceptadas por algunos hermanos, tales como "el perdón automático", "la limpieza con­tinua", "que los pecados de la flaqueza y de la ignorancia no se cargan al cristiano", "que el hombre tiene que pecar por causa de su naturaleza pecaminosa", "que tiene que pecar para cumplir la Escritura", etc. Por lo tanto al exponer la herejía de los hermanos ff/wab no me identifico de ma­nera alguna con los que simpatizan con al­gunos aspectos del calvinismo.

      Se explica esto porque una táctica car­nal de los hermanos ff/wab es la de acusar a los que resisten su nueva doctrina de ser "closet calvinists" (calvinistas a escondi­das), pero estoy dedicado a una lucha fuerte y continua contra todo aspecto del calvinismo, y también contra toda doctrina que niega la Deidad de nuestro Señor Je­sucristo.

      Estos hermanos enfatizan mucho la humanidad de Cristo y afirman que El fue tentado como hombre, para negar la doc­trina calvinista de que el hombre tiene que pecar por haber nacido con naturaleza corrupta. La Biblia enseña claramente la humanidad de Cristo (Fil. 2:7; Heb. 2:14, 17; 4:15, 16; 1 Tim. 2:5). El "fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4:15).

      Pero es en extremo absurdo negar la Deidad de Jesucristo para enfatizar su hu­manidad.

 

Algunas citas del periódico "Faith and Facts" (oct., 1990)

 

Afirman que Cristo se despojó a sí mismo de los atributos de la Deidad

 

      Dice un hermano (comentando Fil. 2:7): "He was still 'himself.' But he 'divested' (Macknight) himself of the at­tributes, powers, rights or characteristics of deity. Some brethren, along with de­nominational exegetes, are wont to argue that this emptying is only partial; that there are some things which he did while upon the earth that were the result of his deity, beyond the powers and attributes of humanity. I take it that the passage means just what it says, nothing more or less. I have no right to list excep­tions where the Lord has given none" (página 25).

      Traducción: "El era todavía 'él mismo'. Pero él 'desvistió' (Macknight) a sí mismo de los atributos, poderes, derechos o ca­racterísticas de la deidad. Algunos her­manos, junto con exegetas denomina­cionales, suelen argumentar que este vacia­miento es solamente parcial; que había algunas cosas que él hizo durante el tiempo que estaba en la tierra que fueron el resultado de su deidad, más allá de los poderes y atributos de la humanidad. Yo entiendo que el pasaje significa justa­mente lo que dice, ni más ni menos. No tengo el derecho de alistar excepciones donde el Señor no las ha dado".

      Fil. 2:5-7 es el texto principal usados por los hermanos ff/wab. Dice Pablo, "Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres". Este texto no dice que Cristo se despojó a sí mismo "de" algo, ni mucho menos que "vació" los atributos de Deidad. El hermano dice que "el texto significa justamente lo que dice", pero ¡el texto no dice lo que él dice! El concepto del hermano es total­mente ajeno a lo que Pablo dice en este texto. Pablo usa el verbo "se despojó" y luego inmediatamente emplea dos gerun­dios para explicar lo que significa el verbo "se despojó" y para probar su afirmación. Cristo "se despojó a sí mismo". ¿Cómo? "tomando forma de siervo". ¿Cuándo? cuando fue "hecho se­mejante a los hom­bres". La expresión "se despojó a sí mismo" no es un pensamiento completo; tiene que explicarse, y Pablo mismo lo ex­plica en la misma frase.

      Además, el verbo ekenosen (se despojó) es seguido por dos gerundios (morphen doulou labon, tomando forma de siervo y en omoiomati anthropon genomenos, hecho semejante a los hombres), los cuales expli­can y limitan el verbo (se despojó) y lo prue­ban. Los gerundios son "gerundios de modo" que explican cómo o en qué sen­tido Jesús se despojó a sí mismo. Una ver­sión inglesa introduce los gerundios con la palabra "by" (por): "by taking the nature of a servant" ("por tomar la naturaleza de un siervo") (The Twentieth Century New Testament). Esta versión expresa la idea correctamente, pues los gerundios expli­can y limitan cómo Jesús se despojó a sí mismo.

      Compárese Efes. 1:7- 9, "... su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia", ¿cómo? ver. 9, "dándonos a conocer el misterio de su vo­luntad". El gerundio explica y limita el verbo.

      Es una violación grave de este texto afirmar que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos (una cosa comple­tamente imposible). Los gerundios expli­can el límite de la acción del verbo.

      Este texto es simplemente una hermosa declaración de la encarnación de Cristo, y Pablo dice esto para ilustrar la humildad que debemos manifestar unos para con otros (Fil. 2:1-14).

      Cristo, el Verbo, fue hecho carne, llegó a ser hombre y siervo de hombres, humi­llándose al máximo para salvarnos, pero los "testigos" del Atalaya y algunos hermanos "conservadores" usan este mismo texto para negar la Deidad de Cristo. ¡Increíble!

      Obsérvese que el hermano dice que "Algunos hermanos, junto con exege­tas denominacionales, suelen argumentar que este vaciamiento es solamente par­cial; que había algunas cosas que él hizo du­rante el tiempo que estaba en la tierra que fueron el resultado de su deidad, más allá de los poderes y atributos de la hu­manidad"; es decir, según el hermano, Je­sucristo no demostró aquí en la tierra ningún atributo divino ni hizo cosa al­guna en calidad de Dios; que cuando conoció lo que había en el hombre (Jn. 2:24, 25) lo hizo como hombre; que cuando perdonó pecados (Mar. 2:5), lo hizo como hombre; que cuando la gente vio a Cristo como un mero hombre vio al Padre (Jn. 14:9); que cuando calmó la tempestad, lo hizo como hombre, como los apóstoles que recibieron poder sobre­natural del Padre o del Espíritu Santo. Todo el propósito de estos hermanos es reducir a Jesucristo al estado de un mero hombre.

      El propósito principal de Mateo, Mar­cos, Lucas y Juan se expresa en Juan 20:30, 31; registran las señales que Jesús hizo probar que El es el Hijo de Dios (Dios el Hijo). Las señales de Jesús son una demostración amplia de sus atributos divinos (los atributos de Deidad). Mucha gente que vio esta de­mostración de sus atributos divinos se convenció de que Je­sucristo es el Hijo de Dios (Dios el Hijo) y varias personas lo confesaron. Sin em­bargo, dicen los hermanos ff/wab que la gente creía que Jesús es el Hijo de Dios simplemente porque El decía que lo es, y que las señales lo confirmaron. Según es­tos hermanos, Jesús no hizo señal alguna como Dios, sino solamente como hombre. ¿Cómo, pues, podía la gente creer en El como Dios si no hizo nada como Dios?

 

      Enseñan los hermanos ff/wab que Jesús era -- en cuanto a sus obras y en­señanzas -- igual a los apóstoles y profe­tas.

 

             "Jesucristo perdonó pecados, pero solamente como lo hicieron los apóstoles"

 

      Dice el mismo hermano: "Furthermore, through God's will the apostles, men, not deity, were told: 'Receive ye the Holy Ghost: whosoever sins ye forgive, they are forgiven unto them' (Jno 20:23). If men could do so, I deem it possible that Christ as a man could do it." (Página 27).

      Traducción: "Además, por la voluntad de Dios los apóstoles, hombres, no deidad, fueron dichos: 'Recibid al Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos' (Jn. 20:23). Si los hombres podían hacerlo así, yo considero que es posible que Cristo como hombre podía hacerlo".

      El hermano trata de ser consecuente. Habiendo afirmado que Cristo se despojó a sí mismo de todos los atributos de Deidad, y sabiendo que la autoridad de per­donar pecados es un atributo de Dios, él se siente obligado a decir, "Sí, Cristo se despojó a sí mismo de este atributo tam­bién". El hermano tiene que admitir que para ser conseucente tiene que enseñar que cuando Cristo vivió en la tierra, El no podía perdonar pecados por su propia au­toridad.

      Pero los judíos entendieron perfecta­mente que Jesucristo hizo el papel de Dios cuando perdonó al paralítico. "Cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mar. 2:6, 7). Es verdad que solamente Dios puede per­donar pecados. Los após­toles pudieron atar y desatar (Mat. 16:19; 18:18) en el sentido de predicar el evan­gelio de Dios inspirado por el Espíritu Santo. Las pala­bras "atar y desatar" equi­valen a perdonar o no perdonar. Pedro podía emplear las llaves del reino para "abrir" las puertas del reino por medio de la predicación inspi­rada por el Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hechos 2:4). Los apóstoles podían "perdonar pecados" solamente en el sentido de ser embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20) que nombraron los requisitos enseñados por Dios para poder obtener el perdón. Ellos no podían perdonar peca­dos por su propia autoridad, pero Cristo sí podía hacerlo. Los apóstoles nunca fueron acusados de blasfemar porque nunca di­jeron a nadie, "te perdono".

      El tenía la autoridad inherente de Dios para perdonar. Los que niegan esto nie­gan a Cristo (Mat. 10:32, 33), porque nie­gan esta demostración de un verdadero atributo de Dios.

      En seguida se examina la doctrina de los hermanos ff/wab, punto por punto. Los siguientes encabezados, escritos entre comillas, presentan la doctrina de ellos:

 

"Cristo no podía resucitar por su propio poder"

 

      Sigue la afirmación del hermano: "The record clearly states that it was not Jesus' own power of deity which raised him from the tomb. One passage is sufficient on the point. 'This Jesus did God raise up, whereof we all are witnesses'. (Acts 2:32). When Jesus emptied himself to come in human flesh he depended upon God to give him life after death, and not on his own power as deity to rise up. He was a human, a man, that he might be mediator between God and man (1 Tim. 2:5)." Página 28.

      Traducción: "El registro dice clara­mente que no fue el poder propio de Jesús de deidad que lo resucitó del sepul­cro. Un pasaje es suficiente sobre el punto. 'A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos' (Hechos 2:32). Cuando Jesús se despojó a sí mismo para venir en carne humana él dependió de Dios para darle vida después de la muerte, y no sobre su propio poder de deidad para resucitar. El era un ser humano, un hombre, para que pudiera ser mediador entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5)".

      Es increíble que el hermano dijera esto después de leer y citar tantas veces lo que Jesús dice en Jn. 2:19, 21 ("Destruid este templo, y en tres días lo levantaré ... Mas él hablaba del templo de su cuerpo") y Juan 10:17, 18 ("yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo: Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre").

      El Padre y el Hijo siempre eran y son uno en su propósito y en su obra (Jn. 17:21). Cristo se identificó con el Padre repetidas veces durante su ministerio per­sonal. La voluntad del Padre siempre era y es la voluntad del Hijo. La comunión en­tre los dos era perfecta cuando Jesucristo vivió en la tierra; nunca fue destruida ni por un momento. Gozaban de una per­fecta unidad.

      Por lo tanto, el Hijo hace lo que el Padre hace. El Hijo hace la obra del Padre. El Padre levantó el cuerpo de Cristo y Cristo levantó su propio cuerpo. Es en ex­tremo absurdo afirmar que Cristo no tenía el poder de levantar su cuerpo del sepul­cro.

      En cuanto a ser Jesucristo nuestro Me­diador, hubiera sido imposible que El -- como un mero hombre -- llegara a ser nuestro Mediador. El es Emanuel, Dios con nosotros. Dios llegó a ser hombre para ser nuestro Salvador y nuestro Media­dor. Como un mero hombre, aunque hombre perfecto, no pudiera habernos salvado ni tampoco hubiera po­dido servir como nuestro Mediador.

      No es posible que comprendamos la encarnación de Cristo, pero podemos aceptarlo por fe. Esta doctrina no debe causar problema alguno para nosotros. Cristo tenía todos los atributos de Dios y todos los atributos de hombre. El ver­dadero Dios vino a ser verdadero hombre también.

 

"La Deidad de Jesús no fue confirmada por sus milagros"

 

      Dice otro hermano: "Brother ____________ makes a reasonable case from John 3:34 that Jesus at His baptism was endowed with the Spirit and by the Spirit was able to work miracles, discern men's hearts, give revelation, etc. To sub­stantiate his case __________ offers the follow­ing verses as proof that Jesus at­tributed His miraculous powers to a divine power outside of Himself (Jn. 5:30; 6:38; 7:16, 28; 8:28; 12:49; 14:10; 17:7-9). The fact that Jesus had certain of these powers no more substantiated His deity, than the fact that Moses, Elijah or Peter having these miraculous powers established they were divine." (Página 33).

      Traducción: "El hermano ___________ hace un argumento razonable sobre Juan 3:34 que cuando Jesús fue bautizado El fue dotado con el Espíritu y por el Es­píritu podía obrar milagros, discernir corazones de hombres, dar revelación, etc. Para confirmar su caso _______ ofrece los siguientes versículos como prueba de que Jesús atribuyó sus poderes milagrosos a un poder divino aparte de sí mismo (Jn. 5:30; 6:38; 7:16, 28; 8:28; 12:49; 14:10; 17:7-9). El hecho de que Jesús tenía cier­tos de estos poderes no confirmó su deidad más que el hecho de que Moisés, Elías o Pedro tenían estos poderes mila­grosos confirmó que ellos eran divinos".

      Estos textos enfatizan la unidad per­fecta entre el Padre y el Hijo. La comu­nión entre el Padre y el Hijo siempre ha sido perfecta. Cristo se identificó con el Padre repetidas veces para afirmar su propia Deidad. La expresión "Hijo de Dios" significa que Cristo es Dios el Hijo, que es lo mismo que el Padre, igual al Padre, de la misma naturaleza que el Padre (Heb. 1:3). Cristo es eterno y no tuvo origen; no es "Hijo" en el sentido de descendiente. "Hijo" significa "lo mismo", la misma naturaleza, teniendo todos los atributos de Dios. "En él habitó corporal­mente toda la plenitud de la deidad" (Col. 2:9).

      Los judíos sabían que el Padre es Dios y, por lo tanto, era necesario convencerles que el Hijo tam­bién es Dios. Cristo hizo las obras del Padre (Jn. 10:37), demostrando los atribu­tos de Deidad, para convencer a los judíos y a todo el mundo que El es Dios. Si Cristo hubiera estado en el mundo sin los atributos de Deidad (cosa imposible desde luego), no pudiera haber probado que era Deidad. No bastaba con simplemente decir que era Dios. La única manera de probar su Deidad era de­mostrar que El poseía los atributos divi­nos, y lo hizo repetidas veces. Cristo era y es igual al Padre (Jn. 5:18), fue adorado por hom­bres y ángeles como el Padre (Jn. 5:23) y los que vieron al Hijo vieron al Padre (Jn. 14:9). Los judíos entendieron que cuando Jesucristo llamó a Dios "Padre" se hizo a sí mismo igual a Dios (Jn. 5:18), que siendo hombre se hizo Dios (Jn. 10:33).

      Los milagros de Moisés, Elías y los apóstoles confirmaron su mensaje (Mar. 16:20; Heb. 2:3, 4), pero ellos no podían hacer las obras del Padre como las hizo Jesucristo. Los profetas y apóstoles no sabían los pensamientos de los hombres (Jn. 2:24, 25; Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17) ni mucho menos podían perdonar pecados por su propia autoridad como lo hizo Jesús (Mar. 2:5). ¿Qué profeta o apóstol jamás ha dicho, "El que ha visto a mí, ha visto al Padre"? (Jn. 14:9). Los pro­fetas y apóstoles no eran eternos e in­mutables como Cristo (Heb. 13:8); no vinieron desde el cielo como El. "El que de arriba viene, es sobre  todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre to­dos. Y lo que vio y oyó, esto testifica" (Juan 3:31,32). Los apóstoles y profetas no vinieron del cielo y no habían visto cosas celestiales, pero Cristo era testigo ocular de lo que El testificaba.

      Este hermano cita varios tex­tos para probar que Jesucristo era sim­plemente un hombre que recibió ciertos poderes del Padre. El cree que Juan 3:34 dice que el Espíritu Santo fue dado a Je­sucristo sin medida. El texto no dice esto, pero varios textos afirman que Cristo recibió poder, enseñanzas, etc. del Padre y del Espíritu Santo, pero el hermano no cita Juan 16:7 que dice que Jesucristo envió al Espíritu Santo. Si los textos citados por el hermano indi­can que Cristo, por recibir algo del Padre o del Espíritu Santo, no tenía los atributos de Deidad, entonces Juan 16:7 indica que tampoco los tiene el Espíritu Santo, porque Cristo lo envió. Tal con­clusión es absurda como también el argu­mento del hermano es absurdo.

      La palabra "Dios" es plural. Gén. 1:26, "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen". "Dios en tres personas, bendita Trinidad". La palabra "Trinidad" no está en la Biblia (como la palabra "Biblia" no está en la Biblia), pero sim­plemente quiere decir que hay tres per­sonas en la Deidad y esta verdad no se puede refutar. Cada Persona de la Deidad tiene su función pero son uno en su divino propósito y obra.

 

"Jesucristo era un ser híbrido"

 

      Dice un hermano (página 49): "They insist that he did not live among us as a man, but as some hybrid being - 'God/man'."

      Traducción: "Ellos insisten en que él no vivió entre nosotros como un hombre, sino como algún ser híbrido - 'Dios/hombre'".

      Los "testigos" usan esta palabra ("híbrido") para despreciar a Cristo: "Neither was Jesus a combination of the two natures, human and spiritual. The blending of two natures produces neither the one nor the other, but an imperfect, hybrid thing." (Studies in the Scriptures, Volume V, p. 179).

      Traducción: "Tampoco era Jesús una combinación de las dos naturalezas, hu­mana y espiritual. El armonizar las dos naturalezas no produce ni la una ni la otra, sino una cosa imperfecta, híbrida".

      El "Cristo" de los "testigos" y de estos hermanos nunca existió.

 

Un diagrama preparado por otro

 escritor de ff/wab

 

      En la página 88 del periódico aparece un diagrama que afirma abierta y clara­mente que Cristo se despojó a sí mismo de los atributos de Deidad cuando llegó a ser hombre. El especifica los siguientes atri­butos: los poderes de Dios, la igualdad, la gloria, la imposibilidad de ser tentado, la omnipotencia, la omnisciencia y la om­nipresencia. En seguida el hermano pre­senta algunas objeciones a la doctrina de él con su respuesta.

 

Algunas objeciones a la enseñanza de este hermano citadas por El, junto con la respuesta de El.

      Objeción (no. 1): "Christ is called God" ("Cristo es llamado Dios").

      Respuesta del hermano: "Yes, Christ was, is and ever will be God, the very per­son of deity. To accept Paul's statement that Christ emptied himself of his divine at­tributes does not deny the fact that Christ was the person of God in the flesh."

      Traducción: "Sí, Cristo era, es y siem­pre será Dios, la misma persona de deidad. Aceptar la afirmación de Pablo que Cristo se despojó a sí mismo de sus atribu­tos divinos no niega el hecho de que Cristo era la persona de Dios en la carne".

      Estos hermanos se engañan solos creyendo que no están negando la Deidad de Cristo porque afirman que Cristo siguió siendo "la persona de Dios" pero sin sus atributos de Deidad. La expresión "la persona de Dios" no es lenguaje bíblico. Ellos afirman algo que no pueden probar con la Biblia. La Biblia no dice lo que ellos dicen. La Biblia no habla de "la persona de Dios" aparte de los atributos de Dios. Tal concepto es completamente erróneo. Es simplemente otro diseño de Satanás para negar a Cristo.

      Objeción (No. 2): "Christ could not be God without the attributes or powers of God." Traducción: "Cristo no podía ser Dios sin los atributos o poderes de Dios".

      Respuesta del hermano: "This presump­tion contradicts Paul's plain statement concerning Christ Jesús, ... (Phil. 2:6-7). Further, it contradicts the plain and sim­ple statements of Christ in the gospels, which affirm that Christ did not have all the divine attributes or pow­ers in the flesh on earth (glory, John 17:5; omniscience, Mk. 13:32; omnipotence, Mt. 28:18 (the power over all things was given to him af­ter his resurrection); omnipres­ence, Eph. 4:10)."

      Esta objeción a la doctrina del hermano es perfectamente legítima. Es la pura ver­dad. Cristo no podía ser llamado Dios si no tenía (por treinta y tres años) los atri­butos de Dios. En primer lugar el in­mutable Cristo no podía y no puede cam­biar; lo que afirman estos hermanos es una verdadera imposibilidad. Cristo no podía y no puede dejar de ser lo que es. ¿Puede Dios el Padre despojarse a sí mismo de sus atributos de Deidad? ¿Puede el Espíritu Santo despojarse a sí mismo de sus atributos de Deidad? Si Dios deja de tener sus atributos de Dios ¿todavía será Dios? ¿Puede el hombre des­pojarse de los atributos humanos y seguir siendo hombre?

      Pablo no dijo en Fil. 2:7 que Cristo se despojó a sí mismo "de" algo, ni mucho menos de sus atributos divinos. La expre­sión "se despojó a sí mismo" no es un pen­samiento completo, sino que tuvo que ser explicado, y Pablo lo explicó inmediata­mente, empleando dos gerundios para ex­plicar el verbo "despojarse", diciendo, "tomando forma de siervo, hecho seme­jante a los hombres". El simplemente se refiere a la encarnación de Cristo y lo hace en forma bien clara.

      En seguida examinaremos los atributos que, según el hermano, Cristo dejó:

      La gloria. Cristo no se despojó a sí mismo de la gloria que es un atributo in­herente de la Deidad; tal cosa hubiera sido imposible. El no estaba sin gloria aquí en la tierra (Jn. 1:14; Mat. 17:2, etc.). Pero El dice en Jn. 17:5, "Ahora, pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese", dando a entender que ahora pronto dejaría el cuerpo físico que por cierto no era tan glorioso como su es­tado celestial. Pablo dice, "el cual trans­formará el cuerpo de la humillación nues­tra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya" (Fil. 3:21).

      La omnisciencia. El hermano cita Mar. 13:32 ("Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre") para probar que Jesucristo había abandonado su omnisciencia. El hermano no toma en cuenta que si este texto niega la omni­sciencia del Hijo, también niega la omni­sciencia del Espíritu Santo, porque Cristo dice "nadie sabe". Lo que prueba dema­siado no prueba nada. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno en su propósito y en su obra, pero cada Quien tiene su función. Cristo dice claramente (Hech. 1:7) que la prerrogativa del Padre fija "los tiempos y las sazones". Lo que Jesús dice en Mar. 13:32 no tiene nada que ver con la omnisciencia, sino con el papel de cada Persona de la Deidad.

      La omnisciencia de Jesucristo se ha afirmado clara y enfáticamente en Jn. 1:47; 2:24, 25; 4:17, 18; 6:70, 71; 11:14; 13:38 (y a través del libro de Juan); Mat. 9:14; 12:25; Luc. 5:22; 11:17, etc. Los hombres inspirados no eran omniscientes. No había "don de om­nisciencia" entre los nueve dones del Es­píritu Santo (1 Cor. 12:8-10).

      Pedro dijo la pura verdad cuando dijo, "Señor, tú lo sabes todo" (Jn. 21:17). El no dijo "Señor, tú y yo lo sabemos todo". Los hermanos ff/wab citan Hech. 5:3; 8:21-23, y afirman que Pedro era tan omnisciente que Cristo. Obviamente el Espíritu Santo reveló a Pedro lo que hicieron Ananías y Safira, y en cuanto a Simón, su misma pregunta indicó lo que pensaba y qué clase de carácter tenía. Pero estos textos no afirman que Pedro era omnisciente, ni que sabía los pen­samientos y conocía el carácter de Ananías y Safira. Todo el mundo sabe los pen­samientos y hechos de otros cuando se demuestran en su con­ducta, pero Cristo no tenía que ver ningún hecho para saber los pensamientos de los hombres, porque El era y es omnisciente.

      La omnipotencia. A través de su minis­terio Cristo demostró claramente los atributos de Deidad. El no hizo señales que eran simplemente "señales de após­tol" (2 Cor. 12:12), sino las señales que demostraron su Deidad. Los apóstoles no  perdonaron pecados por su propia autori­dad, ni sabían los pen­samientos de los hombres, ni fueron adorados. Cuando los judíos vieron a Cristo vieron al Padre (Jn. 14:9), pero cuando vieron a los apóstoles, no vieron al Padre.

      Los "testigos" leen Mateo, Marcos, Lu­cas y Juan y concluyen que Jesucristo no era Dios, sino solamente "un dios". Los hermanos ff/wab leen Mateo, Marcos, Lu­cas y Juan y  dicen que Jesucristo no hizo un solo acto de Deidad en la tierra. Tanto la enseñanza de estos hermanos como la de los "testigos" hacen burla de los cuatro libros inspirados que enseñan que Jesu­cristo demostró claramente -- en su vida, en su doctrina, y en sus obras -- los atribu­tos de Deidad.

      ¿Qué diferencia había entre las obras de Cristo y las de los apóstoles? Según los hermanos ff/wab, no había diferencia al­guna. Afirman que  las señales de Jesu­cristo probaron que El era el Hijo de Dios porque El dijo ser el Hijo de Dios, y que las señales de los apóstoles probaron que fueron enviados por Dios, porque es lo que ellos dijeron. Recuérdese que estos hermanos afirman que Jesucristo no podía hacer señal alguna por su propia autori­dad como Hijo de Dios, sino que El -- al igual que los apóstoles y profetas -- ac­tuaba solamente como hombre que recibió poder del Padre y del Espíritu Santo.

      La omnipresencia. El hermano cita Efes. 4:10 ("El que descendió ... también subió") y Mat. 8:24 (Cristo estuvo en una barca) para probar que Cristo no era om­nipresente cuando estuvo en la tierra. Desde luego el cuerpo de Jesús estuvo en un sitio a la vez, pero Cristo, Dios el Hijo, no estaba limitado a un cuerpo físico. Nuestra mente finita no puede compren­der cómo la presencia de Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo) llena el universo, pero lo aceptamos por fe. Cristo nunca dejó de ser Dios cuando llegó a ser Jesús de Nazaret y uno de sus atributos es la omnipresencia. El libro de Juan destaca la omnisciencia de Jesús y la omnisciencia implica la omnipresencia. No se afirma que el cuerpo de Jesús era omnipresente, sino que Cristo (siendo Dios y, por eso, siendo Espíritu) era omnipresente.

      Sería bueno volver a leer 1 Reyes 8:27, "Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?" Dice Cristo (Mat. 18:20) cuando todavía estaba en la carne, "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos". El usa verbos del tiempo presente: "están" y "estoy". ¿Quieren estos hermanos afirmar que Jesucristo no podía hacer lo que prometió hacer (estar con dos o tres de sus discípulos congregados en cualquier sitio) durante su ministerio personal?

      Obsérvese lo que dice Juan 1:18, "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" y Juan 3:13, "Nadie subió al cielo, sino que el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo". En cuanto a su Deidad, Cristo no dejó de estar en el cielo cuando ocupó el cuerpo de Jesús. El es omnipresente, pre­sente en todo lugar. (Dice La Biblia de las Américas en el margen que "Los mss. más antiguos no incluye: que está en el cielo", pero aun así incluye esta frase en el texto porque coincide con todo lo que Juan afirma acerca la Deidad de Jesu­cristo).

      Comentario adicional por el hermano: "Does a man stop being a man because he loses the human attribute of locomotion, of manual manipulation and a host of other powers. Although a paraplegic loses these human attributes or powers, he re­mains the same person and he is still a man. The powers or attributes of God do not make the person of God. Christ's emptying himself of these powers, did not extinguish his person and identify as God."

      Traducción: "¿El hombre deja de ser hombre porque pierde el atributo humano de la locomoción, de la manipulación manual y una hueste de otros poderes? Aunque un parapléjico pierde estos atri­butos o poderes humanos, él sigue siendo la misma persona y todavía es un hombre. Los poderes o atributos de Dios no hacen la persona de Dios. El despojarse Cristo de estos poderes no extinguió su persona e identidad como Dios".

      En este párrafo el hermano se atreve -- con plena impudencia -- a pintar la ima­gen exacta de su concepto de Cristo. Según él la "deidad" de Cristo es una "deidad" parapléjica o paralizada; es de­cir, Jesucristo no podía -- por su propio poder o autoridad -- hacer ninguna cosa divina. No podía hacer ningún milagro, ni echar fuera demonios, andar sobre el agua, saber pensamientos humanos, per­donar pecados, etc. porque aunque era "deidad" ("la persona de Dios") estaba paralizado y sin poder. ¿Este es el Cristo que llegó a ser nuestro Salvador y Media­dor?

      Pero en realidad la condición del "Cristo" de estos hermanos es aun más triste que la de un parapléjico, porque éste no está totalmente paralizado. El to­davía tiene uso de la mente, los ojos, la lengua, etc. Por lo tanto, la condi­ción de Cristo -- según los hermanos ff/wab -- era aun peor que la del hombre parapléjico, porque el "Cristo" de ellos no tenía ninguna facultad divina, y no podía hacer cosa alguna como Dios. Era Dios pero des­provisto de todo atributo de Dios. Era peor que un parapléjico. Era una es­pecie de "dios muerto", sin fuerza alguna. Les conviene escribir la palabra "Dios" con le­tra miníscula ("dios") como lo hacen los "testigos".

      Tal "Cristo" no podía haber salvado a nadie. Gracias a Dios, no existe el "Cristo" de estos hermanos que estaba más para­lizado que un parapléjico.

      Objeción (No. 3): "Christ's miraculous powers shows he did not give up divine at­tributes." ("Los poderes milagrosos de Cristo muestran que El no dejó atributos divinos").

      Respuesta del hermano: "Those who raise this objection refer in passing to the miracles Jesus performed, but they particu­larly refer to John 2:25, 'He knew what was in man' ... If the apostle Peter could know the thoughts and intents of Ananias and Sapphira and Simon by the power of the Holy Spirit (Acts 5:1-10; 8:21-23), so could Christ in the flesh (Mt. 12:28; Lk. 4:14, 18; Acts 10:38)."

      Traducción: "Los que levantan esta objeción se refieren de paso a los milagros que Jesús hizo, pero en particular se re­fieren a Juan 2:25, 'él sabía lo que había en el hombre' ... Si el apóstol Pedro podía saber los pensamientos e intentos de Ananías y Safira y Simón por el poder del Espíritu Santo (Hech. 5:1-10; 8:21-23), también Cristo, en la carne, podía hacer lo mismo (Mat. 12:28; Luc. 4:14, 18; Hech. 10:38)".

      Según esta doctrina falsa, las obras de Jesucristo eran exactamente como las de los apóstoles y profetas. El apóstol Pedro tenía la misma capacidad para saber los pensamientos de los hom­bres que Jesús tenía. Nos preguntamos: ¿Por qué no dice Juan (2:24, 25) que Pe­dro "sabía lo que había en el hombre"? ¿Por qué no dice Mateo (9:4), "Y cono­ciendo Pedro los pensamientos de ellos"? Lucas escribió Hech. 5 y 8. ¿Por qué no dijo "Pedro, en­tonces, conociendo los pen­samientos de ellos"? (Luc. 5:22; 11:17).

      Según estos hermanos los milagros de los apóstoles eran iguales a los de Cristo. Por lo tanto, si Pedro hubiera dicho que él también era divino, entonces le convenía al pueblo creerlo, porque hacía las mismas señales que Jesús hacía. De esa manera Pedro pudiera haber confesado que él mismo era el Cristo y Tomás pudiera haber dicho a Pedro, "Señor mío, Dios mío". El argumento de los hermanos ff/wab ayuda al clero romano para probar que Pedro era, por lo menos, la cabeza de la iglesia aquí en la tierra.

      Objeción (No. 4): "The authority to for­give sins shows he retained his divine at­tributes in the flesh." ("La autoridad de perdonar pecados muestra que él retuvo sus atributos divinos en la carne".)

      Respuesta del hermano: "Jesus, in turn, delegated the power of the forgiveness of sins to his apostles (Jn. 20:23). The power of the apostles was a delegated authority as Christ's power had been delegated." (Traducción: "Jesús, en turno, delegó el poder de perdonar pecados a sus após­toles, Jn. 20:23. El poder de los apóstoles fue una autoridad delegada como el poder de Cristo le había sido delegado".)

      Los judíos entendieron este asunto mu­cho mejor que estos hermanos. Cuando Cristo dijo al paralítico, "Hijo, tus pecados te son perdonados", algunos escribas "cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mar. 2:5-7). Los judíos entendieron per­fectamente que solamente Dios puede perdonar pecados; por eso, el perdonar pecados es un acto de Dios (Deidad). Cristo, por su propia autoridad, perdonó pecados cuando vivió como hombre en la tierra, y este acto de perdonar pecados fue una demostración de sus atributos de Deidad.

      Los apóstoles podían atar y desatar (Mat. 16:19; 18:18) y perdonar pecados solamente en el sentido de predicar bajo la dirección del Espíritu Santo los requisi­tos para obtener el perdón. De esta ma­nera Pedro usó las "llaves del reino" (Hech. 2, 10). El clero romano dice que los apóstoles podían perdonar pecados, y los hermanos ff/wab están de acuerdo con los católicos, pero Dios no ha "delegado" a ningún hombre la autoridad de perdonar peca­dos. Tampoco le da a hombre alguno el poder de conocer el corazón de la gente. Los apóstoles no eran confesores con el poder de absolver pecados.

      Objeción (No. 5): "Christ retained his di­vine attributes because he accepted wor­ship." ("Cristo retuvo sus atributos divinos porque él aceptó la adoración".)

      Respuesta del hermano: "He accepted worship because he was in fact the person of God." ("El aceptó la adoración porque él era en realidad la persona de Dios").

      Este punto es muy importante. Cristo fue adorado muchas veces porque El de­mostraba  los atributos divinos continua­mente durante su ministerio. La Biblia no habla como hablan los hermanos ff/wab (1 Ped. 4:11). No dice que Je­sucristo era "la persona de Dios", sino que es Dios (Jn. 1:1,2; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1). Al­guna "persona" sin los atributos de Deidad no es Deidad, y no puede ser adorado (Mat. 4:11), pero Cristo de­mostró día tras día, en toda manera posi­ble, los atributos de Deidad.

      Objeción (No. 6): "Col. 2:9, 'For in Him dwelleth all the fulness of the Godhead bodily." ("Col. 2:9, 'Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad'".)

      Respuesta del hermano: "In Col. 2:9 Paul describes the glorified Christ, his state after his resurrection and exaltation. Paul is not describing the divine attributes of Christ in the flesh on earth." ("En Col. 2:9 Pablo describe al Cristo glorificado. Pablo no está describiendo los atributos divinos de Cristo en la carne en la tierra".)

      ¿Dónde aprendió esto el hermano? El niega lo que Pablo afirma. ¿Sabrá más que Pablo? ¿Dónde dice Pablo que la plenitud de la Deidad no habitó corpo­ralmente en Cristo antes de su resurrec­ción, sino solamente después. Es precisa­mente lo que los gnósticos creían. Ne­garon que Cristo podía ocupar un cuerpo físico (1 Jn. 4:1-4). El argumento de Pablo hubiera sido completamente inútil si lo hubiera aplicado solamente a Cristo des­pués de su resurrección.

      La verdad es que la plenitud de la Deidad habita eternamente en Cristo y es en extremo absurdo decir que ésta dejó de habitar en El durante treinta y tres años.

      Otra objeción a esta falsa doctrina (no mencionada por el hermano): ¡Cristo es eterno! El dice (Jn. 8:24, 58), "si no creéis que yo soy, en vues­tros pecados moriréis ... antes que Abra­ham fuese yo soy". El nombre YO SOY es el nombre de Dios (Ex. 3:14). Indica su naturaleza eterna e in­dependiente. Existe por sí solo. "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso" (Apoc. 1:8, 17; 22:13). Cristo no dejó de ser eterno du­rante unos treinta y tres años. No era eterno "de vez en cuando". ¿Cómo podía Cristo ser eterno y dejar de ser eterno por treinta y tres años y luego volver a ser eterno? Cristo es eterno e inmutable (Heb. 13:8).

      Otra objeción a esta falsa doctrina (no mencionada por el hermano): Cuando el pueblo conoció a Cristo, conoció al Padre (Jn. 8:19), cuando vio a Cristo, vio al Padre (Jn. 14:9).

      Los hermanos ff/wab simple y sencilla­mente no entienden el nombre "Hijo de Dios". Cristo no es "Hijo" en el sentido de "descendiente". El no fue creado como di­cen los "testigos". El no comenzó a existir cuando Jesús nació de María. Cristo es eterno. "Hijo de Dios" significa "lo mismo" que Dios, o "igual" a Dios" (Jn. 5:18). Al decir que Dios era su Padre decía que El (Cristo) era (es) Dios. Los judíos en­tendieron esto. "Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle ... te apedreamos ... por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios" (Jn. 10:30-33). Cuando Cristo dijo que Dios era su Padre, El decía que El (Cristo) era Dios, y así los judíos le entendieron.

      ¿Con qué "prueban" estos hermanos su teoría? No la prueban y no la pueden pro­bar. El argumento entero de ellos se basa en una interpretación torcida de Fil. 2:7. Que el Señor permita que examinen con más cuidado lo que están diciendo y que se arrepientan de esta herejía. Estos her­manos no traen la doctrina de Cristo y no debe haber comunión con ellos (2 Jn. 9-11) hasta que abandonen su error. La di­visión es cosa terrible y triste, pero el error o divide la iglesia o la corrompe. Por lo tanto, Pablo dice, "Mas os ruego, her­manos, que os fijéis en los que causan di­visiones y tropiezos en contra de la doc­trina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos" (Rom. 16:17). Espe­ramos que este error nunca se enseñe en los países latinos, pero lamentablemente casi todo error originado en la iglesia de los Estados Unidos llega tarde o temprano a otros países. Por lo tanto, es necesario enseñar la verdad sobre este tema y de­nunciar fuertemente la herejía de los hermanos ff/wab.

      "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Je­sucristo está en vosotros, a menos que es­téis reprobados?" (2 Cor. 13:5).

 

Posdata (agosto de 1995)

 

      En un debate público que se llevó a cabo en junio de 1995 el principal proponente de esta herejía (John Welch) va de mal en peor, afirmando (1) (20-6-95) que Jesús fue creado (doctrina de los testigos del Atalaya); (2) (23-6-95) que sólo Dios es inmortal; que Cristo era inmortal antes de venir a la tierra, pero que llegó a ser mortal cuando vino a la tierra; y (3) (23-6-95) que el espíritu de Cristo murió en la cruz. Esta herejía ha llevado a estos hermanos muy lejos de la verdad.

 

"Dios no puede morir"

      Se afirmó que el "espíritu" de Cristo murió para probar que El había dejado sus atributos divinos (por ende, su inmortalidad) en el cielo. Se afirmó que Dios no puede morir, pero que Cristo sí murió. Lo que han "probado" con este argumento, sin embargo, es que Cristo no es Dios (niegan su Deidad).

      Desde luego, Dios no puede morir porque El es Espíritu (4:24). El cuerpo de Jesús murió, pero su Espíritu no murió. Tampoco puede morir el espíritu del hombre (Mat. 10:28), pues la muerte es solamente la separación del espíritu del cuerpo (Sant. 2:26).

 

Cristo no tuvo dos espíritus

      Cristo -- el Verbo, Dios, Espíritu -- fue hecho carne (llegó a ser hombre). Para esto no era necesario que El tuviera espíritu humano, porque ya era Espíritu. Dios es Espíritu (4:24) y el hombre es espíritu (con cuerpo). ¿De dónde vino el espíritu del hombre? "Creó Dios al hombre a su imagen" (Gén. 1:27). Somos "linaje de Dios" (Hech. 17:29). Dios es el "Padre de los espíritus" (Heb. 12:9). Dios "forma el espíritu del hombre dentro de él" (Zac. 12:1). Al morir el cuerpo del hombre, su espíritu vuelve a Dios quien lo dio (Ecles. 12:7). Los que mueren en el Señor son "los espíritus de los justos hechos perfectos" en el cielo (Heb. 12:23).

      Al entender y creer esta verdad (que el hombre es espíritu), no es difícil creer en la encarnación de Cristo. Cristo (Espíritu) vino a ser hombre (que es espíritu con cuerpo físico). Algunos dicen que Jesús tuvo que tener dos espíritus, que aparte de tener Espíritu divino también tuvo espíritu humano, pero la encarnación de Cristo no requería dos espíritus.

      Debido a la estrecha identidad y afinidad entre Dios y el espíritu del hombre, no era nada difícil que Cristo desempeñara el papel humano. Cristo es el Creador (1:3) del espíritu humano; ¿le sería difícil, pues, hacer el papel de ese espíritu que El mismo creó? Claro que no. Desde luego, este es un tema muy profundo que la mente finita no puede comprender a fondo, pero lo importante es que todos crean en la encarnación de Cristo y que no salgan con teorías y especulaciones humanas. "Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí" (Mat. 11:6).

     

      -- y habitó entre nosotros -- En Cristo Dios llegó a ser hombre, vivía y trabajaba entre los hombres, enseñaba a las multitudes, discutía con los líderes religiosos, sanaba a los enfermos, consolaba a los dolientes, lloraba porque tenía mucha compasión de la gente ... y de esa manera reveló al Padre. Al conocer a Cristo conocemos a Dios. El es Emanuel, Dios con nosotros.

      Literalmente, El levantó su tienda o tabernáculo entre nosotros. El tabernáculo del Antiguo Testamento era la morada de Dios en el desierto. Esta expresión era muy significativa para el pueblo de Israel, porque Dios habitó entre ellos en ese tabernáculo y después en el templo (Ex. 40:34; 1 Reyes 8:11). Jesús dijo que su cuerpo era el templo (2:19-21).

      -- (y vimos su gloria, -- Los apóstoles y discípulos de Jesús vieron su gloria en su vida perfecta y en todas sus obras, y Juan, Jacobo y Pedro vieron una manifestación especial de la gloria de Cristo cuando fue transfigurado (Mat. 17:1, 2; Luc. 9:32; 2 Ped. 1:16-18).

      -- gloria como del unigénito del Padre), -- 1:14, 18; 3:16, 18). La palabra unigénito no tiene nada que ver con su nacimiento de María. Desde luego, no tiene nada que ver con el concepto de origen, porque siendo Dios eterno no tuvo origen. Es término significativo empleado por Juan para afirmar la relación es­trecha y única que Cristo gozaba con el Padre. El está y siempre ha estado "en el seno del Padre". "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (1:1).

      Así pues, el término monogenes, unigénito, no se refiere a la encarnación sino a la relación eterna de Cristo con el Padre. Significa el único de esa clase. Abraham "ofrecía su unigénito" (Heb. 11:17), es decir, a Isaac, porque éste era el único heredero. Ismael nació primero pero no era el heredero. Al hablar de Cristo Juan dice monogenes y los sinópticos usan la palabra agapetos, amado (Mat. 3:17; 17:5; Mar. 1:11; 9:7; Luc. 3:22), pero Lucas dice monogenes al hablar del "hijo único" de la viuda de Naín (7:12), de la hija de Jairo ("hija única") (8:42), y del muchacho endemoniado, "pues es el único que tengo" (9:38). Cristo, pues, es el único Hijo de Dios porque demostraba los atributos de Dios. Dios no tiene otro hijo como Cristo. Los cristianos son hijos de Dios, pero Cristo es el unigénito Hijo de Dios.

      -- lleno de gracia (en su obra redentora) y de verdad (de su enseñanza). -- 1:16, 17.

 

1:15, 16 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí (o, tiene un rango más elevado que yo, LBLA, margen); porque era primero que yo. Porque de su plenitud (Efes. 1:23; Col. 1:19; 2:9) tomamos todos, (estando unidos con El, Gál. 3:26, 27, tenemos comunión con El, 1 Cor. 1:9), y gracia sobre gracia (plenitud de gracia).

 

1:17 Pues la ley (con sus tipos, sombras y figuras, Col. 2:16, 17; Heb. 8:4, 5; 10:1, que era un ministerio de muerte, 2 Cor. 3:7) por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad (el evangelio, el ministerio de justificación, 2 Cor. 3:9) vinieron por medio de Jesucristo. -- Este texto enfatiza que el evangelio ("la gracia y la verdad") es superior a la ley de Moisés, pero la ley nunca compitió con el evangelio. Más bien, Cristo y los apóstoles explican ampliamente el papel importante de Moisés y de la ley de preparar al pueblo para la venida de Cristo. "Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él" (5:46).

      Aunque gracia era una de las palabras favoritas de Pablo, Juan no vuelve a usarla, pero repetidas veces habla de la verdad. La verdad estaba manifestada en Cristo quien estaba "lleno de gracia y de verdad" (1:14); "la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (1:17); "digo la verdad" (8:45; 16:7); "Yo soy ... la verdad" (14:6); "para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad" (18:37); "conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (8:32); "el que practica la verdad viene a la luz" (3:21); Cristo enviaría al "Espíritu de verdad" (14:17; 15:26); "él os guiará a toda la verdad" (16:13) (FP).

 

1:18 A Dios nadie le vio jamás (Deut. 4:12; 1 Jn. 4:12, 20); el unigénito Hijo (el unigénito Dios, LBLA), que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. -- La traducción de LBLA tiene más apoyo de los manuscritos. "El unigénito Hijo ... Esta es la lectura del Textus Receptus ... Pero los más antiguos y mejores MSS. griegos (Alef, B, C, L) leen monogenes theos (Dios unigénito), que es indudablemente el verdadero texto" (ATR).

      Dios es conocido por sus maravillosas obras (Rom. 1:20; Sal. 19), pero Cristo "le ha dado a conocer" perfectamente (8:19; 12:45; 14:9).

 

1:19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? -- Juan habla de la multitud (los habitantes en total de Palestina, principalmente los galileos) y de los judíos, los de Judea y en particular de Jerusalén que se oponían a Jesús. La multitud, menospreciada por los judíos (7:49), escuchaba a Jesús y muchos creían en El; aun querían obligarle a ser su rey (6:15), y cuando Jesús entró en la ciudad de Jerusalén "clamaban: ¡Hosanna! ¡ ... rey de Israel!" (12:13). Los judíos (los escribas y fariseos, los saduceos, los ancianos, los principales sacerdotes y los doctores o intérpretes de la ley) eran tenaces en su expectación de un Mesías nacional. Eran los instigadores y líderes de la oposición contra Jesús que resultó en su crucifixión. (MRV).

      Esto judíos querían saber más acerca de Juan. Tenían que investigar tales movimientos porque tenían que dar cuenta a los romanos de cualquier amenaza a la paz. Los romanos daban mucha libertad a las naciones sojuzgadas, pero insistían en que los gobernantes mantuvieran el buen orden. Muchísimas personas habían salido de Jerusalén y de toda Judea para escuchar a Juan y para ser bautizados por él. Entonces ¿quién sería este bautizador?

      -- Este es el testimonio de Juan -- En una ocasión Jesús preguntó, "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" (Mat. 16:13). El testimonio de la gente que vio y escuchó a Jesús era muy importante. He aquí el testimonio acerca de Jesús registrado por Juan en este libro:

      Juan (el autor de este libro) (21:24): "Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero" (19:34, 35).

      Juan el bautista: "el Cordero de Dios ... " (1:29, 36).

      Andrés: "Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo)" (1:41).

      Felipe: "Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas"(1:45).

      Natanael: "Tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel" (1:49).

      María, la madre de Jesús: "Haced todo lo que os dijere" (2:5). ¿Creía ella que Jesús era simplemente un huésped más? No, sino que creía que El podía hacer algo extraordinario. También hay que tomar en cuenta el silencio de María. Ella dio su testimonio no solamente en lo que decía, sino también en lo que no decía. ¿Qué madre fiel y amorosa no haría todo lo posible para salvar a su hijo? ¿Qué madre dejaría que su hijo muriera por causa de una mentira cuando ella sabía la verdad? Cuando "los judíos le respondieron (a Pilato): Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios" (19:7), ¿qué dijo María? Si Jesús no era (es) el Hijo de Dios, entonces María podía haber testificado que lo que los judíos decían no era cierto, que ella, su madre, sabía perfectamente quién era su padre y que no era Dios. Con ese testimonio habría salvado la vida de su hijo.

      Nicodemo: "Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él" (3:2). No hay nada que indique que después de este incidente Nicodemo cambiara de opinión, pues aludió que Jesús tenía derecho a defenderse (7:50, 51), y ayudó a José de Arimatea en la sepultura del cuerpo de Jesús (19:39).

      Los samaritanos. La mujer: "Señor, me parece que tú eres profeta" (4:19); "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?" (4:29); "Me dijo todo lo que he hecho" (4:39). Los samaritanos: "Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo" (4:42).

      Pedro: "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¡Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (6:66-68). Es cierto que en un momento de flaqueza él negó a Cristo, pero inmediatamente se arrepintió y dedicó su vida a la proclamación de estas "palabras de vida eterna".

      La multitud estaba dividida. Algunos eran influenciados por el prejuicio de los líderes de los judíos, pero otros podían dar un testimonio más objetivo.

      -- Después del milagro de alimentar a los 5000, algunos decían, "¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?" (6:42). Aceptaron su milagro pero no podían aceptar su deidad.

      -- "le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo" (7:11, 12).

      -- "Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?" (7:26).

      -- "Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?" (7:31).

      -- Algunos decían: "Verdaderamente éste es el profeta. Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?" (7:40-43). Estaban divididos pero todos entendían que Jesús no era como los demás rabinos.

      -- La entrada triunfal: "Grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!" (12:12, 13). En esto llegó al colmo de su popularidad.

      -- Los judíos "gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César" (19:15).

      Los judíos. Al decir judíos Juan hablaba de los de Jerusalén, principalmente de los líderes hostiles.

      -- "Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?" (7:15). Esto indica que ellos reconocían su conocimiento superior.

      -- "Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?" (10:19-21). En esto se condenaban solos, porque reconocían que Jesús había hecho el milagro de abrir los ojos de los ciegos.

      Los fariseos. también éstos estaban divididos cuando abrió los ojos del ciego. "Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos?" (9:16).

      -- después de la resurrección de Lázaro, "Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales" (11:47). No hablaron de una sola señal (la de levantar a Lázaro) sino de "muchas señales".

      -- testifican de la influencia de Jesús sobre el pueblo, y del temor que sentía en cuanto al resultado de sus obras. "Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación" (11:48).

      -- reconocían que no podían hacer frente a la situación causada por la influencia de Jesús. "Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él" (12:19). Estaban muy frustrados.

      En resumen, los fariseos testificaron que Jesús había hecho muchas señales, que su influencia crecía, y que ellos no habían podido hacer nada para evitarlo. Estaban persuadidos que su último recurso era matarle. Por eso, desde entonces comenzaron a llevar a cabo su plan diabólico.

      Los alguaciles.  "Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (7:45-52). Estas palabras provocaron una reacción fuerte de parte de los fariseos. "Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? ... Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta".

      El hombre que nació ciego. 9:17, "¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta". Los padres confirmaron que su hijo había nacido ciego. Entonces los fariseos dijeron, 9:24, "Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 9:25, Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo".

      Marta: "Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará" (11:22).

      -- "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo" (11:25-27).

      Los discípulos. Después del discurso final de los capítulos 14-16, 16:30, "Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios".

      Pilato.  18:38, "Yo no hallo en él ningún delito". 19:4, "ningún delito hallo en él". 19:6, "yo no hallo delito en él".

      Tomás. 20:25, "Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré". 20:28, "¡Señor mío, y Dios mío!" (Esta lista preparada por HH).

 

1:20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. -- Si hubiera dicho que era el Profeta o el Mesías, muchos lo habrían aceptado. El que los oficiales hubieran enviado para investigarlo testifica de su popularidad. Recuérdese que años después, aun en Efeso, Juan tenía discípulos (Hech. 18:25; 19:3).

 

1:21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. -- En base a Mal. 4:5, los judíos esperaban que Elías volviera en persona. El sí vino en persona cuando Jesús fue transfigurado (Mat. 17:10), pero este evento no fue el cumplimiento de la profecía de Malaquías. Jesús dijo acerca de Juan que "él es aquel Elías que había de venir" (Mat. 11:14; 17:12, 13), porque iba "delante de él con el espíritu y el poder de Elías" (Juan era, pues, Elías en espíritu) (Luc. 1:17), pero no le tocó a Juan contestar que "Sí, yo soy Elías, y yo cumplí la profecía de Mal. 4:5", porque él no era literalmente Elías (Elías en persona).

      -- ¿Eres tú el profeta? (Deut. 18:15, 18) Y respondió: No. -- No Juan sino Cristo cumplió esta profecía (Hech. 3:22, 23).

 

1:22-25 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías (40:3, Esta profecía fue citada por Mateo, Marcos y Lucas). Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. (Los fariseos tenían mucho interés en los lavamientos externos como se ve en Mateo 15:2; 23:25; tal vez por esa razón querían saber más acerca del bautismo de Juan). Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? -- Estos hubieran tenido plena autoridad para bautizar, pero ¿con qué propósito bautizaría Juan y cuál sería la naturaleza de este lavamiento? Esta pregunta muestra que consideraban el bautismo de Juan como un nuevo rito, desconocido por ellos. Algunos comentaristas hablan del bautismo de prosélitos pero, en primer lugar, no hay evidencia clara de que tal práctica existiera y, en segundo lugar, Juan no bautizaba a los gentiles sino a los judíos.

 

1:26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. -- Omítase la palabra mas; LBLA dice pero (con letra cursiva para indicar que no traduce una palabra griega). Ellos preguntan "¿Por qué, pues, bautizas?" El significado de su respuesta es que él bautizaba porque el Mesías estaba allí en medio de ellos, y el bautismo de Juan lo anunciaba. El bautismo de Juan era autorizado, pues, por el Mesías.

 

1:27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. -- Cuando "Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él", éste no sabía que Jesús era el Mesías, pero sí sabía que no era un pecador y, por eso, no se sentía digno de bautizarlo (Mat. 3:13, 14). Jesús también bautizaba (3:22; 4:1) y con todo gusto Juan hubiera aceptado que Jesús lo bautizara a él ("yo necesito ser bautizado por ti", Mat. 3:14). Estos textos enfatizan que Jesús no tenía pecado (1 Ped. 2:22; Heb. 4:15), y que aunque Juan gozaba de mucha aceptación con el pueblo, Jesús era mayor que él).

 

1:28 Estas cosas sucedieron en Betábara (Betania, LBLA, pero no la Betania en donde vivían Lázaro y sus hermanas), al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

 

1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. -- 1:36; Apoc. 5:6, 8, 13; 6:16; 7:9; 12:11). Cristo fue llamado "el Cordero de Dios" porque, como los textos del Apocalipsis explican, sería inmolado. Esto cumplió la profecía de Isa. 53:7, 10, 12, pero el pueblo no entendía ese texto. El etíope "había venido a Jerusalén para adorar" y, sin duda, había leído Isa. 53 muchas veces, pero no sabía de quién hablaría el profeta (Hech. 8:30-34).

 

1:30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón (hombre, LBLA; este término enfatiza la humanidad de Cristo), el cual es antes de mí; porque era primero que yo. -- 1:15. En cuanto a su obra, Juan vino primero, pero aquí otra vez enfatiza la preexistencia de Jesús (su eternidad).

 

1:31 Y yo no le conocía; -- Desde luego le conocía (Luc. 1:36), pero no le conocía como el Mesías, el Hijo de Dios.

      -- mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. -- Aquí vemos otro propósito del bautismo de Juan. No solamente bautizaba a la gente para remisión de pecados, sino que también era testigo de la deidad de Cristo.

 

1:32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. -- Mat. 3:16; Mar. 1:10; Luc. 3:22. Recibió instrucción de "el que me envió a bautizar" y vio al Espíritu que descendía del cielo como paloma. Por eso, el testimonio de Juan no se basó en su opinión, sino en una revelación de Dios y en lo que vio.

 

1:33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. -- Mat. 3:11; Luc. 3:16. Era necesario que formal y oficialmente Dios le confirmara a Juan la deidad de Jesús. Sin duda, Juan y otros sabían mucho acerca de Jesús (Juan sabía que Jesús no tenía pecado), pero era indispensable que Dios le indicara de manera indubitable que Jesús era el Hijo de Dios. Ahora, con esta experiencia, Juan estaba sumamente calificado como testigo y, por eso, un representante de El.

      Cristo bautizaría con el Espíritu Santo después de ascender al cielo (Hech. 1:5, 8; 2:1-4; 10:44; 11:15-17).

 

1:34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. -- Juan era el precursor y pregonero de Cristo, pero no lo anunció como Mesías político, sino como el Hijo de Dios. No predicó que el Mesías conquistaría los ejércitos de los romanos, sino que sería ofrecido como Cordero por los pecados del mundo. Los que escuchen a Juan aceptarán a Jesucristo como el Salvador del mundo.

 

1:35, 36 El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. -- Juan ya había dicho públicamente que Jesús era el Cordero de Dios (1:29), pero ahora lo dice a dos de sus discípulos, porque el éxito del ministerio de Juan dependía de que sus discípulos llegaran a ser discípulos de Cristo.

 

1:37 Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. -- Esto fue precisamente el plan y propósito de Juan. Si los discípulos de Juan hubieran insistido en ser "bautistas" en lugar de cristianos, él habría fallado completamente. ¿Qué significa ser discípulo de Cristo? (1) Oírle hablar y (2) seguirle.

 

1:38 Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? ( o ¿Qué queréis?) Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), -- Juan traduce los términos judaicos y arameos para el beneficio de los lectores gentiles. Al principio los discípulos le llamaron Rabí, pues todavía no le conocían bien, pero después le llamaron Señor (FP).

¿dónde moras? --

 

1:39 Les dijo: Venid y ved (Mat. 7:7). Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima -- Al comparar los otros textos en los que Juan especifica el tiempo (4:6, 52; 11:9; y, en particular, 19:14) concluimos que Juan daba la hora según el tiempo romano. Mar. 15:25 dice que "Era la hora tercera cuando le crucificaron", pero Jn 19:14 dice, "Era ... como la hora sexta. Entonces (Pilato) dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro rey!" Pilato entregó a Jesús para ser crucificado a la hora sexta, tiempo romano, es decir, a las seis de la mañana, y fue crucificado a "la hora tercera", tiempo judío, es decir, a las nueve de la mañana.

 

1:40, 41 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, -- ¿primero que qué? ¿era el primero que encontró a Pedro? o ¿que lo encontró antes de que el otro discípulo -- que no se nombra aquí -- encontrara a su hermano?

      -- y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo, palabra griega; en castellano, ungido). -- Al hallar a su hermano y decirle de Cristo, Andrés hizo una obra muy importante.

 

1:42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón (su nombre hebreo), hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro, nombre griego). -- Su verdadero nombre (Cefas) se usaba poco (1 Cor. 1:12; 9:5; 15:5; Gál. 2:9). Desde este momento sería Pedro, aunque le costara mucho trabajo merecer el nombre.

 

1:43, 44 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme (Mat. 4:19-22; 8:22; 19:21). Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. -- Mat. 8:14; Mar. 1:29; Luc. 4:38 dicen que eran de Capernaúm, pero originalmente eran de Betsaida.

 

1:45, 46 Felipe halló a Natanael (como Andrés encontró a Pedro), -- Puesto que en los sinópticos Felipe se menciona con Bartolomé (Mat. 10:3; Mar. 3:18; Luc. 6:14), probablemente Natanael (nombre) es Bartolomé (Bar o hijo de Tholmai, que es como apellido; los que se designaban como bar (hijo) de alguien, comúnmente tenían otro nombre (Mat. 16:17, Simón, hijo de Jonás). Juan no menciona a Bartolomé. y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? (¿El Mesías podría venir de un lugar tan insignificante?) Le dijo Felipe: Ven y ve. -- 4:23. La investigación quita el prejuicio (JWM).

 

1:47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita (Rom. 2:28, 29), en quien no hay engaño (Luc. 8:15). -- Este es otro de los muchos textos que revelan la omnisciencia de Cristo. Los que dicen que al venir a la tierra Cristo se despojó de sus atributos divinos y, por eso, que Cristo no era omnisciente. Pero véanse 2:24, 25; 4:29; 7:64; 11:14; Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17, y muchos otros semejantes.

 

1:48-50 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. -- De lejos, y sin haber sabido nada de él, Jesús lo conocía perfectamente (2:24, 25). Tenía conocimiento perfecto (21:17). Era omnisciente. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel (es decir, el Mesías que restituiría el reino de Israel, Hech. 1:7). Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. -- Natanael llegó a ser un fiel apóstol de Cristo y era testigo de sus maravillosas obras y enseñanzas.

 

1:51 Y le dijo: De cierto, de cierto (amén, amén) os digo: -- Esta es la primera de las veinte cinco veces que este doble amén se usa en este libro para enfatizar alguna verdad. De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden (Gén. 28:12, Jacob "soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella". Cristo es la escalera entre el cielo y la tierra. Estando aquí en la tierra Jesús tenía comunicación continua con el Padre, y toda comunicación entre los cristianos y Dios tiene que ser a través de Cristo, 14:6) sobre el Hijo del Hombre (Dan. 7:13sig.) -- Este es el nombre favorito de Jesús para sí mismo. Es el nombre del Mesías y enfatiza que como hombre Cristo representaba al Padre.

      Juan dijo que Cristo era el Cordero de Dios y el Hijo de Dios; Andrés dijo que era el Mesías; Felipe dijo que era aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas; Natanael dice que El es el Rey de Israel. Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo del Hombre.

 

* * * * * * * * * *

 

Juan 2

 

2:1 Al tercer día -- después de llamar a Felipe y Natanael (1:43, 47).

      -- se hicieron unas bodas (fiesta de bodas, véase Mat. 22:2, 8) en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. -- Juan no dice que María fue invitada, sino que "estaba allí". Obviamente María era muy amiga (tal vez pariente) de la familia que celebró la boda, porque compartió la responsabilidad de servir a los invitados.

 

2:2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. -- Jesús no practicaba la vida monástica; en lugar de aislarse, El era "el Hijo del Hombre, que come y bebe" (Mat. 11:19). Desde luego, no era "un hombre comilón y bebedor de vino", como le acusaron, pero estos textos indican que Jesús no llevaba una vida ascética como monje, sino que libremente se asociaba con la gente. ("Ascetismo, Vida consagrada a los ejercicios piadosos. Doctrina que prescribe una vida austera, la renuncia a las cosas terrenas y a los placeres", Larousse; compárese Col. 2:20-23). En esta ocasión El y sus discípulos fueron invitados a las bodas y aceptaron la invitación (compárese Luc. 5:29). Después el apóstol Pablo escribió, "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" (Rom. 12:15). Jesús dio instrucciones a sus discípulos en cuanto a su conducta "cuando fueres convidado por alguno a bodas" (Luc. 14:8-11).

      En esta ocasión Jesús honró el matrimonio con su presencia y con un milagro. El matrimonio es de Dios (Gén. 2:24; Mat. 19:4-6) y es una de las más grandes bendiciones que Dios ha dado al hombre. Pablo compara la relación entre el marido y su esposa con la de Cristo y su iglesia (Efes. 5:22-32).

      Muchas personas aceptan la invitación a las bodas de personas que no deben casarse (Mat. 5:32; Mat. 19:9), pero Jesús no habría aceptado la invitación a esa boda si hubiera sido una relación adúltera. Los que quieran invitar a Jesús a sus bodas deben respetar sus enseñanzas sobre el matrimonio.

 

2:3 Y faltando el vino, -- ¡Fue una emergencia social! En esa cultura si el vino se hubiera acabado totalmente, habría sido un desastre social, un insulto para los convidados, y los anfitriones habrían sido arruinados socialmente.

      -- la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. -- María tenía mucha confianza en Jesús. ¿Por qué no despachó a los que servían para que pidieran vino de los vecinos? Recordemos tales textos como Luc. 1:26-38; 2:41-51 y como "su madre guardaba todas estas cosas en su corazón"; sin duda ella habrá sabido del testimonio de Juan el bautista acerca de Jesús; del descenso del Espíritu Santo como paloma sobre El, y la voz del cielo que proclamó que "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mat. 3:16), como también del testimonio de sus discípulos que ahora le acompañaban. Seguramente ella no esperaba ayuda ordinaria de Jesús.

 

2:4 Mujer -- Si esto nos suena irrespetuoso, recordemos Jn. 19:26, cuando en la cruz Jesús dijo a su madre, "Mujer, he ahí tu hijo". No había falta de respeto en llamarle "mujer". Véanse también 20:13, 15; 4:21.

      -- ¿qué tienes conmigo? -- literalmente, "¿qué a ti y a mí?" ¿Qué tenemos en común con respecto a esto? Jesús "estaba sujeto" a José y María (Luc. 2:51), pero El está entrando de lleno a lo que sería su ministerio y ahora ella tiene que estar sujeta a El como su Señor y Salvador. Ella no tenía nada que ver con el uso de sus poderes divinos, y durante todo su ministerio Jesús nunca recibió directivas de ella. Jesús "sabía lo que había de hacer" (compárese 6:6).

      -- Aún no ha venido mi hora. -- En algunos textos (7:30; 8:20, 12:23; 13:1) esta expresión se refiere a la crisis y clímax de su vida, la hora de su muerte. Hasta que llegara su hora los judíos no pudieron prenderle ("Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas", Luc. 22:53). Sin embargo, aquí (2:4) parece que su hora se refiere a la hora de manifestar su gloria (ver. 11). En el momento apropiado El haría lo que quería hacer, pero su madre no tenía nada que ver con esa decisión.

 

2:5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. -- Para los que servían Jesús era simplemente uno de los convidados y no hubieran esperado recibir órdenes de El. Por eso, María les instruye de esta manera, indicando que esperaba la intervención de Jesús.

      Moisés dijo la misma cosa que María: "A él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo" (Hech. 3:22, 23).

      Sobre todo, el Padre lo dijo: "A él oíd" (Mat. 17:5).

      ¡Qué buen consejo, pues, dio la madre de Jesús! ¡Qué bueno si todo el mundo aceptara su consejo! Si queremos sus favores, debemos obedecer sus órdenes. Cada palabra de María tuvo importancia y contiene una lección para nosotros:

      1. "Haced". Los que han caído bajo la influencia del calvinismo enseñan que el hombre obtiene la salvación por medio de la fe sola y, por eso, no quieren saber nada de "hacer". El consejo de María es bueno: "Haced" lo que Jesús manda.

      2. "todo". "Haced todo lo que os dijere". Los discípulos de Cristo no deben escoger ciertas partes de la enseñanza de Jesús para obedecerlas y dejar las que no les convengan. La obediencia parcial no es obediencia, sino desobediencia.

      3. "lo que". No "algo semejante" y no "el espíritu de lo que El dice", sino "lo que" que El dice. No nos toca substituir "lo que" Jesús enseña por lo que opinemos o por lo que los hombres enseñen (Mat. 15:8, 9).

      4. "os". En cuanto a la enseñanza de Jesús el pronombre "os" abarca a todo el mundo.

      5. "dijere". Cristo nos ha hablado para revelarnos su voluntad; el Nuevo Testamento es su palabra. Lo que no ha dicho no tiene autoridad. Algo semejante a lo que El dicho no tiene autoridad. "Dios ... nos ha hablado por el Hijo" (Heb. 1:1, 2). Por eso, "Haced todo lo que os dijere". Cristo habla a todos. Da instrucciones para todos: en cuanto al plan de salvación, la vida cristiana, los deberes domésticos; en fin, El nos instruye en todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3).

 

2:6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, -- Mat. 15:2; Mar. 7:3, 4. Estas tinajas no eran "para vino" sino "para agua"; es decir, no había algo de vino en el fondo de ellas que pudiera haber dado el sabor de vino al agua.

      -- en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. -- "Un cántaro equivale a unos 40 litros" (LBLA, margen). Este detalle se menciona para enfatizar la gran cantidad de agua que Jesús convirtió en vino (unos 150 galones aproximadamente). Compárese el milagro de alimentar a los 5000 varones, 6:10.

 

2:7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. -- Esto es un ejemplo de obedecer sin entender. Los que hicieron esto no eran esclavos, sino "los que servían" (diakonois, ayudantes, asistentes). Las tinajas no fueron llenadas por los discípulos de Jesús, sino por "los que servían" (personas escogidas por el esposo u otros encargados). El agua no vino de alguna fuente desconocida. Estos detalles sirven para eliminar cualquier duda en cuanto a la veracidad del milagro.

      -- Y las llenaron hasta arriba. -- ¿Con qué propósito habrían de llenar las tinajas de agua? De esa manera no sería posible agregar nada al agua.

 

2:8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. -- Sin ceremonia, con la pura fuerza de su divina voluntad, Jesús cambió el agua en vino, demostrando que El es Dios de la naturaleza, Dios de la materia.

      Moisés hizo la señal de transformar el agua en sangre. Jesús hizo la señal de transformar el agua en vino.

 

2:9, 10 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. ¿Qué habrá respondido el esposo? Juan no dice, pero obviamente él habrá dicho, "Pero, yo no hice tal cosa, y no puedo explicar este fenómeno".

      -- el buen vino -- ¡He aquí el testimonio de un hombre que confirmó el milagro sin saber que fue milagro! El maestresala no sabía lo que había pasado. No sabía nada de la orden de llenar las tinajas con agua. Lo que sí sabía fue que lo que tomaba no solamente era vino sino "buen vino". Con esto él autentificó o acreditó el milagro. Las obras de Jesús hablan por sí solas. Por su parte el maestresala creía que alguien había cometido un error. Pero ¿qué habrá pensado el esposo? No entendería este fenómeno, pero sí sabía que no había guardado el mejor vino para servirlo después de que los huéspedes hubieran bebido mucho.

      El maestresala probó el agua hecha vino; es decir, él se dio cuenta de la substancia y el sabor del vino. Ya no era agua sino vino. (No es así en la llamada transubstanciación, porque cuando el sacerdote prueba el vino -- que, según la Iglesia Católica Romana, al ser bendecido llega a ser literalmente la sangre de Cristo -- no tiene sabor de sangre sino de vino).

      -- ya han bebido mucho -- Algunos han concluido que los que "ya han bebido mucho" no podían distinguir entre vino bueno y vino malo por estar medio ebrios, pero en realidad él simplemente habló de la práctica común y conocida por todos, de que normalmente el mejor vino se sirve primero y el inferior después. Así era la costumbre, pero en esa ocasión no se siguió la costumbre, sino que no se sirvió el buen vino al principio de la celebración.

      El que predique sobre este evento debe tener cuidado de no acusar a Jesús de promover la borrachera. El Espíritu Santo describió la maldad y la maldición de bebidas intoxicantes (Prov. 20:1; 23:31; Isa. 22:12-14). ¿Hemos de creer que Jesús hizo vino de esa clase? La Biblia habla de la bendición que trae el vino (Sal. 104:15; Isa. 55:1; 65:8), pero no se puede probar que el vino que Jesús hizo era intoxicante.

      ¡Tenga cuidado! Si se afirma (1) que la expresión "ya han bebido mucho" significa que los huéspedes estaban medio ebrios, y (2) que Jesús produjo vino intoxicante, entonces (3) la conclusión ineludible sería que Jesús produjo más vino intoxicante para que los huéspedes medio ebrios se emborracharan más.

      La palabra oinos puede significar la uva misma (como también el jugo de uva o el vino fermentado). Véanse Joel 3:18 y Amos 9:13, (LBLA), "los montes destilarán vino dulce"; Jer. 48:33, "el vino de los lagares". La palabra hebrea yayin se usa de la uva y del jugo de la uva en cualquier estado.

      Para mucha gente moderna "el buen vino" es el más intoxicante, pero esto solamente demuestra su prejuicio. Para la gente de aquel tiempo el buen vino era el vino más puro, más fresco y dulce.

      Varios escritores antiguos (no judíos ni cristianos) hablan del vino que no es intoxicante y también hablan de métodos de conservar el jugo de uva para evitar la fermentación.

 

2:11 Este principio de señales hizo Jesús -- Jesús mismo era el milagro más grande de todos (MH), pero este fue el principio de las señales que hizo Jesús. Este milagro fue el principio de las señales, y la última (y principal) señal fue su sepultura y resurrección (Mat. 12:39, 40).

      Las obras apócrifas del catolicismo que hablan de los milagros de la niñez o juventud de Jesús son puras fábulas y deben ser rechazadas. Dice Juan que este milagro fue el "principio" de las señales que Jesús hizo. Sus señales comienzan ahora porque su predicación comienza ahora, pues las señales convencían a los sinceros de que Jesús era el Hijo de Dios y, por eso, debería ser escuchado y obedecido.

      La palabra "señal" quiere decir "marca, indicación, prenda". Las señales de Jesús eran prendas de autoridad y poder divinos. Sus señales dicen algo: ¡manifiestan su gloria! Tienen su mensaje (que Cristo es el Hijo de Dios), y este mensaje debe ser oído, creído y obedecido, pero el mensaje de las señales no fue escuchado por los que tenían sus ojos cerrados y sus oídos tapados (Mat. 13:15).

      Juan relata siete señales hechas por Jesús: 2:1-11, convirtió el agua en vino; 4:46-54, sanó al hijo de un noble; 5:1-9, sanó al paralítico; 6:1-14, alimentó a los 5000; 6:12-21, anduvo sobre el mar; 9:1-12, restauró la vista al ciego; y 11:39-44, levantó a Lázaro de entre los muertos. Las señales físicas demostraban verdades espirituales: p. ej., Jesús sanó el cuerpo enfermo para que la gente creyera que El es Buen Médico del alma enferma; dio pan físico a la multitud para que creyeran que El es el Pan de vida; levantó a los muertos para que la gente creyera que El era la "resurrección y la vida", etc.

      -- en Caná de Galilea, -- un lugar nada prominente ni importante según los judíos (los de Judea).

      -- y manifestó su gloria; -- su potencia divina, 1:14. Cristo, el Creador (1:3) que hizo la vid por la cual el agua pasa para formar la uva, puede transformar el agua en vino sin la vid.

      -- y sus discípulos creyeron en él. -- Juan no registró este evento simplemente como una historia interesante, pues ni siquiera escribió los nombres de los novios, sino como una señal, para que la gente creyera en El (1:12; 2:23; 20:30, 31). Lamentablemente, "a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él" (12:37).

     

2:12 -- Después de esto descendieron a Capernaum, -- Mateo habla de Capernaum como la ciudad de Jesús (Mat. 9:1, "vino a su ciudad"). Hizo muchas señales en esta ciudad (Mat. 11:23).

      -- él, su madre, sus hermanos (adelphoi) -- La lectura objetiva de estas palabras bíblicas convencerá a cualquiera que, como Jesús tenía madre, también tenía hermanos uterinos. Sus nombres eran Jacobo (Santiago), José, Judas y Simón (Mar. 6:3). Pero la Iglesia Católica Romana, para "comprobar" su dogma de la supuesta virginidad perpetua de María enseña que la palabra hermanos significa parientes o primos. Sin embargo, Mateo no dice anepsioi (primos) ni sungeneis (parientes), sino adelphoi (hermanos). Mateo 1:24, 25, hablando de José, dice, "recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito", dando a entender que después de nacer Jesús, José y María fueron esposos en el sentido normal del matrimonio. ¿Cuál es el propósito del dogma de la supuesta virginidad perpetua de María? Obviamente es para probar que el celibato es más santo y piadoso que el matrimonio. La Biblia no enseña tal doctrina (Mat. 19:4-6; Heb. 13:4; 1 Cor. 7:2).

      -- y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.

 

2:13 -- Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, -- Juan habla de la pascua en este texto, posiblemente en 5:1, otra vez en 6:4 y finalmente en 11:55. De esta manera se concluye que el ministerio de Jesús duró tres años y unos meses. También Jesús estuvo en Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos (7:2, 10), y para la fiesta de la Dedicación (10:22). Mateo, Marcos y Lucas relatan ampliamente el ministerio de Jesús en Galilea, mientras que Juan enfatiza su ministerio en Judea. Mateo (23:37-39) registra, sin embargo, la lamentación de Jesús sobre Jerusalén, y esto indica que le había hecho muchos llamados.

      La pascua era una de las tres fiestas solemnes celebradas anualmente en Jerusalén, a la cual a todo varón judío se le obligaba que asistiera. La pascua se celebraba como recordatorio de la liberación del pueblo de Israel de Egipto. La fecha de esta fiesta era el día catorce del mes de Nisán (Abib). En ese día, entre las tres y las seis de la tarde, cada familia mataba un cordero macho de un año, sin defecto. Luc. 22:1 dice, "Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua". Esta fiesta duraba desde el quince hasta el veintiuno de Nisán (Núm. 28:17).

 

2:14 -- y halló en el templo -- No en el naos (el santuario, que contenía el lugar santo y el lugar santísimo), sino en el hieron, todo el espacio (unas 7.5 hectáreas o 19 acres) que rodeó el santuario que estaba dividido en cuatro atrios. Para ir hacia el santuario desde el este se atravesaba primero el atrio de los gentiles, luego el atrio de las mujeres y, por último, el atrio de los sacerdotes. El mercado estaba en el primer atrio (el de los gentiles). Solamente hasta este atrio podrían entrar los gentiles. En ese lugar podrían orar, meditar y aprender del único Dios Vivo. Como dice Marcos 11:17, "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones".

      -- a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, -- Núm. 28:19-25 habla de los sacrificios que Dios requería durante la fiesta de los panes sin levadura. El texto habla de becerros, carnero, corderos, y macho cabrío. Judíos de todas las naciones (2:5) llegaban a Jerusalén para estas fiestas y, en lugar de traer animales, palomas, etc., traían dinero para comprarlos al llegar a Jerusalén. De esto habla este texto. Algunos judíos, aprovechándose de esta necesidad de la gente, no sólo vendían animales y aves para los sacrificios en el templo mismo, sino que también como ladrones, defraudaban al pueblo (Mat. 21:13). Así es que el templo -- el atrio de los gentiles -- se convertía en un corral de ganado.

      -- y a los cambistas allí sentados. -- Según Ex. 30:13 todo varón judío tenía que pagar el impuesto anual de medio siclo (compárese Mat. 17:24-27). En realidad lo que los cambistas hacían era necesario, porque solamente dinero judío era aceptable para los usos del templo y, por eso, el dinero romano tenía que cambiarse.

 

2:15, 16 -- Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; -- Este es el Cristo desconocido por muchísimas personas que profesan ser sus discípulos, porque su concepto de Cristo es el de las pinturas católicas de un alto, rubio, europeo con cabello de mujer, cargando un corderito en los brazos. Tal "cristo" no existe excepto en la ignorancia de los que no aman la verdad. Los tales deben leer con cuidado este texto y también 18:4-6; Luc. 4:29, 30; y Apoc. 1:12-18. Cristo recibe con toda ternura a los pecadores arrepentidos, y tiene paciencia con sus discípulos aunque tengan muchas debilidades (con tal que sean sinceros), pero es "el León de la tribu de Judá" (Apoc. 5:5) para con los rebeldes, obstinados e hipócritas (Mat. 23).

      -- y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado (emporiou, emporio, centro comercial). -- Según Mat. 21:12 (Mar. 11:15-19; Luc. 19:45-48) Jesús hizo la misma cosa otra vez cerca del fin de su ministerio. Zac. 14:21, "y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos". De esta manera Jesús condenó el espíritu mundano y carnal de los judíos. Según Mat. 21:12 Jesús dijo que hacían de la casa de Dios una cueva de ladrones (Marcos y Lucas dicen lo mismo). Esto indica que no solamente hacían mercadería de las cosas de Dios, sino que eran avaros, deshonestos, y chuecos y que defraudaban a la gente. Se aprovechaban de la necesidad de la gente de conseguir los animales apropiados para los sacrificios y de cambiar su dinero romano en dinero judío. Por todo esto les cobraban precios exorbitantes.

      Mar. 11:17, "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones". Llegaban los gentiles (como Cornelio) al único lugar que podían ocupar, y al llegar ¿qué veían, oían y olían? El bramido o mugido de bueyes y vacas, balido de ovejas, el arrullo de las palomas, los gritos de los vendedores, el regateo, y el tintineo de las monedas. ¿Y el olor? ¿Qué impresión habrá tenido todo esto sobre el gentil que buscaba a Dios? ¡Qué bienvenida! Cristo denunciaba a los que impedían la llegada de la gente a Dios (Mat. 23:13; Luc. 11:52), como a todos los que causan tropiezos (Mat. 18:6, 7).

      Es interesante observar otro detalle narrado por Marcos (11:16), "Y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno". Parece que algunos usaban los atrios del templo como travesía, y esto también era acto de desprecio.

      Jesús limpió el templo dos veces: al iniciar su ministerio y terminarlo. Sin embargo, al concluir su ministerio Jesús vio el templo como una "causa perdida" y lo llama "vuestra casa" (Mat. 23:38) y dice que "os es dejada desierta" (sería destruida) (24:2).

      Muchas iglesias -- católicas, evangélicas, etc., y hasta algunas iglesias de Cristo -- no deben criticar a estos judíos, porque sus propios "templos" se han convertido en casas de mercancía, o de diversión (teatro, películas, bailes) o, en algunos casos, aun de campañas políticas.   El clero romano ofrece rifas, juegos de bingo, para competir con los casinos y la lotería. Entre las iglesias hay muchas casas de comercio. Muchas iglesias cometen el mismo error que los que vendían ganado y cambiaban dinero en el templo, porque venden pasteles, tamales, ropa usada, etc. para sufragar gastos de la iglesia (principalmente los del pastor). Aun piden donativos a los inconversos, mayormente a los comerciantes.

      Si hoy en día Cristo escribiera cartas a las iglesias de Cristo como las de Apoc. 2 y 3, limpiaría otra vez su templo. Si visitara a las iglesias de Cristo de Estados Unidos y de otros países, ¿qué encontraría? Que muchos hermanos han aceptado el evangelio social que, según ellos, es el evangelio completo, el evangelio para el hombre entero (espiritual, mental, físico, social). Por lo tanto, han dejado el patrón bíblico y han establecido escuelas, clínicas, asilos, etc., para imitar a los sectarios.

      "Harán mercadería de vosotros", 2 Ped. 2:3. Pedro habla de aquellos que abusan de su posición religiosa para la ganancia personal. Sobre todo, se aprovechan de la ignorancia de la gente. Los que rehúsan estudiar para aprender la voluntad de Dios para probar a los espíritus (1 Jn. 4:1) llegan a ser víctimas de los tales.   Pablo habla de aquellos que "toman la piedad como fuente de ganancia" (1 Tim. 6:3). "No sirven al Señor sino a sus propios vientres" (Rom. 16:18). "Se han lanzado por lucro en el error de Balaam" (Judas 11). "Cazan las almas de mi pueblo para mantener así su propia vida" (Ezeq. 13:18). "Se apacientan a sí mismos" (Ezeq. 34, Judas 12). "Devoráis las casas de viudas y como pretexto hacéis largas oraciones" (Mat. 23:14).

      El diezmo es el medio más efectivo para sacar fondos de la gente. El diezmo era para el mantenimiento de los levitas porque esta tribu no tenía herencia en la tierra (solamente tenían ciudades) (Lev. 27:30-34; Núm. 18:21; Mal. 3:10). ¿De qué tabernáculo hablan estos textos? ¿de los tabernáculos de los evangélicos? ¿los pastores evangélicos son levitas?

      Los televangelistas se desvelan para idear y maquinar medios de separar a sus oyentes de su dinero (para que llegue al bolsillo del televangelista). Ofrecen un surtido casi sin límite de artículos que ellos "regalan" (libros, música grabada, estudios) a los que les envíen ofrendas. Prometen orar por todos los que apunten en un papelito sus problemas, enfermedades, etc. con tal que envíen su ofrenda.

      Sería bueno volver a leer los textos (Jn. 2, Mat. 21) que demuestran el celo de Jesús por la casa de Dios. ¿No tendrá aun más celo por la limpieza de la iglesia que es su esposa? Los que promueven toda clase de mercadería desprecian a la iglesia. Para ellos la iglesia es simple y sencillamente un mercado conveniente. Sin embargo, las víctimas del sistema son responsables por su ignorancia y por dejar que los falsos maestros abusen de su confianza. En cualquier momento la gente puede rechazar la mercadería religiosa y gozar de la libertad en Cristo.

 

2:17 -- Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume. -- Sal. 69:9, "Porque me consumió el celo de tu casa". Los discípulos de Jesús eran estudiantes serios de las Escrituras. Este texto (Sal. 69:9) estaba bien grabado en su memoria, y vieron su cumplimiento en esta acción de Jesús. "Se acordaron" porque habían estudiado las Escrituras cada sábado en la sinagoga. Si los que asistan a los servicios y clases bíblicas de la iglesia ponen atención, podrán acordarse de importantes textos en el momento oportuno (p. ej., como lo hizo Jesús, Mat. 4:1-11).

      Seis de los salmos son citados en el Nuevo Testamento y aplicados a Cristo (Sal. 2, 22, 89, 110, 118). Se les llaman, pues, salmos mesiánicos. El Salmo 69 es citado varias veces en el Nuevo Testamento: Mat. 27:34, 48; Jn. 15:25; Rom. 15:3, etc.

 

2:18 -- Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? -- Mat. 16:1. ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Cuáles son sus credenciales? Es de extrañar que no resistieran a Jesús. ¿Cómo fue posible que permitieran que El hiciera lo que hizo? Tenían espíritu de cobardía, porque su propia conciencia les acusaba (compárese 8:9). En varias ocasiones los judíos mostraron su debilidad delante de Jesús: p. ej., Juan 18:4-6, en el huerto Cristo preguntó a los que habían llegado para prenderle, "¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy ... Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra". La presencia de Jesús era augusta e imponente.

      Ahora sólo preguntan, "¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?" No entendían que lo que El hacía era una señal, porque no solamente cumplió la profecía de Sal. 69:9, sino también la de Mal. 3:1-3. Lo que El ya había hecho en su presencia era suficiente para confirmar que El era el Mesías, el Hijo de Dios, que había venido para limpiar la casa de Dios.

 

2:19 -- Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo -- Jesús emplea la palabra para el santuario (naos), porque el santuario literal era figura o símbolo del cuerpo de Cristo. Predice que como los judíos profanaban el templo literal, también destruirían el cuerpo de Cristo, en el cual habitaba la Deidad (Col. 2:9).

      -- y en tres días lo levantaré. -- Iba a resucitar en tres días. Jesús habló por parábolas a los que voluntariamente ignoraban la verdad (2 Ped. 3:5) y amaban la mentira (2 Tes. 2:10-12). "Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mat. 13:13). su respuesta en esta ocasión nos recuerda de Mat. 12:38-40. Le pidieron una señal y les dijo, "La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches". En los dos casos la única señal prometida fue la de su propia muerte, sepultura y resurrección.

      Juan registra esta frase ("Destruid este templo y en tres días lo levantaré") y Mateo (26:61) y Marcos (14:58) relatan cómo este dicho fue tergiversado por los judíos. Cuando Jesús estuvo delante del concilio la última vez, dos testigos falsos dijeron, "Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo" (Mat. 26:60, 61).

     

 

2:20 -- Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, -- Los judíos estaban enamorados del tipo (el templo físico), y no les interesaba el antitipo (el cuerpo de Cristo). Aparte de los 46 años, podían haber hablado también del ejército de trabajadores que lo estaban construyendo, el costo de materiales, etc. Todavía no lo habían terminado. De hecho, seguían con la construcción del templo hasta el año 64 (aprox.), y en otros seis años fue destruido por los romanos. Para los judíos el templo no era tipo de nada, porque para ellos el propósito del templo era el templo mismo, y creían que existiría para siempre. Confiaban de todo corazón en su templo (Jer. 7:4) y no se imaginaban que sería destruido.

      -- ¿y tú en tres días lo levantarás? -- Imagínese con qué desprecio decían esto.

 

2:21 -- Mas él hablaba del templo de su cuerpo. -- Ese templo literal era tipo del cuerpo de Cristo, porque el templo simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo. "Dios no habita en templos hechos por manos humanas" (Hech. 17:24), sino que vino en la persona de Jesucristo para estar con su pueblo (1:14; Mat. 1:23). Cristo era el verdadero templo.

      A veces, como en esta ocasión, Juan explica las palabras de Jesús: p. ej., en otra ocasión (7:39) explicó la frase, "de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él".

 

2:22 -- Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho. -- La implicación necesaria es que también nosotros debemos creer la Escritura (Luc. 24:44, en particular, Sal. 16:10). Véanse Hech. 2:31; 13:35).

      En ese momento los discípulos no entendieron las palabras de Jesús, pero las guardaron en su corazón; después las entendían. Esto sirve como ejemplo para nosotros: nos conviene estudiar la Palabra y, aunque a veces haya textos difíciles de entender, si los guardamos en la memoria y los meditamos, después los entenderemos mejor.

 

2:23, 24 -- Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. (2:23; 4:45; 20:31) Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, -- La gente seguía a Jesús por varias razones: (1) algunos eran sinceros y buscaban los beneficios espirituales que El les ofrecía; (2) otros le seguían porque querían ver más señales (Mat. 16:1-4); (3) algunos querían más panes y peces (6:26); (4) los que tenían ambiciones políticas querían que El fuera su rey (6:15); y (5) sin duda, muchos les seguían simplemente porque otros le seguían. Nadie engañó a Jesús. El sabía perfectamente lo que los judíos harían con El y que sería desamparado aun por sus discípulos más cercanos.

      El conocía a las multitudes que le seguían. Muchos creían en El porque hacía señales, pero tenían que entender que el discipulado requiere la abnegación de sí, que sería la causa de graves problemas con los seres amados, y que deberían buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. ¿Qué pasaría con estos creyentes cuando verdaderamente se dieran cuenta de lo que El requería de ellos? Algunos seguirían con El, pero otros volverían atrás (6:60, 68). Muchos le escucharían y seguirían solamente "hasta aquí"; es decir, pondrían límites a su aceptación de Jesús. ¿Cristo debería fiarse de los tales?

 

2:25 -- y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre. -- Todo lo que había visto en el templo (mercaderes llenos de avaricia, extorsionadores) no le sorprendió; tampoco se fiaba de estos que habían visto sus señales y creían en El, porque ¡Cristo es Dios y conoce al hombre! Ya había demostrado que conocía a Simón (1:42), y a Natanael (1:47, 48), y a Nicodemo (3:2-5).      Sabía los pensamientos de la gente (Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 6:8; 9:47; 11:17). Sabía la vida íntima de la mujer samaritana; sabía de sus esposos y de su condición actual (4:16-18). He aquí el testimonio de esta mujer: "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho", 4:29. Jesús "sabía lo que iba a hacer" con respecto a la alimentación de los 5000 (6:6), y sabía lo que la gente tenía en mente cuando le buscaba el día siguiente (6:25, 26). "Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar" (6:64, 70, 71; 13:11). Sabía que los judíos procuraban matarle sin que nadie se lo dijera (7:19). Tenía conocimiento perfecto de Dios (7:29). Sabía cuándo llegó "su hora" (12:23). Sabía cómo iba a morir (12:32, 33). Como dijo Simón Pedro, "Señor, tú lo sabes todo" (21:17).

      No fue engañado ni sorprendido por Pedro o Judas. ¡Esto demuestra que cuando Cristo estaba aquí en la tierra era omnisciente! ¡Imagínese que otra persona conociera no solamente lo que usted haya hecho o dicho, sino también aun sus pensamientos! Solamente Dios tiene este poder. Al leer estos y otros textos semejantes ¿quién puede dudar de la omnisciencia de Jesús? Pero, lamentablemente, algunos de nuestros propios hermanos (que profesan ser conservadores) enseñan erróneamente que cuanto Cristo vino a la tierra se despojó a sí mismo de sus atributos divinos.

 

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Juan 3

 

3:1 -- Había un hombre de los fariseos -- Nos informa Juan que Nicodemo era fariseo. De todas las sectas de los judíos, esta era la más estricta (Hech. 26:5). Eran muy celosos de la ley de Moisés y, basándose en ella, habían formulado un número infinito de reglamentos para gobernar toda actividad de la vida de la gente. Jesús denunció aquellos reglamentos como "tradiciones de los hombres" (Mat. 15:3, 8, 9). Para ellos las tradiciones eran ley, porque decían lo mismo de ellas que los católicos dicen de las suyas, es decir, que fueron entregados oralmente por hombres de Dios, y que a través de los siglos se han conservado. Desde luego, después de algún tiempo, las tradiciones orales llegan a ser tradiciones escritas. Jesús dijo que los fariseos eran hipócritas porque "atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas" (Mat. 23:4).

      Los fariseos no se preocupaban por los pecados internos, sino solamente por los externos. También la purificación era externa (Mat. 23:25, 26). Jesús les dijo que aunque oraban, ofrendaban y ayunaban, lo hacían para ser vistos de los hombres (Mat. 6:1-18).

      El Talmud es la "Biblia" de los judíos, porque contiene sus comentarios sobre la ley de Moisés, y de allí sus tradiciones que eran tan importantes para ellos. Según el Talmud había siete clases de fariseos: (1) el fariseo hombro, que llevaba sus buenos hechos sobre el hombro, que obedecía los preceptos de la ley, pero no con sinceridad, sino por conveniencia; (2) el fariseo esperar-un-poco, quien pedía más tiempo para cumplir con sus obras meritorias; (3) el fariseo sangriento, que para no mirar a una mujer para codiciarla cerraba sus ojos y, por eso, tropezaba y se golpeaba contra la pared; (4) el fariseo pintado, quien anunciaba su piedad, para que nadie le tocara y que, por eso, quedara contaminado; (5) el fariseo calculador quien siempre preguntaba, "¿qué deber puedo hacer para deshacer cierto pecado que he cometido?"; (6) el fariseo temeroso cuya relación con Dios era la de temor temblante; (7) el fariseo de amor, el único que era sincero (que no estaba fingiendo la piedad).

      Muchos fariseos eran muy orgullosos, 7:49.

      Sus leyes tradicionales eran muy arbitrarias: por ejemplo, según ellos, no era pecado montar asno el día sábado, pero si llevaba azote, era pecado, porque de esa manera ponía carga sobre la bestia.

      Hacían distinción entre el extender su mano fuera de la puerta para ayudar al mendigante o que el mendigante extendiera su mano hacia adentro de la casa para recibir limosna.

      He aquí algunos ejemplos de las leyes de los fariseos y escribas: "Hacían este tipo de cosas: atar un nudo en el día sábado era trabajar. Pero hay que definir lo que es un nudo. 'Estos son los nudos que convierten en culpable al hombre que los hace: el nudo de quienes conducen camellos y el de los marineros; y así como se es culpable por atarlos, también se está en falta al desatarlos'. Por otro lado, los nudos que podían atarse con una sola mano eran legales ... Tomemos el caso de alguien que viajaba en el día sábado. Exodo 16:29 dice, 'Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día'. De manera que los viajes en el día sábado se limitaban a dos mil codos, es decir, unos 900 metros. Pero si se ataba una soga que cruzara el extremo de una calle, toda esa calle se convertía en una casa  y cualquier hombre podía caminar un centenar de pasos más allá del extremo de esa calle ... Tomemos el caso de alguien que carga un bulto. Jeremías 17:21-24 decía: 'Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo'. De manera que se hacía necesario definir lo que era una carga. Se la definía como 'comida que equivalga al peso de un higo seco, la suficiente cantidad de vino para mezclar en un vaso, leche suficiente para un trago, miel suficiente para poner sobre una herida, la suficiente cantidad de aceite como para untar un miembro pequeño, la suficiente cantidad de agua como para humedecer un apósito en un ojo y así seguía" (WB).

      -- que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. -- Era miembro del Sanedrín, la corte suprema del judaísmo. Solamente Juan nos dice de la conversación entre Jesús y Nicodemo. Después de esto Nicodemo defendió a Jesús diciendo, "¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?" (7:51), y cuando Jesús murió y José de Arimatea pidió su cuerpo, "También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras" (19:39).

 

3:2 -- Este vino a Jesús de noche, -- Juan no explica el por qué, pero lo repite después (7:50). De lo que sabemos de Nicodemo es fácil suponer que él no quería comprometerse mucho con Jesús (9:22; 12:42), pero por lo menos él quería hablar con Jesús (que sepamos, no había ningún otro del Sanedrín con ese deseo). También es posible que él simplemente haya buscado el tiempo más oportuno y de menos interrupción para la entrevista, pues durante el día Jesús estaba siempre rodeado de gente.

      -- y le dijo: Rabí (título respetuoso), sabemos que has venido de Dios como maestro; -- Jesús no era de las escuelas de los rabinos; por eso, tuvo que haber sido enviado por Dios.

      -- porque nadie puede hacer estas señales que tú haces (2:25), si no está Dios con él. -- Sabían que Cristo era, por lo menos, algún profeta. Esto demuestra cómo las señales llamaban la atención de la gente y les motivaban a investigar a Jesús y su obra.

 

3:3 Respondió Jesús -- A veces, al leer la respuesta de Jesús a las preguntas que se le hacían, nos preguntamos, ¿qué tiene que ver lo que El dice con lo que se le preguntó o dijo? Jesús conocía los corazones de todos (2:24, 25) y, por eso, sin hacer caso de lo que Nicodemo dijo, Jesús le enseñó lo que él debería saber.

      -- y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo (O, de arriba, LBLA, margen) -- Para Nicodemo los judíos ya eran miembros del reino de Dios simplemente por haber nacido hijos de Abraham (Mat. 3:9).

      -- no puede ver el reino de Dios. -- ¿Quería Nicodemo saber más acerca del reino de Dios? Para todos los judíos este tema era importante. De una vez, pues, Cristo le habló de ese tema. En esos días Juan el bautista y Jesús predicaban acerca del reino: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3:2; 4:17). La palabra ver se explica en el ver. 5 (significa entrar en). Desde luego, nacer de nuevo significa la conversión.

 

3:4, 5 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. -- Jesús no habla de dos nacimientos sino de uno sólo. Describe la conversión como un nuevo nacimiento (o una regeneración, que es la misma cosa) y este concepto es ampliamente explicado e ilustrado en el resto del Nuevo Testamento:      Pablo engendró a los corintios con el evangelio (1 Cor. 4:15). "El de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas" (Sant. 1:18). "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Ped. 1:23-25). El proceso del nuevo nacimiento es, pues, que la simiente incorruptible (la palabra) se siembra en el corazón de la gente, produce fe, arrepentimiento y obediencia para obtener el perdón de Dios y para participar de todas las bendiciones espirituales en Cristo.

      Los pasos de esta obediencia al evangelio son (1) oír, Rom. 10:17; (2) creer, Jn. 3:16; (3) arrepentirse, Luc. 13:5; (4) confesar la fe en Cristo como el Hijo de Dios, Rom. 10:10; y (5) bautizarse en agua para perdón de pecados (Hech. 2:38). El que hace esto "de corazón" (Rom. 6:17, con sinceridad y amor) nace otra vez (es regenerado), se convierte en cristiano, entra en el reino de Dios (Col. 1:13), o es agregado al Señor (Hech. 11:24) y su iglesia (2:47).

      Sin lugar a dudas el agua de este texto se refiere al bautismo en agua. En ese tiempo Juan bautizaba a muchos judíos para la remisión de pecados: 1:26, "Yo bautizo con agua"; 3:23, "Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados"; "Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados" (Mat. 3:5, 6; Mar. 1:4; Luc. 3:3). "El Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan" (Jn. 4:1; 3:22). Tomando esto en cuenta, no hay duda de que el agua de este texto es el agua del bautismo.

      Además de eso, el problema principal con los hombres eminentes como Nicodemo era su rechazo al bautismo: "Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan" (Luc. 7:30). Obviamente Nicodemo era uno de los que lo había rechazado. Si el Espíritu Santo habla de esta manera acerca de los que rechazaron el bautismo de Juan, imagínese lo serio de rechazar el bautismo enseñado por Jesús en la gran comisión (Mat. 28:19; Mar. 16:16).

      El nuevo nacimiento está bien ilustrado en el libro de Hechos que nos revela unos ejemplos claros del proceso de la conversión (2:37-41, los tres mil el día de Pentecostés; 8:12, los samaritanos; 8:35-37, el etíope; 9, 22, 26, Saulo de Tarso; 10, 11, Cornelio y su casa; 16:15, Lidia; 16:30-34, el carcelero; 18:8, los corintios; 19:1-5, los efesios). No hay tema bíblico que sea mejor explicado o ilustrado que el del nuevo nacimiento. No es aceptable ninguna explicación del nuevo nacimiento que no esté en completa armonía con estos textos. Aparte del bautismo en agua no hay nada conectado con la religión de Cristo a lo cual la frase, nacer de agua, pueda aplicarse.

      El agua y el Espíritu están unidos aquí, y también en Mat. 28:19; en Hech. 2:38; y en Tito 3:5. El nacer del agua y del Espíritu es ampliamente explicado en estos textos, pero el calvinismo hace todo lo posible por eliminar el bautismo del nuevo nacimiento. "Le indica los únicos medios por los cuales puede realizarse el nacimiento espiritual de que le ha hablado. Esos medios son el agua y el Espíritu. El uno es el símbolo, el otro la realidad" (B-S). Este autor tiene un símbolo dentro de otro símbolo. El nuevo nacimiento es un símbolo o figura de la conversión. Jesús no usa símbolos para presentar otros símbolos; más bien habla del agua del bautismo (literal) y del Espíritu (literal) que efectúan la conversión bajo la figura de un nuevo nacimiento.

      "El significado evidente es éste: el ser bautizado con agua no es suficiente. La señal ciertamente, es de gran valor. Tiene mucha importancia como una representación visible y como sello. Pero la señal debe ir acompañada de la cosa significada: la obra purificadora del Espíritu Santo" (GH). Pero ¿qué texto dice o implica que Nicodemo había sido bautizado con agua por Juan o por Jesús (o que pensaba hacerlo)? No hay ninguno. Esto es exactamente lo que "los fariseos y los intérpretes de la ley" rehusaron hacer (Luc. 7:30). Y ¿qué texto dice que el bautismo es señal o sello? Muchos evangélicos dicen que el bautismo es la señal o sello de la salvación, pero la Biblia no dice tal cosa. Desde luego, en el bautismo hay una semejanza; nuestro bautismo es "como" la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Rom. 6:4; Col. 2:12), pero no es una señal o sello de la salvación. Más bien, la Biblia enseña claramente que el bautismo es necesario para salvación (Hech. 2:38; 22:16; 1 Ped. 3:21).

      Parece que el mismo autor (citado arriba) duda de su interpretación, pues al concluir su comentario sobre el ver. 5 él dice, "En un sentido, el llegar a ser hijo de Dios es un proceso que dura toda la vida (cf. 1:12), pero en el presente pasaje se trata de la limpieza inicial derivada de la implantación de una nueva vida en el corazón del pecador, y esto se deduce claramente de la afirmación hecha de que uno no puede entrar en el reino de Dios si no ha nacido de agua y del Espíritu".

      "Jesús dice a Nicodemo justamente lo que pide, el cómo de la regeneración. ¿Cómo es posible? ¡Por el bautismo!" (RCHL). Este comentarista (Lenski) enseña la aspersión en lugar de la inmersión y también enseña el "bautizo" infantil, pero a pesar de todos sus errores, él no elimina el bautismo de Juan 3:5.

      Dice otro bautista: "Existen muchas teorías. Una de ellas hace del bautismo ... esencial para el nacimiento del Espíritu ... Si es así, ¿por qué sólo se menciona el agua una vez en las tres demandas de Jesús (3, 5, 7)?" (ATR); es decir, Jesús dijo nacer de nuevo dos veces y dijo nacer de agua una sola vez. Dos son más que uno; por eso, se debe eliminar el bautismo. ¡Así es lo "profundo" de los argumentos sectarios para rechazar el bautismo! Verdaderamente su prejuicio contra el bautismo ha bajado al nivel del fanatismo.

      Lo que los evangélicos desean denunciar es la llamada "regeneración bautismal" del catolicismo, pero no pueden ver la diferencia entre la enseñanza católica y la enseñanza obvia del Nuevo Testamento. Nadie es regenerado por el bautismo solo, pero no puede ser regenerado sin obedecer a Cristo. El que obedece a Cristo no merece la salvación; no la gana como salario. Más bien, simplemente obedece los requisitos nombrados por el Señor para aceptar la salvación que es "dádiva de Dios". Dicen los bautistas: "El bautismo no es esencial para la salvación, porque nuestras iglesias completamente rechazamos el dogma de 'la regeneración bautismal'; pero es esencial para la obediencia, puesto que Cristo lo ha mandado. Es esencial para una confesión pública de Cristo ante el mundo, y para membresía en la iglesia que es su cuerpo" (así dice el Credo llamado Standard Manual for Baptist Churches por Edward Hiscox, páginas 20, 21). ¡Imagínese! Admiten que el ¡ser miembro de la iglesia bautista no es esencial! Según este credo, uno puede ser salvo y puede ir al cielo sin ser miembro de la iglesia bautista, pero para ser miembro de la iglesia bautista tiene que ser bautizado; es decir, es más fácil ir al cielo que ser miembro de la iglesia bautista. Pero ¿qué dice este credo acerca de la obediencia y la confesión? Según este credo, no son esenciales para la salvación. El bautismo es esencial para la obediencia pero no es esencial para la salvación; el bautismo es esencial para la confesión, pero no es esencial para la salvación. Según esta teología, pues, ¡la obediencia y la confesión no son esenciales para la salvación!

     

3:6 -- Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. -- En el nuevo nacimiento no la carne sino el espíritu tiene que ser regenerado.

 

3:7, 8 -- No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu -- "La carne, en la mente de Nicodemo, es la dificultad que Jesús está tratando de remover. Introduce el viento y su soplar, lo cual no se puede ver. Sopla donde quiere, nadie puede saber por vista de donde viene o adonde va, y luego dice que así es el que es nacido del Espíritu; es decir, es el espíritu del hombre -- invisible como el viento --, y no la carne, que ha de ser engendrado por el Espíritu de Dios. Quería enseñar a Nicodemo que es la parte espiritual y no la parte carnal del hombre que ha de renacer" (CEWD). "Se puede ver los efectos de este nuevo nacimiento por el cambio que sigue en la conducta del individuo, precisamente como se puede ver los efectos del viento por los objetos movidos por él (compárense Rom. 6:4-14; Efes. 4:24-32). Sin embargo, no se puede ver literalmente el nuevo nacimiento del espíritu, como no se puede ver el viento mismo" (RH).

      "Así como el viento sopla sin el control del hombre y su sonido puede ser oído, pero no se puede ver, ni se puede saber su origen o destino, así el Espíritu de Dios obra invisiblemente como El quiere, pero la evidencia se ve en todo aquel que es nacido del Espíritu" (FP). Compárese Ecles. 11:5, "Como tú no sabes cuál es el camino del viento".

      "Pneuma se traduce Error! Reference source not found. en Jn 3:8, 'el sopla' (la R. V. inglesa da, en el margen, 'el Espíritu alienta', su significado probable" (WEV). Comúnmente la palabra que se traduce viento es ánemos. La palabra pneuma se puede traducir viento o espíritu. Algunos eruditos insisten en que en esta frase (la primera parte del ver. 8) debe ser viento. P. ej.: "La traducción usual, viento, se confirma aquí por el uso del verbo pariente pnei, sopla, y por phonen, sonido, voz" (MV).

      Pero en otros textos que dicen que el viento sopla, no aparece la palabra pneuma, sino la palabra ánemos. Juan usa las palabras ánemos (viento) y pneo (soplar); p. ej., 6:18, "un gran viento (ánemos) que soplaba (pneo)". También en Apoc. 7:1: "para que no sople (pneo) el viento (ánemos)". Los mismos términos se encuentran en Mat. 7:25. ¿Por qué, pues, no se encuentran ánemos y pneo en Jn 3:8 si Cristo habló del viento que soplaba? Esto no es, sin embargo, un argumento conclusivo, porque otro problema es la expresión "así es todo aquel que es nacido del Espíritu". La palabra así indica una comparación; por eso, "este término (pneuma) ciertamente tiene el sentido de viento en este texto" (FLG).

      Obviamente Jesús presenta una comparación, y la palabra clave es houtos, así. Los traductores de nuestras versiones y muchos comentaristas creen que Jesús usa la ilustración del viento invisible cuyos efectos son visibles y que El concluye diciendo, "así es todo aquel que es nacido del Espíritu". Si la traducción correcta de la primera pneuma es espíritu, ¿cuál es la comparación? Parece que sería una comparación de lo que hace el Espíritu con lo que hace el Espíritu. Por eso, muchos aceptan la traducción de nuestras versiones: "El viento sopla ... ".

      Dice el Interlineal Griego-Español de Lacueva: "El espíritu donde quiere sopla". Dice otro comentarista: "El Espíritu respira como quiere, oyes su voz pero no sabes de donde viene ni a donde va, así por medio de oír su voz nace el que es nacido del Espíritu. Es decir, el Espíritu respira (se expresa) por medio de la palabra (el evangelio), en completa armonía con su voluntad y recibes la expresión de esta voluntad por medio de esta palabra; y mientras no puedes ver al Espíritu y de esta manera estás sin la evidencia visual de su llegada y salida, es por medio de oír su voz (expresada en su palabra) que naces otra vez. Así (de esta manera) uno nace del Espíritu. Esto es decir simplemente que uno nace del agua y del Espíritu por medio de recibir el mensaje del Espíritu expresado en el evangelio, y por ser bautizado para la remisión de pecados (1 Cor. 4:15; Sant. 1:18; Hech. 22:16; Rom. 6:3, 4). Las palabras de Pedro son un comentario inspirado sobre el significado de la frase, 'así es todo aquel que es nacido del Espíritu' ('siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre'" (GNW).

      Parece que esta interpretación es un poco forzada en cuanto a la expresión "así es todo aquel que es nacido del Espíritu", pero armoniza perfectamente con la enseñanza de Jesús y los apóstoles sobre el nuevo nacimiento.

      "'El Espíritu respira donde quiere', es decir, no hay límite de su poder en cuanto a ciertos individuos, clases o razas. Compárese 5:21, 'el Hijo a los que quiere da vida'. El pensamiento aquí es similar: no debe haber desesperación en cuanto al segundo nacimiento: el Espíritu respira donde quiere ... y oyes su sonido, el Espíritu se hace a sí mismo audible en sonidos articulados y significativos. La respiración del Espíritu es como el aliento del hombre, no mero aire, sino voz articulada y significativa. El Espíritu obra resultados inteligibles. No aulla como el viento y distorsiona al hombre en contorciones inefectivas como el viento distorsiona los árboles. Es una voz y el resultado está lleno de razón, en armonía con la naturaleza humana y vivificándola a una vida más alta" (MD).

      "No puede haber justificación para traducir pneuma como viento, cuando en la última cláusula de la misma frase, y tres veces en el contexto inmediato, se traduce espíritu. No puede haber duda que significa la misma cosa en las dos cláusulas de este versículo, y si traducimos viento en la primera cláusula, tenemos que decir 'nacido del viento' en la última cláusula". Este autor cree que este texto debe ser traducido de la siguiente manera: "El Espíritu respira donde quiere, y oyes su voz. Esto enseña que el hombre nace del Espíritu por medio de oír la voz del Espíritu, respirando como quiere a través de hombres inspirados. Equivale a lo que Pablo dice, que la fe viene por el oír la palabra de Dios" (JWM).

      "En griego, pneuma significa bien viento, bien espíritu ... La palabra pneuma aparece 370 veces en el N. T., y nunca denota viento en ningún otro pasaje, excepto en una cita del A. T. (He. 1:7 del Sal. 104:4), aunque sí comúnmente con este sentido en la LXX. Por otra parte, pneo (sopla, pnei) aparece en otros cinco pasajes en el N. T. y siempre del viento (como Jn. 6:18). Así phone puede bien ser sonido (como de viento) o voz (como del Espíritu). La verdad es que aquí se puede tomar cualquiera de ambos sentidos de pneuma como uno quiera" (ATR).

      -- sopla de donde quiere, -- "la R. V. inglesa da, en el margen, 'el Espíritu alienta', su significado probable" (WEV), pero otros piensan que el verbo soplar usado con el verbo pneuma indica que esta pneuma de la primera parte de este versículo es viento ("soplaron vientos", Mat. 7:25; Luc. 12:55, "cuando sopla el viento"; Apoc. 7:1 "que no soplase viento"; Hech. 27:40, "al viento").

      -- y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; -- Esta descripción de pneuma nos hace pensar en el viento.

      -- así es todo aquel que es nacido del Espíritu. -- El proceso no es físico, externo y visible, sino espiritual, interno e invisible. Lo que sí se puede ver son los efectos del viento y, de la misma manera, se puede ver el efecto del nacimiento del Espíritu.

 

3:9, 10 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? -- Algunos de los maestros de Israel se creían muy conocedores de las cosas de Dios, pero ¿qué sabían de Ezeq. 18:31 que dice, "haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo"? ¿O Ezeq. 36:26, "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros"? ¿Habían leído y estudiado el Sal. 51:10, "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí"? El concepto básico del nuevo nacimiento no debía haber sido nuevo para Nicodemo.

 

3:11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, -- y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. -- Jesús emplea el plural retórico como en Mar. 4:30, "¿A qué haremos semejante el reino de Dios?" Las palabras de Cristo no se basaban en especulaciones ni conjeturas, sino en la realidad de lo que El sabía (como fiel Testigo, Apoc. 1:5).

 

3:12 -- Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? -- El nuevo nacimiento se incluye entre "cosas terrenales" porque aunque sea de origen divino, tiene que ver con nuestra vida diaria, nuestras actividades y experiencias terrenales.

 

3:13 -- Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, -- Por eso, solamente El puede enseñar las cosas celestiales. En este texto y en otros Juan recalca la preexistencia de Cristo. Descendió del cielo y después de morir y resucitar volvió al cielo (Hech. 1:9-11).

      -- que está en el cielo. -- Dice el margen de LBLA que los mss. más antiguos no incluyen esta frase, pero a través del libro Juan enfatiza que Cristo es Dios y, siendo Dios, es omnipresente; es decir, estando en la tierra todavía estaba en el cielo.

 

3:14, 15 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto (Núm. 21:4-9), así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado (12:31, 32), para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. -- Cuando los israelitas fueron mordidos por las víboras, no podían hacer nada para curarse; por lo tanto, Dios proveyó el remedio. De la misma manera, proveyó el remedio para el mal causado por el pecado. ¿Habrá discutido con Dios algún israelita sobre ese remedio? ¿Habrán tenido diálogo acerca de la eficacia de alzar los ojos para ver la serpiente sobre el asta? ¿Habrá dicho algún israelita moribundo, "Yo sé que Moisés cree que solamente por medio de mirar la serpiente sanaremos, pero no conviene ser extremista, pues hay otros puntos de vista"? ¿Cuántos se habrán quejado diciendo que no podían ver ninguna relación entre la serpiente sobre el asta y las mordidas? Todos saben que si la gente hubiera "razonado" de esa manera, habrían sufrido una consecuencia mortal. ¿No habrá lección en esto, pues, para la gente hoy en día que solamente quiere discutir y "razonar" neciamente con respecto a la necesidad del bautismo para perdón de los pecados? Se puede decir que en el día de Pentecostés los tres mil que obedecieron al evangelio para el perdón de pecados figuradamente alzaron los ojos para ver la serpiente sobre el asta.

 

3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, -- 1 Jn. 4:8. Al contemplar la corrupción del hombre y su rebelión contra Dios, se pregunta, "¿Cómo es posible que Dios haya amado tanto al mundo?" La respuesta es que la palabra amar (agapao) se refiere a su perfecto amor de inteligencia y propósito, un amor deliberado que busca el bienestar espiritual y físico del hombre. Se distingue de phileo, el amor de afecto y amistad (el amor que da gusto). Los dos verbos se usan en 11:3 ("el que amas", phileo) y 11:5 ("amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro", agapao). Dios ama (agapao) a todos, aun a sus peores enemigos, y requiere que hagamos lo mismo (Mat. 5:44-48). Véase Rom. 5:8.

      -- que ha dado a su Hijo unigénito, -- Rom. 5:8; 8:32. En esto se ve la magnitud del amor de Dios. El amor verdadero -- el amor de Dios -- se puede ver en lo que hace. No es "de palabra ni de lengua" (1 Jn. 3:18), sino de hechos.

      -- para que todo aquel -- esto indica lo imparcial de su amor; el evangelio es para todos (Mat. 28:19; Mar. 16:15; Hech. 10:34, 35).

      -- que en él cree, -- lo opuesto de creer no es dudar sino desobedecer (3:36, "El que cree ... el que no obedece" LBLA). La salvación que Dios provee es condicional. Dios provee la salvación y el hombre la acepta. El hombre no podía ni puede hacer lo que Dios ha hecho -- proveer la salvación --, y Dios no puede hacer por el hombre lo que éste tiene que hacer por sí mismo (aceptar la salvación). La salvación es condicional. Todo aquel que en él cree es todo aquel que le obedece, como dice el ver. 36, "el que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él" (LBLA). Por eso, la palabra creer en este texto (y en muchos otros) significa obedecer. Toda la humanidad está dividida en solamente dos grupos: obedientes (salvos) y desobedientes (condenados).

      Al dar lectura superficial a este texto alguno puede suponer que el creer es el único requisito para obtener la salvación, pero compárense los siguientes textos que también nombran un solo requisito: Juan 5:25, "los que la oyeren vivirán" (¿Es el oír el único requisito para ser salvo?); Rom. 10:13, "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (¿Es el invocar al Señor el único requisito para ser salvo?); Hech. 11:18, "a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida" (¿Es el arrepentimiento el único requisito para ser salvo?); Rom. 10:10, "con la boca se confiesa para salvación" (¿Es la confesión el único requisito para ser salvo?); 1 Ped. 3:21, "El bautismo ... nos salva" (¿Es el bautismo el único requisito para ser salvo?). Al leer estos textos es fácil reconocer que el requisito nombrado representa o abarca los demás requisitos. Así es con el creer de Juan 3:16.

      -- no se pierda, (3:36; Mat. 7:13, 14; 10:28; 18:9, 25:41, 46; 2 Tes. 1:7-9; 1 Ped. 4:17; Apoc. 20:15).

      -- mas tenga vida eterna -- esta expresión aparece 17 veces en este libro.

      Este versículo se ha designado como el texto dorado de la Biblia. Véase Rom. 5:8.

 

3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. -- Cuando Cristo vino al mundo, el hombre ya estaba condenado. La condición del hombre se ilustra en las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. El pastor quería encontrar su oveja perdida, la mujer quería encontrar su moneda perdida, y el padre quería que su hijo pródigo volviera. Dios es amor (1 Jn. 4:8) y no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Ped. 3:9), que venga al conocimiento de su voluntad (1 Tim. 2:4) para ser salvo.

      Esta verdad merece mucha atención y énfasis: ahora Cristo es nuestro Salvador. Actualmente Cristo no es el Fiscal sino nuestro Abogado (1 Jn. 2:1). Desde luego, el juzgar estaba involucrado en la obra de Jesús en su primera venida (3:19-21; 9:39), pero su propósito principal no era juzgar o condenar. Este texto refuta la idea de los judíos que esperaban que al venir el Mesías destruyera a los romanos.

      De hecho los que están condenados se condenan solos. Están muy enfermos pero rehúsan dejar que el Buen Médico les sane (Mat. 9:12; 13:15). Pablo dijo a los judíos que rechazaban el evangelio, "no os juzgáis dignos de la vida eterna" (Hech. 13:46). Muchos juzgan a Cristo y el evangelio sin darse cuenta de que en realidad están juzgando (condenando) a sí mismos. Aun cuando el concilio, Pilato y Herodes juzgaron y condenaron a Jesús, en realidad se juzgaban a sí mismos.

 

3:18 El que en él cree, no es condenado; -- "Habiendo 'pasado de muerte a vida' (cap. 5:24) inmediatamente al creer" (JFB). De esta manera interpretan el texto los comentaristas calvinistas, pero después de leer 5:24, léase también 5:25 que dice, "Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán". Por lo tanto, si Juan 5:24 enseña que uno se salva inmediatamente al creer, entonces Juan 5:25 enseña que uno se salva inmediatamente al oír.

      -- pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (14:6; Hech. 4:12; 1 Cor. 3:11). El término unigénito significa único y se refiere a la relación especial entre Cristo y el Padre.

 

3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas (la ignorancia y superstición, toda clase de pecado, todo lo que se oponga a Dios) que la luz (la verdad, el conocimiento, la justicia, 1:4, 5) porque sus obras (acciones, LBLA) eran malas. -- Jesús no se refiere solamente a la borrachera, el homicidio, el hurto, etc., sino también a las tinieblas religiosas e intelectuales (2 Cor. 10:3-5). Los fariseos, saduceos, escribas y ancianos -- los líderes del pueblo de Israel -- estaban en tinieblas y resistían a Cristo y a los apóstoles porque amaban las tinieblas. Habían aprendido lo que las Escrituras dicen, pero no tenían corazones buenos y honestos (Luc. 8:15; Hech. 17:11). Los hombres que no obedecen al evangelio no pueden disculparse diciendo que no entienden la voluntad de Dios. Su problema no es intelectual sino moral. No aman la verdad, 2 Tes. 2:10-12.

 

3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras (acciones, LBLA) no sean reprendidas. -- "Y por ello habla en contra de ella, ridiculizando a Cristo, al cristianismo, a las iglesias, a los predicadores, etc. Y lo hace en conversación, revistas, libros, en un tono pretencioso que encubre una absoluta ignorancia" (ATR). El medio más efectivo empleado por los que aman las tinieblas es la televisión. Las películas que pasan por la televisión presentan a los personajes religiosos como hipócritas, insolentes, ignorantes, extremistas, fornicarios, borrachos, etc. para que la gente desprecie y aborrezca la religión.

 

3:21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras (acciones, LBLA) son hechas en Dios. -- El que ama y practica la verdad y la justicia es atraído por Cristo y se acerca cada vez más a El.

 

3:22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. -- El bautismo practicado por Jesús era preparatorio, como el de Juan. Decían, "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (3:2; 4:17). Frecuentemente se pregunta si los que fueron bautizados por Juan tenían que ser bautizados otra vez. ¿Por qué no se pregunta si los que fueron bautizados por Jesús tenían que ser bautizados otra vez? Los dos practicaron el mismo bautismo.

 

3:23 Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. -- Los que practican la aspersión en lugar de la inmersión dicen que las "muchas aguas" eran manantiales y que Juan había escogido este lugar para bautizar para que la multitud tuviera bastante agua para tomar. Dicen esto porque saben que no se necesita muchas aguas para practicar la aspersión. Tales "explicaciones" necias ilustran el prejuicio de los que no aman la verdad.

 

3:24 Porque Juan no había sido aún encarcelado. -- El ministerio de Juan comenzó primero, pero después de su bautismo y la tentación en el desierto, Jesús comenzó su propio ministerio. Anunciaban el mismo mensaje (Mat. 3:2; 4:17), y los dos bautizaban a mucha gente para el perdón de pecados. Marcos (1:14) dice, "Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios", pero Juan 3:22-24 se refiere a la obra de Juan y Jesús en Judea cuando "Juan no había sido aún encarcelado". Mateo 4:1-11 describe las tres tentaciones de Jesús y dice en el ver. 12, "Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea", pero Jesús ya había comenzado su ministerio. Juan 3:22-24 indica que Juan y Jesús simultáneamente enseñaban y bautizaban a mucha gente. Esto ocurrió, pues, entre Mat. 4:11 y 12.

 

3:25 Entonces -- "oun. No una partícula de tiempo, sino de consecuencia; por lo tanto, porque tanto Jesús como Juan bautizaban" (MV). Hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos (un judío, LBLA) acerca de la purificación. -- Esta palabra (katharismos) se refiere a la purificación ceremonial de los judíos en 2:6. El verbo (katharizo) se usa del bautismo en Efes. 5:26, "purificado" y Tito 3:5, "lavamiento". Ignoramos los detalles de esta discusión, pero de ella salió el siguiente comentario acerca de la obra de Jesús:

 

3:26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. -- Si todos "vienen a él", el ministerio de Juan fue exitoso, porque él quería que la gente siguiera a Jesús.

 

3:27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. -- Heb. 5:4, 5; 1 Cor. 3:6; 4:7. Juan entendía el papel que había de desempeñar, lo aceptaba y estaba llevándolo a cabo.

 

3:28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. -- Juan era muy popular, pues "salía a él Jerusalén, y toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán" (Mat. 3:5), pero con toda humildad aceptó su lugar subordinándose a Cristo, y dijo, "Yo no soy el Cristo" (1:20).

 

3:29 El que tiene la esposa, es el esposo; -- La palabra esposa se usaba en el Antiguo Testamento para expresar la relación estrecha entre Dios y su pueblo (Isa. 54:5; 61:10; 62:4, 5; Jer. 2:2; 3:20). La esposa pertenece al esposo. La iglesia es la esposa de Cristo (Efes. 5:25-27, 32; Apoc. 19:7, 21:2, 9; 22:17). Juan sabía que la esposa no era de él, sino de Cristo.

      -- mas el amigo del esposo (Mat. 9:15, LBLA, acompañantes del novio; 2 Cor. 11:2, "os he desposado con un solo esposo"), que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. -- En lugar de ser envidioso Juan se gozaba grandemente al ver el progreso del ministerio de Jesús.

 

3:30 Es necesario que él crezca (Dan. 2:44), pero que yo mengüe. -- Este dicho demuestra la grandeza de Juan (Mat. 11:11). Con toda humildad quería exaltar a Cristo. Todo siervo del Señor debe tener esta actitud, porque es indispensable que la gente sea convertida a Cristo y no al evangelista (1 Cor. 1:10-13).

 

3:31 El que de arriba viene, es sobre todos (la supremacía de Cristo se ve en su origen); el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla (aun cosas que no convienen, Mat. 11:2, 3; 18:1; Gál. 2:11-14); el que viene del cielo, es sobre todos. -- Jesús había de crecer porque había venido "de arriba" y, por lo tanto, "es sobre todos". Juan el bautista era un profeta muy importante (Mat. 11:11), pero era "de la tierra".

      Algunos dicen que los vers. 31-36 ya no son las palabras de Juan el bautista, sino las del apóstol (el escritor del libro), pero Juan el bautista era capaz de pronunciar estas verdades (compárense 1:26, 27, 29-36; 3:27-30; Mat. 3:11-12).

 

3:32 Y lo que vio y oyó, esto testifica; -- Cuando Cristo "descendió del cielo" (3:13) para llevar a cabo su misión aquí en la tierra, testificaba lo que había visto y oído en el cielo. "Lo que hemos visto, testificamos" (3:11). Hay hermanos que niegan la deidad de Cristo, reduciéndolo al nivel de los apóstoles, pero éstos no habían visto y oído lo que Cristo había visto y oído.

      Habiendo venido de arriba Jesucristo era "el testigo fiel" (Apoc. 1:5) de cosas celestiales. El tenía conocimiento personal ("vio y oyó"), 3:11, 13. Por lo tanto, su mensaje es la voluntad exacta de Dios para la humanidad (5:19; 7:16, 29; 8:26, 38, 40: 15:15).

      -- y nadie recibe su testimonio. -- Es decir, la mayoría de la gente lo rechazó (1:5, 11), porque el siguiente versículo habla de "El que recibe su testimonio" (Mat. 7:13, 14).

 

3:33 El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. --

      Cristo vino al mundo como el Embajador del Padre y las palabras del Embajador son las de Aquel que lo envió. 8:26, 28; 15:5. En esto se ve la culpa superlativa de los que rechazan este testimonio (PTB). Lo contrario de este texto es: El que no recibe su testimonio, éste no atestigua que Dios es veraz, y si no es veraz ¿qué será? 1 Jn. 5:10, "el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo". El llamar a otro mentiroso es un insulto, porque significa que está desprovisto de carácter moral y que su palabra no vale. Compárese Rom. 3:4.

 

3:34 Porque el que Dios envió, -- Juan era enviado por Dios (1:6), pero aquí esta expresión se refiere a Jesús (como en muchos otros textos: 3:17; 5:36; 6:29; 7:29; 8:42; 9:7; 10:36; 11:42, etc.). El ver. 35 lo confirma.

      -- las palabras de Dios habla (véase ver. 32, textos); pues Dios no da el Espíritu por medida -- La expresión por medida significa escasamente: "Quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto" (Ezeq. 4:16). Como dice el siguiente versículo, "todas las cosas ha entregado en su mano". Juan enfatiza que Jesús era dotado perfectamente, sin límite.

      Algunos citan este texto para afirmar que hay medidas del Espíritu Santo: que los apóstoles recibieron la medida bautismal, que otros recibieron la medida impartida por las manos de los apóstoles, y que los demás cristianos reciben la medida de morar el Espíritu en nosotros. Es cierto que los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo, que impusieron sus manos sobre otros para impartirles los dones del Espíritu, y que el Espíritu mora en los cristianos, pero este versículo dice que Dios no da el Espíritu por medida y, por eso, este texto no debe aplicarse de esa manera.

      Los hermanos que enseñan que el error de que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos (véase 1:14) enseñan que Cristo no tuvo poder inherente o intrínseco, porque fue tentado como hombre. Por eso, dicen que El -- al igual que los apóstoles -- tuvo que recibir poder del Espíritu Santo, pero citan este texto que dice que Dios no le dio el Espíritu por medida (es decir, que no tuvo poder limitado). Si Cristo -- con su poder inherente, poder como Hijo de Dios -- no pudo ser tentado como hombre, ¿cómo pudo ser tentado como hombre si era omnipotente, omnisciente, etc. por el poder del Espíritu Santo? Así es la insensatez de los argumentos de los que niegan la deidad de Cristo.

     

3:35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. -- 5:19, "todo lo que el Padre hace también lo hace el Hijo igualmente"; 5:22, "todo el juicio dio al Hijo"; 5:27, "le dio autoridad de hacer juicio"; 5:26, "ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo"; 17:22, "la gloria que me diste"; 17:8, "las palabras que me diste"; Mat. 11:27 (Luc. 10:22), "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre"; Mat. 28:18 "toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra"; Efes. 1:22, "lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia".

 

3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna (1 Jn. 2:25); pero el que rehúsa creer (no obedece, LBLA) en el Hijo no verá la vida, -- Este texto muestra claramente que el creer en Cristo equivale a obedecerle. Además, los verbos pisteuon (cree) y apeithon (no obedece) son gerundios y, por eso, no expresan un solo acto, sino una manera de vida. La traducción de La Biblia de las Américas de la palabra apeithön es la correcta. Literalmente significa no persuasible. Compárese Luc. 16:31. Pablo y Bernabé, "hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios" (Hech. 13:43; 19:8). Muchos judíos estaban "persuadidos de que Juan era profeta" (Luc. 20:6).

      Aun el bautista A. T. Robertson dice: "El que rehúsa creer (ho apeithön). 'El que es desobediente al Hijo'". ¿Qué significa creer en el Hijo? Para entenderlo pregúntese ¿cuál es lo opuesto de creer? Ser desobediente. Obviamente, pues, creer equivale a obedecer.

      En Hech. 14:2 este verbo se traduce no creían (desobedecieron, LBLA, margen); Hech. 19:9, no creyendo (desobedientes, LBLA); 1 Ped. 2:7, no creen; Rom. 2:8, no obedecer; 11:30, 31, desobedientes; 1 Ped. 2:8; 3:20, desobedientes; 1 Ped. 4:17, no obedecen; Heb. 3:18, desobedientes (el ver. 19 habla de su incredulidad, es decir, los incrédulos -- los que no creen -- son desobedientes.

      Cuando el pueblo de Israel se rebeló contra Dios, El dijo, "¿Hasta cuándo no me creerán?" Núm. 14:11. "Me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz" (ver. 22). "No verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado (desdeñaron, LBLA) la verá" (ver. 23). Este texto claramente demuestra que la frase "no creer" significa no obedecer.

      Otro ejemplo de lo mismo es Núm. 20:8-13. Dios dio tres mandamientos a Moisés y Aarón: tomar la vara, reunir el pueblo, y hablar a la peña, pero Moisés tomó la vara, reunieron al pueblo y dijeron al pueblo, "¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? y entonces Moisés alzó la mano y golpeó la peña con su vara dos veces". Por su desobediencia Dios les dijo, "Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado". Véase Deut. 32:48-52, "Sube ... mira la tierra de Canaán ... verás ... la tierra; mas no entrarás allá". Ante los ojos de Dios el desobedecer equivale a no creer, y también significa no santificar a Dios, porque al golpear la peña dos veces (Dios había dicho, "hablad a la peña") y dejaron la impresión de que ellos mismos habían sacado el agua de la peña. Moisés "habló precipitadamente con sus labios" (Sal. 106:33). ¿Cómo describe Dios su pecado? "No creísteis en mí" (Núm. 20:12), "fuisteis rebeldes a mi mandamiento" (ver. 24); "pecasteis contra mí ... no me santificasteis en medio de los hijos de Israel" (Deut. 32:51).

      Oramos, "Santificado sea tu nombre" (Mat. 6:9), pero santificamos su nombre cuando escuchamos y obedecemos su palabra.

      Compárese también la palabra hupekousan que aparece en Rom. 10:16. Literalmente, esta palabra significa "no hacer caso, no tener en cuenta" (LBLA), pero se traduce (correctamente) no obedecer. El evangelio fue predicado al pueblo de Israel (véase Gál. 3:8), pero no obedecieron al evangelio (no  escucharon, no hicieron caso al evangelio, no prestaron atención al mensaje); eran rebeldes (ver. 21, la misma palabra; otra vez en 15:31); Heb. 11:31, desobedientes.

      En Hech. 12:13, se traduce simplemente escuchar (así es su sentido radical); Mat. 8:27, "aun los vientos y el mar le obedecen" (le escuchan, le hacen caso); Mar. 1:27, "con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen" (le escuchan, le hacen caso ); Hech. 6:7; 7:39; Rom. 6:17; Efes. 6:1; 2 Tes. 1:8.

      Recuérdese el ejemplo de Abraham quien "creyó a Dios y le fue contada a (para) justicia" (Gén. 15:6, VM). La palabra creer abarca la aceptación de la autoridad del Señor y la obediencia.

      -- sino que la ira de Dios está (permanece, LBLA) sobre él. -- Rom. 2:8; Apoc. 6:16; 19:15. La ira de Dios permanece sobre los que no obedecen al evangelio de Cristo, simplemente porque "él es la propiciación por nuestros pecados" (1 Jn. 2:2). El evangelio es la misericordia de Dios, pero los que rechazan el evangelio rechazan también la misericordia de Dios y "la ira de Dios permanece sobre él".

      Este texto suena como las palabras de Juan el bautista en Mat. 3:10-12.

      En cuanto a seguir a Cristo no hay término medio. Hay solamente dos categorías de gente: los que creen en Cristo (le obedecen) y los desobedientes. Hay solamente dos caminos (Mat. 3:13, 14), dos maneras de construir la casa de la vida (Mat. 7:24-27) y dos destinos (Mat. 25:31-46).

 

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Juan 4

 

      Ahora Juan explica la razón por la que Jesús salió de Judea para volver a Galilea.

 

4:1, 2 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan -- compárese 3:26, los discípulos de Juan dijeron, "todos vienen a él (Cristo)". Por esta causa, como los fariseos habían investigado a Juan (1:19, 24), ahora harían lo mismo con Jesús, pero la hora de Jesús no había llegado y El no estaba listo para la confrontación con ellos, pues todavía tenía mucho trabajo que hacer tanto en Galilea como en Judea.

 

4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), -- No convenía que Jesús bautizara con sus propias manos porque, sin duda, si lo hubiera hecho, los bautizados por El se habrían elevado sobre los demás (compárese 1 Cor. 1:14, 15). La eficacia del bautismo no depende del bautizador, sino del corazón (el entendimiento y la voluntad) del bautizado. Se puede decir, pues, que todos los que se bautizan de acuerdo con la instrucción de Jesús son bautizados por El. El bautismo bíblico no es, pues, una obra de la justicia humana (como el calvinismo enseña) sino una obra de Cristo.

 

4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. -- Véase Mat. 4:12; Mar. 1:14. Jesús volvió a Galilea por causa del encarcelamiento de Juan y porque los fariseos se daban cuenta de que Jesús bautizaba más discípulos que Juan. Su popularidad provocaba la envidia de los judíos (Mat. 27:18).

 

4:4 Y le era necesario pasar por Samaria. -- Samaria era una provincia que recibió su nombre de la ciudad de Samaria, la capital del reino de Israel (el reino del norte compuesto de diez tribus). Esta provincia estaba entre Judea y Galilea. Debido a la enemistad entre los judíos y los samaritanos (ver. 9) comúnmente los judíos viajaban unos siete días para ir de Galilea a Jerusalén (evitando Samaria y pasando por Perea al este del Jordán), pero la ruta directa -- a través de Samaria -- era viaje de solamente unos tres días. A Cristo "le era necesario" pasar por Samaria, porque (1) era la ruta más corta; (2) El no tenía prejuicio contra los samaritanos y, por eso, no tenía por qué evitar el país; y (3) de una vez quería romper barreras y abrir campo para la conversión de los samaritanos (compárese Hechos 8:5-12), pero (4) sobre todo, le era necesario pasar por Samaria, como era "necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado" (Luc. 4:43); le era necesario "ir a Jerusalén y padecer ... y ser muerto, y resucitar al tercer día" (Mat. 16:21); y le era necesario "hacer las obras del que me envió" (Jn. 9:4); es decir, le era necesario hacer la voluntad del Padre.

 

4:5, 6 -- Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. -- En este capítulo se observa tanto la humanidad de Cristo ("cansado", tenía sed, 19:28) como también la deidad de Jesús (ver. 18, omnisciente). Jesús llegó a ser hombre "para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo ... y para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo" (Heb. 2:14-18; 4:15, 16). La "hora sexta" era las seis de la tarde (tiempo romano) o las doce del día (tiempo judío).

 

4:7-8 -- Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (Gén. 24:13, 14; Ex. 2:16). Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. -- Los discípulos hubieran ofrecido dinero para sacar agua, pero Jesús concedió a la mujer la oportunidad de hacerle un favor (JWM).

 

4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? -- Ella pregunta, "¿Cómo?" y la respuesta fue que Jesús pidió un favor para que le pudiera hacer un favor mucho más grande. De esa manera Jesús abrió la puerta para poder enseñarle, hablando de una cosa que a ella le interesaba. No solamente enseñó a esta mujer, sino que a través de ella enseñó a muchos samaritanos (vers. 39-42).

      -- tú, siendo judío -- esto indica que Jesús tenía la apariencia (ropa, habla, etc.) de judío. Tal vez esta mujer haya creído que Jesús, siendo judío, le odiaba pero que ahora por causa de la sed se humillaba para pedirle este favor. Aunque en otra ocasión prohibieron que sus apóstoles entraran "en ciudad de samaritanos" (Mat. 10:5), El no dejó de demostrar su amor por ellos (Luc. 10:30-37; 17:12-17; Juan 4). Para la samaritana Jesús era "judío", "Señor" (ver. 11), "un profeta" (ver. 19); y "el Cristo" (ver. 29).

      -- Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. -- (1) Porque los antepasados de los samaritanos eran las diez tribus que se rebelaron contra Roboam, hijo de Salomón, para formar el reino del norte llamado Israel con Samaria por capital (1 Reyes 12:25-33), y (2) porque cuando los judíos volvieron de la cautividad en Babilonia, rehusaron que los samaritanos colaboraran con ellos en la construcción del templo (Neh. 2:10, 19; 4:1-3). Para insultar a Jesús los judíos decían, "¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?" (8:48). Para evitar tales insultos (y aun injuria física) de los samaritanos, los judíos de Galilea pasaban por Perea (al este del río Jordán) para ir a las fiestas solemnes de Jerusalén. Cuando los samaritanos no querían recibir a Jesús, Jacobo y Juan dijeron, "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?" (Luc. 9:53, 54). En cuanto a la vida social los judíos y los samaritanos no se trataban entre sí, pero éstos no rechazaron el dinero de aquéllos (ver. 8).

 

4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios (3:16; 2 Cor. 9:15, el supremo don de Dios estaba en ese momento sentado junto al pozo) y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. -- 2:24, 25. En esto comenzamos a ver lo universal del evangelio. Jesús era enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel (judíos), pero tenía mucho interés en los samaritanos (Luc. 10:30-37; 17:11-19) y en los gentiles (Mat. 8:5-13; 15:21-28). No nos sorprende que después de morir Jesús enviara a sus apóstoles a los samaritanos (Hech. 1:8) como también "a lo último de la tierra".

      Jesús, conociendo el corazón de esta mujer, sabía que si ella le hubiera conocido, ya le habría pedido el agua viva. El "agua viva" corre (Gén. 26:19; Lev. 14:5, "aguas corrientes") en contraste con agua almacenada, como en una cisterna. Véase 7:37-39 que trata de la obra del Espíritu Santo, "de su interior correrán ríos de agua viva". Por causa de la sed los dos habían llegado al pozo, pero el alma también tiene sed y todos los que tengan sed espiritual (Mat. 5:6) deben acudir a Cristo (Apoc. 22:17).

      Continuamente Jesús se refería a las cosas naturales para enseñar lecciones espirituales: p. ej., las aves, los lirios, la tormenta, la simiente, la siembra y la cosecha, el pescador, la red, etc.

      Jesús nos deja un buen ejemplo del evangelismo espontáneo. Para iniciar su enseñanza habló de algo de interés común, y pronto introdujo su tema espiritual. Muchas iglesias tienen actividades programadas para la obra personal, pero el mejor evangelismo está ilustrado aquí en Juan 4.

 

4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? -- Compárese 3:4. Es normal que la mente humana entienda las palabras en su sentido literal, pero si el sentido literal no es razonable, es necesario que se entiendan en el sentido figurado.

 

4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob (compárese Mat. 12:41, 42), que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? -- ¿Cómo podía este extranjero ser mayor que Jacob quien tenía grandes riquezas? Ella dice "nuestro padre" Jacob, pero Jesús hablaba de los samaritanos como extranjeros (Mat. 10:5; Luc. 17:18). Sin embargo, en cuanto al pozo, es cierto que Jacob lo dio a José del cual los samaritanos eran descendientes.

      Cuando Jesús instituyó la cena del Señor, "tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos" (Mateo 26:27). Al leer este texto algunos hermanos insisten en que se use una sola copa y que todo participante toque sus labios al recipiente del fruto de la vid, pero en Juan 4:12 la mujer samaritana, hablando del pozo de Jacob, dijo que "nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados". ¿Quería decir que tocaron el pozo con sus labios? Tampoco significa la expresión "bebed de ella todos" que todos deberían tocar sus labios al mismo recipiente. La copa es el contenido (el fruto de la vid).

 

4:13-14 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; -- El agua es una de las bendiciones más grandes de Dios y, por eso, de muy alta estima, pero junto con toda provisión física, satisface sólo por poco tiempo y volvemos a tener sed. La mejor ropa -- la más costosa -- por deseable que sea, pronto se acaba. Así también las casas, los muebles, los automóviles y todas las cosas terrenales son de poca duración.

      -- mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; -- Compárese 6:27, la comida que perece y la que para vida eterna permanece. Jesús es el pan verdadero que satisface el apetito del alma (6:35). "Venid a mí ... yo os haré descansar" (Mat. 11:28)

      -- sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. -- (Apoc. 21:6).

 

4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. -- Todavía le faltaba entendimiento acerca de la naturaleza de esta agua y de lo que le costaría recibirla, pero aunque estuviera confusa ya había comenzado a tener fe en Jesús y ansiosamente pidió el agua que le ofrecía.

 

4:16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. -- ¿Con qué propósito le dijo esto? Para que ella entendiera su necesidad del agua que le ofrecía, como también lo que le iba a costar. A millones de personas que están mal en su matrimonio, Jesús dice, "llama a tu cónyuge, y ven acá" para que aprendan la voluntad de El con respecto al matrimonio (Mat. 5:32; 19:9). También dice a todos los demás, "trae lo que te ha separado de Dios, y ven acá".

 

4:17-18 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. -- 2:24, 25. Jesús el Buen Médico entendía perfectamente la enfermedad espiritual de esta persona. Obviamente los samaritanos tenían la misma actitud que los judíos acerca del matrimonio (Mat. 19:3). La samaritana no mintió a Jesús, pero se duda que haya pensado hablarle acerca de su vida matrimonial.

      Otra vez Jesús demostró que era omnisciente. Para El la vida de todos era como un libro abierto (Heb. 4:12, 13).

 

4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. -- No negó lo que le dijo, sino que reconoció que lo que El dijo acerca de ella era cierto y, por eso, concluyó que Jesús era profeta. Compárese 1:48, 49; 3:2.

 

4:20 Nuestros padres adoraron en este monte (Monte Gerizim), -- ¡Cuántos millones adoran a Dios (o a sus propios dioses) simplemente porque así "nuestros padres" adoraron! Son pocos los que se apartan de la religión de sus padres. Además, hay peligro de que los hijos de los hermanos fieles tengan solamente una religión "heredada", es decir, que asistan a los servicios, y aun se bauticen, porque es lo que sus padres hicieron.

      -- y vosotros (judíos) decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. -- Parece que ella quería cambiar de tema para no seguir hablando acerca de su vida matrimonial (esta es la actitud de mucha gente que está mal en su matrimonio), pero también es muy posible que al convencerse que Jesús era profeta de Dios, quisiera aprovechar la oportunidad para resolver una cuestión seria entre los judíos y los samaritanos con respecto al lugar correcto para adorar a Dios.

      Los samaritanos basaban su confianza en el monte Gerizim como el lugar donde se debería adorar por las siguientes razones: (1) Dios había aparecido a Abraham en ese sitio (Gén. 12:6, 7); (2) Jacob había vivido allí (Gén. 33:18); (3) José había llegado a ese lugar buscando a sus hermanos (Gén. 37:12, 13); (4) Josué había leído las bendiciones y las maldiciones en ese lugar (Josué 8:33); (5) y había dado allí su discurso final (Josué 24:1); y (6) los huesos de José fueron sepultados allí (Josué 24:32). Sin embargo, todo aquello era razonamiento humano, pues Dios había escogido a Jerusalén (1 Reyes 9:3) "para poner allí su nombre para su habitación" y dijo, "ése buscaréis, y allá iréis" (Deut. 12:5, 11).

 

4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora (el tiempo) viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. -- ver. 24; 1 Tim. 2:8. Antes de contestar la pregunta de la samaritana, Jesús "llegó al grano", afirmando que un nuevo orden estaba por establecerse en el cual ni Jerusalén ni ese monte tendrían importancia. Esta profecía habrá sido muy agradable para la samaritana, pues este Profeta judío dijo que la hora vendría cuando los samaritanos podrían adorar a Dios sin subir a Jerusalén. Aparte de eso, aunque sus "padres adoraron en este monte", ellos no lo harían; más bien, ellos serían librados de los muchos requisitos externos de su religión nacional.

 

4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; -- Jesús no quería insultar a esta mujer, sino que quería ganar su alma, pero solamente la verdad salva; por eso, tuvo que decirle que los samaritanos estaban equivocados. Aunque profesaran adorar al Dios verdadero, en realidad El era para ellos (como lo era para los atenienses) el Dios no conocido. Parte de su culto se basaba en las prácticas paganas (los que tenían más influencia entre ellos eran los magos, Hech. 8:9-11), y parte en el Pentateuco (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento), la única sección de las Escrituras hebreas que aceptaban. No aceptaban el resto del Antiguo Testamento por causa de las muchas referencias a Jerusalén como el lugar designado por Dios para la adoración.

      -- nosotros adoramos lo que sabemos -- Muchos judíos también se habían apartado de la revelación de Dios, y seguían las tradiciones de los ancianos (los maestros ciegos, Mat. 15:8, 9, 14), pero la expresión "adoramos lo que sabemos" se refiere a la revelación de la voluntad de Dios en el Antiguo Testamento. Dios no acepta el culto inventado por los hombres (culto voluntario, Col. 2:20-23; Mat. 7:21-23; Lev. 10:1-2; 2 Crón. 26:16-21).

      -- porque la salvación viene de los judíos. -- Por esta razón Dios mantenía su contacto con los judíos por medio de los profetas, porque del linaje de Judá y de la familia de David vendría el Salvador del mundo (4:42). "¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios" (Rom. 3:1, 2). Isa. 2:3, de Jerusalén saldría la Palabra del Señor.

 

4:23 Mas (Pero, LBLA) -- 1:17. El vocablo pero es muy significativo. Enfáticamente Jesús dijo que habría cambio de religión. No dijo que los samaritanos (mucho menos los gentiles) debieran guardar la ley de Moisés, sino que señaló un cambio total de ley (Heb. 7:12; 8:7-13; 10:9, 10). Millones de profesados "cristianos" ignoran este pero e imponen los mandamientos y prácticas de la ley de Moisés que les convienen (p. ej., el diezmo, el instrumento de música, el quemar incienso).

      -- la hora viene, y ahora es (Mat. 3:2; 4:17; Hech. 8:5, 12), cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; --  Como la conversión tiene que ser espiritual (3:5), así también la adoración tiene que ser espiritual. Ahora la morada de Dios no será "ni aquí en este monte ni en Jerusalén", sino en el espíritu (el corazón) del hombre. El lugar (templo o monte) ya no era lo importante, sino la adoración enseñada por Dios (la verdad), ofrecida con toda sinceridad (con el espíritu) de verdaderos hijos. El templo de Dios ahora es la iglesia (Efes. 2:20; 3:21; 1 Cor. 3:17; 6:19, 20).

      -- porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. -- Bajo la dispensación mosaica Dios requería que su pueblo ofreciera sacrificios solamente en Jerusalén, y ahora bajo la ley de Cristo el sitio indicado es el corazón ("alabando al Señor en vuestros corazones", Efes. 5:19). El "sacrificio de alabanza" es "el fruto de labios" (Heb. 13:15), el "hacer bien" (Heb. 13:16), el ofrendar para tener comunión con los que predican el evangelio (Fil. 4:18), etc., pero estos actos de servicio no serán aceptables ante los ojos de Dios a menos que procedan del corazón (2 Cor. 9:7, "como propuso en su corazón").

      Al buscar a los perdidos Cristo buscaba adoradores de Dios. Luc. 19:10. Cristo quería que Nicodemo, la mujer samaritana, y Zaqueo fueran verdaderos adoradores de Dios. Dios nos quiere salvar para que le sirvamos y adoremos.

 

4:24 Dios es Espíritu; -- Por eso, no se limita a un templo hecho por manos humanas (1 Reyes 8:27; Hech. 7:47-50; 17:24-28), sino que siendo Espíritu su presencia llena el universo y se puede adorar en todo lugar. La Biblia habla figuradamente de los ojos, oídos, manos y alas de Dios, pero Dios es Espíritu y, por eso, es eterno, omnipotente, omnipresente, omnisciente, etc., y debe ser adorado con toda reverencia (Isa. 6:2, 3, "Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos"). "Tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor" (Heb. 12:28, 29).

      -- y los que le adoran, en espíritu -- Rom. 1:9 "a quien sirvo en mi espíritu"; Efes. 6:18, "orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu". La adoración que Dios desea no es carnal (para diversión) ni superficial (formalidad fría) sino espiritual. El quiere sacrificios espirituales no solamente en las reuniones de la iglesia, sino también en nuestra vida diaria (Rom. 12:1, 2, "presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo"; 1 Ped. 2:5; Heb. 13:15; Fil. 4:18). "No habita en templos hechos por manos humanas", y "no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres" (Hech. 17:23-31).

      Por eso, es necesario que adoremos de corazón (Rom. 6:17, "habéis obedecido de corazón"); es decir, con entendimiento, de buena voluntad, y con amor y gozo (2 Cor. 8:24, "Mostrad ... la prueba de vuestro amor"; 9:7 "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre"). Es necesario evitar dos cosas: (1) el culto basado en los mandamientos de los hombres, y (2) el culto que, aunque basado en la verdad, sea una formalidad fría. Todos sabemos acerca de los excesos y abusos de los carismáticos, pero no por eso debemos suprimir la emoción y alegría en el culto.

      Jesús nos enseña que es necesario preparar el corazón para adorar a Dios, para alabar "la misericordia de Dios, y sus maravillas para con los hijos de los hombres" (Sal. 107:8, 15, 21, 31). Antes de  adorar a Dios, debemos perdonar a otros para que Dios nos perdone (Mat. 6:12-14) y buscar la reconciliación con el hermano (Mat. 5:23, 24). "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Heb. 4:16). "Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe" (Heb. 10:22). "Ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías" (Deut. 16:16).

      ¿Por qué asistimos al culto de adoración? ¿Para ver a otros y para ser vistos por ellos? ¿Para mirar a los infantes y niños y jugar con ellos? ¿Para ver cuántas veces podemos ir al baño o salir para tomar agua? Si de esta manera "adoramos" a Dios en las reuniones ¿cómo le adoramos en casa?

      "Hágase todo decentemente y con orden" (1 Cor. 14:40; 11:20-29).

      Después de cada reunión de la iglesia debemos preguntarnos, ¿alabé a Dios de todo el corazón? ¿soy edificado y más animado para el servicio de Dios? ¿Cómo ha influido en mí el culto?

      -- y en verdad es necesario que adoren. -- no solamente con toda sinceridad, sino también conforme a las enseñanzas del Nuevo Testamento (1 Cor. 2:11-13). ¿Cómo alababan y adoraban a Dios los discípulos de Cristo? (1) Enseñaban la Palabra de Dios (Hech. 5:42), (2) oraban a Dios, en el nombre de Cristo (Hech. 4:24-31; Col. 3:17); (3) cantaban himnos (Efes. 5:19; Col. 3:16); (4) cada primer día de la semana participaban de la cena del Señor (Hech. 2:42; 20:7); y (5) ofrendaban (1 Cor. 16:1, 2). Esto es el patrón (2 Tim. 1:13) dejado por los apóstoles.

      Dios no permite que el hombre substituya esta adoración con "culto voluntario" (Col. 2:20-23), es decir, culto inventado por los hombres. Véanse Mat. 7:21-23; 15:1-14; Heb. 11:4 (Gén. 4:4, 5); Lev. 10:1, 2; 2 Crón. 26:16-21.

      La lista de los actos de culto inventados por los hombres es interminable: la confesión auricular, el "bautizo" de infantes, el "bautizo" por aspersión, el "bautizo" por los muertos, el quemar incienso, el canonizar a los "santos", el celibato del "clero", la extrema unción, la invocación a María y los santos, las oraciones por las almas en el purgatorio, la penitencia, el rosario, la misa, la señal de la cruz, el uso de instrumentos de música, el rociar agua "bendita", y muchas otras cosas.

      Ahora bien, ¿quién negaría que por lo menos algunas de estas cosas son tradiciones de hombres? Si alguna o algunas de estas cosas son tradiciones de hombres, todas estas cosas son tradiciones de hombres y son rechazadas por el Señor (Mat. 15:1-14).

     

4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. -- Al decir esto admitía que el conocimiento de los samaritanos era defectuoso. Ella anhelaba la iluminación perfecta. Recuérdese que los samaritanos aceptaban el Pentateuco y, por eso, esperaban al Profeta anunciado por Moisés en Deut. 18:15-18. Al parecer, los samaritanos no hablaban del Mesías como un rey o libertador, sino como el Profeta. El concepto que esta mujer tenía de Cristo como Maestro  de "todas las cosas" era mejor que el de los judíos que solamente esperaban un conquistador militar.

 

4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. -- Comúnmente no habló con tanta franqueza de su identidad. Vuelve a hacerlo con el que nació ciego (9:37). Cuando Pedro lo confesó "mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era el Cristo" (Mat. 16:16, 20), porque en Galilea le sobraba fama. Tuvo que suprimir y controlar el entusiasmo del pueblo para evitar la confrontación prematura con los oficiales de Jerusalén, pues en ese tiempo no había llegado su hora.

 

4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; -- Los rabinos decían, "Que nadie hable con mujer en la calle, ni siquiera con su esposa".

      -- sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? -- Esto indica el gran respeto que los discípulos tenían por Jesús. Aceptaron su acción aunque no la entendieron.

 

4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: -- ¿Por qué Nicodemo no salió con el mismo entusiasmo para invitar a otros a escuchar a Jesús? (1 Cor. 1:26). Esta mujer fue al pozo para sacar agua, agua literal, que es de suma importancia a todo ser humano y para llevarla a su casa. No pensaba llegar al pozo y volver sin el agua. Solamente algo muy importante podría afectarle de esa manera. Después de oír palabras de Jesús acerca del agua viva, por el momento se le olvidó el agua del pozo de Jacob y, dejando allí su cántaro, volvió a la ciudad para proclamar la más importante verdad que jamás se había escuchado. Había encontrado el agua viva y quería que otros también la descubrieran. De la misma manera los apóstoles dejaron sus redes y Mateo dejó el banco de tributos para seguir a Jesús.

 

4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. -- Si queremos convencer a otros que Jesús es el Cristo, debemos recordar las palabras "Ven y ve" (1:39, 46; Mat. 28:6). De esta manera, tienen que investigar, estudiar y pensar por sí mismos. Los que tienen verdadera fe en Cristo la proclaman a otros (1:46). Parece que esta mujer consideraba que su experiencia con seis hombres era "todo cuanto he hecho".

      Algunos han comentado sobre la obra de Jesús en Samaria diciendo que El no hizo milagros allí. Que sepamos no sanó a los enfermos ni echó fuera demonios, pero demostró un atributo divino (la omnisciencia) al decir a la mujer todo cuanto había hecho.

      -- ¿No será éste el Cristo? -- Para esta mujer la omnisciencia de Cristo era suficiente evidencia para probar que El era el Cristo, y quería que otros la tomaran en cuenta y que juzgaran por sí mismos.

 

4:30-32 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. -- Ellos tenían su comida y El tenía la suya. ¿Qué era la comida de Cristo? Ver. 34. En estos momentos recibía alimento mejor que la comida ordinaria al observar el entendimiento y la fe de esta mujer, y la llegada de otros de la ciudad para escucharle. En otra ocasión había aguantado cuarenta días sin comer (Mat. 4:2); por eso, no le sería difícil soportar el hambre para dar de comer a los samaritanos. Véase 6:27.

 

4:33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? --  Los discípulos -- al igual que Nicodemo y la mujer samaritana -- entendían las palabras de Jesús en su sentido literal. ¿Cómo podían creer que alguien de Samaria le hubiera traído comida?

 

4:34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. -- 5:30; 6:38; 15:10. Este texto revela claramente que la obra de Cristo era espiritual; como ahora andaba enseñando y convirtiendo gente, pronto iba a morir por ellos para salvar su alma. Jesús no hizo milagros simplemente para llenar estómagos ni para sanar cuerpos enfermos, sino para que la gente creyera que El es el Hijo de Dios, porque la salvación del alma se basa en esa fe (20:31, 31).

 

4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. -- Ahora Jesús cambia la figura. En lugar de hablar de alimento, emplea la figura de sembrar y segar (Mat. 9:36-38; 13:1-9, 18-23; 13:24-30, 36-43; 13:37). Ya estaba llegando la gente samaritana para ver y oír a Jesús (ver. 30) y de ellos El habló ("alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega"). Normalmente en ese país la cosecha requería seis meses, y en ese momento todavía faltaban cuatro meses, pero para Jesús ya había llegado el tiempo de la cosecha en Samaria, una cosecha mil veces más valiosa que la cosecha de grano. (Con razón el trabajo de Felipe llevó mucho fruto entre ellos, Hech. 8:5-12).

      Al visitar a una ciudad grande ¿qué vemos? ¿Solamente los rascacielos, muchos vehículos y toda clase de mercancía? ¿Vemos a la gente como pecadores perdidos, como almas preciosas? Hech. 18:10, "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad" (Corinto).

 

4:36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, --  La salvación de almas es la recompensa de la cual Jesús habla. "El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre" (Mat. 13:37) y la estaba sembrando ese mismo día en Samaria. Su salario era el fruto que cosechaba. Compárese Mat. 18:15, "ganar" al hermano (¿habrá ganancia que valga más que esta?) Pablo exhortó a los filipenses a que siguieran fieles, "asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado" (Fil. 2:16). "Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados" (Fil. 4:1). "Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida. Vosotros sois nuestra gloria y gozo" (1 Tes. 2:19, 20).

      La fiesta de Pentecostés era la fiesta de la cosecha. Dios escogió esta ocasión para la cosecha de tres mil almas (Hech. 2:41).

      Muchos textos hablan de la bendición que reciben los que ganan almas (Prov. 11:30; Dan. 12:3; Sant. 5:19, 20).

      Si el tiempo de la cosecha física es tiempo gozoso (Deut. 16:13-15; Sal. 126: 5, 6; Isa. 9:3), ¡cuánto más gozoso es el tiempo de la cosecha espiritual!

      -- para que el que siembra goce juntamente con el que siega. -- Este es el plan divino y es muy alentador. Según este plan todo obrero del Señor participa de la gloriosa siega. La cosecha no pertenece solamente al segador, sino también al sembrador; no hay competencia entre el sembrador y el segador, porque los dos están perfectamente unidos en la obra y ante los ojos de Dios, el sembrar es tan importante como el segar y los dos se gozarán (serán recompensados).

      Normalmente el sembrar es trabajo laborioso como dice el Sal. 126:5, 6, "Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas", pero en el campo espiritual el sembrador se goza con el segador. Compárese lo que dice Amós 9:13, "He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente"; es decir, el sembrar y el segar serían acciones simultáneas. Esto indica el crecimiento rápido de los cultivos. Las personas sinceras -- las que tengan hambre y sed de justicia -- llegan muy pronto al conocimiento de la verdad y, de esa manera, casi son simultáneos el sembrar y el segar.

      En el Día Final no habrá discusión acerca de quién haya sembrado o de quién haya segado para efectuar la conversión de almas.

 

4:37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. -- 1 Cor. 3:6. En esta ocasión Jesús sembró y los apóstoles participaron en la siega. Jesús y sus discípulos segaron discípulos ganados por Juan el bautista, y comenzando el día de Pentecostés, los apóstoles cosecharon discípulos enseñados por Juan y Jesús. Muchas veces hay conversiones durante una semana de servicios especiales que son el resultado no solamente de la predicación de esa semana, sino también de la enseñanza paciente de los miembros de la iglesia.

      Lo verdadero del proverbio se ve en muchos textos. "Por ejemplo, un hombre puede segar donde no ha sembrado (Deut. 6:11; Josué 24:13), o puede ser que un sembrador nunca experimente la alegría de segar lo que ha plantado (Deut. 28:30; Job 31:8; Miq. 6:15): algún otro puede hacer la siega. Pero en el campo espiritual lo normal es que un hombre siegue donde otro ha sembrado" (GH).

      Todo siervo de Dios debe recordar que su obra de sembrar la buena semilla nunca es en vano (1 Cor. 15:58). Según el plan de Dios la obra es una, y el sembrador comparte con el segador.

      En muchos casos la siega de un alma es el resultado de mucha siembra; es decir, muchos están involucrados: padres y otros parientes cristianos, vecinos y otros compañeros cristianos (p. ej., los del trabajo o de la escuela). Las clases bíblicas a las que muchos jóvenes han asistido desde la niñez tienen mucho que ver con su conversión. La literatura que haya leído, la predicación por radio que haya escuchado, las clases en el hogar que haya asistido, etc. tienen que ver con la conversión. En fin, muchas personas y muchas cosas tienen su parte en la conversión de almas.

 

4:38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. -- Moisés, los profetas y otros hombres fieles habían sembrado mucha simiente entre el pueblo de Israel aun durante los días de su apostasía. Entonces Juan el bautista había persuadido a muchas personas a arrepentirse. En esta misma ocasión Jesús había sembrado la simiente en el corazón de la mujer samaritana y ella la estaba sembrando entre los otros del pueblo.

 

4:39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. -- El testimonio de esta mujer tenía mucha fuerza por causa del entusiasmo y convicción con que hablaba. Los judíos rechazaron todo el testimonio a favor de Jesús de Nazaret: el testimonio del Padre, el testimonio de Juan, el testimonio de las obras de Jesús, el testimonio de las Escrituras y el testimonio de Moisés (Juan 5:32-47), pero los samaritanos creyeron en El por el testimonio de esta mujer pecadora. ¿Por qué no tuvo Nicodemo el mismo entusiasmo que los samaritanos para creer en Cristo?

     

4:40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; (una invitación muy rara para un judío) y se quedó allí dos días. -- Muchos judíos ("los suyos") no recibieron a Jesús, pero estos extranjeros (Luc. 17:18) "le rogaron que se quedase con ellos". Entre el atrio de los gentiles y el atrio de Israel había una división y si algún samaritano se hubiera atrevido a entrar en el atrio de Israel habría sufrido la pena de muerte. Sin embargo, en esta ocasión Jesús comenzó a derribar esa barrera y pronto los samaritanos podrían entrar libremente en el glorioso templo de Jesús.

 

4:41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, -- Pedían y recibían el "agua viva". Los samaritanos eran nobles como lo eran los de Berea (Hech. 17:11), eran "buena tierra" (Luc. 8:15), eran pobres en espíritu que tenían hambre y sed de justicia (Mat. 5:3, 5). Si estos samaritanos recibieron a Jesús y creyeron en El, ¿por qué en otra ocasión rehusaron recibirle? Luc. 9:51-56. En este otro caso el terreno no estaba preparado por alguna "mujer samaritana".

      Esta historia nos recuerda otra vez de la maravillosa providencia de Dios. Por causa de la hostilidad de los principales judíos Jesús salió de Judea y por causa del testimonio de esta mujer los samaritanos abrieron sus puertas y corazones a Jesús como el Salvador del mundo (AC).

 

4:42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos (Juan dice que "creyeron", y ellos dijeron, "sabemos") que verdaderamente éste es el Salvador (Mat. 1:21; Luc. 2:11; Hch. 5:31; Efes. 5:23, etc.) del mundo, el Cristo. -- 1 Jn. 4:14. "Jesús está de pie delante de nosotros hoy en día en persona en su Palabra, y podemos oírle directa y personalmente en esa Palabra como si nos hubiéramos sentado entre los oyentes de Sicar. Ellos lo tuvieron solamente por dos días, pero nosotros podemos tenerlo todos los días" (RCHL).

      Los judíos querían obligar a Jesús a ser rey para quitar el yugo de Roma (6:15), pero los samaritanos entendían que Cristo era el Salvador del mundo (compuesto de judíos, samaritanos, gentiles). Es muy obvio que los samaritanos eran "buena tierra" (Luc. 8:15), personas listas a recibir la simiente y llevar fruto para Dios. Por haber recibido tantas bendiciones y privilegios de Dios los judíos se llenaban de orgullo y vanidad, de modo que rechazaron a Cristo, pero los samaritanos, con muy limitadas bendiciones, lo recibieron con toda prontitud y con gratitud.

      Jesús dijo a los judíos, "¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra" (Juan 8:43). Los samaritanos entendían el lenguaje de Jesús porque podían escuchar su palabra.

 

4:43 Dos días después, salió de allí y fue a Galilea. -- Los versículos 4-42 son un paréntesis. Ahora sigue la narración de la obra de Jesús en Galilea, una provincia menospreciada por los judíos (7:41, 52). Juan habla poco del ministerio de Jesús en Galilea, pero Mateo, Marcos y Lucas lo describen ampliamente. La obra de Jesús en Galilea cumplió la profecía de Isa. 9:1, 2 (véase Mat. 4:12-16).

      Es necesario recordar que conforme al plan de Dios Jesús no fue enviado a los gentiles ni a los samaritanos, sino "a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 10:5; 15:24). De otro modo, seguramente habría pasado mucho tiempo en Samaria, pero El sabía que muy pronto el evangelio sería predicado a ellos. Poco antes de ascender al cielo dijo a los apóstoles, "me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hech. 1:8). El cumplimiento de esta promesa se ve en Hech. 8:5-12 cuando "Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo".

      Sin duda los samaritanos lo hubieran detenido para que siguiera predicándoles pero, aparte de lo dicho en el párrafo anterior, había otra razón para su salida aun de un campo fructífero. En otra ocasión "le detenían para que no se fuera de ellos. Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado" (Luc. 4:42, 43).

 

4:44 Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra. -- Juan dice porque, es decir, ahora explicará por qué Jesús no dejó de volver a Galilea. Nació en Judea, pero fue criado en Galilea en el pueblo de Nazaret. Por eso, Galilea era "su propia tierra" (Luc. 4:24; 23:5-7). Jesús estuvo en Nazaret cuando dijo que el profeta no tiene honra en su propia tierra (Mat. 13:57; Mar. 6:4; Luc. 4:24). "Ni aun sus hermanos creían en él" (7:3). El orgullo y la envidia evitaron que sus familiares y conocidos creyeran en El.

      Por lo tanto, puesto que Jesús no tenía honra en su propia tierra, tenía que buscarla en otro lugar. Esto es precisamente lo que hacía en Judea y el resultado fue que los galileos cambiaron su actitud hacia Cristo, como el siguiente versículo lo explica.

4:45 Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta (de la pascua, 2:23); porque también ellos habían ido a la fiesta. -- Juan no dice que le recibieron por haber oído su palabra (ver. 41) ni por convencerse de que El era el Salvador del mundo (ver. 42), sino por haber visto las señales que hizo (no la que hizo en Caná, sino las que había hecho en Jerusalén).

      Siempre había bendición para los judíos que asistían a las fiestas solemnes, pero en esta ocasión había otra bendición muy especial. Si no hubieran ido a la fiesta de la pascua, no habrían visto todas las cosas hechas por Jesús. Si esperamos recibir bendiciones de Dios, es necesario que seamos obedientes a su voluntad. Recordemos Heb. 10:25, "no dejando de congregarnos".

      Juan no describe "las cosas que había hecho en Jerusalén", aparte de la purificación del templo. Estas cosas se incluyen, pues, en las "muchas otras señales" que Jesús hizo "en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro" (Jn. 20:30). Lo importante es que al volver a Galilea Jesús trajo esa honra que había ganado en Judea y, por eso, "Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron".

      Jesús no buscaba la gloria de los hombres (5:44), pero es necesario estimar y apreciar a Cristo para poder creer en El.

      Aquí caben los detalles acerca del ministerio de Jesús registrados en Mat. 4:17; Mar. 1:14, 15; y Luc. 4:14, 15.

 

4:46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. -- Juan ya había escrito acerca de este milagro (2:1-11) pero lo menciona otra vez para recordarnos.

      -- Y había en Capernaum un oficial del rey (Herodes, tetrarca de Galilea), cuyo hijo estaba enfermo. -- Los oficiales más altos (y sus familias) no escapan de las aflicciones físicas (y espirituales) y los hombres más poderosos y más ricos del mundo urgentemente necesitan de la ayuda de Jesús. "Aquí tenemos un cortesano que acude a un carpintero ... No podía haber una escena menos probable en el mundo que la de un importante oficial del rey recorriendo treinta kilómetros para pedir un favor al carpintero de una aldea ... Tendría que soportar la burla y las risas; y sin duda habría quienes pensarían que se había vuelto algo loco ... no le importaba lo que dijera la gente si obtenía la ayuda que tanto deseaba. Si queremos la ayuda que nos puede dar Cristo debemos ser lo suficientemente humildes como para tragarnos el orgullo y no preocuparnos por lo que puedan decir los demás" (WB).

      Jesús hizo muchos milagros en Capernaúm: sanó al siervo del centurión (Mat. 8:5), la suegra de Pedro (Mar. 1:31), echó fuera el espíritu inmundo (Mar. 1:23), etc.

 

4:47 Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él (no envió los siervos, ver. 51, sino que vino personalmente) y le rogó que descendiese (Caná estaba situada en las montañas) y sanase a su hijo, -- Las aflicciones nos mueven a buscar a Jesús; por eso, su aflicción le trajo bendición.

      Sin duda este oficial había oído del milagro en Caná y las cosas que hizo en Jerusalén, y creía que Jesús podría sanar a su hijo. Probablemente ya hubiera gastado mucho en médicos (compárese Luc. 8:43, "había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada").

      Este oficial creía que sería necesario que Jesús fuera a su casa. Compárese 11:21, 32 "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto". Jairo "se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá" (Mar. 5:23). La mujer que padecía de flujo de sangre decía "Si tocare tan solamente su manto, será salva" (Mar. 5:28). ¿Qué tenían en común estas personas? Limitaban el poder de Jesús diciéndole que hiciera alguna cosa física para poder ayudarles. No entregaban sus vidas (o sus seres queridos) a Jesús sin reserva. Tal fe es limitada e imperfecta. El centurión, sin embargo, le dijo, "pues, no soy digno de que entres bajo mi techo; pero dí la palabra, y mi siervo será sano"; Jesús dijo, "Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe" (Luc. 7:7-9). Sabía que Jesús tenía autoridad y que podía sanar de lejos.

      -- que estaba a punto de morir. -- Ya no hubo otro remedio porque sin duda todo remedio humano se hubiera agotado.

      No sabemos si en otra ocasión este oficial hubiera tenido el deseo o la oportunidad de buscar a Jesús, pero muchas personas hacen peticiones al Señor solamente en los momentos de mucha aflicción.  Si su hijo no hubiera enfermado, ¿habría buscado a Jesús? ¿Tendría interés en oír "la palabra de él" (ver. 41)?

 

4:48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios (no dos clases de milagros, sino dos características de ellos), no creeréis. -- Jesús no habla solamente al oficial, pues emplea verbos plurales, pero "le dijo" esto porque él también era culpable de lo que Jesús afirma de los galileos en general.

      "Muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos" (2:23, 24). ¿Habrá acudido a Jesús con plena confianza en El? ¿O habrá ido como último recurso, para ver si este obrador de milagros pudiera hacer algo? Los judíos pedían señales (2:18; Mat. 12:39, 40; 16:1-4). Por eso, lo que Jesús dice aquí es una denuncia de los que no creerán sin ver milagros; éstos no entendían el propósito de los milagros. Al parecer, muchos de éstos lo querían solamente para que les curara sus enfermedades físicas. Después Jesús denuncia a Capernaúm y a otras ciudades por no haber creído aun después de ver sus milagros (Mat. 11:20-24). No quería que los hombres creyeran solamente en sus credenciales (señales y prodigios), sino que creyeran en El y en su palabra (ver. 41). No quería la reputación de un mero obrador de milagros (ATR), sino que la gente examinara todas sus obras y enseñanzas para convencerse de su deidad (5:30-45; 10:38; 14:11; 15:22-24; 20:29), y que lo buscaran como al Salvador del mundo.

      Recuérdese 2:24, 25. Jesús entendía perfectamente la naturaleza de la fe de la gente.

 

4:49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. -- Tal vez al oír las palabras de Jesús el oficial pensara que no escucharía su petición, pero sin discutir con El ni profesar tener una fe grande, simplemente le instaba que le ayudara. De esta manera mostraba más fe (compárese Mat. 15:25-27, el caso de la mujer cananea).

      Le rogaba que bajara a su casa antes que mi hijo muera. Solamente tenía fe en el poder de Jesús para sanar a su hijo. Así era la fe de Marta y María (11:21, 32), pero éstas aprendieron que Jesús no solamente tiene poder para sanar, sino también para resucitar a los muertos.

 

4:50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. -- "La curación, más rápida que un relámpago desde Caná hasta Capernaúm, fue sentida por el joven moribundo" (JFB). En ese instante concedió el deseo del padre. La expresión "tu hijo vive" significa "no morirá". Ahora la fe del oficial era probada aun más. Había creído el testimonio acerca de Jesús; ¿creerá ahora la misma palabra de Jesús? ¿Qué pensará y qué hará? ¿Esperará por algún tiempo preguntándose qué hacer? ¿Creerá lo que Jesús le acaba de decir? En su gran angustia sin duda este hombre habrá tenido sus propios pensamientos, su propia idea de lo que él quería. Rogó que Jesús descendiese y sanase a su hijo, y si Jesús hubiera ido en persona a su casa para sanarlo, el padre podría haber visto en ese instante con sus propios ojos que su hijo estaba bueno y sano, pero Jesús requería una fe muy grande. No descendió con él, y solamente le dice, "Ve, tu hijo vive". Este padre, tan afligido, tan angustiado, en ese momento no podía ver a su hijo para saber si todavía estaba a punto de morir o si había sanado. La única cosa que él podía hacer sería creer a Jesús y regresar confiadamente a su hijo, porque, de otro modo, habría tenido que volver a su casa completamente abrumado y desesperado. Si hubiera rehusado creer a Jesús cuando le dijo, "Ve, tu hijo vive", ¿en base a qué le habría seguido rogando que descendiese y sanase a su hijo? Tenía solamente dos opciones: creer a Cristo y volver a su casa con la confianza de que su hijo había sanado o, de otro modo, volver desesperado a su casa para esperar la muerte de su hijo.

      Pero la bendición que recibiría era mayor que la que pedía, porque en lugar de esperar hasta llegar a su casa, en ese instante, al creer en Jesús, tendría la plena seguridad de que su hijo estaba fuera de peligro. Así es la preciosa recompensa de la fe.

      Compárese el caso de Naamán el leproso. Cuando el profeta "Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio ... Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra" (2 Reyes 5:10, 11).

      Los "sanadores" modernos insisten en que la fe sea una condición establecida para que sanen. En algunos casos de sanidad el Señor sí nombró la fe como requisito (Mat. 9:28), pero ¿tenían fe los muertos que fueron resucitados por Jesús? (Luc. 7:11-17; Jn. 11:43).

      -- Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. -- La fe verdadera actúa: se fue. No se detuvo insistiendo en que Jesús le acompañara a su casa. No se detuvo para disputar con Jesús. Estaba sumamente preocupado por su hijo y quería tener plena seguridad de que sanara y ahora ¿cuál es su consuelo? Una sola cosa: la palabra de Jesús. Como Abraham creyó a Dios, este hombre creyó a Cristo. Dejó de pedir y se fue.

 

4:51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. -- Jesús había dicho, "tu hijo vive" y ahora sus siervos dicen lo mismo para confirmarlo.

      Lo significativo de este milagro era que la presencia física de Jesús no era necesaria para que sanara, sino que el sanar de lejos era tan fácil como el sanar de cerca. De esta manera Jesús mostró su autoridad sobre la distancia. ¿Cuántos "sanadores" modernos tratarían de sanar de lejos?

 

4:52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. -- ¿Por qué hizo esta pregunta? Sin duda quería estar seguro de que su hijo había sido sanado por Jesús. Una persona agradecida quiere saber la fuente de sus bendiciones (AH).

      -- Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. -- Quería saber a qué hora había comenzado a estar mejor, porque aunque su fe hubiera crecido bastante, todavía era defectuosa, porque no se imaginaba que su hijo pudiera sanar inmediatamente. La respuesta no fue que la fiebre comenzara a dejarle, sino que "a las siete le dejó la fiebre".

      Compárese Mar. 1:31 "la suegra de Simón estaba acostada con fiebre ... (Jesús) se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía".

      La palabra ayer parece indicar que la séptima hora era las siete de la tarde (tiempo romano), porque el oficial hubiera llegado a su casa en unas cinco o seis horas.

 

4:53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. -- Compárese Hech. 16:34; 18:8. Al principio el oficial creía en la presencia de Jesús y al último cree en la palabra de Jesús.

      Jesús sanó cuerpos físicos para que creamos que también puede sanar (salvar) el alma. Jesús sana el espíritu del hombre cuando le perdona. De esta manera el alma es purificada, y durante el resto de la vida se está transformando a la imagen de Cristo. Esta transformación es efectuada por medio de oír, creer y obedecer la palabra revelada por el Espíritu Santo.

      Por causa de la enfermedad grave del joven, este padre buscó a Jesús y el resultado no solamente sanó el joven, sino que también toda la familia llegó a ser creyentes en Cristo.

 

4:54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea. -- Hizo la primera señal (convirtió el agua en vino) en Caná de Galilea (2:1-11). Había hecho otras señales en Jerusalén (2:23; 4:45), pero esta es la segunda señal hecha en Galilea.

 

* * * * * * * * * *

 

Juan 5

 

      Mateo, Marcos y Lucas no narraron la señal de la curación del paralítico de Betesda, porque ellos se concentraron más en registrar el ministerio de Jesús en Galilea.

      Este capítulo narra el principio de una nueva etapa en el ministerio de Jesús. Al sanar a este enfermo en el día de reposo, (1) provocó abiertamente un enfrentamiento con los principales de los judíos, por causa de sus muchas tradiciones con respecto a la guarda del sábado, y (2) aprovechó esta oportunidad para afirmar su deidad (que Cristo es igual a Dios, vers. 18), una afirmación que, para sus oponentes, era blasfemia. Todavía habría creyentes, pero ahora empieza el odio severo de los judíos y el conflicto continuo entre ellos y Cristo que en poco tiempo sería consumado en la cruz.

 

5:1 Después de estas cosas había una fiesta (LBLA, margen, Algunos mss. dicen: la fiesta; i.e., la Pascua) de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. -- ¿Qué fiesta? Si esta fiesta no era la Pascua, era la fiesta de Pentecostés o la de Tabernáculos. Algunos se refieren a la fiesta de Purim (basada en el libro de Ester). "Esta fiesta no es mencionada por nombre en el NT, aunque hay exegetas que suponen que es la aludida en Jn. 5:1" (V-E), pero The International Standard Bible Encyclopedia dice que "Ninguna referencia se hace a esta fiesta en el NT, puesto que era celebrada localmente, y por lo tanto no ha de ser conectada con ninguno de los peregrinajes festivos a Jerusalén. Por esta causa la suposición de algunos de que la fiesta de Jn 5:1 era Purim ha de ser rechazada, la mención de ella siendo seguida por las palabras, 'y subió Jesús a Jerusalén'".

      Esta fiesta de 5:1 no era "la fiesta de la dedicación" porque de esa fiesta Juan habla claramente (10:22).

      Algunos afirman que la fiesta de este texto no era la Pascua, porque en el siguiente capítulo (6:4) Juan habla de la Pascua y que si la fiesta de 5:1 era la Pascua, entonces Juan estaría omitiendo un año del ministerio de Jesús. Es posible que lo haya hecho, porque en cuanto a registrar los eventos del ministerio de Jesús este libro no está completo, sino que suplementa a los otros tres. Al comparar los cuatro libros se puede observar que hay varios capítulos de la historia del ministerio de Jesús entre los capítulos 5 y 6 de Juan. Según The Fourfold Gospel (JWM), Mat. 12, que sigue a Juan 5, narra la crítica de los fariseos de los discípulos de Jesús por arrancar espigas en el día de reposo, lo cual indica que era tiempo de la cosecha, la cual comienza con la Pascua.

 

5:2-4 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, (compárese Neh. 3:1, 32) un estanque, llamado en hebreo Betesda, ("casa de misericordia") el cual tiene cinco pórticos (para indicar el gran número de enfermos). En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, (que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese). (LBLA, margen, Los mss. más antiguos no incluyen el resto del vers. 3 y todo el vers. 4). -- Probablemente estas palabras hayan sido agregadas por algún copista para explicar la creencia de la gente. La eficacia de estas aguas curativas se debía en parte a sus elementos minerales (aguas medicinales, pues en casi todos los países hay agua de esta clase), y en parte a la imaginación de la gente. Muchísimas enfermedades "físicas" son más mentales que físicas. La superstición acerca de esta agua nos recuerda de los santuarios, relicarios, etc., de la Iglesia Católica Romana, de todos los medios "benditos" de la Ciencia Cristiana, y de los curanderos carismáticos. ¡Cualquier persona o cosa en que la gente crea fervientemente le puede ayudar, aun físicamente!

 

5:5-6 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, -- ¿Qué hacía Jesús en ese lugar? Siempre buscaba a los enfermos, tanto a los enfermos físicos como a los espirituales (Luc. 5:31, 32; 19:10).

      -- y supo que llevaba ya mucho tiempo así, -- En ese lugar había "una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos". Juan no explica cómo Jesús supo esto; desde luego, una explicación se encuentra en 2:24, 25 (es decir, conoció a este hombre como conoció a Natanael y a la mujer samaritana). ¿Por qué escogió Jesús a este paralítico? (1) Porque "supo que llevaba ya mucho tiempo así" y, por eso, era uno de los casos más patéticos, lo cual haría el milagro más evidente e impresionante (compárese Hech. 3:2, "cojo de nacimiento"; 4:22, "tenía más de cuarenta años"). (2) Porque al sanar a este paralítico él tendría que llevar su camilla, lo cual provocaría un encuentro con los judíos y dar ocasión para un discurso poderoso sobre la deidad de Jesús y sobre el error de las tradiciones de los judíos con respecto al día de reposo (Mat. 15:8, 9).

      -- le dijo: ¿Quieres ser sano? -- Es decir, ahora. No le pregunta si quiere en algún tiempo futuro sanar. Compárese Mar. 10:51, Jesús pregunta al ciego, "¿Qué quieres que te haga?" ¿Con qué propósito le hizo esta pregunta? Desde luego, Jesús no lo habría sanado si hubiera dicho que no quería sanar, pero otro propósito fue para hacer que el paralítico fijara su atención en Jesús (compárese Hech. 3:4). También al contestar la pregunta enfatizaría lo desesperado de su caso. (Todos estaríamos en una condición desesperada si Cristo no hubiera venido).

      Dirá alguno que sin duda el hombre quería ser sano, pero hay personas desesperadas que ni siquiera buscan remedios y si esto sucede con respecto a la salud física, ¡cuánto más con respecto a la salud espiritual! Muchísimas personas, conscientes de su enfermedad espiritual, no quieren saber nada de perdón y santidad, porque "aman el pecado y para ellos la vida de santidad y pureza no es nada atractiva" (CRE).      "Si se curaba, tendría que enfrentarse con todo el peso de ganarse la vida y asumir una vez más todas sus responsabilidades. Hay inválidos para quienes su enfermedad no es del todo desagradable, puesto que algún otro hace todo el trabajo y asume todas las responsabilidades" (WB). Esto es muy cierto porque el mundo está lleno de personas que no quieren ser responsables; solamente quieren que el gobierno u otros cuiden de ellos.

      Muchos ciegos y otros afligidos se ganan la vida pidiendo ayuda a otros. ¿Querrán todos estos sanar?

 

5:7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en (que me eche dentro, ATR) el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. -- Al oír la pregunta de Jesús el paralítico habló de la única sanidad que conocía, y de lo muy desesperado del caso, porque pensaba que iría al sepulcro antes de bajar al agua sanadora. ¿Por qué decir que sí quería ser sano, cuando no había esperanza de sanar? De lo que dice se deduce que ni siquiera esperaba que Jesús le pudiera bajar al agua. (¡Qué buena ilustración de la condición espiritual de todos antes de venir Jesús!)

 

5:8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. -- Estos actos bien ilustraban lo perfecto del milagro. Jesús requiere que los que reciban sus bendiciones actúen, que no sean pasivos sino activos. "Cristo es el gran Sanador. El puede sanarnos de las enfermedades que paralizan nuestras almas. Para que El nos sane debemos (1) escucharle; (2) creer en sus palabras; (3) obedecerle" (BWJ).

      Estos mandamientos ("Levántate, toma tu lecho, anda") requerían una determinación fuerte de parte del paralítico. Jesús requería que hiciera algo que no había hecho por treinta y ocho años. "¡Anda!" (Es lo que El nos dice a nosotros. ¡Anda en nueva vida! Rom. 6:4).

      El cargar la cama en las calles de Jerusalén en el día de reposo sería provocar abiertamente a los judíos. Cualquiera preguntaría el significado de tal acto. Por eso, Jesús entendía muy bien que tal conducta provocaría la oposición de los judíos.

 

5:9 Y al instante (en un instante toda la enfermedad de treinta y ocho años desapareció) aquel hombre fue sanado, (independientemente del agua), y tomó su lecho, y anduvo. -- No dijo que lo que el Señor mandó era imposible, sino que le obedeció. Si alguno no camina por treinta y ocho años tendrá que aprender otra vez a andar (compárese Hech. 3:8).

      -- Y era día de reposo aquel día. -- Este es el texto clave, porque uno de los conflictos más graves entre Jesús y los judíos era su desafío a sus tradiciones con respecto al día de reposo.

 

5:10 Entonces los judíos (los líderes de los judíos, 1:19; 7:17; 9:22; 13:12, 14) dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. -- Los oponentes de Jesús daban su testimonio de que este paralítico caminaba y llevaba su camilla. La ley de Moisés prohibía que los israelitas trabajaran en el día de reposo (Ex. 20:9-11; Núm. 15:35, un hombre "recogía leña en día de reposo" y lo apedrearon; Jer. 17:21-22, "Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo"; Neh. 13:19, "para que en día de reposo no introdujeran carga"). El contexto de lo que dicen Jeremías y Nehemías indica que se condenaba el comerciar y el trabajar para ganancia. Los judíos siempre eran tentados a comerciar con los incrédulos que no respetaban el día de reposo.

      Para entender lo serio del conflicto entre Jesús y los judíos es necesario recordar que éstos habían inventado muchísimas prohibiciones (tradiciones) con respecto a la guarda del sábado. Por ejemplo, se prohibía que se llevaran zapatos clavados (porque el clavo era una carga), que un solo hombre cargara pan (se permitía que lo cargaran dos hombres), que se usara muleta, que la mujer cargara bolsa, que llevara aguja en la ropa, y aun discutían si era lícito llevar pierna de madera o dientes postizos. (Había treinta y nueve de tales reglamentos necios).

      "De acuerdo con la Mishna, se podía llevar un lecho únicamente si un hombre estaba acostado en él" (NCB). Así pues, en este caso, para satisfacer a los judíos el hombre sanado hubiera tenido que quedarse con su cama el resto del día para que nadie se la robara, pero "el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo" (Mat. 12:8) y le dijo que cargara su camilla. Cuando Jesús sanó al hombre de la mano seca, dijo a los judíos, "¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo" (Mat. 12:11, 12). Ninguno de los judíos se atrevía a contestar estas preguntas.

 

5:11 El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. -- El que le sanó tenía el derecho de decirle que llevara su camilla. ¿No sería lógico y razonable concluir que si alguno pudiera sanarle, también tendría autoridad para mandarle de esa manera? (¿Dejó de cargar su cama? Que sepamos, no les consintió en ello).

 

5:12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el (hombre, LBLA) que te dijo: Toma tu lecho y anda? -- ¿Los judíos ignoraban quién era? Es muy probable que ellos supieran exactamente quién era (recuérdese 2:23). Solamente querían oír el testimonio de boca del hombre sanado para poder expulsarlo de la sinagoga (9:22; 12:42) y para usarlo contra Jesús. Estos hipócritas endurecidos no preguntaron, "¿Quién te sanó?" que hubiera sido una pregunta razonable. Este hombre que estaba enfermo por treinta y ocho años acaba de sanar y ahora anda. ¿Quién no se hubiera regocijado al ver tan estupenda y maravillosa sanidad? Cualquier hombre, mayormente algún líder religioso, debería estar lleno de gozo y alegría al observar este fenómeno, pero estos solamente querían la identidad de aquel que se atreviera a quebrantar una de sus reglamentos necios. Con razón el nombre de Dios era blasfemado por causa de tales judíos (Rom. 2:24).

 

5:13 Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. -- Jesús dejó que el milagro (su obra) testificara por El (vers. 36), y dejó que el hombre se enfrentara a los judíos armado solamente con su conocimiento del milagro.

 

5:14 Después le halló Jesús en el templo, (Sal. 66:13, 14) y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más -- Conocía al hombre que nació ciego como conocía a la samaritana (4:18). El decir, "no peques más" (8:11), puede implicar que su enfermedad había sido causada por una vida desordenada. La paga del pecado es la muerte y enfermedades a veces son el pago parcial (JWM). Desde luego, esto no implica que toda enfermedad es causada por el pecado (9:2, 3, acerca del ciego Jesús dijo, "No es que pecó éste, ni sus padres". Compárese también Luc. 13:1-5). También la prohibición, "no peques más", implica que el Señor le perdonó (de otro modo, ¿por qué decirle, "no peques más"?) "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mat. 26:41). Para vencer el pecado recuérdese que "has sido sanado".

      -- para que no te venga alguna cosa peor. -- El infierno seguramente, pero también cosas peores aun en esta vida. Véase 2 Ped. 2:20-22. En efecto Jesús le dice, "Para vencer el pecado, no solamente recuérdese que has sido sanado, sino también que hay castigos aun más severos que esperan a los que persisten en una vida de pecado".

      ¿No era suficiente el sufrimiento de treinta y ocho años para convencerle que debería evitar el pecado? Lamentablemente por causa del pecado muchísimas personas sufren no solamente treinta y ocho años sino cincuenta o setenta años, y siguen así porque nunca aprenden a aborrecer el pecado.

 

5:15, 16 -- El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. -- Con esas palabras tenían lo que querían: la evidencia legal contra Jesús. El testimonio del hombre sanado por Jesús dio testimonio del poder de Jesús y, al mismo tiempo, dio testimonio que los judíos podían usar en su contra.

      -- Y por esta causa los judíos perseguían (en el sentido de cazar animales) a Jesús, (y procuraban matarle, omitido en los mejores manuscritos, véase LBLA, pero genuino en el vers. 18), porque hacía estas cosas en el día de reposo. -- En su primera visita a Jerusalén Jesús purificó el templo (2:13-16) y en su segunda visita quería purificar al pueblo de sus falsas tradiciones (RCHL).

 

5:17 Y Jesús les respondió: Mi Padre -- Jesús no dice nuestro Padre, sino mi Padre. Declaraba que Dios era su Padre en un sentido especial y único.

      -- hasta ahora trabaja, y yo trabajo. -- Todos saben que el Padre trabaja todo el tiempo y dice Jesús que El es "Mi Padre", somos uno (10:30) y somos iguales, lo que El hace es lo que yo hago. ¿Quieren ustedes acusar al Padre de quebrantar el día de reposo?

      "Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación" (Gén. 2:3). Reposó de la obra de crear, pero nunca ha dejado de obrar, porque cada momento El dirige y sostiene el universo. "El Sol brilla; los ríos fluyen; los procesos de nacimiento y muerte continúan durante el día sábado como durante cualquier otro día; y esa es la obra de Dios" (WB). El hace mucha obra de benevolencia y misericordia día y noche. Dios sana todos los días de la semana (nunca ha dejado de sanar en el día de reposo). La obra de amor y compasión no era, pues, una violación del cuarto mandamiento. Los judíos entendían esto porque sin demora en día de reposo sacaban la oveja del hoyo y aun desataban en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo llevaban a beber (Luc. 13:15). El problema de los judíos era que tenían cuidado de los animales pero no de los hombres.

 

5:18 Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba (violaba, LBLA) el día de reposo, -- En primer lugar, " el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo" (Mat. 12:8) y no quebrantó su propia ley. Jesús profanaba el día de reposo solamente como los sacerdotes lo profanaban al llevar a cabo su trabajo en el día de reposo (Mat. 12:5). Como estos estaban sin culpa también Jesús estaba sin culpa al llevar a cabo su obra.

      -- sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. --  Muchas personas que profesan ser seguidores de Cristo no creen este texto. Los testigos del Atalaya aceptan la herejía de Ario quien afirmaba que Cristo era un ser creado. También los pentecostales, de la rama llamada "apostólica", siguen a Sabelio quien enseñaba que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son idénticos y que son una sola y la misma persona. Esta sección del libro de Juan (el cap. 5) registra mucho testimonio para demostrar claramente que Cristo es Dios el Hijo.

      Algunos hermanos (véase 1:14) enseñan que aquí en la tierra Cristo no era igual a Dios, pues tuercen Fil. 2:6, 7 para enseñar que aunque Cristo había sido igual a Dios, cuando vino a la tierra se despojó a sí mismo de esa igualdad, pero Pablo no dijo que Cristo "existía" (como dice LBLA), sino "existiendo" (gerundio, tiempo presente). Dios (Deidad) es inmutable. Como Dios el Padre o Dios el Espíritu Santo no pueden cambiar, tampoco puede cambiar Dios el Hijo. Son uno en esencia (substancia), en propósito y en obra. "Hijo" de Dios no indica inferioridad sino identidad.

      Los enemigos de Cristo entendían lo que El decía y, por eso, le querían apedrear por blasfemar (10:30-33); sabían que cuando Jesús hablaba de sí mismo como el "Hijo de Dios", quería decir que era Dios, igual a Dios, y en base a esto demandaban que Pilato le crucificara (19:7). Obsérvese con cuidado esta verdad: al decir Jesús que "Dios era su propio Padre" daba a entender que "Hijo de Dios" significa "igual a Dios".

      Cuando Jesús dijo, "El Padre mayor es que yo" (14:28) no se refería a su naturaleza o esencia (Deidad), ni a los atributos divinos (omnipotencia, omnisciencia, etc.), sino a su papel de subordinación al Padre, su humillación al llegar a ser hombre, para poder morir por nosotros (Fil. 2:6-8). Durante esta gran humillación El era Emanuel, Dios con nosotros. Demostró esto repetidas veces, demostrando su omnipotencia, su omnisciencia, perdonando pecados y siendo adorado. El mismo había dicho, "Al Señor tu Dios adorarás" (Mat. 4:10). Por eso, al ver que El mismo (Jesús) aceptó la adoración, la conclusión ineludible es que El es Dios.

      En cuanto a su relación con Dios Jesús afirmaba (1) que había venido del Padre, 6:33, 38; 8:23; y que volvería al Padre; (2) que El solo había visto al Padre, 1:18; 6:46; pero que "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre", 14:6; (3) que El conoce al Padre, 7:29; 8:55; 10:14, 15; 17:25; (4) que El revela al Padre, 1:18; 8:19; 12:44, 45, 49-50; 14:7-9; (5) que es igual a Dios, 5:18; 10:30; Heb. 1:3; (6) que El hace las obras de Dios y, por eso, posee el poder de Dios, 5:19; (6) que posee los atributos de Dios: eterno, 8:58; 17:5; omnipotente, 11:11; omnisciente, 2:24; 4:16-18; 7:29; 12:32, 33; podía leer los pensamientos de la gente; omnipresente, 14:14-18, 28.

 

5:19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, -- Cuando Jesús sanó al paralítico (5:8, 9), demostró la voluntad y el poder de Dios. No dijo que era igual al Padre con espíritu independiente o jactancioso; por el contrario, sigue afirmando que El no tenía voluntad aparte de la voluntad del Padre y, por eso, que no hacía nada aparte de su voluntad. Siempre estaban unidos en todo.

      -- sino lo que ve hacer al Padre; -- Jesús no solamente observaba lo que el Padre hacía, sino que El tenía conocimiento sobrenatural (divino) de todo lo que el Padre hace. Esta frase es otra afirmación de la omnisciencia de Cristo.

      En los vers. 19-23 Cristo presenta pruebas de lo que dijo en el vers. 18. El no afirma que el Hijo imita al Padre, sino que la voluntad y acciones del Hijo y la voluntad y acciones del Padre son idénticas. Para probar o ilustrar esta verdad introduce cuatro afirmaciones con la palabra porque: porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente, porque el Hijo es amado por el Padre, porque el Hijo tiene autoridad para levantar a los muertos, y porque el Hijo juzgará al mundo.

      -- porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. -- Este texto afirma enfáticamente que Jesucristo era omnipotente: ¡todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente! También afirma que sus obras son las mismas. Cuando Jesús sanaba en el día de reposo, en realidad el Padre estaba sanando en el día de reposo. Jesús no dijo que El podía hacer lo que el Padre hace, es decir, que El tenía el mismo poder, sino que las acciones de Jesús son las acciones del Padre; por eso, las acciones de Jesús siempre están en perfecta armonía con la voluntad del Padre. Como niño de doce años de edad Jesús había expresado este mismo pensamiento: "¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?" (Luc. 2:49). Lo que Jesús hacía, de principio a fin, era la obra del Padre.

      Algunos hermanos que profesan ser conservadores en sus creencias tuercen Fil. 2:7 para enseñar la herejía de que cuando Cristo vino a la tierra, se despojó a sí mismo de los atributos de deidad (omnipotencia, omnisciencia, inmutabilidad, etc.), y que solamente tenía el poder o autoridad que recibía del Padre o del Espíritu Santo; es decir, que inherente o intrínsecamente Cristo no poseía los atributos de Dios. Tal doctrina contradice este texto y muchos otros y niega la deidad de Cristo.

 

5:20 Porque el Padre ama (philei, amor tierno, afecto) al Hijo (3:35, agapao, el amor de comprensión y propósito) -- El Padre ama al Hijo y quiere que todos los hombres se sometan a El, y le muestra todas las cosas que él hace; -- como el resto del versículo indica, "le muestra" y "le mostrará" quiere decir que a través de Cristo Dios lleva a cabo sus obras. No puede haber otra expresión más clara que Jesús es igual a Dios, y no solamente muestra igualdad, sino también identidad. Obviamente si el Padre mostró todas las cosas que El hace al Hijo, entonces el Hijo era omnisciente, y si el Hijo hacía todas las obras del Padre, tenía que ser omnipotente.

      -- y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis -- Parece que esta expresión introduce lo que sigue, que Cristo tiene poder para levantar a los que están muertos en pecados (Efes. 2:1, 5; Col. 2:13; Apoc. 3:1) y a los que están en los sepulcros (5:28, 29).

 

5:21 Porque como el Padre levanta a los muertos (Deut. 32:39; 1 Sam. 2:6), y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. -- En esa ocasión Jesús dio vida (vitalidad) a un enfermo, y en cuanto a la resurrección física, la Escritura revela que Jesús resucitó a tres personas: Mar. 5:41, 42, a la hija de Jairo; Luc. 7:14, 15, al hijo de la viuda de Naín; y Jn. 11:43, 44, a Lázaro.

      También la palabra vida se refiere a la vida espiritual; desde el principio de su ministerio Jesús levantaba a muchos que estaban muertos en pecados. Los muertos son los que están separados de Dios (Isa. 59:1, 2; Efes. 2:12).

 

5:22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo (Hech. 17:30, 31; 2 Cor. 5:10; 2 Tim. 4:1; Mat. 25:31-46), -- Como El hablaba de la resurrección en dos sentidos (la física y la espiritual), así también habla del juicio en dos sentidos, porque no solamente juzgará a todos en Aquel Día, sino que aquí en la tierra juzgaba a los hombres (p. ej., vers. 38-46). Aunque Dios es el Creador del universo, Juan dice que "Todas las cosas por él (Cristo) fueron hechas" (1:3). Muchos textos afirman que Dios es el Juez, pero "juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (Hech. 17:31). Este texto es, pues, paralelo a las otras afirmaciones aquí de la unidad del Padre y el Hijo. A través de todo el texto el pensamiento sobresaliente es que "No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre" (5:19); es decir, son uno y sus acciones son las mismas. "No puedo yo hacer nada, por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre" (5:30).

      Jesús había dicho, "Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar (LBLA) al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (3:17) y luego explica que el mundo se condena solo (3:18-20). Pero Jesús no dijo que nunca juzgaría al mundo. En 12:47 repite lo que dice en 3:17 y luego dice, "El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero".

 

5:23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. -- El Hijo tiene la autoridad para hablar las palabras del Padre (revelar la voluntad del Padre, 17:8, 14), hace las obras del Padre y es la manifestación del Padre (8:19; 14:9); por lo tanto, debe ser honrado como el Padre y esto implica que todos deben someterse a la voluntad de Cristo, y que sea adorado como Dios es adorado. Dios dice (Isa. 48:11), "mi honra no la daré a otro"; por eso, Cristo es Dios.

      Los hijos deben honrar a sus padres (Efes. 6:2), los ciudadanos deben honrar al rey (1 Ped. 2:17), etc., pero Jesús habla de la honra especial que pertenece solamente a Dios, y en este texto equivale a adorar. "El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos" (Apoc. 5:12, 13). Entonces, ¿cómo es honrado Dios? De esa misma manera el Hijo debe ser honrado.

      Por lo tanto, puesto que todos deben honrar al Hijo como honran al Padre, entonces en ese momento le convenía a la gente honrar a Cristo como honraba al Padre. Los que rehúsan honrar al Hijo no pueden honrar al Padre.

 

5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, -- El oír y creer la palabra de Cristo equivalen a creer a Dios ("al que me envió"). Creer a Cristo es creer a Dios.

      -- tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida -- Tener vida eterna es tener a Cristo (1 Jn. 1:2), o "tener al Padre y al Hijo" (2 Jn. 9). La vida espiritual que Jesús nos da es "la vida de Dios" (Efes. 4:18); es vida eterna porque es vida divina. Al decir "tiene vida eterna; y no vendrá a condenación", Jesús no enseña que desde el momento de creer se entre en la vida como si fuera un parque del cual nadie le pueda expulsar. El creyente no está en posesión de la vida eterna, como si ya estuviera en el cielo viviendo con Dios, sino que tiene la promesa de la vida eterna (1 Jn. 2:25).

      Los bautistas y otros sectarios enseñan que desde el momento de creer el hombre está en posesión de la vida eterna y que no la puede perder. Por ejemplo, dicen los comentaristas: "'tiene vida eterna' -- inmediatamente al creer, comp. 3:18; 1 Jn. 5:12, 13" (JFB); "Posee ahora esta vida espiritual que no tiene fin" (ATR); "El verbo está en perfecto, indicando un hecho cumplido y permanente. Por esa razón el creyente que está desde aquí en posesión de la vida eterna no va a juicio" (B-S).

      En otra ocasión Jesús dijo, "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (10:27, 28); este es uno de los textos favoritos de predicadores bautistas, pero las ovejas pueden dejar de oír la voz del Pastor y pueden dejar de seguirle, y cuando lo hacen, pierden la vida eterna. Cuando el hombre llega a ser creyente, no pierde su libre albedrío y, por eso, puede dejar de seguir a Cristo. También Jesús dijo, "El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden" (15:6). Es imposible que alguno deje de permanecer en Cristo si nunca estaba en Cristo.

      Pablo dijo a los hermanos gálatas, "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído", Gál. 5:4. Véanse también 1 Cor. 9:27; 2 Ped. 2:20-22; Heb. 6:4, etc.).

      Entonces, ¿cómo es que el creyente tiene vida eterna? Juan explica esta frase en 1 Jn. 2:25, "Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna". La vida eterna no puede ser una promesa (esperanza) si desde ahora estamos en posesión de ella, porque "la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos" (Rom. 8:24, 25).

      "El que no cree, ya ha sido condenado" (3:18). Por eso, desde ahora algunos están condenados, pero esto no significa que no puede haber cambio de su condición. Los condenados pueden llegar a ser salvos y los salvos pueden llegar a ser condenados.

      Jesús dice que el creyente tiene vida eterna para dar énfasis a que Dios siempre cumple sus promesas. No solamente se usa el tiempo presente, sino también aun se usa el tiempo pasado, para este propósito. Por ejemplo, Gén. 17:5, Dios dijo a Abram, "te he puesto por padre de muchedumbre de gentes". Desde luego, en ese momento Abram no era padre de muchedumbre de gentes, pero la promesa de Dios es tan segura que desde ese momento habló de su cumplimiento como una realidad.

      "Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó" (Josué 6:2). Le dijo esto antes de darle los mandamientos que deberían obedecer para obtener la victoria. ¿Por qué dijo, "yo he entregado en tu mano a Jericó" antes de hacerlo? Porque la promesa de Dios era tan segura que desde ese momento habló de la toma de Jericó como si fuera un hecho histórico. Isaías usa el tiempo pasado para hablar del Cristo, como si ya hubiera dado su vida en expiación por los pecados (Isa. 53).

      Jesús dijo, "esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados" (Mat. 26:28); no dice "será derramada", sino que aquí también usa el tiempo presente para enfatizar la certeza de su muerte.

      De esta misma manera dice "tiene vida eterna" para dar énfasis a la certeza de las promesas de Dios. Sin embargo, esta promesa de Dios tiene condiciones o requisitos: "El que oye mi palabra, y cree al que me envió". Como Jesús enseña en Luc. 8:13, el que oye su palabra puede dejar de oír, y el que cree puede dejar de creer (véanse también 1 Tim. 1:19; 5:8, 12, 15; 6:10, 21). Jesús no enseña que el que deja de oír y creer tiene vida eterna. Por lo tanto, Pablo dice, "El que piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10.12) y Pedro dice, "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás" (2 Ped. 1:10).

      Los que están en pecado están muertos, es decir, separados de Dios (Efes. 2:1; 5:14). Compárese Luc. 15:32, el hijo pródigo "era muerto" y al volver "ha revivido". Cuando obedecemos al evangelio tenemos vida (estamos reconciliados con Dios). "Como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Rom. 6:4). La vida eterna es nuestra herencia (Rom. 8:17) y esta esperanza nos motiva a transformarnos a la imagen de Cristo. "Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro" (1 Jn. 3:2, 3).

 

5:25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es (4:23), cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios ("mi palabra", 5:24); y los que la oyeren vivirán. -- El hombre no nace muerto en pecado, pero todos pecan (Rom. 3:23) y al pecar, mueren; es decir, están separados de Dios, pues la palabra muerte significa separación. Según el calvinismo los hombres nacen muertos y no pueden hacer nada hasta que el Espíritu de Dios les mueva para que puedan creer. Pero Jesús dice que los muertos pueden oír el evangelio y obedecerlo para ser vivos en lugar de muertos.

      Por eso, obviamente los muertos tienen libre albedrío, y pueden aceptar o rechazar el evangelio. Muchos muertos rehúsan oír, porque no toman en serio lo horrible que es el pecado. No quieren pensar en la consecuencia de sus hechos. Muchos ya tienen la conciencia cauterizada y el corazón endurecido y, por eso, viven en pecado todos los días sin remordimiento ni arrepentimiento porque han perdido toda sensibilidad (Efes. 4:19).

      Muchos citan Juan 3:16 y otros textos que basan la salvación en la fe y la interpretan como si fuera salvación por la fe sola. Según ese modo de interpretar las Escrituras, este versículo (5:24) enseña que la salvación se basa en el oír solo. Desde luego, las palabras oír y creer, como se usan en estos textos, abarcan la obediencia al evangelio. "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (10:27). No somos salvos por el arrepentimiento solo, pero Hech. 11:18 dice, "también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida"; aquí el único requisito nombrado es el arrepentimiento, pero nadie cree que somos salvos por el arrepentimiento solo, sino que este mandamiento abarca los otros requisitos. No somos salvos por la confesión sola, pero Rom. 10:10 dice, "con la boca se confiesa para salvación"; aquí el único requisito nombrado es el confesar, pero nadie cree que somos salvos por la confesión sola, sino que este mandamiento abarca los otros requisitos. No somos salvos por el bautismo solo, pero 1 Ped. 3:21 dice, "El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva"; aquí el único requisito nombrado es el bautismo, pero nadie cree que somos salvos por el bautismo solo, sino que este requisito abarca los otros requisitos.

      Esta construcción gramatical se llama sinécdoque, "una figura de retórica que consiste en tomar una parte por el todo, o el todo por una parte" (Larousse). En cada uno de estos textos (Jn. 3:16; 5:24; Hech. 11:18; Rom. 10:10; y 1 Ped. 3:21) se emplea esta figura, pues una parte del plan de salvación se toma por el todo. Los que no quieren reconocer esta verdad seguirán torciendo la Escritura, enseñando que la salvación es por la fe sola. La mejor refutación de este error es Juan 5:25, porque si se puede afirmar que Jn. 3:16 enseña la salvación por la fe sola, entonces se puede enseñar que Jn. 5:25 enseña la salvación por el oír solo.

      No todos los muertos oyen la voz de Cristo (el evangelio). Su voz no es irresistible (Apoc. 3:20; 22:17). En ese momento Jesús hablaba con algunos muertos que rehusaban la vida que El les ofrecía.

 

5:26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, -- Tiene vida en el sentido de que es una fuente de vida para otros.

      -- así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo (1:4; 11:25; 14:6); -- En esto sigue estableciendo su identidad con el Padre. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar" (10:17, 18).

      También Jesús tiene vida en sí mismo (El es la vida, 14:6), en el sentido de ser la fuente de vida espiritual para todos los que le obedezcan Heb. 5:8, 9. Esta vida se obtiene a través del evangelio. El tiene vida en sí mismo y, por eso, nos puede regenerar (3:5; Tito 3:5).

     

5:27 y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. -- Algunos comentaristas creen que se debe enfatizar aquí la humanidad de Cristo: "Porque el hombre debe ser juzgado por su semejante y aun por el más humilde y más amante de los hombres, que ha llevado el pecado de la humanidad y puede tener compasión de sus hermanos, de modo que es la gracia misma quien juzga (Heb. 2:17, 18; 4:15). Por su humillación voluntaria el Hijo de Dios ha adquirido la prerrogativa de juzgar a aquellos a quienes vino a salvar" (HAWM).

      Otros enfatizan que "Hijo del Hombre", es título mesiánico (Dan. 7:13; Mat. 12:8; Luc. 21:27; Apoc. 1:13). Jesús afirma que El da vida (física y espiritual), resucita muertos (físicos y espirituales) y que juzgará a todos; es decir, El hace el papel del Mesías. "El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder ... " (Apoc. 5:12).

 

5:28, 29 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora (no agrega "y ahora es", ver. 25, porque habla de la hora de su segunda venida) cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno (practican las cosas buenas; hacen la voluntad del Señor, Mat. 7:21; 12:50; es decir, obedecen al evangelio, andan como Jesús, "haciendo bienes", y perseveran en la doctrina de los apóstoles hasta la muerte), saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, phaulos, lo que no vale nada, despreciable; compárense Rom. 2:11; 2 Cor. 5:10. Estos son los que aborrecen la luz, 3:20; "lo malo" (perverso) es compañero de celos, contiendas, y perturbación en Sant. 3:16. Tales personas serán perdonadas si obedecen al evangelio, pero si mueren en pecado, saldrán a resurrección de condenación (juicio, LBLA; "Habría sido áspero decir, 'la resurrección de muerte", aunque esto es lo que se quiere decir, porque los pecadores resucitarán de la muerte a la muerte" (Bengel, citado por JFB). Jesús no habla de gracia y misericordia para los que hacen lo malo, sino de salir de los sepulcros para condenación y sufrimiento. En lugar de tener cuerpos gloriosos como el de Jesús (1 Jn. 3:3, 4), tendrán cuerpos incorruptibles que sufrirán "tribulación y angustia" (Rom. 2:9), y no serán aniquilados por la lumbre (Mar. 9:43-48). La palabra destruir de Mat. 10:28 ("destruir el alma y el cuerpo en el infierno") no significa aniquilar sino arruinar. Estarán arruinados, excluidos de la presencia de Dios (2 Tes. 1:9). Los que saldrán a resurrección de condenación no dejarán de existir, sino que perderán su bienestar.

      ¿Quién, aparte de Jesucristo, se atrevería a decir esto de sí mismo? Ya había dicho (ver. 21) que "el Hijo a los que quiere da vida"; esto significa que El puede resucitar a los que están muertos física o espiritualmente. La resurrección espiritual es condicional, pero en los vers. 28, 29, El dice enfáticamente que incondicionalmente levantará a todos los que han muerto físicamente, y no solamente los levantará, sino también que los juzgará y les asignará su destino eterno (Mat. 25:46). La conclusión lógica es, pues, que todos deben obedecer a Cristo (compárese 2 Ped. 3:10-13).

      Jesús no habla de dos resurrecciones, sino de la resurrección simultánea de los malos y los buenos. Muchos evangélicos y otros creen que cuando Cristo venga, resucitará solamente a los justos, y que mil años después resucitará a los malos. Según esta teoría, cuando Cristo venga, (1) resucitará solamente a los justos; (2) vendrá por sus santos vivos que serán arrebatados de la tierra (un "rapto secreto") para estar con Jesús (3) durante la "gran tribulación" aquí en la tierra; (4) que Cristo vendrá otra vez (una tercera venida) con los santos para derrotar a Satanás y todos sus siervos en la guerra de Armagedón; y (5) reinará por mil años aquí en la tierra; (6) después de los mil años, resucitará a los muertos infieles; (7) todos serán juzgados y (8) los fieles entrarán en el reposo con el Señor y los infieles serán echados al infierno. Es una teoría interesante pero es pura ficción, porque Jn. 5:28, 29 y muchos otros textos enseñan una sola resurrección general de todos los hombres, malos y buenos.

      Apoc. 20:5, 6 dice, "Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años". Esta es una resurrección figurada, que se refiere al triunfo de los que mueren en Cristo (20:4). Apoc. 2:11 es paralelo a Apoc. 20:5, 6, "El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte". "El que venciere" equivale a "el que tiene parte en la primera resurrección". Los otros muertos no volvieron a vivir porque no eran vencedores. Esta resurrección no tiene nada que ver con la resurrección literal de Juan 5:28, 29.

      Pablo enseña la importancia de la resurrección y las consecuencias terribles para los santos si no hubiera resurrección (1 Cor. 15:12-19), y nos da una explicación amplia del tema en 1 Cor. 15:35-57 y en 1 Tes. 4:13-18. En 1 Tes. 5:1-5 explica que "aquel día" vendrá como ladrón en la noche y que muchos no estarán preparados, pero que los santos no están en tinieblas, para que aquel día les sorprenda como ladrón.

 

5:30 No puedo yo hacer nada por mí mismo (5:19); según oigo (Cristo oía y entendía perfectamente la voluntad de Dios), así juzgo y mi juicio es justo (7:24), porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. -- Cristo es el Juez y, en ese momento, estaba juzgando a los judíos (véanse los vers. 38-46). Aunque los judíos juzgaban a Cristo con prejuicio y malicia, en el juicio de Jesús no había odio ni resentimiento (1 Ped. 2:21-23). Era perfectamente justo e imparcial, porque su juicio era la voluntad del Padre.

      "Para cualquier hombre es difícil juzgar con justicia a otro hombre. Si nos analizamos con honestidad y franqueza veremos que hay muchos hechos que afectan nuestros juicios, y que éste se basa sobre una cantidad de cosas. Nuestro juicio puede ser injusto porque nos sentimos heridos en nuestro orgullo. Puede ser ciego y deshonesto debido a nuestros prejuicios. Puede ser severo y enconado por la envidia. Puede resultar arrogante debido al desprecio. Puede ser duro por la intolerancia ... Puede verse afectado por nuestra vanidad y basarse sobre la envidia y no sobre la justicia. Puede resultar inválido porque no conocemos, y jamás hemos tratado de conocer, las circunstancias en que actúa la persona que juzgamos" (WB).

      Es muy difícil evitar la parcialidad (1 Tim. 5:21).

      "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio" (7:24). Según el prejuicio de los judíos Jesús aparentemente había quebrantado el día de reposo pero, según ellos mismos, no quebrantaban el cuarto mandamiento quienes circuncidaban en el día de reposo (7:22), ni los sacerdotes que ofrecían sacrificios en el día de reposo (Mat. 12:5) ni quienes sacaban una oveja del hoyo en el día de reposo (Mat. 12:1), ni siquiera quienes desataban un buey o un asno del pesebre para llevarlo a beber en el día de reposo (Luc. 13:15). Por lo tanto, Jesús no quebrantaba el cuarto mandamiento al sanar enfermos. Los judíos no juzgaban con justo juicio, sino con prejuicio, envidia e hipocresía, pero nuestro juicio siempre será justo si no buscamos nuestra propia voluntad, sino la voluntad del Padre.

5:31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. -- Acaba de decir que no podía hacer nada por sí mismo porque su voluntad estaba perfectamente unida con la del Padre. Si independientemente pudiera dar su testimonio, es decir, aparte de la voluntad del Padre, no sería verdadero. Poco después (8:14) Jesús dice, "Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy". Como Jesús no podía obrar independientemente del Padre, tampoco podría dar testimonio independiente del testimonio del Padre.

 

5:32 Otro es el que da testimonio acerca de mí (8:13-16) y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. -- 7:28, 29; 8:26, 55. El Padre es Otro, otra persona. "Yo y el Padre uno somos" (10:30), en esencia (Heb. 1:3) y en propósito y obra, pero son dos personas distintas.

      Ahora Jesús introduce otros testigos. Presenta el testimonio del Padre (5:32, 37); el testimonio de Juan el bautista (5:33); el testimonio de las obras que El hacía; el testimonio de las Escrituras (5:39); y el testimonio de Moisés (5:45).

 

5:33 Vosotros (los líderes) enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio (no simplemente de mí, sino) de la verdad (1:19-28). -- Véanse también 1:6, 7, 29, 34; 3:26; 5:37. Lo que Juan decía era un testimonio fiel y adecuado para guiar al pueblo a Cristo y la salvación.

 

5:34 Pero yo (en contraste con vosotros) no recibo testimonio de hombre alguno (esta frase es otro ejemplo del negativo hebreo; es decir, "no recibo solamente el testimonio de los hombres") -- Véase el negativo hebreo en 6:27. Desde luego, El recibió el testimonio de Juan (1:6, 7), de Moisés (5:45-47) y de otros hombres, pero no recibió solamente el testimonio de hombres. Tampoco era testimonio de algún hombre no guiado y apoyado por Dios, (Mat. 16:17). Moisés y Juan eran profetas.

      -- mas digo esto, para que vosotros seáis salvos. -- La fe que nos salva viene por el oír la palabra inspirada de Dios (Rom. 10:17; Hech. 15:7). La salvación de los judíos dependía de que escucharan al testimonio de los profetas, como también al testimonio de Jesús.

 

5:35 El era antorcha (la lámpara, LBLA) que ardía y alumbraba; -- "No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz" (1:8). Como lámpara que ardía y alumbraba Juan señalaba a los judíos el camino que les llevaría a Cristo.

      -- y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo (por una hora) en su luz. -- Por algún tiempo Juan fue muy popular (Mar. 1:5; Mat. 3:5; 11:7; 21:26). Los judíos fueron atraídos a él y le hicieron preguntas, pero "El interés en el bautista era una experiencia emocionante que era frívola, superficial y de poca duración" (MRV). Los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron el bautismo de Juan y decían que tenía demonio (Luc. 7:30-33).

      Parece que los líderes de los judíos estaban siendo divertidos por Juan. Para ellos él y su mensaje eran interesantes. Le escuchaban como mucha gente escucha el evangelio. Creen que el motivo principal para escuchar es para ser divertido o para oír algo nuevo. "Un famoso predicador relata que después de haber pronunciado un sermón muy sombrío sobre el juicio, lo vinieron a saludar con un comentario de agradecimiento: '¡Ese sermón fue de veras simpático!' La verdad de Dios no es algo que debe entretenernos" (WB).

 

5:36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, -- Las obras que Jesús hacía testificaban de la aprobación del Padre (3:2; 5:20, 36; 10:25; Mat. 11:4, 5). Los milagros de Jesús eran señales que deberían producir la fe (20:30, 31). Eran muchos, eran maravillosos, no se hacían en un rincón sino públicamente (cualquiera podía examinarlos), y eran obras nobles de amor y de misericordia. Sus obras no eran solamente sus milagros, sino todo lo que hacía para llevar a cabo su propósito como el Mesías y Salvador del mundo.

      -- dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. -- Lo mismo se puede decir de las obras de los hijos de Dios (Tito 3:1, 8; Sant. 2:14-26).

 

5:37, 38 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí -- Por ejemplo, había dado testimonio de El en las figuras y sombras de la ley, y en las muchas profecías acerca del Mesías y su reino que fueron cumplidas por Jesús. También cuando Jesús se bautizó (Mat. 3:17), y otra vez lo haría en la transfiguración de Jesús (Mat. 17:5).

      -- Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, -- "El testimonio que Dios mismo ha dado en su palabra, en las Escrituras del Antiguo Testamento" (HAWM). Véase también 1 Jn. 5:9-12. Esto concuerda con lo que Jesús dice en el versículo 39. Algunos creen que esto significa que los judíos no podían oír la voz de Dios ni ver el aspecto de Dios en Jesús (14:24; 2 Cor. 4:4; Col. 2:9; Heb. 1:3, etc.), pero esta reprensión tenía que ver con la condición de los judíos aun antes de nacer Jesús. El dice que "nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto". Afirma que los judíos simple y sencillamente no conocen a Dios, que ¡nunca lo han conocido! y que siempre han estado lejos de El y que no pueden oír su voz ni ver su aspecto en la Revelación que les ha dado. Por eso, para ellos El era un extraño, el "Dios no conocido" (compárese Hech. 17:23). Compárese el ver. 42, "no tenéis amor de Dios en vosotros"; también, 8:39-44.

      -- ni tenéis su palabra morando en vosotros (1 Jn. 2:14, 24; 3:9, 17); porque a quien él envió, vosotros no creéis. -- Si la palabra de Dios hubiera morado en ellos, habrían creído en Cristo a quien el Padre envió. En este discurso (5:37-45) Jesús lanza cargos severos contra los judíos. Compárese 8:39-44.

 

5:39 Escudriñad (ereunate, Examináis, LBLA; minuciosamente) las Escrituras; -- Este verbo puede ser traducido por indicativo (afirmación) o imperativo (mandamiento). Un comentarista insiste en el imperativo y afirma que Cristo dice: Aquí está mi Testigo (el Padre que testifica a través del Antiguo Testamento). Ustedes no conocen su testimonio; por eso, ¡Examinadlo! (RCHL). Otro está de acuerdo con esto y cita 7:52 como el único texto en este libro, aparte de éste, que usa este verbo: "Escudriña y ve que de galilea nunca se ha levantado profeta" (AWP). Obviamente en 7:52 es imperativo y, por eso, puede ser en 5:39 también. Si es imperativo, Cristo habló de la confianza que ellos tenían en las Escrituras y les mandó que las examinaran para ver que sí hablaban de El.

      Los que creen que este verbo debe ser traducido por el modo indicativo dicen (1) que el indicativo concuerda mejor con lo que Jesús está diciendo; (2) que los demás verbos en este contexto no son imperativos sino indicativos; y (3) que no era necesario mandar que los judíos escudriñaran las Escrituras, porque lo hacían en las sinagogas cada sábado.

      -- porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; -- "En ellas", es decir, simplemente por tenerlas, estudiarlas, memorizarlas y discutirlas tendrían vida eterna. La palabra bibliolatría no se encuentra en Larousse, pero bien describe este uso incorrecto de las Escrituras. Los judíos minuciosamente escudriñaban las Escrituras, para saber cuántas letras había, o para ver cuántos textos pudieran memorizar y recitar, o para formular alegorías, y al hacer todo esto creían que con tal uso de la palabra de Dios podían ganar vida eterna. Aparentemente muchos judíos rendían culto a las Escrituras, pero no las estudiaban para entenderlas (2 Cor. 3:16).

      -- y ellas son las que dan testimonio de mí; -- Luc. 24:32, 44; Jn. 5:46; Hech. 3:18, 24; 7:52; 10:43; 13:29; 26:22; 28:23; 1 Ped. 1:10, 11, etc. Los judíos no dejaban de escudriñar las Escrituras, pero no encontraban a Cristo en ellas. "¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios" (Rom. 3:1, 2). Los judíos no solamente poseían las Escrituras, sino que se gloriaban en ellas, pero la palabra no moraba en ellos; es decir, solamente tenían los libros o rollos en sus manos para leerlos, pero la palabra leída no entraba en su corazón para morar permanentemente allí. La palabra no controlaba su vida. Así se usa la palabra morar en las Escrituras: por ejemplo, Rom. 7:20, "el pecado mora en mí", tiene control sobre mi vida; Rom. 8:9, "el Espíritu de Dios mora en vosotros", el Espíritu tiene control sobre vuestra vida; Col. 3:16, "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros", que la palabra de Cristo tenga residencia permanente en el corazón y que tenga control total sobre la mente, la voluntad y las emociones. Los judíos tenían las Escrituras, leían las Escrituras, y discutían las Escrituras, pero la palabra de Dios no moraba en ellos.

      Al escudriñar las Escrituras, ¿qué buscaban? Buscaban argumentos para probar lo que ya creían, las tradiciones que habían inventado. Tenían su propia teología y escudriñaban las Escrituras para probarla. Escudriñaban las Escrituras para encontrar las promesas de bendiciones físicas para Israel, incluyendo la de independencia y renombre mundial. Frecuentemente los profetas emplearon lenguaje de bendiciones físicas para describir bendiciones espirituales, pero a los judíos no les interesaban las promesas espirituales. Por eso, no encontraron a Cristo.

 

5:40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida. -- Esto explica el versículo anterior. Al leer las Escrituras esperaban tener vida eterna, pero no querían a Jesucristo. El Autor de la vida estaba excluido de su plan de tener vida eterna.

      Jesús hizo muchas señales y los que eran sinceros y querían la salvación creían en El. La salvación del hombre depende mucho no solamente de su entendimiento del evangelio, sino de su deseo de aceptarlo.    En el caso del paralítico de este capítulo (5:1-15) aun la sanidad de su cuerpo dependió de su deseo; Jesús le preguntó, "¿Quieres ser sano?" (5:6). Sergio Paulo, el procónsul de Chipre "deseaba oír la palabra de Dios" (Hech. 13:7). Cornelio deseaba oír el evangelio (Hech. 10:33). También el etíope (Hech. 8:31). Por eso, dice Pedro, "Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual" (1 Ped. 2:2). "Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad", es decir, por medio del evangelio (Fil. 2:13).

      Dios no quiere que nadie se pierda (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9). "Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis" (Ezeq. 18:32). Por eso,      Jesús invita a todos, diciendo, "Venid a mí" (Mat. 11:28-30) pero muchos rechazan su invitación. "¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta"  (Mat. 23:37, 38,). Al decir esto se refería a la destrucción de Jerusalén por Tito, el general romano que puso sitio a la ciudad en el año 70 d. de J. C.

      El profeta Isaías dijo, "Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra" (Isa. 1:19), pero el cautiverio en Babilonia de los judíos sucedió porque "No quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas" (Zacarías 7:11-12).

      Los que pecan lo hacen porque quieren pecar. José no pecó con la mujer de Potifar, porque él "no quiso" (Gén. 39:8). "Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Sant. 1:14), es decir, el hombre peca porque quiere pecar.

      Este texto es uno de los muchos textos que enseñan que el hombre tiene libre albedrío. El venir a Cristo depende de que el hombre quiera venir a El para tener vida eterna. Los que están muertos en pecado puede oír la voz de Cristo (5:25) para tener vida.

 

5:41 Gloria de los hombres no recibo. -- Jesús tenía muchos discípulos, y muchos otros le seguían por distintas razones. A veces durante su ministerio era muy popular, pero El no vino al mundo para ser exaltado por los hombres. Por el contrario, léase Isa. 53:4, 5. Jesús entendía que El sería exaltado por el Padre (Fil. 2:6-8). No le hacía falta, pues, la gloria de los hombres. El no buscaba el aplauso humano, sino verdaderos seguidores.

 

5:42 Mas yo os conozco (1:47-50; 2:24, 25), que no tenéis amor de Dios en vosotros. -- Jesús escudriñaba corazones y podía ver que estos judíos no amaban a Dios, sino que se adoraban a sí mismos. Si hubieran tenido el amor de Dios en sus corazones habrían aceptado a Jesús como el Hijo de Dios.

      ¿Cómo sabemos si tenemos el amor de Dios en nosotros?      "Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos" (1 Jn. 5:3).

      Al acusar a los judíos de no tener el amor de Dios, recalcaba lo que decía en el ver. 37, "Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto". Simplemente no conocían a Dios. Estaban lejos de El.

 

5:43 Yo he venido en nombre de mi Padre (como verdadero representante del Padre, 14:9), y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. -- Los judíos siguieron a muchos falsos cristos. Jesús exhortó a sus discípulos a que no hicieran lo mismo (Mat. 24:5, 24). Los hombres siguen a falsos cristos y a falsos maestros porque éstos les enseñan de acuerdo con sus deseos y prejuicios. Los falsos cristos ofrecían a los judíos victoria sobre los romanos, la gloria nacional y riquezas materiales.

 

5:44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, -- Mat. 6:1-18; 23:5-8. ¿Qué tiene que ver el recibir gloria los unos de los otros con el no creer en Cristo? Los que buscan y reciben la gloria humana, se sienten contentos y satisfechos. Los judíos se sentían más santos que los otros y, por eso, se sentían satisfechos. De esto Pablo advierte en 2 Cor. 10:12, "Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos". Si nos comparamos unos con otros y nos sentimos satisfechos, no veremos la necesidad de creer en Cristo, pero si sinceramente nos comparamos con Cristo, veremos nuestra condición verdadera y esto puede ser el principio de la fe.

      La gloria que se recibe puede ser aprobación o aceptación. Muchos no obedecen a Cristo por no ofender a su familia (Mat. 10:34-37). Muchos otros no obedecen por no ser criticados por sus amigos y conocidos. Estos no buscan la gloria de Dios sino la gloria (aprobación, aceptación) de los hombres.

      -- y no buscáis la gloria que viene del Dios único? -- Era y es fácil ser convencido de que Jesús de Nazaret es el Cristo. Hay mucha evidencia para confirmar esta verdad. Sin embargo, los judíos no creían porque eran rebeldes contra Dios y no buscaban su aprobación, y solamente querían recibir gloria (aprobación) los unos de los otros.

      Los que buscan la gloria, aprobación y aplauso de los hombres no tienen la humildad para creer en Cristo y obedecerle. Cuando algún predicador o alguna iglesia tratan de impresionar a los del mundo para tener influencia sobre ellos por medio de cosas materiales, dejan de ser iglesias y predicadores de Cristo. El honor del mundo es incompatible con el honor de Dios; los que buscan el honor del mundo pierden el honor de Dios, y los que buscan el honor de Dios pierden el honor del mundo (DL).

 

5:45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre (otra vez Jesús emplea el negativo hebreo, porque El sí les acusaba, pero no solamente El, sino el mismo Moisés les acusaba); hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. -- Se gloriaban en Moisés, pero lo que era su gloria también era su condenación.

      Los judíos apelaban a Moisés cuando les convenía (8:1-10), pero no le hacían caso cuando no les convenía. No son sinceros los que enfatizan ciertos mandamientos o enseñanzas de la Biblia y descuidan e ignoran otros.

 

5:46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. -- Los judíos creían que para ser leales a Moisés, tenían que rechazar a Jesús, pero la lealtad hacia Moisés requería la aceptación de Jesús, porque de El Moisés había testificado.

 

5:47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras? -- Cristo era el tema principal del Antiguo Testamento (Luc. 24:27, 44-46; carta a los Hebreos). Moisés habló de Cristo en Deut. 18:15-18 (Hech. 3:22, 23), pero también habló de El en todos los tipos, figuras y sombras de la ley.

      Cristo testifica que Moisés era el autor del Pentateuco. Los que niegan esto y dicen que los cinco libros de Moisés son fraudulentos tienen disputa con Jesús.

 

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Juan 6

 

      El milagro de los panes y los peces está registrado en los cuatro "Evangelios" (Mat. 14:13-21; Mar. 6:30-44; Luc. 9:10-17; Juan 6:1-14).

      Es un milagro clave, de suma importancia. Léase con cuidado Mar. 6:51, 52, "Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones". Esto indica que esta señal tenía y tiene mucho significado.

      También es de mucha importancia porque es el trasfondo del discurso sobre el pan de vida (6:25-59).

 

6:1 Después de esto, -- "Una nota de tiempo común, pero indefinida, en Juan 3:22; 5:1; 6:1; 7:1). Esta frase no denota una secuencia inmediata de acontecimientos" (ATR). Los relatos paralelos de Mateo, Marcos y Lucas indican que esto sucedió poco después de volver los apóstoles de su jornada de predicación (Mat. 10:5-8). Según Mar. 6:30, "Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado".

      -- Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. -- "a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida" (Luc. 9:10), no la Betsaida de Galilea (Mar. 6:45), sino la Betsaida oriental.

 

6:2 Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. -- "no se ha hecho esto en algún rincón" (Hech. 26:26); las multitudes no tenían excusa alguna, porque veían las señales que hacía en los enfermos, como también muchos otros milagros. Jesús era muy popular porque daba a la gente lo que quería: "vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos" (Mat. 14:14). Tenía compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor (Mat. 9:36); los pastores del pueblo eran ciegos y el alimento que les ofrecían eran las tradiciones de los hombres.

 

6:3 Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. -- "Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer" (Mar. 6:31).

 

6:4 Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. -- Esto indica que los escritos de Juan eran y son para todo el mundo, pues muchos no sabían ni saben que la Pascua era una fiesta de los judíos.

 

6:5, 6 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, -- "Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer" (Mar. 6:35, 36). Pero "Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer" (Mat. 14:16).   Los discípulos pensaban resolver el problema al despedir a la gente, pero Jesús insistía en que los apóstoles aceptaran su responsabilidad.

      -- dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. -- No hizo la pregunta para que Felipe le diera información (2:24, 25), ni para tentarle (Mat. 4:1), sino para probarle. ¿Qué haría para resolver esta crisis? ¿Recordaría que Dios es el que provee el pan? ¿Creería que El que convirtió el agua en vino en Caná podría proveer pan en Betsaida?

 

6:7 Felipe le respondió: Doscientos denarios (el denario representa el salario que se paga a un obrero por un día de trabajo, Mat. 20:2, 9, 13) de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. --  Este comentario de Felipe no se encuentra en los otros registros. "Felipe contempla la enorme multitud, e inmediatamente empieza a calcular, olvidando completamente que el poder de Jesús sobrepasa todo cálculo" (GH). No tomaba en cuenta que en ese momento él hablaba con el Creador del mundo (1:3).

      Jesús dijo a sus apóstoles, "Dadles vosotros de comer" y la reacción de ellos fue como la de Felipe. No dijeron, "Señor, no será necesario comprar pan, porque tú los puedes alimentar", sino que todos pensaban solamente en los recursos humanos y normales. En lugar de ejercer fe en Cristo, hicieron cálculos como si fueran comerciantes.

 

6:8, 9 Uno de sus discípulos, Andrés (1:41; 12:22), hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; -- Jesús había preguntado, "¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo". Parece que ellos mismos no tuvieron pan y que, por eso, buscaron pan entre la gente. Los panes eran muy pequeños y los pececillos eran del tamaño de sardinas, pues esto era simplemente el alimento para el muchacho, pero al multiplicarse, llegó a ser suficiente para alimentar a cinco mil hombres, aparte de las mujeres y los niños.

      Se han enseñado muchas "lecciones" acerca de este muchacho, pero Juan no da importancia al muchacho sino a Cristo. La lección aquí no es, como algunos han enseñado, que un muchacho compartiera su alimento con otros, sino que Jesús podía multiplicar lo poquito que este muchacho tenía para alimentar a una multitud.

      -- mas ¿qué es esto para tantos? -- Núm. 11:21-23, 31; 1 Reyes 17:13-16. Andrés y los otros apóstoles no pensaban en el poder de Cristo, sino solamente en lo imposible de alimentar una multitud con cinco panes y dos pececillos. Dios sabe multiplicar lo poco de los hombres consagrados.

 

6:10 Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. -- "Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba" (Mat. 14:19). El recostarse era la postura normal para comer. ¿Qué habrán pensado los apóstoles de este mandamiento? La gente no había comida. ¿Por qué, pues, hacerles recostar? Se requería fe en Cristo para llevar a cabo este mandamiento que no entendían. Por la fe los discípulos obedecen a Cristo aunque no entiendan su mandamiento. Si Jesús les hubiera dicho que subieran árboles, sin duda lo habrían hecho.

      ¿Qué habrá pensado la gente cuando le dijo que se recostara? ¿Recostarnos para qué? Por la fe se recostaron. Sin entender el propósito del mandamiento, obedecieron al Señor.

      Muchos rehúsan bautizarse, diciendo, "¿Por qué debo bautizarme?" Naamán no entendía y no le gustaba el mandamiento de Eliseo y no quería obedecer (2 Reyes 5:11). "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba" (Heb. 11:8). Josué y los israelitas habían de rodear la ciudad de Jericó una vez cada día por seis días "y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá". ¿Quién podía entender el por qué de tal mandamiento? ¡Se requería mucha fe, una fe grande, para llevarlo a cabo!

      -- Y había mucha hierba -- verde, Mar. 6:39; un buen cojín. "En lugares de delicados pastos me hará descansar" (Sal. 23:2).

      -- en aquel lugar; y se recostaron (se reclinaron) como en número de cinco mil varones. -- "Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta" (Luc. 9:14). Como Pablo hubiera dicho, "Hágase todo decentemente y con orden" (1 Cor. 14:40). Este buen orden hizo posible la distribución ordenada del alimento. De esa manera podían servir a cada persona, sin omitir a nadie.

      Nuestro Dios es Dios de orden, como se puede observar en Gén. 1 (la creación del mundo); en Ex. 13:18, "en orden de batalla subieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto", LBLA; en Lev. 1:8 (los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas ... sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar"; en Núm. 2 (los campamentos de las doce tribus alrededor del tabernáculo); en Josué 1:14, "vosotros, todos los valientes guerreros, pasaréis en orden de batalla delante de vuestros hermanos, y los ayudaréis" (LBLA); en la participación de la cena del Señor (1 Cor. 11:20-34); y en el uso de los dones del Espíritu Santo (1 Cor. 14:40).

 

6:11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias (6:23), -- Sin faltar, antes de comer debemos dar gracias por los alimentos. Los judíos creían que "el que participa de algo sin dar gracias actúa como si estuviera robando a Dios" (BWJ).

      "Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos" (Mat. 14:19; también Marcos y Lucas dicen "bendijo"). Al instituir la cena del Señor Jesús, según Mateo 26:26, 27 y Mar. 14:22, 23, Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa; según Lucas (22:17, 19) Jesús dio gracias por el pan y por la copa; según Pablo (1 Cor. 11:24) Jesús dio gracias por el pan y él habla (1 Cor. 10:16) de la copa que bendecimos. Estos textos revelan claramente que al dar gracias por el pan lo bendecimos, y que al dar gracias por la copa la bendecimos.

      Compárese Jn. 11:41, "levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído".

      -- los repartió entre los discípulos (esto se omite en LBLA), -- El Señor Jesús es el Proveedor, pero reparte sus bendiciones a través de sus apóstoles (2 Ped. 3:2).

      -- y los discípulos entre los que estaban recostados; -- Que sepamos nadie se negó a recostarse, pero si alguien hubiera rehusado hacerlo, ¿se le habrían dado de comer?

      -- asimismo de los peces, cuanto querían. -- Felipe dijo que si compraran "doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco" (6:7), pero ¿se limitaron a un poco? Dice Juan que Jesús y los discípulos les dieron todo lo que querían.

      Dios usa las cosas pequeñas y de poca importancia para hacer maravillas. Recuérdese como Dios usó la vara de Moisés, la honda de David, y la quijada de un asno en manos de Sansón.

      Dios pone un cheque en blanco en manos de sus siervos y nos dice que llenemos la cantidad de recursos celestiales que queramos (AWP).

      Dice Pablo, "todo es vuestro" (1 Cor. 3:21).

6:12 Y cuando se hubieron saciado (no un poco para cada uno, sino saciado), dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. -- Cristo podía haber alimentado cada día a multitudes, pero "los recursos infinitos, no obstante, no son una excusa para desperdiciar" (GH). Dios no desperdicia nada. Aun los cadáveres de animales y aves son alimento para otras de sus criaturas.

      Este texto es una lección clara sobre la necesidad de no desperdiciar las bendiciones de Dios. No somos dueños de nuestros recursos, sino simplemente mayordomos, que darán cuenta a Dios por la administración de ellos.

      ¿Qué significa el término pródigo? ¿Qué hizo el hijo pródigo? Dice Luc. 15:14, "Cuando todo lo hubo malgastado" (15:30). Compárense Luc. 16:1, "disipador"; Mat. 25:30, "inútil" porque desperdició su talento; Efes. 5:16, aprovechar el tiempo, no desperdiciarlo, no malgastarlo. Dios no quiere que el hombre desperdicie su tiempo, su energía, sus talentos, su dinero, su vida.  Si Jesús no quería que los pedazos de pan se perdieran, ¿cuánto menos querrá que algún alma se pierda? (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9).

 

6:13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas (canastos de mimbre) de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. -- Después de alimentar la multitud, no tenían cinco panes y dos pececillos, sino doce canastos de comida.

      ¿Cómo explican este milagro los modernistas (incrédulos)? Dicen que la lección aquí es que un muchacho pobre compartió su comida con otros y que su falta de egoísmo y su espíritu benévolo provocaba a los demás a hacer lo mismo para que hubiera suficiente comida para todos. Si esto hubiera sido lo que en realidad sucediera, nadie habría pensado que Jesús era el Profeta.

      Dice el modernista William Barclay, "Nunca sabremos con exactitud qué fue lo que sucedió en esa verde planicie de Betsaida Julia. Podemos verlo en tres formas. (a) Podemos verlo simplemente como un milagro ... (b) Puede ser que en realidad se haya tratado de una comida sacramental ... lo que cada persona recibió no fue más que un fragmento, como en el sacramento ... (c) Puede haber otra explicación, muy hermosa. No se debe pensar que la multitud emprendió una expedición de catorce kilómetros sin hacer ningún preparativo. Si entre ellos había peregrinos, sin duda tendrían provisiones para el viaje. Pero puede ser que ninguno de ellos haya querido ofrecer lo que tenía, porque con todo egoísmo -- y muy humanamente -- querían guardar todo para sí. Puede ser que Jesús, con su extraña sonrisa, sacó la pequeña provisión que tenía con sus discípulos, con una fe radiante dio gracias a Dios por ella y la compartió con todos. Conmovidos por su ejemplo, todos los que tenían algo lo imitaron; y al final hubo comida suficiente, y más que suficiente, para todos". Esta "explicación" es pura incredulidad. Barclay admite que "podemos verlo como milagro", pero así hablan los modernistas (incrédulos): para ellos, esta explicación es aceptable, pero luego dan otras dos explicaciones que son incorrectas. De esta manera, rechazan la verdad.

 

6:14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. -- Deut. 18:15-18; Hech. 3:22, 23. Esto suena bien; están reconociendo a Jesús como el Profeta que había de venir, es decir, el Mesías, el Hijo de David, pero al decir que Cristo era "el profeta" ¿qué concepto tenían de El? Si Cristo era el Profeta (Mesías), ¿por qué no se postraron delante de El, confesando sus pecados y adorándole? El ver. 15 contesta estas preguntas.

 

6:15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, -- En lugar de someterse a Cristo querían que El se sometiera a los propósitos e intereses de ellos. La Luz estaba con ellos, pero todavía estaban en oscuridad.

      Muchas personas seguían a Jesús porque tenían hambre y sed de justicia. Encontraban en El la resolución de sus problemas. Pero este texto (6:15) claramente muestra que algunos judíos querían que su Mesías fuera un rey terrenal que pudiera derrotar a los odiados romanos y librar a los judíos de su opresión. Esto quiere decir que algunos buscaban a Jesús simple y sencillamente para ver cómo y qué tanto El les pudiera ayudar y servir a ellos: p. ej., sanar sus enfermos, alimentar a los hambrientos, y vencer a sus enemigos. Tales personas serían leales a Cristo, con tal que El siguiera dándoles lo que querían.

      Los que querían "hacerle rey" querían usar a Jesús para llevar a cabo sus propios propósitos. Jesús había demostrado que tenía poder, mucho poder, porque sanaba a los enfermos y multiplicó a los panes y peces para alimentar a cinco mil hombres. Seguramente tendría poder para llevar a cabo los propósitos políticos de los judíos. El podría darles pan como Dios dio el maná a sus padres. Serían ricos porque las naciones sojuzgadas por Cristo les pagarían tributos como en los días de Salomón.

      Tales judíos no querían saber de las bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). No querían oír de convertirse y ser como niños (Mat. 18:1-4). No estaban interesados en negarse a sí mismos ni en llevar la cruz de Cristo (Mat. 16:24). No querían ser siervos de Cristo; más bien, querían que El fuera el siervo de ellos. Desde luego, no vino Cristo al mundo para ser servido sino para servir (Mat. 20:28), pero no en el sentido que estos hombres carnales anhelaban. Cristo vino para servir y para dar su vida en rescate por muchos, pero los que querían hacerle rey no querían saber nada de sufrimiento.

      No era necesario "hacerle rey", porque Jesús nació para ser rey (Mat. 2:2, "¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?"). El plan de éstos que querían hacerle rey no tenía nada en común con el plan de Cristo, porque el reino de Jesús no es de este mundo (Jn. 18:36). Jesús nació para ser Rey, pero también nació para morir por nosotros. El nació para ser "el profeta", y para ser el Rey de reyes, pero también nació para ser el Sacerdote que ofrecería a sí mismo para expiar los pecados del mundo (Heb. 10:12).

      -- por lo tanto, volvió a retirarse al monte él solo. -- "Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre" (2:24, 25). En esta ocasión otra vez Jesús demostró su deidad, leyendo los pensamientos carnales de estos judíos que querían hacerle rey.

      Dice Mat. 14:23, "Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo". Quería estar solo para orar, pero de lo que sucede en seguida parece que pensaba enseñar a sus discípulos otra lección sobre la fe.

 

6:16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, -- "En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud" (Mat. 14:22). El despedir a sus discípulos le ayudó a despedir también a la multitud.

 

6:17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. --  Esto indica que ellos habían esperado que Jesús les acompañara. Ahora la fe de los discípulos será probada otra vez. Después de ser testigos del maravilloso milagro de la alimentación de los cinco mil, ¿serán más fuertes para las pruebas?

 

6:18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. -- No solamente "Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos", sino que también "se levantaba el mar con un gran viento que soplaba", "Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada (lit., atormentada) por las olas" (Mat. 14:24). En tales momentos seguramente los apóstoles habrán anhelado la presencia de Jesús. "Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera" (Mat. 14:22); esto implica que El también iría a la otra ribera. Pero ¿dónde estará? ¿cuándo vendrá?

      Esta prueba de los apóstoles es semejante a la prueba de nosotros cuando en la noche oscura, las olas violentas del mundo nos azotan y atormentan. A veces clamamos al Señor y parece que no nos oye. En tales momentos nuestra fe y nuestra paciencia son probadas.

      Pero hay un detalle muy significativo en el relato de Marcos (6:48): "Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario". ¡Jesús no estaba dormido! No era indiferente al problema de sus discípulos. En los momentos difíciles de nuestra vida nos conviene recordar que Jesús nos ve cuando "remamos" con gran fatiga, y está cerca para ayudarnos. ¿Qué hacía Jesús en esos momentos? Oraba al Padre. ¿No estaría orando también por sus discípulos que en la noche oscura y en medio del mar tempestuoso estaban remando con toda su fuerza?

      No solamente estaba viéndoles, sino también cuando estaba viéndoles "estaba ya oscuro" (6:17). "Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz" (Sal. 139:12).

      Isa. 30:18 dice, "Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él". Espera para tener piedad de nosotros para que sea más evidente y más apreciada su ayuda (AWP).

      Pero al mismo tiempo es importante observar que aunque los discípulos podían esperar ayuda del Señor, ¡no dejaron de remar! El Señor ayuda a los que se ayudan a sí mismos.

 

6:19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios (cuatro o cinco kms.), vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; -- "vino a ellos" (Mat. 14:25) con poder infinito; pronto les ayudaría.

      "Y quería pasarles de largo (LBLA)" (Mar. 6:48), porque El quería que los discípulos le invitaran a bordo. El ayuda solamente a aquellos que quieran su ayuda.

      -- y tuvieron miedo. -- "Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo" (Mat. 14:26). ¿Qué temieron? Parece que en ese momento pensaban que serían llevados por un espectro.

 

6:20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. -- "No se podía equivocar en cuanto a esa voz. Si Isaac conoció la voz de Jacob (Gén. 27:22), Saúl la voz de David (1 Sam. 26:17), y Rode la voz de Pedro (Hech. 21:17), cuanto más los apóstoles conocieron la voz del gran Maestro" (JWM).

      Véase Mat. 14:28-31, la tentativa de Pedro de andar sobre el agua.

 

6:21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, -- Reconocieron la voz de Cristo y al oírla querían recibirle en la barca.

      -- la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban. -- Porque "cuando ellos (Jesús y Pedro) subieron en la barca, se calmó el viento" (Mat. 14:32). "Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones" (Mar. 6:51, 52). Habiendo visto el milagro de la alimentación de los cinco mil, deberían haber entendido que Cristo es verdadero Dios, y por eso, no deberían haberse asombrado tanto cuando El vino a ellos andando sobre el mar. Su dureza de corazón consistía en no comprender que un milagro les habría de preparar para otro. Aparentemente "lo de los panes" no les inducía a adorar a Cristo, pero ahora, después de ver a Jesús andar sobre el mar, rescatar a Pedro, y calmar el viento, estaban listos a proclamar su deidad.

      Mateo 14:33 dice, "Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios".

 

6:22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. -- Entonces ¿dónde estaría Jesús? Si está en este lado, ¿por qué no han regresado sus discípulos para buscarlo?

6:23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. -- McGarvey sugiere que los que tenían barcas vieron la multitud y aprovecharon la oportunidad, buscando pasajeros.

 

6:24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum (frecuentemente Jesús estaba en Capernaúm), buscando a Jesús. -- ¿Todavía querían hacerle rey (v. 15)? ¿Querían comer otra vez? ¿Con qué propósito le buscaban?

 

6:25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? -- No lo vieron cruzar el mar con sus discípulos, y no había venido con ellos. ¿Cuándo, pues, y cómo llegó? Jesús no perdió tiempo contestando su pregunta, sino que inmediatamente les dijo lo que deberían oír (compárese 3:2, 3).

 

6:26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales (no solamente la alimentación de los cinco mil, sino también la sanidad de algunos, 6:2), sino porque comisteis el pan y os saciasteis. -- Otra vez Jesús demuestra su deidad, al leer los pensamientos y propósitos de la gente. El sabía que el interés de ellos no era espiritual sino temporal. Le seguían no porque El les había enseñado, sino porque les había alimentado; no le seguían por amor sino por el pan (MH).

      No apreciaban el significado de los milagros de sanar enfermos y multiplicar los panes y peces como señal de Dios que indicaba la identidad divina de Jesús como el Salvador del mundo (4:42). Si lo hubieran hecho, se habrían postrado delante de El, buscando la salvación que El ofrece y adorándole.

      Cristo todavía lee los pensamientos de los que se acercan a El. El sabe los pensamientos, secretos, propósitos de todos. El se da cuenta de toda forma de hipocresía. No solamente oye nuestros cantos, sermones y oraciones, sino que también conoce nuestros corazones. Nadie le puede engañar.

 

6:27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; -- Mat. 6:24-34. Aunque la comida que a vida eterna permanece es de mucho más valor que la comida que perece, lamentablemente esta última es la que la mayoría de los hombres buscan. Aun muchos de los que profesan ser cristianos deben examinar su corazón y dejar de trabajar tanto por la comida que perece.

      La iglesia del Señor es columna y baluarte de la verdad (1 Tim. 3:15). Su obra es espiritual. El Señor no le ha entregado un evangelio social; es decir, no le ha dado la obra de benevolencia general (repartir ropa, comida, medicina). No autoriza que las iglesias de Cristo tengan "misioneros médicos" que establezcan clínicas, ni que establezcan asilos para niños, ancianos y otros necesitados. Lo que el mundo debe esperar de la iglesia es la predicación del evangelio para la salvación del alma.

      Desde luego, los cristianos son generosos y benévolos, como muchos textos enseñan. Las iglesias deben enviar ayuda a los santos necesitados (1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8, 9), pero este servicio no tiene nada que ver la propagación del evangelio social.

      ¿Cómo hemos de trabajar por la comida que a vida eterna permanece? Escudriñar las Escrituras como el viajero escudriña los mapas, pues cada día viajamos en tierra desconocida. Asistir a las reuniones de la iglesia para adorar a Dios y para edificarnos en la fe santísima. Meditar día y noche sobre los preceptos sagrados, las advertencias, las prohibiciones, las promesas, de las Sagradas Escrituras. Observar los verbos empleados por Cristo y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento: trabajar, andar, escudriñar, cantar, adorar, orar, llevar y sobrellevar, amar, dar, guardar, correr, etc. Todos estos verbos se incluyen en la admonición de Jesús de trabajar por la comida que a vida eterna permanece (JBC).

      "Trabajad ... por la comida ... la cual el Hijo del Hombre os dará". ¿Son pensamientos conflictivos el trabajar nosotros por la comida y el dárnoslo el Hijo del Hombre? ¿Cómo podemos trabajar por lo que Cristo nos da? Este es un texto clave en el estudio sobre la gracia. ¿Cómo funciona la gracia? Si la salvación es por gracia, ¿puede el hombre hacer algo para participar en su salvación? Según este texto (Jn. 6:27) no hay conflicto alguno entre los dos conceptos: Jesús nos dará y nosotros trabajamos. No hay que escoger entre las dos cosas.

      ¿Hemos de trabajar por la comida espiritual? Compárese Fil. 2:12; Luc. 13:24. El calvinismo no acepta esto, porque afirma que la salvación es por la gracia sola y por la fe sola, y ni cuenta se da de la inconsecuencia de hablar de dos cosas "solas". Al entender la verdadera naturaleza de la gracia, no habrá dificultad alguna para entender la necesidad de trabajar por la comida espiritual (la salvación), porque la gracia de Dios provee la salvación, y el hombre acepta la salvación. El obedecer, el servir, en fin, el trabajar, es simplemente la aceptación del don de Dios. Los que no trabajan rehúsan aceptarlo.

      El fundamento de la creencia de que el hombre no puede trabajar por su salvación es la doctrina falsa de que el hombre nace totalmente depravado y, por eso, que no puede ni siquiera querer creer u obedecer al Señor, pero, en primer lugar, el hombre no nace depravado, y en segundo lugar, Jesús acaba de decir (5:25) que los muertos (los que están muertos en pecados y separados de Dios) oirán su voz y vivirán.

      --  porque a éste señaló Dios el Padre (ha marcado con su sello, LBLA). -- 1 Reyes 21:8; Ester 3:12; 8:10; Jer. 32:10; compárese el sello del rey, presidente u otro oficial. Mat. 3:16; 17:5; Hech. 10:38. Señalar significa identificar y aprobar (acreditar), es decir, el Padre claramente estaba indicando que Jesús de Nazaret era el unigénito Hijo de Dios, y que lo aprobaba. (Compárese Apoc. 7:3, aparte de indicar identidad y aprobación, también significa la protección de los siervos de Dios).

      Los emisarios de un rey (o del presidente) tienen que presentar sus credenciales para dar prueba de ser aprobados para actuar oficialmente. Así también los milagros que Jesús hacía daban evidencia de que había venido del Padre y que actuaba en su nombre.

 

6:28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica (ergazometha, lit., trabajar, Interlineal Lacueva; obrar, VM) las obras de Dios? -- Esta pregunta es semejante a la del joven rico (Mat. 19:16). Los escribas y fariseos requerían purificaciones, etc. (Mat. 15:2); "atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres" (Mat. 23:4). Otras obras requeridas por los hombres son peregrinajes, penitencias, votos, ayunos, duro trato del cuerpo (Col. 2:23), etc. Estos son medios inventados por los hombres para poner en práctica las obras de Dios, pero "en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mat. 15:9). Al oponerse a tales obras humanas, muchos religiosos rechazan también las obras que el Señor requiere de su pueblo.

      La definición de la palabra ergazometha es "trabajar, obrar, poner en práctica"; algunas versiones escogen poner en práctica porque no les gusta la palabra obrar o trabajar con respecto a la salvación del hombre, pero es la misma palabra usada por Pablo en 1 Tes. 4:11, "trabajar con vuestras manos".

      ¿Qué debemos hacer para obrar las obras de Dios? Esto es precisamente lo que preguntaron. Si Jesús hubiera sido un calvinista, les habría reprendido por hablar de obrar las obras de Dios. Los comentarios calvinistas denuncian esta pregunta como la manifestación carnal de gente que quería ganar o merecer la salvación y justificarse a sí mismos, para que la justificación no fuera de gracia sino de deuda (Rom. 4:4). Considérese la cita siguiente de un calvinista: "La mente carnal ... no es capaz de aceptar el pensamiento de un don. Más bien, el corazón carnal no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre y recibir todo por nada. El pecador quiere hacer algo para merecerlo ... Así fue con el joven rico: 'Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?' (Luc. 18:8) Así fue con los judíos afligidos el día de Pentecostés: 'Varones hermanos, ¿qué haremos?' (Hech. 2:37). Así fue con el carcelero de Filipos: 'Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?' (Hech. 16:30). Así fue con el hijo pródigo: 'hazme como a uno de tus jornaleros' (Luc. 15:19)" (AWP). Este comentario bien ilustra cómo los calvinistas desprecian el hacer o el obrar de parte del hombre con respecto a la salvación.

      Por eso, si Jesús hubiera sido calvinista, les habría dicho, "Ustedes no saben nada; tienen mente carnal y no son capaces de aceptar el pensamiento de un don. Su corazón no está dispuesto a humillarse al nivel de un mendigante o un pobre para recibir todo por nada. Más bien, ustedes quieren hacer algo para merecer la salvación. Ustedes no pueden obrar las obras de Dios; olvídense de tales pensamientos. No hablen así". Pero Jesús no les reprochó de esa manera.   ¿Por qué preguntaron acerca de qué pudieran hacer para obrar las obras de Dios? Porque Jesús acabó de decirles, "Trabajad ... por la comida que a vida eterna permanece".

6:29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado (6:35, 36, 40, 47). -- El creer del hombre es la obra de Dios. ¿Significa esto que Dios da la fe al hombre como don? Algunos tuercen Efes. 2:8, afirmando que la fe es don de Dios, cuando en realidad en ese texto Pablo dice que la salvación es don de Dios.

      Pero obsérvese bien que la fe es una obra, una obra hecha por el hombre. El hombre es responsable por su salvación. Tiene que hacer algo para ser salvo. No puede proveer un Salvador, pero sí puede creer en el Salvador que Dios provee, y obedecer lo que El nos manda.

      Ahora bien, los que creen que la fe es don de Dios insisten en que el hombre no hace nada, pero muchísimos sectarios creen que el hombre mismo tiene que creer, pero si el hombre tiene que creer, entonces es obvio que el hombre tiene que hacer algo. Los que reconocen que el hombre tiene que creer reconocen al mismo tiempo que la salvación es condicional. La fe, pues, es una condición o requisito de la salvación. El hombre tiene que cumplir con este requisito.

      También todos reconocen que el hombre tiene que arrepentirse para ser salvo. Nadie lo niega. También todos saben que es necesario confesar a Cristo. ¿Quién creerá que sin confesar a Cristo se puede salvar? ¿Quién creerá que sin invocar el nombre del Señor el hombre se puede salvar? ¿Quién creerá que sin amar a Dios, el hombre se puede salvar? En realidad, nadie cree en la salvación por la fe sola, pues todos saben que el hombre tiene que cumplir con ciertos requisitos: amar a Dios, creer en Dios y en Cristo, arrepentirse de los pecados, confesar a Cristo como el Hijo de Dios, invocar al Señor, etc.

      Hay un solo requisito, nombrado por Cristo y los apóstoles (por el Espíritu Santo, pues), que muchos sectarios rechazan: el bautismo en agua para perdón de pecados. Para ellos el hombre puede cumplir con todos los demás requisitos y la salvación sigue siendo por la gracia sola y por la fe sola, pero dicen que el bautismo es obra y que los que se bautizan para perdón de pecados quieren merecer la salvación. ¡Qué inconsecuencia! ¡Qué insensatez! En esto Satanás ha ganado una victoria de proporciones incalculables, porque con esta falsa doctrina ha engañado a millones de personas.

      Si el hombre tiene que cumplir con cierto requisito (la fe), entonces ¿cuál es la diferencia entre el cumplir con ese requisito y el cumplir con los otros requisitos nombrados por el Señor?

      Satanás ha convencido a muchísimas personas que si solamente creen en Cristo no hacen nada (no obran), pero que si se bautizan, hacen algo y que obran para merecer la salvación. Considérense el confesar a Cristo y el invocar su nombre. ¿Se puede negar que estas dos cosas son actos de obediencia? Si se supone que el creer es simplemente un acto mental y que el bautismo es un acto físico, ¿no son actos físicos el confesar y el invocar con la boca? ¿Puede alguno confesar e invocar sin hacer algo con el cuerpo (la boca)? En esto vemos la inconsecuencia de los que abogan por la salvación por la fe sola.

 

6:30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? -- ¿Cuándo hicieron esta pregunta? ¡Un solo día después del milagro de multiplicar los panes y peces! Así es la carnalidad de los que buscan señales. Quieren señal tras señal y nunca se satisfacen. Con razón Jesús dijo, "La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás" (Mat. 16:4). Hoy en día al gozar de las múltiples bendiciones diarias de Dios muchos preguntan ¿y quién es Dios para que creamos en El?

      Jesús "estaba asombrado de la incredulidad de ellos" (Mar. 6:6) y ¿no estará asombrado de la incredulidad de tanta gente ahora? La mayoría de los intelectuales no quieren ocupar el estado digno y exaltado de hijos de Dios, sino que proclaman que el hombre es descendiente de animales inferiores -- ¿un animal inferior puede tener descendientes superiores? -- y dicen que los hombres, ratones y gusanos tienen el mismo destino (JBC).

      Muchísimas personas no quieren creer en Dios, pero de todo corazón creen en la hechicería y otras prácticas ocultas del diablo.

      La lógica de los incrédulos modernos no es mejor que la de los de Nazaret. Estos pensaban: "Este Jesús es uno de nosotros. Nosotros no somos nada. Por eso, él no es nada".

 

6:31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito (Neh. 9:15): Pan del cielo les dio a comer. -- Esto confirma que Jesús descubrió los pensamientos de su corazón (6:26). La mujer samaritana le recordó a Jesús del pozo que Jacob les dio (4:12); aquí la gente le recuerda del maná que los padres comieron.

      La gente vio el milagro de la alimentación de los cinco mil, pero en lugar de reconocer a Jesús como el Mesías, pide otra señal y le recuerda del maná en el desierto. ¿Menospreciaban el milagro de Jesús con la implicación de que el maná que alimentó a los millones de Israel había durado por cuarenta años? ¿Querían que Jesús les diera de comer cada día (o tres veces al día) durante el resto de la vida para superar la señal del maná en el desierto y para demostrar que El era superior a Moisés?

      Dios proveyó el maná para sostener a su pueblo durante los cuarenta años que estuvieron en el desierto, pero al alimentar a los cinco mil Jesús no solamente proveyó alimento, sino que les dio señal para que creyeran en El.

 

6:32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. -- El maná no era el verdadero pan, porque aunque los israelitas comieron el maná siempre murieron. Los panes de cebada no eran el pan verdadero porque los cinco mil varones lo comieron y ahora, el día siguiente, quieren comer otra vez. El maná era una maravilla. El pan de cebada era otra maravilla. Cristo Jesús, sin embargo, era la maravilla de maravillas, porque El es el verdadero pan del cielo que nos da vida eterna.

 

6:33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. -- No solamente a los israelitas, sino a todos.

 

6:34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. -- Compárese 4:15, "La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla". Desde luego, no querían el pan del cual Jesús hablaba, como se puede ver después (6:66).

 

 6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; -- Jesús dijo, Yo soy la luz del mundo, Yo soy la puerta, Yo soy el buen pastor, Yo soy la resurrección y la vida, Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la vid y vosotros los pámpanos.

      -- el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. -- Cristo se entregó a sí mismo para satisfacer toda necesidad y todo deseo del alma.

 

6:36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. -- Jesús mismo era la señal principal. Lo habían visto y lo conocieron, pero no creyeron y seguían buscando señales. Por eso Jesús expresa lo desesperado de la situación, porque si alguno, al ver la luz del sol, sentir su calor y ser testigo de su poder vivificador, todavía rehúsa creer en el sol, entonces ¿con qué señal se le puede demostrar la existencia del sol? (JWM). Véanse 8:19; 12:44, 45; 14:9. Escudriñaban las Escrituras que hablaban de El (6:39), pero querían vida eterna sin Cristo (querían la vida sin la Vida).

 

6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; -- 6:39, 44. ¿A quiénes dio el Padre a Cristo? ¿Cómo lo hizo? Muchos creen que la gracia es irresistible, que arbitrariamente Dios elige a ciertos individuos y los trae a Cristo con algún acto soberano (es decir, les da una llamada "experiencia de gracia").

      Pero los vers. 44, 45 claramente explican el proceso. El Padre dio la ley de Moisés como ayo (guardián, tutor) para llevar a los judíos a Cristo (Gál. 3:24). Véase Luc. 24:44, Cristo cumplió las figuras y profecías de la ley, los profetas y los salmos. De esta manera Dios llevó (dio) al pueblo a Cristo.

      Desde luego, El da a Cristo solamente los que creen en El y obedecen al evangelio. Estos tienen que renacer, Jn. 3:3, 5. Los que vienen a Cristo son los que nacen del agua y del Espíritu. Cristo no hace acepción de personas (Hech. 10:34, 35), sino que enseña e invita a todos. Cristo murió por todos (1 Jn. 2:2) y el evangelio debe ser predicado a todos (Mat. 28:19; Mar. 16:15), pero los elegidos de Dios son los que son llamados por el evangelio (2 Tes. 2:13, 14); es decir, los que oyen el evangelio y lo obedecen. Estos son los que son enseñados por Dios (6:44, 45). Esta explicación está comprobada en el libro de Hechos de los Apóstoles, el libro que registra ejemplos de la conversión.

      Los que no aceptaron a Cristo y al evangelio demostraron que no eran su pueblo. Véase 10:16; compárese Hech. 13:45-48, los judíos rebeldes se juzgaban a sí mismos como indignos de la vida eterna, pero los gentiles con gozo aceptaron el evangelio y de esa manera demostraron que estaban "ordenados para vida eterna". De esta clase de gente Dios habla en Hech. 18:10, "Tengo mucho pueblo en esta ciudad".

      Así pues, la incredulidad de los judíos demostraba que ellos no fueron dados a Cristo por el Padre, es decir, que en realidad no eran el pueblo de Dios como suponían. Cristo condena su orgullo al decirles que no eran dignos de ser su pueblo.

      -- y al que a mí viene, no le echo fuera. -- Estos textos no dicen que los hijos de Dios no pueden caer de la gracia (Gál. 5:4; Jn. 10:6), sino que Dios es fiel y hará todo lo necesario por lograr la salvación eterna de los que vienen a Cristo. Véase 10:27, 28, "no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano", pero a pesar del amor y protección del Señor, las ovejas pueden descarriarse y dejar de seguir a Cristo (dejar de creer en El). Véase también Rom. 8:38, 39. Estos textos hablan de la fidelidad de Dios, que todos pueden confiar plenamente en su ayuda y protección, pero no enseñan que los creyentes no pueden caer.

 

6:38 Porque he descendido del cielo, -- Esta afirmación es otra confirmación de que Cristo nació de una virgen, pues era hombre, nacido de mujer, pero no tenía padre humano.

      -- no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. -- Las obras de Jesús eran las obras del Padre. La voluntad del Padre era que a través de Cristo un pueblo fuera llamado por el evangelio, perdonado, santificado y transformado a la imagen divina, para poder vivir con Dios en el cielo.

 

6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, -- Todos los que obedecen al evangelio son dados a Cristo por el Padre. La salvación es el don de Dios (Efes. 2:8; Rom. 6:23).

      -- no pierda yo nada, sino que lo resucite -- Cristo no pierde a los que vienen a El por causa de la muerte física, porque los resucitará.

      --    en el día postrero. -- vers. 39, 40, 44, 54; compárese 5:28, 29.

 

6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. -- Compárese 6:54. En los dos textos habla de la resurrección y la vida eterna. Aquí en 6:40 dice que esta bendición es para todo aquel que cree en El, y en 6:54 dice que la misma bendición es para el que come su carne y bebe su sangre. Por eso, comer su carne y beber su sangre quiere decir creer en El.

 

6:41, 42 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? -- Se escandalizaron porque Jesús dijo que había descendido del cielo y, por eso, sería mayor que Moisés y los profetas, sacerdotes y reyes de Israel. Creían que podían refutar lo que El decía hablando de su familia; es decir, que no es del cielo sino de Nazaret.

6:43, 44 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; -- helkusei, arrastrar como una red (21:6, 11, Pedro "sacó la red a tierra"), atraer (arrastrar) mediante la cruz (12:32). Aunque les había dado los panes y peces, no querían reconocer que el carpintero de Nazaret era el pan que descendió del cielo. Por eso, no fueron traídos a Cristo por el Padre.

      Hablan los calvinistas de la gracia irresistible. "Cuando Jesús se refiere a la actividad divina de traer, emplea un término que indica claramente que esto significa más que influencia moral. El Padre no se limita a rogar o a aconsejar -- ¡trae! ... indica una actividad muy poderosa -- incluso, podríamos decir, irresistible. Claro está, el hombre resiste, pero su resistencia es ineficaz" (GH). Pero la verdad es que el Padre trae a Cristo solamente a los que creen en El como el Hijo de Dios y obedecen al evangelio. Dios simplemente no puede traer a los demás a Cristo, porque su único poder para la salvación es el evangelio (Rom. 1:16). El evangelio es la única red.

      -- y yo le resucitaré en el día postrero. -

 

6:45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. -- Dicen los calvinistas que "No es cierto que 6:45 anule o, por lo menos, debilite 6:44. La expresión, Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios, no coloca en modo alguno en manos de los hombres el poder de aceptar a Jesús como Señor" (GH). Tal enseñanza hace que Dios sea responsable por la salvación del hombre, no solamente al proveer la salvación sino también en cuanto a la aceptación de ella. Aquí está la sencilla verdad que los calvinistas rehúsan aceptar: Dios sí provee la salvación, pero el hombre tiene que aceptarla.

 

6:46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios (1:1, 14; 7:29; 16:27; 17:8); éste ha visto al Padre -- Al ver a Cristo, vemos al Padre (8:19; 12:45; 14:9). Esta es la única manera de ver al Padre. Cristo es el camino al Padre (14:6). Aparte de Cristo el hombre no tiene acceso al Padre. Efes. 2:18, "Por medio de El ... tenemos entrada ... al Padre".

 

 6:47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.-- El creer en Cristo equivale a recibirlo como el pan de vida, el pan que descendió del cielo. En cuanto a la posesión de la vida eterna, véase el comentario sobre 5:24.

 

 6:48, 49 Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. -- Como la vida física se sostiene por medio del pan literal, la vida eterna es obtenida solamente por medio de Cristo. De todos los más de 600,000 hombres incluidos en el primer censo, todos murieron en el desierto excepto Caleb y Josué. Así pues, aunque el maná vino directamente del cielo, solamente dio vida física, porque todos los que comieron de él murieron. Dice Josué 5:12 que cuando los israelitas cruzaron al Río Jordán y llegaron a Gilgal, "El maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año".

 

 6:50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. -- Cristo es el pan sobrenatural, el alimento para el alma, que da vida eterna. El que come de este pan muere físicamente, pero no muere espiritualmente.

 

 6:51 Yo soy el pan vivo (6:35, 41, 48) que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne (1 Ped. 3:18; Efes. 2:15; Col. 1:22; Heb. 10:20), la cual yo daré por la vida del mundo. -- Se refiere a su muerte que sería el sacrificio perfecto por los pecados del mundo (3:37; 4:42; 1 Jn. 3:16; Mat. 20:28; Gál. 3:13; 2 Cor. 5:14; Rom. 5:8; Isa. 53:10; 1 Ped. 2:24). En esto vemos, pues, que al comer este pan de vida la gente tiene que creer no solamente en Cristo sino en el Cristo que había de morir, ser sepultado y resucitar para salvarnos de los pecados. "Jesús ha presentado aquí a esta multitud galilea el hecho central de su muerte expiatoria por la vida espiritual del mundo" (ATR).

      Desde luego, es mucho más fácil entender estas palabras después de la muerte de Jesús. Recuérdese que ni siquiera los apóstoles entendían a Jesús cuando hablaba de su muerte (Mat. 16:21-23).

 

6:52 Entonces los judíos contendían entre sí, -- Véanse 7:12, 40; 9:16; 10:19; había mucho desacuerdo entre la gente acerca de Jesús.

      -- diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? -- No entendían porque no estaban dispuestos a entender. "Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mat. 13:13).

 

6:53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (Col. 3:3). -- Jesús sabía que no había seriedad en ellos y que no amaron la verdad; por eso, en lugar de explicar la figura, la hace aun más fuerte, más gráfica. Jesús no contestó su pregunta, sino que enfatizó la necesidad de participar de su cuerpo y sangre. La palabra sangre recalca el pensamiento de su muerte y el poder vivificador de ella. En la apropiación de la carne y la sangre de Jesús, esta vida espiritual fluye de la vida de Jesús (vers. 56, 57) (HAWM). Ya se acercaba la fiesta de la Pascua en la cual los judíos comían la carne del cordero pascual, pero en esa Pascua se ofrecería el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo (1:29; Heb. 9:22; 1 Ped. 1:18; Hech. 20:28; Efes. 1:7; Apoc. 5:9). A ese sacrificio Jesús se refiere, y a la necesidad de que aprovechemos el beneficio de ese sacrificio para obtener el perdón de los pecados.

      Jesús emplea esta figura tan gráfica para impresionar profundamente la mente de los oyentes. Ellos recordarían a través de los años este lenguaje. El lenguaje de Cristo quedaría fijo en la mente de la gente por causa de su naturaleza diferente y extraña. El simbolismo del Apocalipsis tiene el mismo propósito. De hecho lo mismo se puede decir de todo lenguaje figurado. ¿Quién puede olvidar la historia del hijo pródigo o del buen samaritano?

      En este texto Jesús emplea palabras figuradas para enfatizar la necesidad de unirse a El por medio de creer en El (como el perfecto sacrificio por los pecados del mundo) y obedecer al evangelio. De esta manera se recibe el alimento necesario del alma. Al creer en Cristo y arrepentirnos del pecado, nos crucificamos con El y somos sepultados con El y resucitados con El en el bautismo (Rom. 6:4; Col. 2:12); es decir, aceptamos y practicamos sus enseñanzas (obedecemos al evangelio y perseveramos en la doctrina de Cristo y los apóstoles). De esta manera asimilamos este alimento esencial, uniéndonos a El como El se unió al Padre (17:21-23). La vida, pues, en este texto (y a través de los escritos de Juan) no significa simplemente la existencia consciente con Dios, sino la comunión con Dios.

      La preposición griega eis (en) lleva la idea de hacia (p. ej., "id a (eis) la ciudad", Mat. 26:16). Metafóricamente tiene el mismo sentido. Considérense los siguientes textos que explican esta relación con Cristo:

      (1) Mat. 28:19, "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en (eis) el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"; es decir, el bautizado entra en la relación aceptable con Dios.

      (2) Rom. 6:3, "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en (eis) Cristo Jesús, hemos sido bautizados en (eis) su muerte". Jesús derramó su sangre en su muerte; por eso, hemos sido bautizados en su muerte, para que la sangre de Cristo nos limpie de todo pecado.

      (3) Rom. 6:4, "Porque somos sepultados juntamente con él para (en, eis, la) muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva". ¡Somos sepultados con Cristo!

      Entonces, habiendo entrado en esta relación de favor con Dios, es necesario "que habite Cristo por la fe en vuestros corazones" (Efes. 3:17). "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia"  (Fil. 1:21). "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria" (Col. 3:3, 4).

      No nos unimos a una denominación -- como hacen muchísimas personas religiosas -- sino a Cristo; somos agregados a El (Hech. 11:24). Somos bautizados en un cuerpo (1 Cor. 12:13) y su cuerpo es su iglesia (Efes. 1:22, 23).

      Por lo tanto, no se debe enseñar que este texto (6:53) se refiere específica o solamente a la cena del Señor. La cena del Señor es solamente una parte -- una parte muy esencial, muy importante -- de lo que se llama comer su carne y beber su sangre. Sin embargo, es necesario explicar que varios comentaristas quieren totalmente excluir la cena -- como también el bautismo -- de este lenguaje de Jesús, porque "jamás ninguna iglesia cristiana ha profesado la absoluta necesidad de la cena para tener la vida del Salvador ... la misma observación sobre la relación de la conversación de Jesús y Nicodemo con el bautismo que Jesús ordenó a sus discípulos practicar ... los símbolos visibles importaban poco al autor del evangelio del espíritu" (B-S). En este comentario es obvio que se quiere excluir la cena y el bautismo del lenguaje de Cristo, puesto que Cristo enfatiza que es indispensable comer su cuerpo y beber su sangre. Si admitieran que esta figura puede incluir la cena, entonces esto haría que un acto físico fuera necesario para tener comunión con Cristo y para ellos este concepto es intolerable. Para ellos la fe y la fe sola procura la comunión con Cristo, sin ningún acto de obediencia.

      Pero nos extraña que el autor citado arriba, después de reconocer que Jn. 3:5 de veras se refiere al bautismo, proclamara que este acto no es necesario para tener comunión con Cristo, aunque Cristo claramente dijo, "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". Si alguno no puede entrar en el reino de Dios, ¿puede tener comunión con Cristo?

      Además, verdaderamente es esencial la participación de la cena del Señor el primer día de la semana (Hech. 20:7) para seguir teniendo comunión con Cristo (1 Cor. 10:16).

 

6:54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. -- Jesús dice en 6:40 que "Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero", y en 6:54 hace la misma promesa a "El que come mi carne y bebe mi sangre". Por lo tanto, tenemos que concluir que el comer su carne y beber su sangre equivale a venir a Cristo y creer en El, es decir, aceptar y obedecer al evangelio.

      Todos saben la importancia del pan (alimento físico) para el cuerpo; también tenemos que entender que el pan espiritual (Cristo) es indispensable para el espíritu o alma.

 

6:55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. -- En esto Cristo habla de sí mismo como el sacrificio para expiar los pecados del mundo. Para recibir este beneficio es necesario que obedezcamos de corazón el evangelio y ser reconciliados con Dios, tener comunión con Dios (ser "participantes de la naturaleza divina", 2 Ped. 1:4), y cada vez más transformarnos en la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

 

6:56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. -- La palabra permanece es término clave para entender este texto. El comer la carne y beber la sangre de Cristo significa recibir los beneficios de la muerte de Cristo por medio de la obediencia al evangelio, y estar espiritualmente unidos a El, y tener comunión con El (es decir, participar de toda bendición espiritual, como también participar en su servicio).

      Obsérvese en otros textos lo que Juan dice acerca de vivir o permanecer en Cristo:

      -- 11:25, 26, "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente".

      -- 15:4-6, "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden". En los escritos de Juan permanecer en el Señor significa tener comunión con El.

      -- 17:21-23, "para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros ... Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad". Debemos unirnos a Cristo como El se une al Padre, para que seamos "perfectos en unidad".

      -- 1 Jn. 2:6, "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo". Si nos unimos a El y tenemos comunión con El, andaremos como El anduvo.

      -- 1 Jn. 2:24, "Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre". Esto indica que para unirnos a Cristo y al Padre tenemos que retener la enseñanza que nos fue entregada por Cristo y los apóstoles (Hech. 2:42; Jn. 14:26; 1 Jn. 4:6). Solamente los que tienen comunión con los apóstoles pueden tener comunión con el Padre y el Hijo (1 Jn. 1:3).

      -- 1 Jn. 3:6-9, "Todo aquel que permanece en él no peca" (es decir, practica el pecado, ver. 8). El cristiano tropezará de vez en cuando y al hacerlo tiene perdón si acude a su Abogado y confiesa su pecado (1 Jn. 1:8-2:2), pero el cristiano no persiste en la práctica (habitual, continua) del pecado porque ahora participa o tiene comunión (habitual y continua) con Cristo.

      -- 1 Jn. 3:24, "Y el que guarda sus mandamientos permanece en Dios".

      -- 1 Jn. 4:12, "Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros".

      -- 1 Jn. 4:15, "Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios".

      -- 1 Jn. 4:16, "el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él".

 

6:57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por (causa de, MV) el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. -- Cristo nos hace partícipes de la vida verdadera que procede del Padre. "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (11:25, 26); "Porque yo vivo, y vosotros también viviréis" (14:19).

 

6:58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. -- Una vez más se refiere a lo que los judíos dijeron (ver. 31). La palabra murieron es el punto clave: ellos comieron de ese pan y murieron. Por eso, no era el pan verdadero (duradero).

 

6:59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. -- ¿La sinagoga construida por el centurión, Luc. 7:1, 5?

 

6:60 Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; -- La palabra dura no significa que ellos no podían entender que el lenguaje de Jesús era figurado. No fue que ellos pensaran que Jesús esperara que literalmente se comiera su cuerpo y se bebiera su sangre. Eso no fue el problema. Todo el problema fue que esta enseñanza de Cristo hizo clara la necesidad de su muerte. Tal enseñanza fue muy desagradable para ellos. No era dura para entender, sino dura para aceptar que El había descendido del cielo y que traía beneficios espirituales, y que no pensaba establecer un reino terrenal como ellos querían (6:15).

      Si esta enseñanza de Jesús hubiera sido muy dura para entender, y si sus discípulos hubieran sido sinceros, habrían pedido una aclaración de lo que decía. Compárese Mat. 13:36, "Explícanos la parábola de la cizaña del campo"; entonces Jesús les explicó la parábola. De esta manera, a través de la enseñanza entendida, Dios trae a los hombres a Cristo. Pero en esta ocasión muchos de sus discípulos no pidieron explicación, sino que murmuraban y dijeron, "Dura es esta palabra", y volvieron atrás. Es obvio que a ellos no les gustó lo que Jesús decía.

      -- ¿quién la puede oír? -- Su enseñanza era dura -- difícil de aceptar -- para los que esperaban que Cristo ocupara un trono terrenal y que proveyera no solamente libertad del yugo de Roma, sino pan físico en abundancia y muchas otras bendiciones materiales.

 

6:61 Sabiendo Jesús en sí mismo que (no solamente los incrédulos sino también) sus discípulos murmuraban de esto, -- Aquí está otra demostración de la omnisciencia de Cristo, porque solamente Dios puede leer los pensamientos de los hombres.

      -- les dijo: ¿Esto os ofende (os escandaliza, LBLA; os hace tropezar, margen)? -- ¿Qué les hizo tropezar? Véase el ver. 51, "el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo" y que al comer su cuerpo y beber su sangre, ellos también estarían de alguna manera involucrados en tal sacrificio. Ya hemos visto en Mat. 16:21-23 que tal pensamiento hizo tropezar a los apóstoles, al igual que a los judíos (Jn. 12:34, "Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado?"). Compárense 1 Cor. 1:23, "Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero"; Gál. 5:11, "el tropiezo de la cruz").

      Muchas personas tropezaron por causa de la enseñanza de Cristo sobre varios asuntos: (1) 16:1; (2) Mat. 11:2-6; (3) Mat. 15:12; (4) Mat. 19:10; (5) 1 Cor. 1:23; Gál. 5:11, el tropiezo de la cruz. (6) La enseñanza de Jesús de que los desobedientes serán castigados en el infierno es una palabra dura para los testigos del Atalaya, los adventistas y otros materialistas. Les hace tropezar.

 

6:62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? -- Es decir, si viereis, etc., ¿no sería causa de tropiezo aun más grande?

      Estas últimas palabras se refieren nuevamente a la preexistencia de Cristo (1:3, 14, 18; 3:13; 17:5). Afirman que Cristo descendió del cielo y que volvería al cielo. Esta es la única vez durante su ministerio personal que Jesús habló en términos explícitos de su ascensión al cielo.

      Hasta ese momento los apóstoles siguieron preguntando acerca de la restauración del reino a Israel (Hech. 1:6), pero al verlo ascender al cielo (Hech. 1:9-11) podían entender que Cristo no ocuparía un trono terrenal, sino su trono en el cielo (Hech. 2:32-36).

 

6:63 El espíritu es el que da vida; -- 3:5; Rom. 8:2; 1 Cor. 2:4. La regeneración es la obra eficaz del Espíritu Santo obrando a través de su palabra (1 Ped. 1:23-25).

      -- la carne para nada aprovecha; -- "los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne" (1:13); "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (3:6).

      -- las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. -- Aquí está otro texto clave: Las palabras (las enseñanzas) de Jesús nos proporcionan la vida espiritual. Aunque alguno no entienda con toda claridad el ver. 54, sin problema alguno podrá entender que las palabras o enseñanzas de Cristo nos darán vida espiritual si las obedecemos y practicamos.

      Debemos creer con todo el corazón en la fuerza y vitalidad inherente de la palabra de Cristo (la Palabra de Dios), porque (1) produce fe, Rom. 10:17; (2) nos hace sabios para la salvación (2 Tim. 3:14, 15); (3) efectúa el nuevo nacimiento (1 Ped. 1:23-25); (4) purifica nuestras almas (1 Ped. 1:22); (5) santifica nuestras almas (Jn. 17:17); (6) nos hace libres (Jn. 8:32); y (7) nos da la herencia celestial (Hech. 20:32).

      Con estas palabras Cristo da el resumen de la superioridad del espíritu sobre la carne. "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará" (6:27).

 

6:64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían (2:23-25; 8:31), y quién le había de entregar -- Luc. 6:16, la única vez que se llama "traidor".

 

6:65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. -- Los que son atraídos o dados por el Padre son los que aprenden el evangelio (6:44, 45) y, estando convencidos de la deidad de Cristo, vienen a Cristo con el propósito sano de obedecerle y seguirle, pero los que "seguían" a Jesús por los panes y los peces, o para hacerle rey, etc. no fueron atraídos o dados por el Padre.

 

6:66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás (a lo de atrás, FL) -- Volvieron a lo que habían dejado para seguir a Jesús (MRV). "Le dijeron: Señor, danos siempre este pan" (6:34), es decir, pan material, como el maná y el pan que Jesús dio a los cinco mil. Cuando se dieron cuenta de que Jesús no les daría pan material, volvieron atrás.

      -- y ya no andaban con él. -- Habían andado con Jesús por acá y por allá para ver sus señales, para ser sanados, para comer panes y peces, y para escuchar sus enseñanzas, pero ya no querían seguir andando con El.

      Con esta enseñanza Jesús separó a los verdaderos creyentes de los que le seguían por los panes y peces (6:26), y porque querían hacerle rey (6:15). Estos demostraron que no fueron atraídos o dados por el Padre, sino que se habían acercado a Jesús con propósitos ajenos a la voluntad de Dios. Es mejor que los insinceros que no quieren arrepentirse vuelvan atrás y no anden con Cristo; es mejor para ellos y mejor para Cristo y su iglesia.

 

6:67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? -- "La partícula interrogativa me muestra que una respuesta negativa se espera" (MRV), pero "¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?" (Luc. 14:28). Probablemente el corazón de Judas estaba con los que volvieron atrás y ya no anduvieron con El, pero todavía no le convenía alejarse.

      Esta pregunta nos recuerda del libre albedrío del hombre. Josué (24:15) explicó las alternativas del pueblo y les dijo, "Escogeos hoy ... ".

 

6:68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? -- Si hubieran vuelto a Moisés, éste los habría enviado otra vez a Jesús (Hech. 3:22, 23). Los que dejan a Cristo y vuelven al pecado son manchados, esclavizados y destruidos. Los que dejan a Cristo para ser guiados por la ciencia (falsa) aprenden que al morir todo termina, porque son hermanos de monos y, por eso, no tienen alma. Los que dejan a Cristo para ampararse en la filosofía humana son defraudados (Col. 2:8).

      Muchos no están contentos con su empleo, pero con buena razón se preguntan a sí mismos, ¿qué haré si dejo este empleo? Muchas parejas no toman en cuenta las consecuencias antes de divorciarse. Los sensatos consideran las consecuencias de sus acciones. Al dejar a Cristo ¿a quién iremos? ¿Algún otro tendrá palabras de vida eterna? Si no luchamos por ir al cielo, ¿cuál será nuestro destino?

      Si algún discípulo de Cristo se aparta de el, si vuelve atrás y ya no anda con El, ¿a dónde irá? ¿volverá al catolicismo? ¿al pentecostalismo? ¿al adventismo? ¿Qué recibirán en estas religiones? Piden pan pero les dan una piedra; piden huevo y les dan una escorpión.

      -- Tú tienes palabras de vida eterna. -- Jesús es el pan de vida, la luz de vida, el agua de vida, el árbol de vida y tiene palabras de vida eterna. Pedro y los otros apóstoles estaban persuadidos de la deidad de Cristo y le seguían con lealtad, aunque no siempre entendían perfectamente su enseñanza.

 

6:69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios (el Santo de Dios, LBLA) viviente. -- Creían esto aunque muchos otros discípulos volvieran atrás para ya no andar más El. Esta confesión fue hecha en Capernaúm. También confesó a Cristo en Cesarea de Filipo (Mat. 16:16; Mar. 8:29; Luc. 9:20). Obsérvese que Pedro dice nosotros; Pedro contesta por los otros apóstoles.

      Los manuscritos mejores no dicen "Hijo" sino "Santo" de Dios. Compárense 6:27, "a éste señaló Dios el Padre"; 10:36, "al que el Padre santificó y envió al mundo"; 1 Jn. 2:20, "tenéis la unción del Santo".

 

6:70 Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo (1 Ped. 5:8; Hech. 13:10)? -- No dice "siempre ha sido diablo", sino "es diablo". Dice Mat. 10:1-4, "Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro ... (y el último) Judas Iscariote, el que también le entregó". Jesús no hubiera dado autoridad al diablo para echara fuera al diablo (Mat. 12:26); por eso, cuando Cristo llamó a Judas, él no era diablo.

      Pero después "era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella" (12:6). Jn. 13:2, 27 nos dice cuándo Satanás entró en él: "Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase ... Y después del bocado, Satanás entró en él".

 

6:71 Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce. -- Pero en ese momento los otros apóstoles no sabían de quién Jesús hablaba (compárese 13:24). ¿Habría seguido Judas como discípulo si Cristo hubiera aceptado la propuesta de los que querían hacerle rey?

 

* * * * * * * * * *

 

Juan 7

     

7:1 Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos (los líderes) procuraban matarle. -- 5:18. Cuando Juan dice "los judíos", sin más explicación, el término tiene sentido hostil. Desde luego, los apóstoles y muchos de los discípulos de Jesús eran judíos, pero cuando Juan escribió este libro (probablemente a fines del primer siglo) la palabra judíos indicaba los judíos inconversos y opuestos al evangelio. Los judíos obedientes se llamaban cristianos.

 

7:2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; -- Deut. 16:13; Lev. 23:34, 43, una de las tres fiestas solemnes de los judíos. Cada año todo varón judío había de subir a Jerusalén para las fiestas de la Pascua, del Pentecostés y de los Tabernáculos. "Esta fiesta recibió su nombre de la costumbre de morar en cabañas de enramadas durante su celebración (Lv. 23:40-42) ... Esta fiesta, que cerraba el ciclo de solemnidades (Lv. 23:39, 43), se celebraba en el mes séptimo del año religioso, cuando finalizaban las cosechas y la vendimia ... Las cabañas de enramadas y las tiendas debían recordar la vendimia, pero más aún la vida nómada a través del desierto (Lv. 23:43)" (Vila).

      Al comparar este libro con los sinópticos se puede ver que durante el periodo entre la Pascua y la fiesta de los Tabernáculos ocurrieron los eventos de Mat. 15-18; Mar. 7-9; y Luc. 9:18-50 .

 

7:3 y le dijeron sus hermanos: -- 2:12; no sus discípulos sino sus medio hermanos, "Jacobo, José, Simón y Judas", Mat. 13:53-55. Algunos dicen que estos "hermanos" eran primos hermanos, hijos de Alfeo y la hermana de la madre de Jesús, pero los hermanos de Jesús no "creían en él", mientras que "Jacobo hijo de Alfeo ... y Judas hermano de Jacobo" (Hech. 1:13; Jn. 14:22) eran apóstoles de Cristo.

      -- Sal de aquí, y vete a Judea, -- el centro del judaísmo, el lugar lógico para manifestarse como el Mesías.

      -- para que también tus discípulos vean las obras que haces. -- Querían que Jesús subiera a la fiesta de los tabernáculos y que públicamente obrara milagros. Desde el punto de vista mundano su sugerencia era buena.

 

7:4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto (en público, LBLA). -- Para ellos el trabajo de Jesús en Galilea era obra secreta.

      -- Si estas cosas haces, -- La palabra "si" indica su incredulidad. De esta manera habló el diablo (Mat. 4:3, 6), con el cual en ese momento ellos estaban aliados al no creer en Jesús.

      -- manifiéstate al mundo. -- Es decir, en Jerusalén, ahora, durante la fiesta de los tabernáculos. En las tres fiestas solemnes los judíos de todas las naciones se reunían en Jerusalén (compárese Hech. 2:5-10, la fiesta de Pentecostés). La idea de los hermanos de Jesús fue que si en realidad El era el Mesías, debería, como un político ambicioso, aprovechar la ocasión para hacer señales. De esa manera sería manifestado al mundo judío.

 

7:5 Porque ni aun sus hermanos creían en él. -- Si la teoría del clero romano acerca de los hermanos de Jesús es correcta, entonces sus primos hermanos (hijos de Alfeo) eran apóstoles incrédulos. Mar. 3:21, "Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí". Gracias a Dios, sus hermanos llegaron a ser sus discípulos, Hech. 1:14.

 

7:6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, -- Faltaban seis meses más para que su tiempo (hora) llegara. Su hora llegó cuando llegó la siguiente Pascua. Jesús había demostrado su deidad (Mat. 16:16; Jn. 1:49; 6:69), pero su tiempo u hora fue cuando el odio de los judíos llegó a su colmo y lograron que los romanos lo crucificaran.

      -- mas vuestro tiempo siempre está presto. -- No importa cuando ellos subieran a Jerusalén, porque los judíos no los buscaban para darles muerte (5:18). Todavía no habían rompido con la jerarquía de Jerusalén.

7:7 No puede el mundo aborreceros a vosotros; -- Porque eran incrédulos como los demás que eran del "mundo". El mundo ama a los suyos (15:18, 23, 24), pero aborrece a los que reprenden sus pecados. Isaías, Jeremías y los otros profetas fueron perseguidos porque denunciaron al pueblo de Israel, comenzando con los líderes de la nación.

      -- mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. -- 3:19-21.

 

7:8 Subid vosotros a la fiesta; -- No convenía que Jesús acompañara a sus hermanos por causa de la actitud de ellos con respecto a la manera en la que El debería manifestarse. Después fue (7:10), como ellos habían sugerido, aunque no abiertamente, ni con el propósito sugerido por ellos.

      -- yo no subo todavía -- No dice "no subo", sino que "no subo todavía"; La Biblia de las Américas no dice "todavía", pero la evidencia es muy fuerte para incluirla, y el contexto lo requiere: véanse los versículos 10 y 14 ("A la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba". Si Cristo hubiera aceptado el consejo de sus hermanos, tal manifestación habría precipitado una fuerte campaña de parte de los judíos para matarlo. La manera y el tiempo de la subida de Jesús no provocaron tal campaña. Jesucristo siempre controlaba los eventos y El sabía perfectamente cómo y cuándo hacer las cosas que resultarían en su muerte; es decir, El iba a dar su vida, pero no de acuerdo con el plan humano sino de acuerdo con el plan divino.

      -- a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. -- Compárense 2:4; 7:30; 8:20; 10:39; 12:23, 27; 13:1; 17:1; Luc. 9:51. En la hora predeterminada por el Padre (Hech. 2:23) Jesús había de dar su vida por los pecados del mundo, pero los judíos no podían hacer llegar su hora más pronto. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo" (10:17, 18).

 

7:9, 10 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. -- No fue con sus hermanos, porque obviamente ellos esperaban alguna manifestación pública de su poder. Después El y sus apóstoles entraron, pero sin publicidad.

 

7:11 Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? -- No les gustó pronunciar el nombre Jesús de Nazaret. Hablan de El como "aquél" (como "ese tipo"), palabra despreciativa. Obsérvese que Juan emplea el tiempo imperfecto, seguían buscándole y preguntando ¿Dónde está? Cuando Jesús sanó al paralítico de Betesda, hubo un encuentro entre El y los judíos acerca de sanar en el día de reposo (cap. 5). En el discurso después de ese evento, Jesús pronunció un discurso en el cual les reprendió por no aceptar el testimonio del Padre, de Juan el bautista, de las obras que Cristo hizo, de las Escrituras y de Moisés. Ahora querían encontrarle para resolver el problema que tenían con El.

 

7:12 Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo (extravía a la gente, LBLA). -- La verdad causa división entre la gente. Compárense Mat. 10:34-37; Hech. 13:45, 48. ¿Por qué dijeron que Jesús extravía a la gente? Un ejemplo de esto se ve en Mat. 15:1-9; es decir, conducía a la gente fuera de las tradiciones humanas para que anduviera en la verdad.

 

7:13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos. -- Los judíos lo habían denunciado y decían que si alguien confesara a Jesús como el Cristo, el tal sería expulsado de la sinagoga (9:22; 12:42; 19:38). Por eso, Jesús dijo, "Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" Mar. 8:38.

 

7:14 Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. -- No hizo lo que sus hermanos sugirieron, porque no hizo milagros, sino que simplemente seguía enseñando. Al subir al templo a la mitad de la fiesta, su llegada llamó menos la atención de la gente.

 

7:15 Y se maravillaban los judíos, -- La llegada de Jesús "a la mitad de la fiesta" y su manera de enseñar dejó confusos y perplejos a los judíos. No sabían qué hacer con El.

      -- diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? -- Es decir, ¿cómo puede alguno saber algo si no lo aprendió de nosotros? Aun cuando Jesús tenía doce años de edad, sus padres "le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas" (Luc. 2:46, 47). Jesús no había estudiado en las escuelas de los rabinos y según los judíos, sin tal preparación formal, no tenía autoridad para enseñar, pero Nicodemo le llamó "Rabí" (3:2). El conocimiento de Jesús era divino. "Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?" (Mat. 21:23). Los doce apóstoles tampoco estudiaron en las escuelas de los rabinos, sino en la de Jesús (Hech. 4:13). Pablo estudió a los pies de Gamaliel (Hech. 22:3; 26:24), pero recibió su educación principal del cielo (Gál. 1:11, 12).

 

7:16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. -- La enseñanza de Jesús no era de alguna escuela y ni siquiera era de El como si fuera independiente del Padre. El y el Padre eran uno (10:30). Aunque Pablo estudió en una escuela, él afirmó enfáticamente que el evangelio que él predicaba vino del cielo (Gál. 1:11, 12).

      Jesús sigue repitiendo el tema introducido en el capítulo cinco (5:19) de que "No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente".

7:17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. -- Véase 3:19-21. El entendimiento del hombre no depende solamente de su inteligencia, sino también de su disposición de hacer la voluntad de Dios. Los judíos podían estar seguros que la doctrina de Cristo era la doctrina del Padre, con tal que tuvieran el sincero deseo de hacer la voluntad de Dios. El que no quiere hacer la voluntad de Dios no aprenderá la verdad. El obstáculo principal en el trabajo de enseñar el evangelio a la gente es su falta de deseo de hacer la voluntad de Dios (5:39, 40; Mat. 23:37; Rom. 1:21, 28). La enseñanza principal de la parábola del sembrador tiene que ver con las cuatro clases de terreno, es decir, cuatro clases de oyentes.

      Este texto (7:17) indica que los que desean hacer la voluntad de Dios pueden entenderla. Como Jesús explica en la parábola del sembrador, para poder entender y obedecer al evangelio lo importante es que tengamos corazones puros y dispuestos a recibirlo ("los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia" Luc. 8:15). Si algunos son incapaces de entender el evangelio, entonces no es para todos, pero Cristo murió por todos y mandó que los apóstoles predicaran el evangelio a todos. Cristo no sufrió en vano.

      En toda nación la tendencia humana es la de simplemente seguir la creencia y religión que se recibe de los padres sin investigar y pensar cada quien por sí mismo. ¡Esta es una verdadera tragedia! Los mismos que aceptarán la religión de sus padres no siguen en las pisadas de ellos en muchas otras cosas (p. ej., en asuntos del negocio o de la política).

 

7:18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. -- Jesús no habló por su propia cuenta, como si fuera independiente del Padre, con un mensaje personal que no estuviera de acuerdo con la voluntad del Padre o que contradijera la enseñanza del Padre. Si lo hubiera hecho, no habría buscado la gloria del Padre sino su propia gloria, pero Cristo era verdadero y en El no había injusticia, porque había perfecta armonía entre la enseñanza de El y la voluntad del Padre; de hecho, era una sola voluntad, y una sola enseñanza.

 

7:19 ¿No os dio Moisés la ley (en este caso, la circuncisión, ver. 22, 23) y ninguno de vosotros cumple la ley. -- Como El lo explica en los ver. 22, 23.

      --    ¿Por qué procuráis matarme? -- Decían que querían dar muerte a Jesús por haber quebrantado el día de reposo cuando sanó al enfermo (5:8), pero ellos mismos practicaban la circuncisión en el día de reposo (porque circuncidaban al octavo día aunque fuera el séptimo día). Entonces, ¿por qué procuraban matar a Jesús?

 

7:20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; -- Parece que la multitud, los que no vivían en Jerusalén y habían llegado a la fiesta de los tabernáculos, no se daban cuenta de cómo los judíos odiaban a Jesús por causa de la sanidad del paralítico en el día de reposo. Ignoraban que "los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios" (5:18). Creían, pues, que Jesús hablaba así por causa de alguna depresión profunda, como la que caracterizaban a los endemoniados, cuya conducta no era racional. Suponían que Jesús sufría una paranoia, una manía persecutoria (complejo de persecución). Esta acusación equivalía a decir que estaba loco (compárese Mar. 3:21). (Pero los de Jerusalén sí sabían, 7:25).

      -- ¿quién procura matarte? -- En ese momento no había turba, ni soldados ni armas. No había evidencia física de que los judíos quisieran dar muerte a Jesús.

 

7:21 Jesús respondió y les dijo: Una obra hice (5:8), y todos os maravilláis. -- Jesús no contestó a los que le acusaban de estar loco. Se puede notar también que por lo pronto Jesús deja a un lado el tema del complot de los judíos de matarlo, y fija la atención de la gente en lo que provocó tanta enemistad contra El (la sanidad del inválido de Betesda).

 

7:22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres, Gén. 17:9-14, 23-27; 21:4); y en el día de reposo circuncidáis al hombre (16:21). -- Jesús introduce este argumento para mostrarles lo débil de su acusación contra El. La ley requería que circuncidaran a sus hijos al octavo día (Lev. 12:3), aunque el octavo día cayera en el día de reposo. Todos los judíos aceptaban esta excepción de la ley del día de reposo, aunque decían que no se podía dar ninguna atención médica en el día de reposo a menos que la vida peligrara. ¿La vida del niño incircunciso peligraba? Claro que no. Entonces, ¿por qué quebrantaban el día de reposo para circuncidarlo? Porque era mandamiento. Entonces ¿no era mandamiento amar y ayudar al prójimo como lo hizo Jesús?

      Jesús explica (Mat. 2:27) que "El día de reposo fue hecho por causa del hombre (para el beneficio del hombre), y no el hombre por causa del día de reposo (el hombre no fue creado para que guardara el día de reposo)".

      Los judíos aceptaban otras excepciones del cuarto mandamiento. Por ejemplo:

      (1) "¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?" (Mateo 12:3, 4). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que David quebrantó la ley con respecto a los panes de la proposición, pero que no pecó.

      (2) "¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?" (Mateo 12:5). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los sacerdotes trabajaban cada día de reposo, pero que en ello no pecaban.

      (3) Jesús sanó a la mujer que andaba encorvada y que no se podía enderezar. Cuando el principal de la sinagoga se enojó y prohibió que la gente fuera sanada en el día de reposo, Jesús le dijo: "Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios" (Luc. 13:10-17). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los que trabajaban llevando sus animales a beber no pecaban al hacerlo.

      (4) Jesús sanó a un hombre hidrópico en el día de reposo. Les preguntó, "¿Es lícito sanar en el día de reposo? Mas ellos callaron. Y él tomándole, le sanó, y le despidió. Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? Y no le podían replicar a estas cosas" (Luc. 14:5). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los que sacaban a su animal del pozo en el día de reposo trabajaban, pero que no pecaban al hacerlo.

      (5) "Moisés os dio la circuncisión ... y en el día de reposo circuncidáis al hombre" (Jn. 7:22). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que era correcto que el sacerdote circuncidara al hombre al octavo día de su vida, aunque fuera en el día de reposo.

      ¿Dieron muerte a David y sus compañeros por comer el pan de la proposición? ¿Daban muerte a los sacerdotes cuando profanaban el día de reposo)? ¿Daban muerte a los que sacaban sus animales del pozo en el día de reposo? ¿Daban muerte a los desataban sus animales para llevarlos a beber? ¿Daban muerte a los sacerdotes que circuncidaban en el día de reposo? Si no, entonces ¿por qué querían dar muerte a Jesús por sanar a los enfermos en el día de reposo?

      Jesús enseñó a sus discípulos a guardar la ley de Moisés. "De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos" (Mat. 5:19. Pero Jesús no hacía caso de las tradiciones de los judíos (Mat. 15:8, 9), p. ej., ignoraba las más de treinta "leyes" (restricciones) necias con respecto al día de reposo.

      "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo" (5:17). El Padre trabaja todos los días, haciendo que el sol salga y que las lluvias caigan y muchísimas otras cosas para cuidar de su creación. Al sanar a los enfermos Jesús hacía la obra del Padre (9:19).

      -- circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); -- ¡Este texto demuestra que la circuncisión era una ley más antigua que la ley del día de reposo! Jesús dice que la circuncisión no era ley de Moisés, sino de los padres, pero no dice esto acerca del día de reposo, porque, como dice Neh. 9:13, 14, "Y sobre el monte de Sinaí descendiste, ... y les ordenaste el día de reposo".

 

7:23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? -- 5:8. Jesús les hizo ver su inconsecuencia, porque si ellos quebrantaban el día de reposo al circuncidar a sus hijos para el propósito de la purificación legal, ¿por qué se enojaron cuando Jesús hizo completamente sano al enfermo en el día de reposo? Véase 7:22, notas; compárense los argumentos semejantes de Jesús sobre el mismo tema en Mat. 12:1-8; Luc. 13:10-17; 14:1-6.

 

7:24 No juzguéis según las apariencias (1 Sam. 16:7), sino juzgad con justo juicio. -- Creían que Jesús quebrantaba el día de reposo, pero no tomaban en cuenta la  obra de Dios (5:17), ni la misericordia de Dios (Mat. 12:7; Mat. 23:23). Jesús quebrantó la ley del día de reposo exactamente como los sacerdotes lo profanaban cada semana al ofrecer sacrificios (y no tenían culpa, Mat. 12:5), y al circuncidar en el día de reposo (y no tenían culpa). También Jesús quebrantaba el día de reposo como lo hacían los que desataban a sus animales para llevarlos a beber, o los sacaban del poco en el día de reposo (y no tenían culpa).

      Al ver que los sacerdotes trabajaban cada sábado, si hubieran juzgado "según las apariencias", habrían dicho que estaban pecando. De esa manera juzgaban "según las apariencias" a Jesús.

      Obsérvese que aquí Jesús da el mandamiento de "juzgad con justo juicio". ¿Por qué dijo Jesús en Mat. 7:1, "No juzguéis, para que no seáis juzgados"? En este texto (Mat. 7:1) Jesús condena el juzgar con hipocresía (Mat. 7:3-5). En el mismo capítulo (7:15-20) Jesús requiere que se juzgue a los falsos maestros. También lo requiere en Jn. 10:4, 5. Pablo (el Espíritu Santo) lo requiere en Rom. 16:17, 18. Juan lo requiere en 1 Jn. 4:1-3; 2 Jn. 7-11. Los hijos de Dios han de juzgar a los ángeles (1 Cor. 6:3).

 

7:25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? -- Estos no eran como la multitud que se había reunido para la fiesta y que ignoraba el plan de los judíos de dar muerte a Jesús (7:20).

 

7:26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. -- ¿Cómo se explica la indecisión de los judíos? ¿No pensaban dar muerte a Jesús? ¿Habrán quedado completamente derrotados por los argumentos de Jesús? Lo que Jesús dijo (7:19-24) era una fuerte refutación para los judíos. ¿Por qué no le dijeron nada? No les convenía decir nada, porque Jesús había ganado todo argumento. Siempre les dejaba callados (Luc. 14:6, "no le podían replicar a estas cosas"; Mat. 22:22, la cuestión del tributo: "Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron"; Mat. 22:33, la pregunta sobre la resurrección: "Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina"; Mat. 22:46, ¿De quién es Hijo el Cristo? "Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más".

      -- ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? -- 1 Cor. 2:8 habla de la sabiduría de Dios, "la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria".

      Lo que los gobernantes decidieron era muy importante para la gente, porque todos sabían que si confesaban a Jesús serían expulsados de la sinagoga (7:13; 7:48; 9:22; 9:34; 12:42).

 

7:27 Pero éste, sabemos de dónde es; -- Creían que ya sabían todo en cuanto a sus antecedentes. "Su arrogancia, al afirmar que sabían todo acerca de Jesús, y luego atreviéndose a hacer de su supuesto conocimiento la base de su rechazo de Cristo como el Mesías, es un ejemplo de la autodecepción y orgullo humanos sin par en la historia del mundo" (JBC).

      -- mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. -- La expectación popular era que el Cristo aparecería al templo de repente, espectacular y de manera misteriosa. Por eso, Jesús no calificaba, porque todos sabían de dónde venía, quiénes eran sus familiares, etc. "Una frase rabínica decía: 'Tres son las cosas que vienen sin que nadie las espere: el Mesías, la buena suerte y un escorpión'. El Mesías aparecería en la misma forma imprevista y asombrosa en que un hombre tropieza con la buena suerte o pisa un escorpión escondido" (WB). Posiblemente esta idea se ha basado en Mal. 3:1, "vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis", pero los principales sacerdotes y los escribas del pueblo dijeron (correctamente) que el Cristo había de nacer "En Belén de Judea" (Mat. 2:4-6. Las Escrituras explicaron muchas cosas acerca de la venida del Cristo (p. ej., Gén. 49:10; Isa. 40:3; 9:1, 2; Miqueas 4:1-5; 5:2; Zac. 9:1).

      Los argumentos de los judíos en contra de Jesús no eran válidos. Por ejemplo:

      -- (1) decían que el origen del Mesías sería un misterio; pero ellos no entendían sus palabras cuando les decía que había descendido del Padre.

      -- (2) insistían en que ningún profeta había salido de Galilea, pero Jesús era de Nazaret y Jonás de Gat-hefer, un pueblo cerca de Nazaret.

      -- (3) insistían en que Elías tenía que venir primero, pero no querían aceptar que Elías ya había venido en la persona de Juan el bautista (Mat. 11:14).

 

7:28, 29 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; -- En un sentido lo conocían: 6:42, "Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?"; es cierto que ellos sabían que Jesús era de Nazaret y es cierto que conocían a su familia, pero Jesús no vino solamente de Nazaret, sino que descendió del Padre y en este sentido, no lo conocían: 8:19, "Ni a mí conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais". Véanse también 8:58; 14:9; y otros dichos de Jesús acerca de sí mismo que la gente no entendía. No tenían conocimiento que les diera el derecho de negar que Jesús había venido del Padre.

      -- y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. -- 5:19, 30. El conocimiento que la gente tenía de Jesús era conocimiento demasiado superficial. Conocer su nombre, saber que era de Nazaret, que era carpintero, etc. no era suficiente, porque no había venido por su propia cuenta; El que le envió tiene existencia verdadera, y "él me envió". De El descendió, y a El volvería.

 

7:30 Entonces procuraban prenderle; -- Ya no simplemente por quebrantar el día de reposo, sino por la blasfemia. Desde ahora en adelante esta es la acusación lanzada contra El.

      -- pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. -- Parece que fueron detenidos no solamente por la aceptación de Jesús entre los muchos que asistían a la fiesta, sino que, aparte de ese factor, por una fuerza divina que los restringía. Cristo había de terminar su obra; los enemigos, por malignos que hubieran sido, no podían evitarlo.

 

7:31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace? -- No podían dejar de creer en Jesús, porque creían que las señales que El hacía eran insuperables, y que esto era prueba de que era el Cristo. Compárese Mat. 11:1-6; para convencer a Juan el bautista Jesús habló de las obras que El había hecho para cumplir las profecías que hablaban de El.

      Sin duda los judíos de muchas naciones, convencidos de que Jesús era el Mesías, lo habrían aceptado a no ser por la oposición de los líderes.

 

7:32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen. -- La gente murmuraba en el sentido de comentar favorablemente acerca de Jesús. Esto irritó a los fariseos, y se sentían presionados a prenderle debido a la creciente popularidad de Jesús. Ya no les convenía esperar más tiempo.

 

7:33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. -- Dentro de seis meses, en la siguiente Pascua, iba a poner su vida para volverla a tomar (Jn. 10:17), voluntariamente sujetándose a la crucifixión. Al tercer día resucitaría y después de estar con sus apóstoles por cuarenta días ascendería al Padre. Hasta ese tiempo los judíos no podían hacer nada contra Jesús. En esta fiesta (la de los Tabernáculos) Jesús todavía no pondría su vida, y no se la podrían quitar.

 

7:34 Me buscaréis, y no me hallaréis; -- Mat. 24:23-28. Afanosamente lo buscarían en los días de la Gran Tribulación descrita en Mat. 24, en Mar. 13, y en Luc. 17 y 21, siempre aferrados a su esperanza falsa de que un Mesías político vendría para librarles de sus enemigos.

      -- y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir. -- (8:24). Este es uno de los pensamientos más abrumadores que la mente humana pudiera contemplar, a saber, que la mayoría del pueblo de Dios, los descendientes físicos de Abraham, no pueden estar con Dios, pero esta es la triste realidad en cuanto a quienes no aceptan a Cristo. "El entendimiento de ellos se embotó" (2 Cor. 3:14; Mat. 13:15) y, por eso, no juzgan a sí mismos dignos de la vida eterna (Hech. 13:46).

 

7:35, 36 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? -- Los judíos que vivían fuera de Palestina eran designados como la diáspora, los dispersos. No se imaginaban que en verdad Cristo, a través de sus apóstoles, predicaría no solamente a los dispersos sino también a todas las naciones. Ellos dijeron mucho más de lo que entendían (11:50, 51).

      -- ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; -- Jesús había dicho, "Buscad y hallaréis" (Mat. 7:7), pero ahora dice "Me buscaréis y no me hallaréis". ¿Hay conflicto aquí? Recuérdese Isa. 55:6, "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado". Por eso, buscad y hallaréis, con tal que aprovechen la oportunidad, redimiendo el tiempo (Efes. 5:16). El tiempo es corto (1 Cor. 7:29). El límite de oportunidades no es simplemente el tiempo, porque el corazón de los que rechazan oportunidades e invitaciones se endurece.

      -- y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir? -- (8:24). Esto demuestra que no podían simplemente hacer caso omiso de lo que Jesús decía. Les molestaba. Seguían discutiendo entre sí para tener alguna comprensión de sus palabras. La confusión y la frustración son condiciones mentales que siempre caracterizan a los que no aman y no aceptan la verdad.

 

7:37 En el último y gran día de la fiesta, -- Compárese Zac. 14:16-19, el gozo del pueblo de Dios bajo el reinado del Mesías.

      -- Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, -- Entre los deseos más fuertes del ser humano están la sed (Apoc. 22:17), el hambre (Mat. 5:6) y el descanso (Mat. 11:28-30). Verdaderamente Jesús suple todas nuestras necesidades: 4:14; 6:33-35; 53-56; 11:25; 14:6, etc.

      -- venga a mí y beba. -- 4:14, "el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna"; Isa. 55:1, "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche"

      "El carácter gozoso en general de esta fiesta prorrumpía el último día en regocijos ruidosos, particularmente en el momento solemne, cuando el sacerdote, como era hecho todos los días de la fiesta, traía en vaso de oro agua del manantial de Siloé, que brotaba bajo la montaña del templo, y solemnemente la vertía sobre el altar. Entonces eran cantadas las palabras de Isaías 12:3: Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salud, y así la referencia simbólica de este acto, intimada en el v. 39, fue expresada" (JFB).

 

7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura (compárense 5:39, 46, 47; 7:22), de su interior (lit. vientre, LBLA, margen) correrán ríos de agua viva. -- Conceptos semejantes se encuentran en muchos textos, basándose tal vez en el agua que Dios hizo salir de la roca en Horeb. Sal. 105:41, "Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como un río". Isa. 55:1; 58:11; Zac. 13:1; 14:8; Ezeq. 47:1, 12; Joel 3:18. Parece indicar que no solamente recibimos grandes beneficios para nuestra propia alma, sino que también llegamos a ser fuente de vida o canal de bendición para apagar la sed de otros. Ríos de agua viva corren de las iglesias de Cristo cuando los miembros se exhortan unos a otros con himnos y cánticos espirituales, y cuando oran, enseñan y participan en los demás actos espirituales enseñados por el Espíritu Santo, y cuando llevan el evangelio a otros por medio de su buen ejemplo y la enseñanza de la sana doctrina.

 

7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. -- 14:26; 15:26; 16:5-14; Hech. 1:4, 8; 2:1-4, 37, 38; 5:32; Rom. 8:9, etc. El ver. 39 es la explicación inspirada de los vers. 37, 38. Primero, Cristo murió, fue sepultado, resucitó y ascendió al cielo para ser exaltado y glorificado; entonces envió al Espíritu Santo. "Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís" (Hech. 2:33). La promesa del Espíritu Santo se cumplió el día de Pentecostés cuando el poder desde lo alto vino sobre los apóstoles (Hech. 2:1-4). Entonces éstos predicaron el evangelio, diciendo a la gente, "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo ... Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hech. 2:36, 38).

      Desde luego, esa misma gente que le escuchaba en esa ocasión fue invitada a venir a El. Ellos, al igual que la samaritana, pudieron beber del agua "que yo le daré" para no tener sed jamás. A todo el mundo Cristo ofrece el pan de vida y el agua de vida.

 

7:40 - 43 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras (7:16sig; 7:28sig; 7:33sig), decían: Verdaderamente éste es el profeta. (1:15; Deut. 18:15, el profeta anunciado por Moisés (el Mesías). Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? (1:46). ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? (Por haber sido criado en Nazaret parece que la gente suponía que El había nacido allí. Si ni siquiera sabían que Jesús nació en Belén ¿sabrían en verdad de dónde venía? 7:27. La "investigación" que mucha gente hace de la Biblia es muy superficial. El Libro de Mormón dice que Jesús nació en Jerusalén). Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él. (Cristo es el Príncipe de paz para los que le obedecen, pero véase Mat. 10:34-37).

 

7:44 - 46 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. (7:30; 5:16, 18; 17:1; 8:20; 10:39, etc. Jesús dijo a Pilato , "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba", 19:11). Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? (7:32. Ahora, oficialmente, pensaban prenderle. Ya terminaba la fiesta y Jesús saldría de la ciudad). Los alguaciles (la policía del templo) respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! -- Es cierto que el intento de prenderle hubiera sido peligroso, puesto que muchos creían en Jesús, pero el temor del pueblo no fue la razón de no prenderle. Además, estos alguaciles sabían que serían reprendidos (o peor) por los principales sacerdotes y fariseos por no prenderle, pero aunque recibieron una orden explícita de prenderle, fueron restringidos por la autoridad, majestad y poder de la enseñanza de Jesús. ¡Qué testimonio tan significativo de hombres sin prejuicio! Prácticamente admitían que Jesús era divino. Su testimonio indicó que Jesús no era un mero hombre. Nunca había hablado un mero hombre como El enseñaba. En otras ocasiones la presencia y la manera de hablar o de hacer de Jesús causaron reacciones semejantes (18:6; Luc. 5:8). Obsérvese con cuidado que estos no fueron impresionados por las obras de Jesús (15:24), sino por sus palabras (6:63). Habló con toda autoridad (Mat. 7:28, 29; Luc. 7:6-8). Parece que reconocían que Jesús tenía más autoridad que el Sanedrín.

 

7:47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? -- (Mat. 27:63). Pero ¿cómo podían los mismos oficiales del Sanedrín ser engañados? ¿No podía el Sanedrín enseñar a los suyos para que no fueran engañados?

      Estos eran los oficiales que cumplían la voluntad del Sanedrín, pero los miembros de este augusto concilio no fueron impresionados por el testimonio de los alguaciles. ¿Por qué no había confianza entre ellos? Ni siquiera preguntaron por qué Jesús les había impresionado tanto. No pidieron la prueba de lo que decían, sino que, llenos de odio y envidia, simplemente les acusaron de haber sido engañados. Su actitud en esta ocasión bien ilustra lo que Jesús dijo de ellos en Mat. 15:14, pues obviamente eran guías ciegos. ¿Cómo, pues, podían guiar a sus propios oficiales?

      Pero surge la pregunta, ¿por qué no les enviaron otra vez insistiendo en que prendieran a Jesús? ¿Qué pasó con la autoridad del Sanedrín? Dieron una orden, los alguaciles no les obedecieron y entonces, ¿qué pasó? ¡Solamente les dijeron que habían sido engañados!

 

7:48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? -- Es decir, que nadie se atreva a creer en Jesús hasta que los gobernantes lo autoricen. Véase Rom. 12:3. ¿Cuántas veces dijo Jesús que los que se exaltan a sí mismos serán humillados? Por causa de la arrogancia del clero romano muchos católicos renuncian a la fe de sus padres. Por causa de la arrogancia de los líderes sectarios muchos de sus miembros investigan las Escrituras por su propia cuenta y llegan al conocimiento de la verdad. Por causa de la arrogancia de los hermanos liberales, muchos de sus miembros se disgustan con ellos y comienzan a preguntar acerca de los "antis" que se oponen a la centralización de fondos, al institucionalismo, y a las perversiones de la doctrina de Cristo sobre el divorcio y segundas nupcias.

      Algunos gobernantes sí creyeron (12:42), pero tenían temor de confesarle. Según estos fariseos, el criterio infalible para el pueblo era el juicio de los gobernantes o de los fariseos. Lo que ellos pensaran o dijeran debía ser la palabra final y la gente no debía pensar por sí misma. La enseñanza de Jesús era (para ellos) herejía porque difería de la de ellos.

 

7:49 Mas esta gente (multitud, LBLA) que no sabe la ley, -- Si la gente no sabía la ley, ¿de quién era la culpa? Les tocó a los fariseos y escribas enseñarles la ley. ¿Por qué no lo hicieron?

      La multitud que asistía a la fiesta (mayormente, la gente de Galilea) era despreciada, y ahora aun más porque algunos de ellos hablaban favorablemente de Jesús (7:12, 28) y aun creían en El (7:31). Creían que tales personas, por ignorar la ley y por estar confusos, escuchaban a Jesús.

      -- maldita es. -- ¿Los fariseos maldecían a la gente por no saber la ley? No, sino porque escuchaban a Jesús y creían en El (9:22). Muchos de estos "malditos" llegaron a ser verdaderos discípulos de Cristo (Luc. 4:18; Mar. 12:37; 1 Cor. 1:26-29).

      Muchos hombres, llenos de orgullo intelectual, creen que los que creen en Cristo son de los más ignorantes.

 

7:50 Les dijo Nicodemo (uno de los gobernantes que obviamente no compartía el espíritu malvado de los otros), el que vino a él de noche (antes, LBLA; 3:1, 2), el cual era uno de ellos: -- Miembro del Sanedrín, pero no enteramente "uno de ellos" por haber escuchado a Jesús y por creer que, por lo menos, había sido enviado por Dios.

 

7:51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? -- Esta es una pregunta retórica que no espera respuesta; es decir, la respuesta es obvia. Nadie podía negar que así era la ley.

      Nicodemo no afirmó sino que preguntó. El preguntar, en lugar de afirmar, no debilita la fuerza de sus palabras. Jesús hizo preguntas como medio eficaz de enseñar.

      En esos momentos los fariseos se elevaban a sí mismos por encima de la ignorante ("maldita") multitud que no sabía la ley, dando a entender que como líderes ellos eran estudiantes e intérpretes diligentes de la ley, pero "uno de ellos" mismos tuvo que recordarles que o no sabían la ley, o que voluntariamente la quebraron, pues condenaron a Jesús sin cargo formal y sin oír su defensa. Ni siquiera sabían lo que El había hecho. Con razón Nicodemo protestó contra tal injusticia.

      La ley demandaba que se practicara la justicia: Ex. 23:1, 2; Lev. 19:15, 16; Deut. 1:16; 19:15, 18. La Suprema Corte de los judíos abiertamente la violaba.

 

7:52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? -- ¿Qué están diciendo? ¿Que solamente los de Galilea se atreverían a hablar de las obligaciones legales del Concilio? ¿Los demás aceptarán cualquier cosa que decida o haga el Concilio, a pesar de ser ilegal? ¿Los de Galilea no tienen derecho a un juicio justo e imparcial?

      No fue posible refutar lo que Nicodemo dijo; por eso, contestaron con insulto y desprecio. Es como si hubieran dicho, "Nicodemo, ¿quieres ser incluido en el número de los malditos?" Muchos -- incluso miembros de la iglesia -- no han entendido que el burlarse no refuta argumentos.

      En ese momento Nicodemo tuvo la oportunidad de decir que Jesús era "un maestro enviado por Dios" (3:2), pero que sepamos no lo dijo. Mat. 10:32, 33; Mar. 8:38.

      -- Escudriña y ve (convéncete) que de Galilea nunca se ha levantado profeta. -- 1:46. Nicodemo, ¿eres tú ignorante como los demás? Pero Jonás (2 Reyes 14:25) era de Galilea, y probablemente Oseas y Nahúm. ¿Quién, pues, era el ignorante?

 

7:53 Cada uno se fue a su casa; -- sin haber logrado su propósito de prender a Jesús. Tenían que esperar más tiempo, pero su decisión de dar muerte a Jesús ya fue hecha hacía dieciocho meses (5:18), y no dejarían de buscar el momento oportuno para ejecutarle.

 

* * * * * * * * * *

 

Juan 8

 

8:1 y Jesús se fue al monte de los Olivos. -- Dice el margen de LBLA, "Los vers. de 7:53 a 8:11 no aparecen en los mss. más antiguos". Hay argumentos en pro y en contra de la autenticidad de este texto, pero puesto que aparece en las versiones comunes, no lo omitimos. Jerónimo, erudito quien vivió entre 346 a 420 d. de J. C.,  que tradujo la Biblia al latín, dice que en su tiempo este relato apareció en muchos manuscritos griegos y latinos. "La entera escena, el arresto de la mujer, la demanda contra Jesús, el desdén farisaico de la moralidad pública al proyectar el crimen y al criminal para la atención pública en los atrios del templo; el intento de atrapar a Jesús; la destreza de su respuesta; el reconocimiento sutil de la desesperación y vergüenza de la mujer, y la evasión tierna de aumentarlas al desviar la mirada pública de ella a él mientras escribió en tierra; la confusión final de los fariseos y la liberación de la mujer, llevan las marcas de historia verídica. Es imposible creer que la mente de algún monje lo hubiera concebido para añadirlo al registro de Juan" (Abbott, citado por BWJ).

 

8:2 Y por la mañana (al amanecer, LBLA) -- orthrou, Luc. 24:1; Hech. 5:21. "Juan usa generalmente proi (18:28; 20:1; 21:4)" (ATR). Este es uno de los argumentos empleados en contra de la autenticidad de este texto.

      -- volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; (el cap. 7 describe la disensión entre la gente acerca de Jesús, 7:12, 20, 27, 31, 40-43, pero según este texto, el siguiente día, "todo el pueblo" vino a él) y sentado él ("en el lugar de las ofrendas", 8:20), les enseñaba.

 

8:3 Entonces los escribas y los fariseos -- Luc. 5:30; 6:7; 15:2, etc., pero esta es la única vez que los escribas son mencionados por Juan en este libro. Los escribas eran los maestros principales del pueblo. Eran los rabinos, los intérpretes de la ley, pero al enseñar citaban las opiniones de otros doctores de la ley. Por eso, "Cuando terminó Jesús estas palabras (el sermón del monte), la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mat. 7:28, 29).

      Recuérdese que los escribas y fariseos se justificaban a sí mismos porque físicamente cumplían con las ceremonias de la ley y con docenas de tradiciones humanas cuyo propósito era hacerles más santos y piadosos, que "por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres", pero Jesús les describió como hipócritas, como sepulcros blanqueados, que por dentro estaban llenos de hipocresía e iniquidad (Mat. 23:28). Estos son los hombres que trajeron esta mujer a Jesús.

      -- le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, -- Si estos hombres eran sinceros y amaban la justicia, ¿por qué no trajeron al hombre también, pues ella fue sorprendida en adulterio? ¿Por que la llevaría a Jesús en lugar de llevarla al Sanedrín para que fuera juzgada oficialmente?

      Estos escribas y fariseos solamente buscaban ocasión contra Jesús, pero aquí está en medio una persona, un ser humano. Aparte de odiar a Jesús estos líderes -- desprovistos de compasión y misericordia -- menospreciaban a esta mujer. En otra ocasión Jesús les dijo, "Dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe" (Mat. 23:23). Por esta razón Jesús dijo que no había venido para juzgar (condenar), sino para salvar. Era el Buen Médico que vino para curar a los enfermos (pecadores).

 

8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. -- ¿Por qué les importaba este caso? Querían dejar la impresión de que para ellos el pecado de la mujer era muy ofensivo, de que, siendo hombres muy piadosos, simplemente no podían tolerar tal conducta. En realidad "la estaban usando, como uno haría con una herramienta, para sus propios fines. Para ellos, esa mujer no tenía nombre, personalidad, corazón, sentimiento, ni emociones; no era más que una pieza en el juego con el cual trataban de destruir a Jesús" (WB). Este mismo autor cita un libro titulado "A Doctor's Casebook" por el Dr. Paul Tournier: "Si me olvido los nombres de mis pacientes, si me digo, '¡Ah! Ahí está ese ulceroso o ese tuberculoso que vi el otro día', me estoy preocupado más por sus úlceras o sus pulmones que por ellos como personas". Jesucristo no trataba a nadie como si fuera un mero objeto, sino que siempre trataba a todos como personas.

      ¿Cuál es nuestra actitud hacia los que pecan? Parece que lo que primero viene a la mente es criticar, condenar y castigar y no tener nada que ver con ellos. Pero ¿cuál debe ser nuestra actitud? "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mat. 7:12). Debo preguntarme qué puedo hacer para lograr su arrepentimiento y cambio de corazón y vida, para que sean salvos o restaurados.

 

8:5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres (omitir mujeres, LBLA) -- Sabían que ya por muchos siglos los judíos no habían practicado tal cosa. ¿Dónde estaba el hombre que cometió adulterio con ella? ¿La mujer cometió adulterio sola? Deut. 22:22 dice, "Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel".

      -- Tú, pues, ¿qué dices? -- No les interesaba en lo más mínimo el caso de esta mujer. Su único propósito era atrapar a Jesús. Pero ¿qué pasó con su acusación de que Jesús había quebrantado el día de reposo? No abandonaron el plan de prenderle y aun darle muerte. Solamente habían cambio de táctica. Ahora creen que tienen la oportunidad indicada para desacreditarlo, pues Judea era una provincia romana y sabían, desde luego, que el gobierno romano no permitía que los judíos ejecutaran a los criminales (mucho menos a los adúlteros).

      Estos hombres se atrevieron a juzgar al Hijo de Dios, pero pronto se dieron cuenta de que ellos mismos fueron juzgados por El. Parece que los orgullosos intelectuales modernos no son más inteligentes que estos judíos, porque tampoco ellos reconocen que al rechazar a Jesús no lo juzgan a El, sino que ellos mismos son juzgados por El.

 

8:6 Mas esto decían tentándole (Mar. 8:11; 10:2; Luc. 11:16), para poder acusarle. -- Querían atrapar a Jesús en un dilema: (1) si hubiera hecho a un lado la ley de Moisés, lo habrían acusado de ser transgresor de la ley, para que la gente perdiera su confianza en El; pero (2) si hubiera aprobado el plan de apedrearla, lo habrían metido en problemas graves con los romanos (quienes no ejecutaban adúlteros) y también habría perdido la fama de ser amigo de los pecadores. Los judíos se creían muy astutos. Creían que el plan era perfecto, que ahora de veras lo tenían entre la espada y la pared. Compárese Mat. 22:15-22. Cada vez que los escribas y fariseos intentaban atrapar a Jesús en un dilema, ellos mismos quedaban avergonzados. Cada vez que cavaban un hoyo con la esperanza de que Jesús cayera en él, ellos mismos eran las víctimas.

      -- Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. -- El texto no explica lo que Jesús escribió, sino lo que dijo. Es posible que haya escrito la sentencia que pronunció, pues el texto no dice hacer marcas sino escribir. Algunos suponen que con este gesto Jesús indicaba indiferencia hacia lo que decían.

 

8:7 Y como insistieran en preguntarle, -- De esta manera aun más se llamaba la atención de la gente, y de esa manera era aun más impresionante lo que Jesús les dijo. "Ellos insistieron en que les contestara, esperando que él menospreciara el séptimo mandamiento para que ellos pudieran quebrantar el sexto" (JWM).

      -- se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. -- Otra vez Jesús nos deja el ejemplo de citar las Escrituras para refutar a sus adversarios. La respuesta de Jesús les habrá pegado como un relámpago (BWJ). No afirmó nada, pero en lugar de atrapar a Jesús en un dilema, ellos mismos fueron juzgados por El. Demandó acción de ellos. A los acusadores se les olvidó este detalle de la ley: "La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti" (Deut. 17:7). Para tener el derecho de llevar a cabo la justicia de Dios de esa manera, era necesario que ellos -- como jueces y ejecutores -- fueran exentos de todo pecado que merecería el mismo castigo. De esta manera Jesús expuso la hipocresía de los acusadores, pero al mismo tiempo apoyó la ley de Moisés, diciendo, "arrojar la piedra contra ella"

      Jesús (Mat. 7:1-5) y Pablo (Rom. 2:21-24; Gál. 6:1-3) enfáticamente enseñan que los infieles no tienen el derecho de juzgar a otros. ¿Respetan los hijos a los padres que les castigan por hacer lo que sus padres hacen? "Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?" (Rom. 2:21).

 

8:8, 9 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, -- Su plan fracasó. Fueron atrapados en su propia trampa. No sé si algún pintor habrá pintado esta escena. Si existe tal pintura nos gustaría verla. ¡Qué drama!

      -- comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. -- Puesto que la mujer no huyó cuando le soltaron, parece lógico suponer que ella quería estar bien con Jesús.

 

8:10, 11 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. -- No solamente ya no condenaban a la mujer, tampoco querían detenerse para seguir tentando a Jesús.

      -- Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más (5:14). -- Los testigos, los acusadores y los ejecutores ya habían desaparecido. Se acabó el asunto, porque Jesús no era testigo del acto; por eso, dijo, "Ni yo te condeno".

      Las palabras de Jesús no pueden usarse como excusa para tolerar el pecado. (Agustín dijo que este texto se había quitado de algunos manuscritos por temor de que las mujeres inmorales fueran alentadas a usarlo como excusa para no reconocer lo serio de su pecado). Lo que Jesús hizo y dijo no minimiza lo serio de ningún pecado, mucho menos el pecado de adulterio. Es interesante observar que, al desaparecer sus acusadores, la mujer no salió corriendo, sino que se quedó con Jesús. También es interesante observar que Jesús, quien conoce el corazón, no dijo, "arrepiéntete", sino "vete, y no peques más". Compárese 5:14.

      "En Jesús encontramos el evangelio de la segunda oportunidad. Jesús siempre manifestaba un interés intenso, no sólo en lo que había sido una persona, sino en lo que podía llegar a ser. No decía que lo que habían hecho carecía de importancia; las leyes quebrantadas y los corazones destrozados siempre importan, pero Jesús estaba convencido de que todos los hombres tienen tanto un futuro como un pasado" (WB). ¿Quién no ha necesitado una segunda oportunidad? (Luc. 22:30, 31; 2 Sam. 12:13; 2 Crón. 33:12, 13, etc.)

 

8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo (1:4, 5, 9; 3:19-21; 9:5; 12:35, 36); -- Este es otro de los textos "Yo soy"; otros son 6:35, "yo soy el pan de vida"; 10:9, "Yo soy la puerta"; 10:11, "Yo soy el buen pastor"; 11:25, "Yo soy la resurrección y la vida" (1 Jn. 5:20); 14:6, "Yo soy el camino, la verdad y la vida"; 15:5, "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos". Si algún hombre -- un mero hombre -- hablara de esta manera, todos se darían cuenta de que estaba loco, pero repetidas veces Jesús demostró que verdaderamente El es la luz del mundo. "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" (7:46), y podemos agregar que jamás hombre alguno ha tenido la pureza moral, la profunda sabiduría y la influencia duradera de Cristo.

      Cristo es la luz del mundo porque El es Dios. "Dios es luz" (1 Jn. 1:5), la fuente de toda luz, física y espiritual.     Dios "habita en luz inaccesible" (1 Tim. 6:16), como se ve en Ex. 24:17, "Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, y a los ojos de los hijos de Israel". Ni siquiera podemos mirar al sol. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende lo alto, del Padre de las luces (cuerpos celestes), en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:17).

      "En el principio cuando Dios creó los cielos y la tierra, dijo, "Sea la luz; y fue la luz" (Gén. 1:1-3). El cuartó día de la creación Dios dijo, "Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche" (Gén. 1:14). Las características de la luz son belleza, resplandor y utilidad. "Suave ciertamente es la luz" (Ecles.. 11:7). El alma anhela la llegada de la luz: "Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana" (Sal. 130:6). Recuérdese el naufragio de Hech. 27. "Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, y habíamos perdido toda esperanza de salvarnos ... Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día" (Hech. 27:20, 29). Una de las plagas abrumadoras de Egipto fue la plaga de las tinieblas: "Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días" (Ex. 20:23). Durante la peregrinación de Israel en el desierto, "Jehová iba delante de ellos ... de noche en una columna de fuego para alumbrarles" (Ex. 13:21); de esa manera Jesús guía en plena luz a los que le siguen.

      La palabra tinieblas se refiere a toda maldad, ignorancia, superstición y los problemas y aflicciones que son el fruto de estas cosas. El profeta Isaías dijo que "tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria" (Isa. 60:2). Al hablar del Siervo de Jehová (Isa. 42:6) dice, "te pondré ... por luz de las naciones"; 49:6, "también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra"; Malaquías 4:2 dice, "Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación, y saldréis y saltaréis como becerros de la manada". Cuando Jesús se transfiguró delante de Pedro, Jacobo y Juan, "resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz" (Mat. 17:2).

      Como el sol que El creó es la fuente de luz, fuerza y energía del mundo físico, así también Cristo es la fuente de toda luz, fuerza y energía espiritual (JBC). Jesús es nuestro Salvador y Mediador, nuestro ejemplo a seguir, el perfecto Maestro para alumbrar el camino para que no andemos en tinieblas (ignorancia, pecado).    "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo" (1:9). Alumbra a todo hombre, porque El es "el resplandor de" la gloria de Dios. Heb. 1:3.

      Dios es luz. Cristo es luz. Pero ¿cómo alumbra nuestro camino?  "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" (Sal. 119:105). Con esta luz no tomaremos el camino equivocado, evitaremos las desviaciones y obstáculos en el camino. "La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos" (Sal. 119:130). "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen" (Prov. 6:23).

      Es necesario entender la palabra de Dios, pero también es necesario que esté "sobre tu corazón". Deut. 6:6, 7, "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás (Fil. 3:1; 2 Ped. 1:12) a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes"; es decir, todo el tiempo y en todo lugar debemos enseñar a los hijos las maravillosas obras de Dios. La palabra clave en este texto es "repetirás" (enseñar diligentemente, LBLA), porque de otro modo los niños no aprenden bien, se distraen, olvidan y fácilmente son llevados a caminos malos por sus amigos. El enemigo número uno de los niños es la televisión; los padres que no reconocen este peligro pueden perder a sus hijos. Los que no enseñan con toda diligencia a sus hijos descuidan algo más importante que el alimento, la ropa y la salud física. Los niños y jóvenes que no han sido enseñados diligentemente andarán en tinieblas. Los que andan en tinieblas sufren una vida de miseria, porque hacen malas decisiones, cometen muchos errores y, aun peor, pierden sus almas. Por ejemplo, los que no andan en luz tienen muchos problemas matrimoniales, se divorcian, se vuelven a casar, pelean sobre los hijos, y su vida es una miseria continua.

      También, la iglesia fiel refleja esta luz (Mat. 5:13-16). "En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad" (Efes. 5:8, 9; 1 Tes. 5:1-8). Los siete candeleros de oro eran las siete iglesias de Asia (Apoc. 1:20). "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2:9).

      El evangelio de Cristo y la vida fiel de los santos (Fil. 2:15; 1 Ped. 3:1-4) son los medios que Dios usa para esparcir esta luz. La obra de la iglesia es, pues, alumbrar el camino de los hombres por medio de vidas ejemplares y la enseñanza de la palabra de Cristo. "Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandeza la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Cor. 4:3, 4).

      "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:5-7). "El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo" (1 Jn. 2:10).

      También la luz nos protege. Rom. 13:12, "La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz".

      -- el que me sigue, -- Cristo no nos da luz solamente para que entendamos su voluntad, sino para que le sigamos. La palabra seguir se refiere a una manera de vivir; es decir, seguirle habitualmente, como soldados que siguen a sus capitanes o generales, como esclavos que obedecen a sus amos, etc.

      -- no andará (no vivirá) en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. -- Rom. 6:4; 8:1-5; 2 Cor. 5:7; Gál. 5:16, 25; Ef. 4:1; 5:15. El cristiano tiene luz, no anda a tientas como un ciego.

      ¿Quién puede andar en tinieblas (ignorancia, decepción, pecado) sin tropezar? En la luz hay seguridad (Sal. 119:105). Hay peligro en las tinieblas. Sin la luz son invisibles los hoyos, los obstáculos, las fieras, etc.

      La luz quiere decir entendimiento. Sal. 119:130, "la exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los sencillos". Pero no basta con aprender la verdad: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo" (Isa. 5:20).

 

8:13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero (válido, LBLA, margen). -- La luz da testimonio de sí misma. Supongamos que se diga al sol, "Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. Por eso, tú eres pura noche y tinieblas". Si eso no tiene sentido, entonces tampoco tenía sentido lo que los fariseos decían acerca de Jesús.

      En la tierra Cristo era el Embajador del Padre. El embajador no trae a otro como testigo sino que simplemente presenta sus credenciales.

      En 5:30, 31 Jesús dijo, "No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero". Es obvio que en este texto Jesús está diciendo que El no daba testimonio independiente del testimonio del Padre, porque la voluntad del Hijo está perfectamente unida con la voluntad del Padre. Aparte del Padre no podía obrar y aparte del Padre no podía testificar.

 

8:14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; -- solamente Dios puede testificar acerca de Dios. Debemos estar eternamente agradecidos que Cristo tuviera perfecto conocimiento de dónde había venido y a dónde en pocos meses volvería. Ese conocimiento perfecto, esa perfecta unidad con el Padre, hizo posible que de la manera más completa El revelara al Padre.

      Jesús dijo (5:31), "Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero"; es decir, no sería verdadero si fuera independiente del testimonio del Padre. Aquí en 8:14 dice que su testimonio es verdadero porque "no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre" (8:16). Desde luego, el testimonio de Cristo siempre es verdadero, pero El enfatiza su unidad con el Padre y que el Padre confirma el testimonio del Hijo.

      -- pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. -- Por eso, ellos no eran capaces de juzgarle. Jesús, siendo Dios, podía testificar infaliblemente de las cosas de Dios.

 

8:15 Vosotros juzgáis según la carne; -- humanamente, según apariencias, 7:24. Sabían algo de su origen (7:27), pero pensaban que Jesús era un mero hombre sin autoridad. También, por juzgar carnalmente, el Cristo crucificado era tropezadero para ellos (1 Cor. 1:23).

      -- yo no juzgo a nadie (en el sentido de simplemente condenar, como lo hacían los fariseos). -- Ellos le juzgaban superficial y carnalmente, pero El no vino para juzgar sino para salvar (3:17). Desde luego, Cristo juzgó a los hombres, pero en realidad lo que nos juzga es su enseñanza (12:47, 48).

 

8:16 Y si yo juzgo, (resultado ineludible de ser la luz del mundo, 3:19-21). mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. -- Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra El juzgaba (5:40-42), pero su juicio no era carnal sino verdadero, porque en realidad su juicio era el del Padre.

 

8:17, 18 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. (Deut. 19:15; Mat. 5:17-19). Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. -- Por eso, cumplen el requisito de la ley. El Padre dio testimonio de El: (1) por medio de la ley, los profetas y los salmos, (2) por Juan el bautista, (3) cuando Jesús fue bautizado y transfigurado, (4) por las obras del Padre hechas por Jesús, etc.

 

8:19 Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? (¿Dónde está el otro testigo?) Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; -- Con esto Jesús enfatizó que estos judíos no andaban en la luz, sino en la densa oscuridad. Dijeron (7:27), "éste, sabemos de dónde es" (compárense Mat. 13:55; Luc. 3:23). Conocían a la madre de Jesús, pero no conocían a su Padre. Estas palabras son una confirmación adicional del nacimiento de Jesús de una virgen.

      -- si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. -- 1:18; 12:45; 14:6-8; Col. 2:9 "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de Dios". Al rechazar a Cristo demostraban que no conocían a Dios.

 

8:20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, -- el lugar más público del templo, cerca del lugar donde se reunía el Sanedrín. Esto demuestra la valentía del Señor. No se escondió de sus enemigos. "No se ha hecho esto en algún rincón" (Hech. 26:26).

      -- enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. -- Dice 7:32 que "los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen"; dice 7:45 que los alguaciles no lo trajeron, sino que dijeron, "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" Pero aquí está Jesús casi en su presencia; fácilmente podrían oír su enseñanza, pero ya no levantaron el dedo para prenderle.

 

8:21 Otra vez (7:34) les dijo Jesús: Yo me voy (Hech. 1:9-11) y me buscaréis, -- Después de morir y resucitar ascendería al Padre. (Se puede agregar que durante la Gran Tribulación buscaban a Cristo (Mat. 24:23-26), pero buscaban un Mesías político.) Jesús dijo a Pedro, "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después" (13:33-36). Véase también 14:1-3; 17:24.

      -- pero en vuestro pecado moriréis; -- Ezeq. 3:18; 18:18. "Buscad y hallaréis" (Mat. 7:11), pero le buscaron demasiado tarde (Isa. 55:6, "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano").

      -- a donde yo voy, vosotros no podéis venir. -- 2 Tes. 1:6-10; 1 Ped. 4:17, 18; Apoc. 14:13. Los pecados separan de Dios (Isa. 59:1, 2; Ef. 2:12; Col. 1:21; 1 Jn. 1:5-7). La única manera de acercarnos a Dios es a través de Cristo (14:6; Heb. 10:19-22).

 

8:22 - 24 Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, (¿por ser blasfemo, engañador y por quebrantar el día de reposo?) que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? (Para ellos esto no tenía sentido) Y les dijo: Vosotros sois de abajo (Sant. 3:13-17), yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. (1:10; 14:17; 15:18, 19; 17:25. Los que están en el mundo siempre manifiestan una hostilidad hacia Dios). Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, (4:26; 6:20; 8:58; 9:9; 13:19; 18:5, 6, 9; Ex. 3:14; Deut. 32:39; Isa. 43:10). en vuestros pecados moriréis. (14:6; Hech. 4:12).

 

8:25 Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? -- Ellos no querían saber. No eran sinceros, pues bien sabían lo que Jesús decía de sí mismo y, por esta misma causa le perseguían.

      -- Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. -- Si querían conocer la naturaleza de Cristo, solamente tenían que aceptar sus palabras: "lo que desde el principio" les había dicho (que era el Agua de vida, el Pan de vida, etc. "Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo" (8:28).

8:26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; -- Diría otras cosas como las de 8:23, 24.  Jesús no vino para juzgar (3:17; 8:15), sino para salvar, pero ineludiblemente la luz juzga las tinieblas (3:19-21). Desde el cap. 5:30, 37-47 Jesús expone la falsedad de los judíos. En el cap. 8 es aun más severo (8:16, 23, 24, 34, 37, 40, 41, 43, 44, 49, 55), como también después (p. ej., 9:39). En realidad la verdad juzga: "la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (12:47, 48).

      -- pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. -- Por lo tanto, lo que Jesús decía y juzgaba era correcto. El era el verdadero representante del Padre, hablando por el Padre, y obrando por el Padre.

     

8:27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. -- No entendieron porque se habían esclavizado a sus tradiciones humanas y aborrecían a Jesús por oponerse a ellas (sobre todo las que regulaban el día de reposo). No entendieron a Jesús porque no conocían al Padre.

 

8:28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, -- 3:14; 12:32, 34). Estos textos apuntan hacia la cruz y, por implicación, a la resurrección, la ascensión y la coronación de Cristo.

      -- entonces conoceréis que yo soy, (8:24; 8:58; Ex. 3:14) --  (Compárense Ex. 10:2; Ezeq. 7:4; 11:10; 12:20). Cuando Cristo fue levantado, sin duda algunos fueron convencidos por las tinieblas (Mat. 27:45), y por el terremoto (Mat. 27:51), pero muchos otros fueron convencidos por la resurrección, la ascensión y la coronación de Cristo. Su exaltación a la diestra de Dios fue confirmada por la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hech. 2:33-36). En ese día se cumplió la promesa de Jesús de que cuando venga el Espíritu Santo "convencerá (culpará, LBLA, margen) al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (16:8). Muchos de los judíos fueron convertidos a Cristo (Hech. 2:22-24; 37-467; 6:7).

      -- y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. -- Se darían cuenta que el mensaje de Cristo era, en realidad, el mensaje del Padre.

 

8:29 Porque el que me envió, conmigo está (12:28; Mat. 3:17; 17:5); no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. -- 4:34; Isa. 53:10, 11; Fil. 2:10, 11.

 

8:30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. -- 2:23, véanse los siguientes versículos para observar la clase de fe que tenían. Compárese 12:42. Parece que estos eran como la semilla "que cayó junto al camino" (Mat. 13:4); pero es necesario recibir "con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas" (Sant. 1:21). "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal. 119:11).

 

8:31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, -- 14:21; 1 Jn. 2:4; 3:24; 2 Jn. 6. La Palabra de Dios es alimento que tenemos que seguir recibiendo mediante la constante lectura y meditación. Hay libros que son para leer una sola vez, pero la Biblia no es de esa clase de libros. "Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan" (Luc. 8:13).

      -- seréis verdaderamente mis discípulos; -- El creer de algunos (2:23; 8:30) tenía que ser probado. ¿Cómo se puede saber si la fe es una mera profesión o si es genuina y salvadora? El verdadero discipulado requiere que permanezcamos en su palabra (su doctrina). El término permanecer es una palabra clave en los escritos de Juan: 15:1-8; 1 Jn. 2:24, 28; 3:24; 4:16; no indica simplemente una profesión de fe y los otros actos iniciales de obediencia, sino una vida entregada al Señor. Frecuentemente hablamos del plan de salvación (oír, creer, arrepentirse, confesar que Cristo es el Hijo de Dios, y bautizarse) pero es urgente que siempre enfaticemos la importancia de permanecer en su palabra. Dice Hech. 2:42 que los nuevos conversos perseveraban en la doctrina de los apóstoles. Dice Pablo, "arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias" (Col. 2:7). "Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma" (Heb. 10:39).

 

8:32 y conoceréis la verdad, -- la verdad acerca de Cristo (14:6) y la doctrina enseñada por Cristo (1:17; 7:17; 17:17; 2 Jn. 9).

      -- y la verdad os hará libres. -- La religión de Jesús no esclaviza sino que libera. No es, como muchos suponen, un sistema de restricciones opresivas; más bien, nos hace libres de todo aquello que nos perjudica y destruye. La religión de Cristo es verdadera libertad, pero en realidad el pecador vive en esclavitud. Cristo libera, p. ej., (1) es esclavo del pecado y del poder de Satanás, Hech. 26:18; Rom. 6:17, 18; (2) de la ley de Moisés, Gál. 5:1; (3) de la condenación, (la culpa del pecado) Rom. 8:1; (4) de la acusación de una conciencia mala (8:9; Tito 1:15); (5) de las ansiedades y preocupaciones del mundo (Fil. 4:6, 7); (6) del temor, Heb. 2:14, 15; 1 Jn. 4:18); (7) del egoísmo (2 Cor. 5:17; Gál. 2:20); (8) del dominio del hombre (muchos viven como esclavos de lo que otros piensen, digan o hagan); (9) de los falsos amos espirituales, los ciegos guías, sean religiosos (Mat. 15:14), o de la filosofía (Col. 2:8); (10) de la esclavitud de los vicios y "placeres" mundanos.

 

8:33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, -- Dice Juan el bautista que la descendencia física no tenía importancia, "porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras" (Mat. 3:9). "Los judíos consideraban que Abraham había obtenido tanto mérito por su bondad que ese mérito resultaba suficiente, no sólo para sí mismo, sino también para toda su descendencia" (WB). Hay peligro de cometer el mismo error ahora, porque somos tentados a confiar simplemente en ser hijos de padres cristianos o en "ser miembros de la iglesia correcta", etc.

      -- y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? -- ¡Muy extraño este dicho! En primer lugar no entendían las palabras verdad y libertad. Pero ¿en qué sentido podían ellos pensar que no habían sido esclavos de nadie? En ese momento estaban bajo el yugo de Roma, como sus antepasados habían estado bajo el yugo de los egipcios, los cananeos, los sirios, los asirios, los babilonios, etc., y no solamente habían vivido bajo el yugo de estos gobiernos ajenos, sino que también por mucho tiempo estaban sujetos a los ídolos de esas naciones, y en ese momento estaban sujetos a las tradiciones y mandamientos de hombres (Mat. 15:8, 9). ¿Cómo, pues, podían decir, "jamás hemos sido esclavos de nadie"?

 

8:34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace (poion, participio presente activo, hábito o práctica continuo, ATR; del verbo poiew, continúa haciendo; practica 1 Jn. 3:4-8) pecado, esclavo es del pecado. -- Rom. 6:12-20. Los del mundo creen que los cristianos han perdido su libertad y que están amarrados con cadenas (restricciones), porque no pueden fumar, tomar, bailar, maldecir, etc. Los mundanos que creen que son libres se engañan a sí mismos. Más bien, el diablo los engaña: "el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Cor. 4:4).

      Un hábito es una costumbre o disposición que resulta de actos repetidos. Es muy difícil cambiar los hábitos. Los que habitualmente consumen bebidas alcohólicas, fuman, juegan, maldicen, etc., son esclavos de su hábito o costumbre, y la mayoría de los esclavos mueren esclavos.

 

8:35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. -- La ilustración bíblica de esta verdad se ve en el caso de Ismael e Isaac (Gén. 21:10). Véase la alegoría que bien ilustra la diferencia entre el esclavo y el hijo en Gál. 4:21-31, especialmente el ver. 30. El esclavo podía ser despedido de la casa, pero el hijo no. De esta manera, pues, Jesús advirtió a los judíos que si ellos seguían desobedientes y rebeldes contra Dios, no seguirían en la casa como hijos, sino que serían echados fuera como esclavos.

 

8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. -- Lamentablemente los judíos no querían ser "verdaderamente libres", sino solamente políticamente libres.

 

8:37 Sé que sois descendientes de Abraham; -- Físicamente eran descendientes de Abraham: "Oh, vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos" (Sal. 105:6); "Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo" (Isa. 41:8). Cae en el mismo error el que piensa que es aceptable ante los ojos de Dios simplemente por ser miembro de alguna iglesia fiel.

      -- pero procuráis matarme (7:19-20, 25, 30, 32, 45; 8:20), -- En esto se ve claramente que estos judíos no imitaban el ejemplo de Abraham, porque él no tenía espíritu de odio y envidia y nunca actuó como estos judíos actuaban.   Cuando los mensajeros de Dios llegaron a la tienda de Abraham, los recibió con todo respeto (Gén. 18:1-15), pero Jesús, el perfecto Mensajero de Dios, fue rechazado y maltratado por estos descendientes de Abraham.

      ¿Sigue hablando Jesús "a los judíos que habían creído en él"? Parece que sí. No hay nada en el texto que indique cambio de audiencia. Esto indica lo ofensivo de la implicación de que no eran libres sino esclavos.    Como Jesús dijo, "Sé que sois descendientes de Abraham; pero ... ", así también hoy día se puede decir a algunos: "Sé que sois miembros de la iglesia; pero ... "

      -- porque mi palabra no halla cabida (sitio, LBLA) en vosotros. -- 8:31. No querían permanecer en la palabra de Cristo; por esta causa no eran los descendientes verdaderos de Abraham, sino como los galileos que volvieron atrás, 6:60, 61, 66. Como "no había lugar para ellos en el mesón" cuando Jesús nació (Luc. 2:7), tampoco había lugar en el corazón de los judíos para la palabra de Cristo. No podían soportar o sufrir la palabra de Cristo (2 Tim. 4:3, "no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias").

      Muchas de las enseñanzas de Cristo y los apóstoles no hallan cabida en los corazones de la gente: por ejemplo, la enseñanza sobre el arrepentimiento y el bautismo, sobre la iglesia (el culto, la asistencia, la organización y obra, que la iglesia es el reino, etc.), sobre el divorcio y segundas nupcias y sobre muchos otros temas.

      Otro significado de la palabra (coreo), traducida "halla cabida" es "avanzar, proceder ... Jn 8:37" (JHT). Véase LBLA, margen, no progresa en vosotros). Este uso de la palabra se observa en 2 Tes. 3:1, "para que la palabra del Señor corra (se extienda rápidamente, LBLA) y sea glorificada". La palabra de Cristo había penetrado el corazón de muchos de los judíos que le escuchaban ("muchos creyeron en él", 8:30), pero al oír su enseñanza acerca de la esclavitud y la libertad, la palabra no avanzó -- no se desarrolló -- en su corazón.

 

8:38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre (con mi Padre, LBLA, en la presencia del Padre, margen); -- Jesús había descendido del cielo del Padre; les habló de lo que había visto y oído. Los judíos rechazaban el testimonio de "Jesucristo el testigo fiel" (Apoc. 1:5); El era Testigo ocular de lo celestial. Esta es otra expresión que indica que estaba unido al Padre (1:1; 5:17-27, 30-32, 37, 43, etc.), y que era el Mensajero del Padre para revelar al pueblo lo que había aprendido estando en la presencia del Padre (5:19, 30; 7:28, 29).

      -- y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. -- Todavía no lo identifica, pero es muy obvio que Abraham no era su padre. Tampoco era su padre el Padre de Jesús. Entonces, ¿quién sería? Por el momento, no lo especifica. Jesús habló de lo que había visto en la presencia del Padre, y los judíos hacían lo que habían oído de su padre el diablo. Jesús les dijo, "moriréis en vuestros pecados" (8:24) porque eran esclavos del pecado (8:34). ¿Por qué eran así? Porque hacían lo que habían oído "cerca de vuestro padre". También, por este motivo querían dar muerte a Jesús.

      Los hijos comparten la naturaleza de su padre. Nuestro Padre quiere que seamos "participantes de la naturaleza divina" (2 Ped. 1:4), y el padre de los judíos quería que ellos participaran de la naturaleza diabólica.

 

8:39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. -- El árbol es conocido por su fruto (Mat. 7:15-23). Los hijos son como su padre. Los judíos habían demostrado por sus obras y por su actitud hacia Cristo que no eran verdaderos hijos de Abraham.

      Aparte de la relación física, no había identificación alguna entre ellos y Abraham, porque éste era un hombre de fe genuina en Dios, que le obedecía aunque le dijera que ofreciera a su único heredero. Era un hombre justo y de buenas obras. Era un hombre noble que se preocupaba por su sobrino, Lot, y lo rescató de sus enemigos.

      Los hijos espirituales de Abraham son todos aquellos, tanto gentiles como judíos, que creen en Cristo y que han "sido bautizados en Cristo" (Gál. 3:27-29).

 

8:40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. -- Abraham nunca quería dar muerte a un mensajero de Dios.

 

8:41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre (ver. 38). Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; -- Si no eran hijos de Abraham, nacieron de fornicación.

      -- un padre tenemos, que es Dios. Tenían la ley, el templo, etc., y, por eso, creían que eran los hijos de Dios, pero eran hijos del diablo que vivían en la casa (religión) de Dios; eran esclavos que no quedarían en la casa para siempre (8:35).

      Algunos comentaristas citan varios textos para demostrar que al caer en la idolatría el pueblo de Israel cometió fornicación contra Dios, pero en este texto (Juan 8:41) Jesús solamente se refiere a dos padres: Dios (ser hijos de Abraham equivale a ser hijos de Dios) y el diablo.

 

8:42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; -- Si Dios hubiera sido su padre, entonces habrían amado a Jesús sabiendo que era de la misma familia.

      -- porque yo de Dios he salido (1:14, la encarnación), y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. -- "La prueba del hombre es su reacción con respecto a Jesús ... Jesús es la piedra de toque de Dios mediante la cual todos los hombres son juzgados" (WB).

 

8:43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. -- Este es otro de los textos predilectos de los calvinistas para "probar" que los que no son de los "elegidos", sino que son predestinados incondicionalmente a la condenación, nacieron totalmente depravados y que, por eso, no son capaces de entender la palabra. Si hubieran sido de los condenados, Jesús lo habría sabido; además, si hubieran estado en esa condición, Dios (Cristo) habría sido responsable de ello. Si el caso hubiera sido así, ¿por qué discutía con ellos? ¿Por qué les enseñaba? Les enseñaba porque "los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán" (5:25); es decir, ante los ojos de Dios todos los muertos son responsables: pueden oír y pueden responder.

      Estos no entendieron porque no querían escuchar. No querían creer y aceptar la verdad, 5:44; 9:27. Para ellos el lenguaje de Jesús era un idioma extraño: "no entendéis mi lenguaje". No tenían oído para la verdad. Jer. 6:10, "¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman"; Ezeq. 12:1, 2, "Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oir y no oyen, porque son casa rebelde"; Zac. 7:11, "Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante ... vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos"; Mat. 13:15; 11:25, 26; 2 Tim. 4:4. Se habían convertido en personas espiritualmente sordas. "Un hombre que no tiene oído musical jamás podrá experimentar el deleite de la música. Un hombre que es ciego a los colores no puede apreciar un cuadro" (WB).

 

8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. -- No nacieron hijos del diablo, sino que eran hijos del diablo porque eran imitadores de él; los deseos del diablo y los deseos de ellos eran los mismos. Todo lo que hacían en contra de Jesús era, pues, la conducta normal de ellos. Era de esperarse que ellos se opusieran a Cristo, porque vivían para ejecutar los deseos de su padre. En seguida Jesús nombra dos de los deseos principales del diablo: el deseo de matar y el deseo de mentir.

      -- El ha sido homicida desde el principio, -- Al seducir a la primera mujer causó la muerte (Gén. 2:17; 3:3; Rom. 5:12). Los judíos ya eran homicidas (1 Jn. 3:10, 15), y sólo faltaba la oportunidad para dar muerte a Cristo.

      -- y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. -- Jesús habla de los pecados de matar y mentir porque, en cuanto a su oposición a El, eran los dos pecados principales de los judíos.

 

8:45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. -- Siendo hijos del diablo pisoteaban la verdad. No amaban la verdad porque les era muy amarga y nada agradable. Solamente querían palabras mentirosas y engañosas. Querían oír que Abraham era su padre cuando no lo era. Querían oír que eran hombres libres cuando en realidad eran esclavos. Querían oír palabras lisonjeras (1 Tes. 2:5). Querían oír lo que les agradaba. Buscaban la gloria los unos de los otros (5:44).

 

8:46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? -- Querían probar que Jesús era meramente un hombre, para justificar su rechazo hacia El y, para lograrlo, deberían acusarle de algún pecado, pues todos los hombres pecan. Probablemente hubo pausa después de esta pregunta para darles oportunidad de acusarle. Parece que no le acusaron de nada. ¿Qué pasó, pues, con las acusaciones de que El había violado el día de reposo y que había blasfemado? (5:18).

      -- Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? -- Si no hallaron pecado (por ejemplo, alguna mentira) en Jesús, entonces deberían creer en El, que no era un mero hombre, sino en verdad el Hijo de Dios.

8:47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. -- Los fariseos pensaban y decían que eran de Dios, pero no lo eran porque no oían las palabras de Dios. Compárese 1 Jn. 4:6, los que verdaderamente son de Dios oyen a los apóstoles. Los que no están dispuestos a oír (en el sentido de obedecer) la palabra de Cristo y los apóstoles demuestran que son hijos del diablo.

     

8:48, 49 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, (es decir, un hereje, enemigo de Israel, que desobedecía la ley) y que tienes demonio? (Compárese Mat. 12:22-30, "si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido"). Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; ("Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición", 1 Ped. 2:23. Jesús honraba al Padre, pero los demonios no honran al Padre. Si fuera siervo de Satanás, estaría honrando a Satanás. y vosotros me deshonráis. (Por eso, deshonraban al Padre).

 

8:50 Pero yo no busco mi gloria; -- Al venir a la tierra Jesús sabía que sería insultado, deshonrado, rechazado y aun crucificado. Nunca esperó recibir gloria de los judíos. Cuando vino a la tierra, en lugar de buscar gloria "se humilló a sí mismo" (Fil. 2:8).

      -- hay quien la busca, y juzga. -- El Padre siempre glorificaba al Hijo.

 

8:51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. -- Aquí está otra de las afirmaciones muy importantes de Jesús. Al decir, el que no se refiere solamente a los judíos sino también a los gentiles. La palabra guarda (tereo) quiere decir obedecer. Se refiere, desde luego, a la muerte segunda (Apoc. 2:11; 20:14). Los fieles no temen la muerte física, porque es en realidad la puerta a la vida verdadera (2 Cor. 5:6-8, Fil. 1:21-23).

 

8:52 Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas (Zac. 1:5); -- Aunque Abraham y los profetas guardaban la ley de Dios, todos murieron.

      -- y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. -- Creían que estaba fuera de sí. ¿Cómo podría Jesús hacer algo (evitar la muerte) que Abraham y los profetas no pudieron hacer por sí mismos?

 

8:53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham (compárese 4:12), el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? -- Entonces te glorificas a ti mismo, pensando que eres mayor que Abraham y los profetas. Les convenía reconocer que Jesús era mayor que Abraham y los profetas (compárese Mat. 12:41, 42).

 

8:54, 55 Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo (aparte del Padre) mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica (12:28), el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; (7:28; 8:19; 16:3; 15:21; 17:25; no le conocían porque no guardaban su palabra) mas yo le conozco, (por ser uno con El, 10:30, y por guardar su palabra) y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros (8:44); pero le conozco, y guardo su palabra. -- Jesús poseía un conocimiento especial (único) de Dios, y que de manera especial le obedecía.

 

8:56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. -- En su presencia, delante de sus ojos, Jesús había hecho milagros y de varias maneras había demostrado que El era el Mesías. Abraham no tenía tales ventajas, pero con ojos de fe mirando de lejos (Heb. 11:13), "y creyéndolo, y saludándolo" había visto al Mesías y creía en El (Gén. 12:3; 22:16-18; Gál. 3:8, 16). Al igual que Moisés Abraham podía ver al Invisible (Heb. 11:27).

 

8:57 - 59 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? (¿Jesús dijo que había visto a Abraham? No, sino que Abraham había visto su día). Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. (Jesús no dice, "Antes que Abraham fuese, yo era". Jesús se identifica con el Yo Soy de Ex. 3:14, el Dios Eterno (no creado). Este es otro texto que los testigos del Atalaya cambian y tuercen porque niegan y blasfeman a Cristo). Tomaron entonces piedras para arrojárselas; (Esto indica que entendieron que al decir "Yo soy" Jesús afirmaba su deidad) pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue. (Compárese Luc. 4:29, 30).

 

* * * * * * * * * *

 

Juan 9

 

      Esta es la sexta de las siete señales hechas por Jesús que Juan registra. Todo el capítulo se dedica a ese evento y al efecto que tuvo sobre el hombre que nació ciego, sus padres, los vecinos y los líderes de los judíos.

 

9:1 Al pasar Jesús, -- Es difícil precisar cuándo sucedió este evento, porque Juan no se preocupaba por la cronología exacta de los eventos de la vida de Jesús, pero no es necesario concluir que los sucesos del cap. 9 siguieran inmediatamente después de los del cap. 8. No es muy razonable que los discípulos hayan hecho esta pregunta en los mismos momentos en los que los judíos tomaron piedras para arrojárselas (8:39).

      "Al pasar Jesús" El vio una oportunidad para "hacer las obras del que" le envió (9:4). Nosotros también, "al pasar" (al ocuparnos en las actividades normales) veremos muchas oportunidades si abrimos los ojos (4:35).

      -- vio a un hombre ciego de nacimiento. -- Muchos lo habían visto pero no como Jesús lo vio. De los seis milagros registrados en los que Jesús abrió los ojos de los ciegos, este es el único caso en que el individuo era ciego de nacimiento. "Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego" (9:32).

 

9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? -- A los discípulos este hombre presentó una oportunidad para la especulación teológica, mientras que a Jesús se le presentó una oportunidad para manifestar en sí mismo la gloria de Dios y la autoridad de Dios, pues el abrir los ojos era una señal convincente de que el Mesías había venido (Isa. 35:5; 29:18; 32:3; 42:7; Mat. 12:22; Luc. 4:18, 19) (PTB).

      Parece que los discípulos compartían la idea errónea de que las enfermedades y otros sufrimientos son el resultado de algún pecado específico. En el caso del hombre que nació ciego creían que había solamente dos alternativas: "¿quién pecó, éste o sus padres?" Hoy en día muchos preguntan por qué algunos sufren grandes aflicciones y otros no, algunos sufren mucho por causa de los desastres de la naturaleza (tormentas, inundaciones) y otros no. 

      En sentido general es cierto que el pecado es la causa de todas las aflicciones, así como es la causa de todo mal. Jesús dijo al hombre que sanó en Betesda, "no peques más, para que no te venga alguna cosa peor" (5:14), pero no es cierto que todo caso específico de aflicción es causado por algún pecado específico. Pablo dice, "llorad con los que lloran" (Rom. 12:15), pero ¿por qué llorar con ellos si están sufriendo lo que merecen? El sufrimiento de los más inocentes puede ser la consecuencia de los pecados de otros, pero los inocentes no sufren la pena de tales pecados.

      Algunos afirman que los judíos creían en la reincarnación (la transmigración de almas) y que citaban Gén. 25:22 para enseñar que los niños pueden pecar antes de nacer, pero no hay prueba de esto. Además, Pablo dice, "pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal" (Rom. 9:11). Algunos piensan que la pregunta de los discípulos indica que ellos aceptaban la idea platónica de la preexistencia del alma; es decir, que podría sufrir en esta vida la pena de pecados cometidos en una existencia precedente (B-S), pero no se puede probar que los discípulos de Jesús hayan tenido en mente tales teorías. La verdad es que ellos, al igual que millones de otras personas, estaban perplejos con respecto a la causa del sufrimiento.

      Ex. 20:5 dice, "visito la maldad de los padres sobre los hijos", es decir, los hijos sufren las consecuencias de los pecados de los padres. También los hijos heredan debilidades físicas y mentales de sus padres, pero Ezeq. 18:20 dice claramente que "el hijo no llevará el pecado del padre" (el hijo no es culpable del pecado del padre). Los calvinistas citan Sal. 51:5, "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" para probar que los niños nacen pecadores, pero David no habla de nacer con "maldad en mí", sino de nacer en un mundo lleno de pecado. Compárese Job 31:18, "desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda". Recuérdese Ecles. 7:29, "He aquí, solamente esto he hallado; que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones".

 

9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, -- Cuando Jesús sanó al paralítico de Betesda, le dijo, "Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor" (5:14); por eso, a veces alguna aflicción se atribuye al pecado de la persona. Pero véase también Luc. 13:1-5, que se refiere a casos semejantes a este texto (Jn. 9:3). Jesús enseña, pues, que hay sufrimiento no merecido. El libro de Job ampliamente analiza este problema. Sus "amigos" decían que su sufrimiento era prueba innegable de que él era culpable de algún pecado, pero estaban equivocados, pues el libro expone la falsedad de ese concepto. Véase también Hech. 28:4. Si este concepto fuera correcto, sería necesario concluir que los que no sufren no han pecado y que son mejores que los que sufren..

      Jesús dijo que las lluvias, los diluvios y los vientos golpearon contra las dos casas, la que estaba fundada sobre la arena y la que estaba fundada sobre la roca (Mat. 7:25). Dice Ecles.. 9:11 que "tiempo y ocasión acontecen a todos" ("el tiempo y la suerte les llegan a todos", LBLA).

      -- sino para que las obras de Dios (5:36; 10:25) se manifiesten en él. -- En este caso las obras de Dios incluían bendición física y bendición espiritual, pues el hombre que nació ciego recibió su vista física y también su vista espiritual (9:38). Dios gobierna este mundo y puede transformar un mal temporal en un bien eterno, y Dios tenía su plan para este hombre, pues sería el objeto de las maravillosas obras de Dios. Se puede decir lo mismo de cualquier ciego (o de sordos, paralíticos, etc.), porque toda vida que se somete a su voluntad le es útil. Compárese 2 Cor. 12:7-10.

 

9:4 Me es necesario (nosotros debemos, LBLA) hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. -- En lugar de analizar y juzgar el caso del ciego de nacimiento, Jesús solamente piensa en aliviar su aflicción, y glorificar a Dios.

      El día de Jesús (el día de su vida aquí en la tierra) iba a durar poco tiempo, pero "entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo" (9:5). Pensaba hacer otras obras muy importantes antes de morir en la cruz (por ej., la resurrección de Lázaro).

      Todos podemos y debemos decir lo mismo, porque la noche de la muerte nos espera. "El tiempo es corto" (1 Cor. 7:29-32).      

      Jesús no fue detenido por la popularidad (Luc. 4:42, 43); ni por la ingratitud de la gente (Luc. 17:11-19; Mat. 23:37; Luc. 19:41); ni por el temor a sus enemigos (Luc. 13:31, 32). Aunque sus apóstoles lo desampararon y uno de ellos le entregó a los enemigos, y otro le negó, Jesús siguió con su propósito de dar su vida en rescate por muchos.

      Me es necesario -- En toda la enseñanza (como también en toda la actividad) de Jesús El demostró que le era necesario obrar las obras del Padre. Habló del sembrador, del pescador con sus redes, del pastor y sus ovejas. En todo El vio su deber (Luc. 4:18, 19). Compárese la actitud de Pablo con respecto a la obra que el Señor le dio (Hech. 20:24; Rom. 1:14; 1 Cor. 9:16; 2 Cor. 5:11, 14).

      Al llegar a la conclusión de su ministerio Jesús podía decir "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese" (17:4). En la cruz dijo, "Consumado es" (19:30). Compárese 2 Tim. 4:6-8. ¿Y nosotros? Al llegar a los momentos finales de la vida ¿podremos decir lo que Jesús y Pablo dijeron?

 

9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. -- Según 8:12 su palabra (enseñanza) era la luz del mundo; en el capítulo 9 provee luz física y espiritual para el que nació ciego.

      El hombre debe responder a la luz: 12:36, debe creer en la luz y llegar a ser hijo de luz; 1 Jn. 1:6, 7, debe andar en luz; Rom. 13:12, "vistámonos las armas de la luz".

     

9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, -- Podía sanar con una palabra (Luc. 7:7), pero frecuentemente usaba medios físicos (Mat. 8:3; 9:27-31; 20:29-34; Mar. 7:33; 8:23). Desde luego, Al usar estos medios tenía su propósito. El sabía lo que hacía y por qué lo hacía. Juan no explica el propósito de esta acción de Jesús, pero bien podía probar o fortalecer o manifestar la fe del ciego (AH).       Si hubiera habido eficacia en ese lodo para sanar, se lo habría exportado a todas las naciones (JBC).

     

9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado), 3:17; 5:36; 6:29; 10:36; 17:3, 8, 21, etc.). -- Isa. 8:6 habla de "las aguas de Siloé, que corren mansamente", simbolizando las bendiciones que fluían del templo. Neh. 3:15 habla del muro del estanque de Siloé.

      Este mandamiento era una prueba de su fe; es decir, Jesús pensaba sanarle, pero nombró este requisito o condición. Si no hubiera ido para lavarse en el estanque de Siloé, no habría recibido la vista. Si el ciego hubiera sido doctrinado por los calvinistas, habría dicho, "Mira, Jesús, Tú sabes perfectamente que el agua no puede abrir los ojos de los ciegos. No conviene dejar la impresión de que haya eficacia en el agua o que el agua tenga poder sanador. Sáname primero y después, en algún momento oportuno, iré a lavarme en el estanque para demostrar mi fe en ti". Si hubiera hablado de esa manera, habría muerto tan ciego como nació (JBC).

      -- Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. -- ¡Solamente los ciegos saben apreciar la vista! Ahora, no solamente podía ver, sino que también podía trabajar para ganarse la vida y ser independiente. (En aquellos tiempos el mendigar era casi el único medio de sostén para los ciegos).

      Para ser bendecido por Cristo, es necesario obedecerle. El ciego sabía que el que le hablaba era Jesús (9:11); esto indica que ya había oído de El (Rom. 10:17). Ahora le obedece: va a Siloé y se lava, como Jesús le mandó.

      Dice Pablo (Rom. 4:4), "Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda". Al decir "al que obra" Pablo no se refiere al obedecer al Señor para obtener sus bendiciones, sino al obrar para justificarse sin obtener el perdón de Dios: "Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas" (Rom. 4:6, 7). Es obvio que el "que obra" es aquel que no busca el perdón de Dios, sino que quiere justificarse a sí mismo (Rom. 10:3).

      Es necesario estudiar y discernir la diferencia entre la obediencia requerida por el Señor para aceptar el beneficio y el obrar para merecer el beneficio. La única manera de merecer la justificación es por medio de una vida perfecta, sin pecado alguno, pero "todos pecaron" (Rom. 3:23). Por lo tanto, todos deben obedecer al evangelio de Cristo para obtener el perdón de Dios (Hech. 2:38).

      Al lavarse en el estanque de Siloé ¿obró el ciego para merecer el beneficio que Jesús le ofreció? ¿Obró en el sentido de Rom. 4:4? ¿Al lavarse mereció esa bendición? Nadie dirá que sí. Todos saben que al lavarse el ciego solamente obedeció los mandamientos del Señor y recibió la bendición. Entonces, ¿por qué no pueden los calvinistas entender que al lavarnos en el bautismo, no obramos para merecer el perdón, sino que solamente cumplimos con los mandamientos del Señor? ¿Cuál es la diferencia entre nuestra obediencia y la del ciego? No hay ninguna diferencia, porque al lavarnos en las aguas del bautismo (Mar. 16:16; Hech. 2:38; 22:16, etc.) solamente obedecemos al Señor para aceptar el perdón de pecados.

      Considérese otro caso: Dios mandó que Naamán el leproso se zambullera siete veces en el Río Jordán para limpiarse de su lepra (2 Reyes 5:10-14). Al zambullirse siete veces en el Río Jordán, ¿obró Naamán para merecer la limpieza de su lepra. ¿Obró en el sentido de Rom. 4:4? Nadie dirá que sí. Entonces, ¿por qué no se puede entender que al bautizarnos en agua, no obramos para merecer el perdón, sino que simplemente aceptamos el perdón que el Señor ofrece a los que creen y se bautizan (Mar. 16:16)?

      Hay otro buen ejemplo de esta verdad bíblica: Dios dijo a Josué, "Rodearéis, pues, la ciudad (Jericó) todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días ... y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá ... Cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó" (Josué 6:3-5, 20). Al cumplir con estos requisitos del Señor, ¿obró el pueblo para merecer tal victoria sobre sus enemigos? ¿Obró en el sentido de Rom. 4:4? Nadie dirá que sí. Entonces, de la misma manera, al bautizarnos en agua para perdón de pecados (Hech. 2:38), no obramos para merecer el perdón. No obramos en el sentido de Rom. 4:4, texto que se refiere a las obras "que nosotros hubiéramos hecho" (Tito 3:5), como las buenas obras de Cornelio (Hech. 10:2, 22). Al obedecer al evangelio, obramos en el sentido de Sant. 2:24; Gál. 5:6; Tito 3:1, 8; etc.

      Los credos de varias denominaciones afirman que el hombre se salva por la fe sola, pero ¿qué dice Heb. 11:30? "Por la fe cayeron los muros de Jericó". Por la fe. Pero "por la fe" ¿cuándo? ¿Simplemente creyeron y los muros cayeron? ¿Cuándo cayeron? "Después de rodearlos siete días". ¿Por qué no cayeron por la fe sola? ¿Por que no cayeron "antes de rodearlos siete días"?

      Otra lección valiosa es que varios textos hablan de ciegos en sentido espiritual (Luc. 6:39; 2 Ped. 1:9; Apoc. 3:18). Por eso, es lógico comparar este texto (Jn. 9:7) con Mar. 16:16, "el que creyere y fuere bautizado será salvo". Los que pueden entender que el ciego tuvo que lavarse en el estanque de Siloé para obtener su vista física, deben entender que el que creyere tiene que ser bautizado para obtener su vista espiritual (Hech. 26:18).

     

9:8, 9 Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego (mendigo, LBLA), decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? (así lo recordaron) Unos decían: El es y otros: A él se parece. -- Los vecinos estaban confusos por causa de lo "imposible" que resulta comprobar que alguien habiendo nacido ciego pudiera ver, como también por el gran cambio de su aspecto.

      -- El decía: Yo soy. -- De esa manera él mismo puso fin al debate. ¡El que había nacido ciego era un monumento viviente al poder sanador de Jesucristo!

 

9:10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? -- Era pregunta importante, porque le dio al hombre sanado la oportunidad de testificar a favor de Cristo. (Compárese 1 Ped. 3:15).

 

9:11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. -- ¡He aquí el sencillo testimonio del hombre que nació ciego! (1) Fui, (2) me lavé; (3) recibí la vista.  ¿Recibió su vista antes o después de lavarse? Compárese Mar. 16:16: (1) creer; (2) bautizarse; (3) será salvo. ¿Somos salvos antes o después de lavarnos? También Hech. 22:16: (1) levántate; (2) bautízate, (3) lava tus pecados. ¿Qué habrá dicho el eunuco cuando llegó a su casa? (1) Oí el evangelio; (2) confesé que Jesucristo es el Hijo de Dios; (3) fui bautizado para perdón de pecados; (4) y seguí gozoso mi camino (Hech. 8:35-39).

 

9:12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? -- (7:11). ¿Se regocijaron con él? ¿Dieron gloria a Dios por tan maravillosa bendición? o ¿solamente querían saber "¿Dónde está él?" ¿Fueron movidos por su amor y gratitud al ir en busca de Jesús? Muchos querían saber donde estaba para destruirlo.

      -- El dijo: No sé. -- Apenas sabía su nombre: "Aquel hombre que se llama Jesús ... "

 

9:13 Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. -- ¿Quiénes lo llevaron? No sabemos (posiblemente ayudantes de los fariseos, compárese 1:19); probablemente el siguiente versículo da la razón (era el día de reposo). Esto le dio al ex ciego otra oportunidad para dar su testimonio del milagro. (Recuérdese que un tema central de este libro es el testimonio acerca de Jesús, dado por sus amigos y enemigos).

 

9:14 Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. -- Este detalle es importantísimo. El sanar en el día de reposo era una de las cosas principales que llevaron a Jesús al Calvario. Cristo vino al mundo para morir por nosotros. Le fue dado un cuerpo para que pudiera ofrecerlo como sacrificio por los pecados del mundo (Heb. 10:5-8). "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo" (10:17, 18). ¿Qué circunstancias lo llevarían al Calvario? Nada de lo que ocurrió fue por casualidad, sino que todo ocurrió según el "determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios" (Hech. 2:23).

      ¿Por qué escogió Jesús al paralítico de Betesda para sanarle? Porque pensaba decirle, "toma tu lecho, y anda" (5:8), sabiendo que esto provocaría el primer encuentro serio con los judíos (5:10, 16), cuyo odio iría incrementando hasta que lograran crucificar a Jesús.

      Otros textos que describen este conflicto entre los judíos y Cristo sobre el día de reposo son: Mat. 12:1-14; Luc. 13:10-17; 14:1-6. En estos textos Jesús les hizo ver que las obras necesarias y las de misericordia no eran prohibidas por el cuarto mandamiento, porque tales obras no violaban el día de reposo. También les hizo ver que El estaba muy en contra de las muchas tradiciones necias que ellos habían inventado con respecto al día de reposo: p. ej., aun prohibían que se aplicara la saliva al ojo infectado, pues se creía que la saliva tenía valor medicinal. Es difícil comprender por qué los líderes de los judíos se esforzaran tanto para excluir la misericordia en su trato con el pueblo.

 

9:15 Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. -- Este milagro hecho por Jesús debiera haber convencido a todos que El era el Hijo de Dios, y les convenía a los judíos honrarle, pero ellos optaron por perseguirle. Se sentían obligados a probar dos cosas: (1) que Jesús había violado el día de reposo; y (2) que en realidad no hizo ningún milagro, pero      de esta manera proveyeron otra oportunidad para que el que había sido ciego diera su testimonio del milagro hecho por Jesús.

      Los judíos querían intimidarlo, pues no solamente perseguían a Jesús, sino también a los que eran ayudados por Jesús. No les importaba a los líderes que un hombre que nació ciego recibiera su vista, sino que sólo buscaban algún pretexto para acusar a Jesús de haber violado el día de reposo.

      -- El les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. -- La repetición de estos detalles (9:6, 7, 11, 15) dan cada vez más énfasis al milagro.

 

9:16 Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. -- Jesús no violó el cuarto mandamiento, pero él sí violó las reglas necias de los fariseos: al hacer el lodo, y al curar al ciego. "Los fariseos han identificado con la ley de Dios sus propias normas sabáticas meticulosas y fútiles" (WH). Puesto que Jesús no guardaba las tradiciones inventadas por los fariseos, según la "lógica" de ellos, "no procede de Dios". Entonces ¿procedía de Satanás? (Mat. 12:24-26).

      En la actualidad los Adventistas del Séptimo Día dicen que los que no guardan el día de reposo no proceden de Dios, sino que llevan la marca de la bestia.

      -- Otros (de los mismos fariseos) decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? -- Si Jesús hubiera sido un pecador (un verdadero violador del cuarto mandamiento), no podría haber hecho un milagro, pero en lugar de quebrantar el cuarto mandamiento, Jesús quebrantaba sus tradiciones humanas.

      -- Y había disensión entre ellos . -- Había disensión entre los fariseos mismos. Parece que había otros entre ellos como Nicodemo que querían ser razonables. Estaban divididos porque algunos solamente podían pensar en la violación de sus tradiciones con respecto al día de reposo, mientras que otros no podían cerrar sus ojos a las señales hechas por Jesús (3:2). Recuérdese que durante toda esta discusión el hombre que nació ciego estaba en medio de ellos con sus ojos abiertos, viendo todo lo que sucedía.

 

9:17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? -- Ya le habían preguntado (9:15), pero no estaban de acuerdo y vuelven a preguntarle, algunos buscando más evidencia para probar que Jesús no venía de Dios, pues en esos momentos "no creían que el había sido ciego, y que había recibido la vista" (9:18), y los otros esperando aprender algo más que les ayudara a entender cómo Jesús podía sanar y al mismo tiempo violar el día de reposo. Por eso, vuelven a hacerle preguntas, pero el resultado fue que solamente hacían más notorio el milagro.

      -- Y él dijo: Que es profeta. -- Al decir esto demostró su valentía, porque algunos de los judíos no querían oír que Jesús era un profeta, pues para ellos era un pecador. Al principio el que era ciego dijo "aquel hombre que se llama Jesús"; ahora su conocimiento y fe han crecido, porque dice que Jesús era un profeta; poco después argumentó que Jesús vino de Dios (9:33); y al último (9:35-38) le confesó como el Hijo de Dios y le adoró. Compárese el crecimiento de la fe de la samaritana (4:9, "tú, siendo judío"; 4:19, "tú eres profeta"; 4:29, "¿no será éste el Cristo?"). Tuvo que ser muy valiente para hablar favorablemente de Jesús en presencia de los que querían darle muerte.

 

9:18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, -- Pero en 9:15 "volvieron ... a preguntarle ... cómo había recibido la vista". Esto muestra su hipocresía. Al examinar a este hombre querían menospreciar a Cristo, pero habiendo fracasado en esto, ahora se dirigieron hacia los padres con la esperanza de probar que su hijo ni siquiera nació ciego, y de esa manera probar que no había milagro. Sin duda les hubiera gustado probar que había una conspiración entre Jesús y el ciego y que el milagro era un engaño (Mat. 24:24; 2 Tes. 2:9).

      ¿Por qué no tenían los fariseos el mismo conocimiento de este hombre que la gente tenía? (9:8, "los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego"). Esto demuestra la indiferencia de los líderes hacia los pobres y desafortunados. Compárese Luc. 10:31, 32 "un sacerdote ... viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita ... viéndole, pasó de largo". ¡Cuántas veces habrán pasado de largo estos fariseos al ver al ciego!

      Si sospecharan que el que había sido ciego en realidad no nació ciego (sino que solamente fingía la ceguera), ¿por qué creían que los padres les dirían la verdad?

      Después de escucharles, volvieron a tratar de intimidar al hijo (9:24). Sin embargo, lo que dicen después (9:34, "Tú naciste del todo en pecado") parece indicar que ellos creían que había nacido ciego como castigo por el pecado. En esto se puede ver la inconsecuencia e hipocresía de los judíos.

 

9:19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? -- Sin duda el gozo de los padres era grande. También convenía que su gratitud fuera grande. Con mucha razón pudieran haber adorado a Cristo por esta maravillosa bendición. Pero ¿qué dijeron?

 

9:20 Sus padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; -- ¡Testimonio claro, fuerte y significativo! A los fariseos les gustaba decir sabemos, pero éstos también dicen sabemos. Los fariseos no podían discutir con ellos sobre estas dos cosas que sabían. Esto fue un duro golpe contra los judíos: era evidente a todos que el hombre podía ver, y ahora los padres testifican que (1) él es nuestro hijo; y (2) que él nació ciego.

 

9:21, 22 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. -- Su hijo hablaba con toda franqueza del milagro. Aunque los padres no eran testigos oculares del milagro, ¿cómo podían dudarlo o dudar la palabra de su hijo? Juan da a entender que ellos sí sabían, pero que rehusaron admitirlo por temor a ser expulsados de la sinagoga (12:42; 16:2; Luc. 6:22). El hijo tuvo más valor que los padres; él no fue intimidado, pero ellos sí. Si hubieran dicho lo que sabían, que Jesús le sanó, habrían confesado a Jesús y habrían dado un duro golpe contra los judíos injustos, pero el negar a Cristo trae consecuencias horribles (Mat. 10:32, 33; Mar. 8:38). Los hermanos que no confiesan a Cristo en medio de los mundanos, las esposas que no perseveran en la fe por temor a sus maridos, los jóvenes que no confiesan a Cristo por temor a los "amigos", etc., imitan a estos padres.

      Ser expulsado de la sinagoga no se puede comparar con el apartarse de miembros infieles de la iglesia, porque los que eran expulsados de la sinagoga eran cortados de todas las relaciones religiosas (con sus bendiciones y promesas), como también de las relaciones sociales y aun económicas de la nación. "Esta excomunión involucraba la prohibición no sólo de asistir a la sinagoga, sino de toda relación con israelitas" (WEV). La gente tenía que guardar cuatro codos de distancia del expulsado, como si fuera leproso o muerto. No se podía estudiar con él y ni siquiera se podía señalarle el camino (AE).

 

9:23 Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él. -- Qué lástima que ellos no tuvieran el valor de su hijo. Los que rechazan la oportunidad de confesar a Cristo cooperan con el error. No querían ser expulsados de la sinagoga, pero estaban dispuestos a dejar que su hijo fuera expulsado.

 

9:24 Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; -- El testimonio de los padres hizo el caso más difícil para los judíos; por eso, volvieron al ataque contra el hombre mismo. Querían que él confesara que hubo conspiración entre él y Jesús para engañar, o que de alguna manera negara a Jesús.

      La expresión "Da gloria a Dios" equivale a "Confiesa tu pecado". "Se trata ... de una adjuración a decir la verdad (Jos. 7:19; 1 Sam. 6:5) como si antes no lo hubiera hecho ... Ya no pueden negar más la realidad de la curación debido al testimonio de los padres (9:19) y ahora quieren que el hombre admita que estaba mintiendo al decir que Jesús lo había sanado" (ATR).

      Algunos creen que con estas palabras los judíos requerían que no se diera gloria a Cristo sino a Dios ("Nótese cómo se contrastan las palabras Dios y este hombre" WH), pero esto implicaría que los judíos admitieron que hubo milagro, cosa que no hicieron. Sin duda, este detalle le llenó al ciego de nacimiento con más valor, porque al no admitir una cosa tan obvia, los judíos demostraban su falta de sinceridad e integridad.

      -- nosotros -- "Nosotros", los sabios, los doctores e intérpretes de la ley, los únicos que saben; los demás son ignorantes (7:14, 45-52).

      -- sabemos que ese hombre es pecador. -- ¿Por qué no nombraron el pecado cuando Jesús les desafío (8:46)? Desde luego, aquí le acusan de violar el día de reposo (9:16).

      La "lógica" de los judíos sería así:

      "Premisa mayor: Sólo los que son de Dios pueden abrir los ojos a los ciegos de nacimiento.

      "Premisa menor: Este hombre (Jesús) no es de Dios.

      "Conclusión: El no puede haber abierto los ojos de un ciego de nacimiento" (WH).

      Con este "razonamiento" los judíos pensaban poner fin al caso para que ya no hubiera más argumento. Según ellos, este hombre debería admitir su error y dar la razón a ellos.

      ¿Estaba dispuesto el hombre a colgar los guantes? La verdad es que como él no estaba intimidado por los judíos, tampoco estaba impresionado por su "lógica".

 

9:25 Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; -- Desde luego, al decir esto no aceptó que Jesús fuese pecador, sino solamente que mientras ellos "sabían" que Jesús era pecador, él no sabía tal cosa.

      -- una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. -- Insistían que, bajo juramento, él dijera la verdad. Muy bien, aquí está la verdad: "una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo". ¡Explíquenlo si pueden! Los judíos querían hablar de una sola cosa: de que Jesús era un pecador; pero el que nació ciego rehusaba discutir ese tema, y se apegaba al hecho del caso: que él nació ciego y que ahora veía. Entre más querían evadir el hecho, este hombre valiente más lo enfatizaba.

      Ellos dijeron sabemos (profesaban tener conocimiento), pero no se basaban en los hechos, sino en su supuesto conocimiento; él les contestó diciendo que él no tenía ese "conocimiento" que ellos tenían, pero "una cosa" (no basada en el prejuicio ni en alguna ley humana, sino en un hecho innegable). Lo que él sabía llevó mucho más peso que el "sabemos" de los judíos.

      Aquí está un ejemplo claro del conflicto entre la verdad y la mentira, entre la realidad y el "conocimiento" falso.

      Aunque le preguntaran y vituperaran, todos los razonamientos del mundo no podrían conmoverle, porque los hechos hablan por sí solos y no pueden ser refutados. Compárese 1 Cor. 2:2.

 

9:26 Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? --     Habiendo fracasado en su interrogación acerca de Jesús, vuelven a preguntar acerca del milagro, esperando encontrar ocasión contra el hombre o contra Jesús. Esta vana y fútil repetición de sus preguntas demuestra claramente que ellos habían perdido la batalla. No lograron nada ni con los padres ni mucho menos con el hijo. Ya no sabían qué hacer. Por eso, como toda persona confusa, "volvieron" a su pregunta inicial (9:15): ¿Qué te hizo? ¿Cómo? Ellos eran fiscales profesionales y para tales cosas este hombre era un neófito; de esa manera se demostraba la fuerza de la verdad y la debilidad de la mentira.

      La mano de Dios estaba en todo esto. Del mal El saca el bien. La desesperación de los judíos hizo posible la repetición del testimonio del hombre que nació ciego. ¡La repetición vale mucho!

 

9:27 El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oir; -- Es obvio que al ver la debilidad de sus atormentadores él cobraba ánimo, y su modo de hablar con ellos era cada vez más directo.

      -- ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? -- Esta palabra era insultante y cortante; era pura ironía, pues sabía que no preguntaron para saber la verdad. El juzgado llegó a ser el juez; ahora no ellos sino él preguntaba.

      Jesús escogió a este hombre, como escogió al paralítico de Jn. 5, porque sabía lo que ellos harían y dirían. Este hombre sanado era un hombre muy listo, con buena cabeza y también con mucha valentía. Sus palabras son muy sencillas, claras y directas. Dan con el blanco.

 

9:28 Y le injuriaron, -- Hech. 23:4; 1 Cor. 4:12; 1 Ped. 2:23. Puesto que no podían resistir su sabiduría y que no querían aceptar la verdad, les quedaba solamente una alternativa: injuriarle  (Mat. 5:11). Sus palabras sencillas y directas dieron en el blanco, dejando derrotados a los judíos, y ellos -- muy irritados, enojados y amargados -- querían avergonzarlo.

      -- y dijeron: Tú eres su discípulo (Literalmente, tú eres discípulo de ese); -- ni siquiera querían pronunciar el nombre de Jesús. Para ellos cualquiera que hablara favorablemente de Jesús era su discípulo.

      -- pero nosotros, discípulos de Moisés somos. -- Si este hombre hubiera dejado a Moisés para escuchar a otro profeta, habría sido un apóstata, pero Moisés escribió acerca de este Profeta (Deut. 18:15-19) (JWM). Como ellos se jactaban de ser descendientes de Abraham, también se jactaban de ser discípulos (seguidores) de Moisés. Según el concepto de ellos había rivalidad entre Moisés y Jesús, pero véase Hech. 3:22, 23.

 

9:29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; -- Otra vez se observa su arrogancia. Sabían que Dios había hablado a Moisés, pero no les importaba lo que Dios le había hablado. No querían reconocer que el mismo Moisés habló de Cristo y, por eso, les condenaba a ellos (5:45, 46).

      -- pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. -- Otra vez dicen "ése", expresión muy despectiva. Decían, "Ese hombre no procede de Dios" (9:16); "nosotros sabemos que ese hombre es pecador" (9:24). Con estas palabras negaban la autoridad de Jesús (Mat. 21:23). Pero véase Mat. 7:28, 29; 19:9.

      Cuando les convenía, decían, "Pero éste, sabemos de dónde es" (7:27), y cuando les convenía, decían, "no sabemos de dónde".

      La fama de Jesús era muy extensa no solamente en Galilea sino también en Judea (y aun en Jerusalén, 2:23), pero estos judíos no querían saber de estas "cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles" (1 Ped. 1:12)(MH).

 

9:30 Respondió el hombre, y les dijo: -- (Con aun más denuedo, les respondió. Como David metió "su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente", 1 Sam. 17:49, así también el este hombre se aprovechó de esta oportunidad de lanzar una "piedra" contra los judíos): Pues esto es lo maravilloso (en esto hay algo asombroso, LBLA; thaumastón, extraordinario, sorprendente), que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. -- Era "algo asombroso" que ellos no aceptaran la autoridad de Jesús aunque hubiera abierto los ojos de un hombre que nació ciego. Estas dos posturas se contradicen la una a la otra. Los judíos no querían admitir que el milagro hecho por Jesús era maravilloso, pero el ciego les dijo que su ignorancia era maravillosa (asombrosa). La confianza de este hombre de veras es admirable. Bien ilustra lo que dice el Sal. 91 acerca de "El que habita al abrigo del Altísimo", porque los que dicen la verdad y defienden la verdad no deben temer a ningún hombre.

     

9:31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; -- El argumento era que si Jesús hubiera sido un pecador (impostor, engañador, violador del día de reposo), no podría haber hecho este milagro, pero Dios sí le oyó a Cristo (compárese 11:41, 42); El hizo este milagro. Por lo tanto, Jesús no era un pecador. De esta manera, efectivamente refutaba lo que los judíos decían acerca de Jesús (9:16, 24). Nicodemo reconoció esta verdad; "nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él" (3:2).

      Muchos textos bíblicos afirman que Dios no oye a los pecadores: 1 Sam. 8:18 "Clamareís ... mas Jehová no os responderá"; Job 35:12, "Allí clamarán, y él no oirá"; Sal. 18:41, "Clamaron y no hubo quien salvase; aun a Jehová, pero no los oyó"; Sal. 66:18, "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado"; Prov. 1:28, "Entonces me llamarán, y no responderá; me buscarán de mañana, y no me hallarán"; Prov. 15:29, "Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos"; Prov. 28:9, "El que aparta su oído para no oir la ley, su oración también es abominable"; Isa. 1:15; 59:2; Jer. 11:11; 14:12; Ezeq. 8:18 etc. Si Jesús hubiera sido como estas personas, Dios no le habría oído.

      -- pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése (éste, LBLA) oye. -- Recuérdese que en este contexto la expresión "a éste oye" tiene que ver con las obras de Dios, o sea, los milagros hechos por Cristo. Dios le oye, es decir, obra a través de El. (Sal. 34:15, 16; 66:18; Prov. 15:29).

      Dios oye a los que le obedecen. La Biblia no enseña que los pecadores oren, sino que obedezcan (Mar. 16:16; Hech. 2:38). Saulo de Tarso ya estaba orando, pero Ananías le dijo, "¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" (Hech. 22:16). Cornelio ya estaba orando (Hech. 10:2), pero él recibió la orden de enviar "hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa" (Hech. 11:13, 14).

     

9:32 Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. -- Magnifica el milagro. Ni siquiera Moisés y los profetas lo hicieron. Las plagas de Egipto eran obras de Dios, pero el milagro de abrir los ojos de una persona que nació ciego era especial y único, aun entre milagros.

 

9:33 Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. -- ¡Llegó a su conclusión! ¡Qué argumento tan sencillo, lógico, e innegable! La lógica de este hombre era irrefutable. Emplea un silogismo sencillo:

      "Premisa mayor: Sólo los que son de Dios -- es decir, los que temen a Dios (literalmente Error! Reference source not found.) y hacen su voluntad -- son escuchados por Dios, de forma que pueden abrir los ojos a los ciegos de nacimiento.

      "Premisa menor: Este hombre, Jesús, fue escuchado por Dios, de modo que abrió los ojos de un ciego de nacimiento, y con ello realizó un milagro tan grande como nunca se había oído desde el principio del mundo (literalmente, Error! Reference source not found.).

      "Conclusión: Este hombre es de Dios. Si no lo fuera, nada podría hacer. Definitivamente no es pecador". (WH).

 

9:34 Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, -- Habían perdido la batalla; fueron derrotados y avergonzados por el hombre que nació ciego, y no les quedó ningún argumento más. Puesto que no eran sinceros, lo único que sabían hacer era volver a vituperarle. Así los hijos del diablo (8:44) desprecian a un hombre grandemente favorecido por Dios.

      Dice el ver. 18 que "los judíos no creían que él había sido ciego", pero al decir "Tú naciste del todo en pecado", admiten que el hombre sí nació ciego como él dijo; de otro modo, ¿por qué dicen ellos que el hombre nació en pecado, puesto que ellos creían que la ceguera era castigo por el pecado? Este es otro caso de su hipocresía.

      -- ¿y nos enseñas a nosotros? -- ¿ (hombre pecador, ignorante, 7:49, mendigo) nos enseñas a nosotros? Pero esto fue precisamente lo que hizo. Con palabras sencillas y claras, con lógica irrefutable, ¡les enseñó! Podía hacerlo porque hablaba la verdad.

      -- Y le expulsaron (lo echaron fuera, LBLA). -- Al hablar de ser expulsado de la sinagoga Juan emplea la palabra aposunagogos (9:22; 12:42; 16:2), pero la palabra expulsaron (echaron) en 9:34 es exebalon, arrojaron. Pero dijeron "Tú eres su discípulo" (9:28), tratándolo como discípulo de Jesús; ya había confesado que Cristo era un profeta (9:17) y obrador de milagros (9:32, 33); después lo confesó como el Hijo de Dios y le adoró (9:38). Por eso, sin duda muy pronto lo expulsarían oficialmente de la sinagoga. "Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre" (Luc. 6:22). El ser expulsado por los religiosos que no conocen a Dios es una bendición para el expulsado.

 

9:35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, -- Jesús no estaba presente cuando el hombre discutía con los judíos; por su propia cuenta defendía a Cristo. Sin duda conocía la voz de Jesús, aunque esta haya sido la primera vez que lo veía.

      Jesús siempre será el Mejor Amigo de los que con denuedo le confiesan. Los hallará en los momentos cuando son despreciados y rechazados por su Nombre.

      -- le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? -- Jesús ya le había dado la vista física, pero ahora le quiere dar la vista espiritual.

 

9:36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? -- Buscaba la Luz del mundo con toda humildad y sinceridad. Ya tenía mucha confianza en Jesús y, por eso, le era fácil creer en El como el Hijo de Dios.

 

9:37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. -- De esta manera tan directa Jesús se reveló a sí mismo solamente a este hombre y a la mujer samaritana (4:26).

 

9:38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. -- 4:20, 21, 22, 23, 24; 12:20. Primero, dijo, "Aquel hombre que se llama Jesús" (9:11); entonces dijo "Que es profeta" (9:17); que vino de Dios (9:33); y ahora "Creo, Señor; y le adoró".

      Se debe recalcar con todo énfasis que Jesucristo era adorado por los hombres, y que aceptó la adoración. El verbo adorar aquí es el mismo que se usa en 4:20-24 y se usa de la adoración divina ("Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren", 4:24). Recuérdese que los apóstoles no permitieron que los hombres le adoraran (Hech. 10:25; 14:18) y que el ángel no permitió que el apóstol Juan le adorara (Apoc. 19:10), pero Cristo nunca rehusó la adoración de los hombres.

      Los hermanos que desprecian la deidad de Cristo enseñan dos errores graves al respecto: (1) dicen que Cristo recibió la adoración porque en esencia El era Dios, pero que no tenía los atributos de Dios (p. ej., la omnipotencia, la omnisciencia), pero los atributos de Dios  incluyen también su perfecta santidad, perfecto amor, etc. y son las cualidades básicas e inherentes de su naturaleza divina, las características que constituyen su deidad. En primer lugar esta enseñanza es pura locura e insensatez porque Dios no puede deshacerse de sus atributos divinos, y en segundo lugar, un ser sin estos atributos no sería Dios en ningún sentido podría ser adorado. (2) Dicen también que Cristo recibió la adoración, pero que no la requería, pero este argumento se hace con pura astucia para ocultar el hecho de que si Cristo no era Dios (en el sentido bíblico, con todos sus atributos divinos), no habría permitido la adoración (Hech. 10:25, 26; Apoc. 19:10).

 

9:39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, -- Mat. 4:16; Luc. 4:18. Estos son representados por este hombre que nació ciego físicamente y ahora ha recibido su vista. De la misma manera vivió en un estado de ceguera espiritual, pero ahora el Señor le abrió los ojos de su entendimiento.

      -- y los que ven (creen que ven, profesan ver y aun quieren ser guías de los ciegos; los que no están conscientes de su ceguera), sean cegados.-- Estos judíos ("los sabios", Mat. 11:25) que profesaban ver ("vemos", 9:41; Luc. 18:9) y ser "luz de los que están en tinieblas" (Rom. 2:19), en realidad eran "guías ciegos" (Mat. 15:14). Estos rechazaron la verdadera luz y, por eso, se hundían en tinieblas aun más oscuras. Al ver a Jesús y hablar con El solamente querían despreciarlo y rechazarlo; de esa manera se juzgaban a sí mismos como indignos de la vida eterna, Hech. 13:46; 9:41,

 

9:40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? -- 7:49. Compárese Mat. 21:45, "entendieron que hablaba de ellos". Creían que eran los ojos de la nación, pero véase Mat. 15:14.

 

9:41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos (conscientes de su ceguera), no tendríais pecado (podrían obtener perdón); -- Hech. 17:30.

      -- mas ahora, porque decís: Vemos (Rom. 2:17-19), vuestro pecado permanece (Mat. 9:12, 13). -- Había más esperanza para los publicanos y pecadores que para ellos (Mat. 21:31).

 

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Juan 10

 

10:1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta -- En este discurso Jesús sigue pronunciando juicio (9:39-41) sobre los judíos (los líderes). Los fariseos y escribas profesaban ser los únicos oficiales (pastores) y guías del pueblo (9:24, 29). Acababan de hacer uso de su autoridad al expulsar al ciego que fue sanado (9:34), pero Jesús vino al mundo para que los que profesaran ver fueran cegados (9:39). Lo que Jesús dice ahora (10:1-18) va dirigido a ellos. Desde luego, el que entra por la puerta es el verdadero pastor (10:2), y los que no entran por la puerta son falsos pastores. Se refiere a los fariseos y escribas (Mat. 15:14, los guías ciegos). Dios no autorizaba su conducta (Mat. 23) ni sus tradiciones humanas (Mat. 15:8, 9). No podían, pues, guiar las ovejas a través de la puerta.

      -- en el redil de las ovejas, -- (aule, un patio abierto delante de una casa; luego, un cercado a cielo abierto ... El redil estaba rodeado por lo general por un muro de piedra, Nm 32:16, y se situaba preferiblemente cerca de un pozo, Ex 2:16; Sal 23:2, y a menudo era protegido por una torre, 2 Cr 26:10; Mi 4:8" (WEV).

      -- sino que sube por otra parte, -- Por encima de la pared. Jesús fue enviado por el Padre, y los líderes de los judíos, a quiénes Jesús se dirigía, habían venido de su padre el diablo (8:44).

      -- ése es ladrón y salteador (leistes, 12:6, Judas; 18:40, Barrabás; Mat. 27:38, 44, los "ladrones" que fueron crucificados con Jesús; el salteador que usa violencia para robar). -- En el Antiguo Testamento hay muchos textos que hablan de falsos maestros (Ezeq. 34:1-7; Jer. 33:1-6; Zac. 11:4-11) y otros textos hablan de Dios como el Pastor fiel (Sal. 23;; 80:1, etc.), como también profetizaron del Mesías como el Pastor del pueblo de Dios (Ezeq. 37:24).

      Hay que notar la relación de las figuras del capítulo 10 con la narración del capítulo anterior: como falsos pastores los fariseos trataron al que nació ciego con crueldad; por eso, fueron juzgados como ciegos por Jesús. Por causa de su carácter malvado, estos guías, eran clasificados como ladrones y salteadores. Por causa de la falta de amor de ellos por las ovejas, Jesús habla del amor que El tiene por las ovejas, y que El da su vida por ellas. Ellos indicaron que querían dar muerte a Jesús; por eso, El dijo que nadie le quitaba la vida, sino que El mismo la daba.

 

10:2 Mas el que entra por la puerta, el (un) pastor (poimen) de las ovejas es. -- No el pastor, sino un pastor, porque no se describe la persona sino el carácter. Jesús había explicado repetidas veces que El había descendido del Padre (8:23, 42, 44; 9:30, 32, 33, 36).

      En esta alegoría (10:6) el rebaño es la iglesia, Cristo es la puerta y también el Buen Pastor, el Pastor legítimo (10:11, 14; 1 Ped. 2:25; 5:4; Heb. 13:20. 14).

      A los ancianos u obispos se les llaman pastores (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:3).

 

10:3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; -- El bautista A. T. Robertson dice, "Oyen su voz. Oír y obedecer (versículo 27)". Véase 5:25, notas. Si los bautistas y otros calvinistas pueden entender que oír quiere decir oír y obedecer, ¿por qué no pueden entender que creer quiere decir creer y obedecer? Esta es la gran inconsecuencia de los calvinistas que enseñan que el hombre se salva por la fe sola.

      -- y a sus ovejas llama por nombre, -- Hasta la fecha los pastores orientales dan nombres a las ovejas. Los pastores de una congregación deben conocer bien a los miembros.

      -- y las saca. -- Las saca yendo delante de ellas.

 

10:4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, -- No las expulsa sin causa como los fariseos expulsaron al que nació ciego, sino que las saca para guiarles a los "delicados pastos" y a "las aguas de reposo" (Sal. 23:2).

      -- va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. -- Los pastores no son vaqueros, porque las ovejas no son vacas. Lamentablemente hay pastores que no han entendido esto. Los fieles pastores saben que solamente tienen que guiar por medio de su ejemplo (1 Ped. 5:3) y la sana doctrina para que las fieles ovejas le sigan.

 

10:5 Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. -- Los extraños eran los escribas y los fariseos. Los extraños no van delante de las ovejas, sino que como tiranos las sujetan y controlan. "Al ver las multitudes, (Jesús) tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor" (Mat. 9:36). La gente tenía miedo de sus líderes religiosos (9:22) y se sometía a ellos, pero no les seguían como ovejas siguen a sus amados pastores.

      En una ocasión un visitante en Palestina dijo a uno de los pastores que las ovejas no seguían la voz del pastor, sino que le seguían porque conocían su vestido. Entonces el pastor cambió su ropa con el visitante y cuando éste llamó a las ovejas, no le hicieron caso, pero cuando el pastor les llamó se acercaron a él (BWJ).

      Los que siguen al Señor no serán engañados por falsos pastores. "Huirán como si se tratara del lobo o de la plaga" (ATR). Es indispensable que con mucha instrucción todo discípulo sea confirmado en la fe (Hech. 14:22; Col. 2:7, "arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe"), para no ser como "niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina" (Efes. 4:13). Es triste decirlo pero muchas almas inestables sí conocen la voz de extraños y han caído en error: algunos han aceptado doctrinas del calvinismo, otros han aceptado los errores del institucionalismo y la centralización de los fondos de muchas iglesias en una iglesia patrocinadora, otros han aceptado las doctrinas de conveniencia con respecto al divorcio y segundas nupcias, y aun otros han aceptado los errores de los que prohíben que la iglesia tenga clases bíblicas o que use copitas para repartir el fruto de la vid.

 

10:6 Esta alegoría -- paroimian, 16:25, 29; proverbio, 2 Ped. 2:22; pero aquí alegoría es la traducción correcta. (Juan no emplea la voz parábola).

      -- les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. -- ¿Por qué no entendieron? Eran muy orgullosos. Tenían un concepto muy alto de sí mismos y de su conocimiento (7:49). Jesús preguntó a Nicodemo, "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?" (3:10). "La idea del cuidado amoroso era tan ajena a la naturaleza de los fariseos que ellos no podían comprender las figuras que expresaban tal pensamiento" (JWM). Aun cuando Jesús no les habló en lenguaje figurado no le entendieron (8:43), porque para ellos la enseñanza de Jesús era como un idioma extranjero. No entendieron porque no vieron con sus ojos, ni oyeron con sus oídos, etc. (Mat. 13:15). No entendieron porque "el velo está puesto sobre el corazón de ellos" (2 Cor. 3:15).

 

10:7 Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas (Hech. 4:12). -- Puesto que no entendieron, Jesús les habla con toda claridad, afirmando su autoridad divina, y que El es la única entrada al Padre (14:6; Efes. 2:18; Heb. 10:20), porque El daría su vida por las ovejas (10:11, 17, 18). Al revelar al Padre y su voluntad y al dar su vida por las ovejas Jesús abrió la puerta para que todos puedan entrar en comunión con Dios.

      ¿Está abierta esta puerta o cerrada? Está abierta para los ciegos (los humildes como el que nació ciego, 9:35-38), pero cerrada para los que pensaban que ya veían (9:39).

 

10:8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; -- desde luego, no se refiere a Moisés y los profetas, sino a los pastores falsos mencionados tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. A través de los siglos ellos han profesado ser los pastores de Israel, pero Ezeq. (cap. 34) denuncia a los tales como falsos pastores que se apacientan a sí mismos (34:2). Jesús les acusó de ser "ciegos guías" que devoraban "las casas de las viudas" (Mat. 23:14).

      Pero estos creían que no solamente venían antes de Cristo en cuanto al tiempo, sino que también creían que venían antes de El en cuanto a su autoridad. Lo mismo se puede decir de todos los que fundan religiones, porque de igual manera rehúsan someterse a Cristo.

      Entre los ladrones y salteadores había hombres que profesaban ser pastores (Mat. 7:15; Hech. 20:19) pero las ovejas no les hicieron caso (LBLA).

 

10:9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará (para protección y seguridad), y saldrá (con plena libertad en Cristo), y hallará pastos (Sal. 23:2; encontramos toda bendición espiritual en Cristo, Efes. 1:3). El que cree en Cristo (Jn. 8:24), se arrepiente de sus pecados (Luc. 13:3, 5), confiesa a Cristo como el Hijo de Dios (Mat. 10:32; Hech. 8:37), y se bautiza para perdón de los pecados (Hech. 2:38) entra por la puerta en el rebaño de Cristo. Los que obedecen al evangelio son añadidos a la iglesia (Hech. 2:47). "Fuimos todos bautizados en un cuerpo" (1 Cor. 12:13).

 

10:10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; -- De esta manera Jesús describe el papel de los guías religiosos que maltrataban al pueblo de Dios. En la actualidad los falsos pastores y las religiones falsas siguen hurtando y matando y destruyendo a sus feligreses, porque se extravían y no perseveran en la doctrina de Cristo (2 Jn. 9). No hay esclavitud más opresiva que la esclavitud religiosa (Mat. 23:15; Gál. 4:8, 9).

      -- yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. -- "Lo opuesto a matar y destruir es dar vida. Y lo opuesto al ladrón es el buen pastor, Cristo. Por esto Jesús dice, (de gracia, 1:16; Ro. 5:17, 20; Ef. 1:7, 8; de gozo, 2 Co. 8:2; de paz, Jer. 33:6). Véase también 2:6, 7; 4:14; 6:13, 32. Estos pasajes muestran que Jesús siempre da en medida superabundante, en exceso" (WH).

      ¿Qué pensamos de la clase de vida enseñada por Cristo? ¿Creemos que es una vida aburrida, de puras prohibiciones? ¿Creemos que uno no puede hacer nada de lo que quisiera hacer? ¿Creemos que Dios siempre busca fallas en nosotros para poder castigarnos? Según parece, algunos piensan que Dios nos ha creado de tal manera que la vida de pecado sea más abundante, más rica, más placentera y mejor en todo sentido que la vida de santidad entregada al servicio de Dios. El corazón no está bien con Dios si no entiende que la vida espiritual en Cristo es abundante, una vida de gozo y satisfacción.

      Jesús vino al mundo para dar vida a los que estaban en el valle de los huesos secos (Ezeq. 37:1-14) y para ser su Pastor (34:24).

 

10:11 Yo soy el buen pastor; -- Jehová es el Buen Pastor (Sal. 23; 79:13; 80:1; 95:7; Ezeq. 34:11-16) y Cristo es el Buen Pastor. Por eso, Cristo es Dios. Con esta figura Jesús vuelve a afirmar su deidad. ¿Qué hombre se atrevería a decir, "Yo soy el buen pastor"?

      En la primera parte del capítulo 10 Jesús describe el contraste entre el carácter de los buenos pastores y los malos pastores, y ahora afirma que El mismo es el Buen Pastor.

      La palabra kalós (bueno) "llama la atención a la belleza de carácter y servicio como Error! Reference source not found. (1 P. 4:10), Error! Reference source not found. (1 T. 4:6)" (WH). Es bueno y hace buenas obras (10:32, 33).

      -- el buen pastor -- La palabra buen traduce kalós. Juan dice "el pastor, el bueno". La nota acerca de esta palabra en el margen del Interlineal de Lacueva dice, "Lit. excelente (El pastor ideal, o el modelo de pastores)". Compárense otros textos que emplean la palabra kalós: 10:32, "buenas obras" (compárese Mat. 5:16); Luc. 21:5, hermosas piedras (del templo); Mar. 9:50, "buena es la sal" (apropiada, excelente para su propósito); 1 Tim. 4:6, "la buena doctrina".

      -- su vida da por las ovejas. -- 10:15, 17, 18; 1 Jn. 3:16; el mismo verbo se usa en 13:4, "se quitó su manto".     En el ver. 14 dice, "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen", pero el énfasis aquí en el ver. 11 es que el buen pastor su vida da por las ovejas.

      El trabajo del pastor oriental era peligroso. El era el único responsable por las ovejas. El profeta Amós (3:12) dice, "el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja". David arriesgaba su vida para proteger las ovejas (1 Sam. 17:34-36). David tenía corazón de pastor, como tipo del Hijo de David, nuestro Señor Jesucristo quien puso su vida por sus ovejas (1:29; 1 Jn. 2:2). Isa. 31:4 habla de un grupo de pastores que luchan contra el león.

      "En su libro The Land and the Book, el Dr. W. M. Thomson escribe: 'He escuchado con profundo interés sus descripciones gráficas de las luchas crueles y desesperadas con estas bestias salvajes. Y cuando se acercan el ladrón y el salteador (cosa que hacen, por cierto) el pastor suele tener que arriesgar su vida para defender al rebaño. Conocí más de un caso en el cual la entregó en la lucha. Un pobre muchacho luchó la primavera pasada entre Tiberias y Tabor, contra tres salteadores beduinos hasta que lo destrozaron con sus armas y murió entre las ovejas que defendía'" (WB).

      Probablemente algunos de los oyentes supieran de casos de pastores que perdieron su vida por las ovejas. Se podría decir que arriesgaban su vida por las ovejas, pero no se podría decir de ninguno que querían morir por las ovejas. Habrá casos de pastores que murieron tratando de defender las ovejas, pero no obstante el gran peligro, muchos pastores no mueren por sus ovejas.

      Pablo dice (Hech. 20:29, 30) que de entre los mismos pastores (ancianos) de la iglesia se levantarían lobos rapaces. Así es que los enemigos que atacan a las ovejas no siempre vienen de afuera.

      En la muerte de un pastor de Palestina no había eficacia; más bien, si los asaltantes o fieras pudieran dar muerte al pastor, podrían acabar con las ovejas. Pero la muerte de Cristo efectuó nuestra salvación (Isa. 53:12; Mat. 20:28).

      Ningún pastor -- aun de los más fieles y dedicados --, podría levantarse de entre los muertos. Cristo es el único Pastor que podía hacerlo.

 

10:12, 13 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, -- Los fariseos y otros líderes judíos eran extraños, ladrones, asaltadores y además, asalariados. No se condena el recibir salario, porque "el obrero es digno de su salario" (Luc. 10:7), pero "el asalariado" no ama las ovejas sino solamente su salario. En el cap. 5 vemos que los fariseos no amaban al inválido de Betesda; en el cap. 8 vemos que no amaban a la mujer pecadora; en el cap. 9 vemos que no amaban al que nació ciego; y estos casos eran solamente tres entre muchos, porque así eran ellos. El bienestar de la gente no les importaba.

      Muchos pastores no eran dueños de las ovejas que pastoreaban, pero habían de cuidar de ellas (y aun dar su vida por ellas) como si fueran propias. ¡Así era el trabajo del pastor! Pero el asalariado no está dispuesto a sufrir por el rebaño, sino que solamente quiere sacar provecho personal. Compárese 1 Ped. 5:2, "Apacentad la grey de Dios ... no por ganancia deshonesta" (1 Ped. 5:2).     Uno de los requisitos de los obispos es que no sea "codicioso de ganancias deshonestas" (1 Tim. 3:3).

      -- ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. -- No ama las ovejas sino el salario. (Ezeq. 34:5; Zac. 11:6). No le importa la oveja, sino que solamente ama su salario y quiere salvar su propia vida. Pero el Buen Pastor no permite que el lobo las arrebate de sus manos (10:28, 29), y en lugar de dispersarlas El las recoge en un rebaño (10:16).

     

10:14, 15 Yo soy el buen pastor; -- Entre los más hermosos textos de la Biblia son aquellos que hablan de Dios como el Pastor de su pueblo: p. ej., Sal. 23:1, "Jehová es mi pastor; nada me faltará ... "; Isa. 40:11, "Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos ... "; Ezeq. 34:11-16, "Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas ... ".

      Cuando los líderes no son fieles, el pueblo de Dios se compara a ovejas sin pastor: Núm. 27:15-17, "Ponga Jehová ... un varón sobre la congregación ... para que ... no sea como ovejas sin pastor"; 1 Reyes 22:17, "Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor"; Ezeq. 34:5, "Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado"; Mat. 26:31, "Jesús les dijo: ... heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas".

      Al pecar el pueblo de Dios se compara con ovejas descarriadas: Isa. 53:6, "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino"; Jer. 50:6, "Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por lo montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus rediles"; Ezeq. 34:6, "Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas"; Luc. 15:4, "¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?"

      Lo valioso y lo precioso de una oveja se ve en 2 Sam. 12:2, 3, "El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija".

      Para destacar la persecución que los apóstoles habían de sufrir, Jesús les dice, "Yo os envío como a ovejas en medio de lobos" (Mat. 10:16).

      -- y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, -- Los falsos pastores no conocían al que nació ciego. No se preocupaban por él cuando "se sentaba y mendigaba"(9:8) y cuando recibió la vista solamente querían acosarle.

      -- así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; -- Jesús podía revelar al Padre porque conocía al Padre.

      La relación entre el Buen Pastor y sus ovejas es semejante a la relación entre El y el Padre. Hay mutuo amor y comprensión. Compárese 17:21-23; debe haber unidad entre el pueblo de Dios como la unidad entre el Padre y el Hijo. El nos conoce, conoce nuestros nombres, dónde vivimos, etc., y nosotros lo conocemos y llevamos su nombre, tenemos la mente de Cristo, porque somos guiados por su voluntad.

      Conocemos al Señor si aprendemos su voluntad y cumplimos con la misma. Conocemos a Dios y somos conocidos por Dios (Gál. 4:9). En el Día Final a algunos que creían que lo conocían les dirá, "Nunca os conocí; Apartaos de mí" (Mat. 7:23). "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (1 Jn. 2:4).

      -- y pongo mi vida por las ovejas. -- Otra vez Jesús anuncia su muerte (Mat. 16:21; 12:31). El amor verdadero se puede observar en sus acciones.

 

10:16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. -- Durante su ministerio personal Jesús envió a los apóstoles a predicar, diciéndoles, "Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 10:5, 6; véase también Mat. 15:24). Pero Jesús preparaba el terreno para poder derribar la pared de separación entre judíos y gentiles: p. ej., recordemos lo que Jesús dijo del centurión (Mat. 8:10) y cómo enseñó a los samaritanos (Jn. 4); el que ayudó al hombre caído por el camino fue un samaritano. Véase Mat. 8:11; Luc. 13:28.

      ¿Por qué envió el evangelio a los judíos primero? Rom. 1:16. En primer lugar, porque eran el pueblo escogido de Dios, y era de esperarse que les diera la preferencia. Pero otro motivo muy importante era la gran ventaja de ganar discípulos primero entre judíos para que las sinagogas sirvieran como lugares estratégicos para alcanzar también a los griegos. Esto se ve durante los viajes de Pablo y sus compañeros (13:42-48; 17:4).

      Los judíos eran de "este redil", y las "otras ovejas" son los conversos gentiles (11:52; 12:32; Hech. 18:10; Efes. 2:14-16). Las "otras ovejas" no serían traídos al redil del judaísmo, sino que los que "son de este redil" y "las otras ovejas" que iba a traer iban a componer un nuevo rebaño. "Derribando la pared intermedia de separación ... para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo" (Efes. 2:14-16).

      Jesús y los apóstoles emplean varias metáforas para ilustrar diferentes aspectos de la relación entre Dios y su pueblo.

      -- reino: "vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán ... en el reino" (Mat. 8:11).

      -- cuerpo. (Efes. 1:22, 23; 2:16; 4:4).

      -- templo. (1 Cor. 3:16; 6:19; Efes. 2:19-21).

      -- casa. (1 Tim. 3:15; Heb. 3:6).

      -- iglesia. (Mat. 16:18; Efes. 1:22, 23).

 

10:17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. -- Por eso, el Padre lo amó y lo exaltó (Fil. 2:9-10). Jesús no iba a perder su vida por circunstancias que estuvieran fuera de su control; más bien, todos los detalles de su vida terrenal estaban bajo su control, y El dio su vida. Jesús murió porque por ese motivo vino al mundo. El nació para morir.

      ¿Por qué les dijo que podía volver a tomar su vida? Posiblemente para evitar que se jactaran cuando El fue crucificado. Ellos no ganaron ninguna victoria sobre Jesús. Todo sucedió de acuerdo al plan de Dios. No podían darle muerte hasta que llegara su hora, de la cual habló varias veces. En esta misma ocasión "los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle" (10:31) "pero él se escapó de sus manos" (10:39). Todo aspecto de la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo fue programado por Dios. El dirigió el drama, desde el principio hasta el final.

      También al explicar que volvería a tomar su vida evitaría el exceso de tristeza entre sus discípulos.

      Para Jesús la cruz ya era una realidad, y su resurrección era igualmente una cosa segura. De ella no tuvo ninguna duda.

 

10:18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder (autoridad, LBLA) para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. -- Hech. 2:22. La muerte de Jesús ocurrió conforme al plan de Dios. Era la voluntad de Dios que Jesús diera su vida por el hombre, Cristo quería dar su vida por el hombre, y El tenía poder o autoridad para llevar a cabo su propósito de morir por los hombres, y nadie ni nada pudiera evitarlo.

      En esto vemos la unidad de lo que el Padre hace y lo que el Hijo hace: el Padre entregó al Hijo y el Hijo entregó su vida; el Padre levantó al Hijo y el Hijo volvió a tomar su vida. Lo que el uno hace, el otro hace también. Los hermanos que enseñan que Jesús no tenía poder inherente (poder propio) enfatizan mucho que el Padre tuvo que levantarlo y rehúsan hacer caso de este texto que afirma que Cristo mismo tenía "poder para volverla a tomar". Si Cristo tenía poder para volver a tomar su vida (poder para resucitar de entre los muertos), ¿por qué algunos de nuestros hermanos se esfuerzan tanto en negar el poder inherente de Cristo? Los evangelistas y todo cristiano debemos hacer todo lo posible por exaltar y magnificar el nombre de Jesucristo, pero parece que algunos hermanos están resueltos a despreciarlo, porque enseñan que cuando Cristo vino a la tierra, era simplemente como uno de los apóstoles, porque el único poder que tenía era el poder que recibió del Padre o del Espíritu Santo. Esta doctrina falsa niega la deidad de Cristo y, por eso, no debe ser tolerada.

      Jesús tenía poder para poner su vida y para volverla a tomar, pero nosotros no tenemos tal poder. Al morir somos como el agua derramada sobre la tierra que no se puede recoger.

 

10:19 Volvió a haber disensión (división, LBLA) entre los judíos por estas palabras. -- ¿Qué cantaron las huestes celestiales cuando Jesús nació? ¿En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres (como dice nuestra versión (la Versión Reina-Valera de 1960)? ¿Jesús iba a traer paz y buena voluntad a la humanidad? La versión LBLA es más correcta: "en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace". Esto concuerda mejor con Mat. 10:34-36. Desde luego, Jesús quiere que haya paz en la tierra, pero lo que causa la disensión es la mente carnal de los hombres.

      A través de este relato Juan llama la atención a la disensión entre los judíos mismos con respecto a Cristo: 6:52, 69, 66; 7:12, 25, 43; 8:22; 9:16, 17; 10:19, 24, 41; 11:37; 12:19, 29, 42; 16:18, 19.

 

10:20 Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? -- Los demonios hacen prodigios pero son mentirosos (Mat. 24:24; 2 Tes. 2:9).

 

10:21 Decían otros: Estas palabras (que el Buen Pastor conoce y ama a sus ovejas y da su vida por ellas) no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos? -- Solamente Dios abre los ojos de los ciegos (Ex. 4:11; Sal. 146:8). Por eso, esta pregunta esperaba una respuesta negativa: "Seguramente no creen que el demonio abre los ojos de los ciegos, ¿verdad?" Los demonios quitan la vista pero no la dan. Algunos de los judíos, pues, razonaban correctamente sobre este punto, pero otros persistían en decir que Jesús estaba endemoniado (esto equivalía decir que estaba loco).

      Todo el mundo se enfrenta con la cuestión que inquietaba a los judíos: ¿Jesús de Nazaret era un loco o un ser divino? No hay término medio. Es en extremo absurdo decir que Jesús era uno de los mejores hombres y maestros del mundo pero que era simplemente un hombre. Esto no puede ser. Aun estos judíos, aunque fanatizados, entendían mejor el punto, y optaron por acusarle de estar endemoniado (loco). Es una conclusión lógica: si no era el Hijo de Dios, entonces estaba loco.

      Entonces, ¿qué se piensa de sus palabras (sus enseñanzas)? Son enseñanzas de un loco?

      ¿Sus acciones? ¿Son acciones de un loco?

      ¿Qué efecto ha tenido sobre otros? ¿Qué otro loco ha tenido la influencia que Jesús ha tenido sobre la humanidad?

10:22, 23 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. -- "Fue instituida por Judas Macabeo para celebrar anualmente la purificación del Templo (165 a.C.), que había sido profanado en 162 por orden de Antíoco Epifanes. Era parecida a la de los Tabernáculos, y los judíos la celebran hasta hoy" (VE). "No era una de las grandes fiestas, y podía ser observada en cualquier lugar sin acudir a Jerusalén" (ATR).

      -- Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. -- Los detalles de esta clase son importantes porque indican que Juan era testigo ocular.

 

10:24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma (¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso LBLA)? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente -- Querían que Jesús hiciera una declaración formal para poder acusarle. Jesús dijo con toda claridad a la mujer samaritana (4:26) y al que nació ciego (9:37) que El era el Mesías, pero si hubiera hablado tan explícitamente a los fariseos afirmando que era el Mesías, habrían entendido que El estaba dispuesto a ser su rey para librarles de los romanos.

 

10:25 Jesús les respondió: Os lo he dicho (que El es el Mesías), y no creéis (10:27; Luc. 22:67; no creyeron por causa de su malicia y porque se habían tapado los oídos y los ojos); las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; -- 5:36; 10:37, 38, "aunque no me creáis a mí, creed a las obras". "Cualquiera puede discutir acerca de las palabras; pero no cabe ninguna discusión acerca de las obras. Cualquiera puede dudar y discutir con todo derecho sobre las afirmaciones que alguien hace acerca de sí mismo; pero no puede discutir cuando se enfrenta con las obras de esa misma persona" (WB).

      Las obras de Jesús decían la misma cosa que sus enseñanzas. No había diferencia alguna entre su mensaje y sus obras, pero los judíos no estaban dispuestos a juzgar las palabras de Jesús a la luz de sus obras las cuales probaron que Dios estaba con El.

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