Historia de los Evangélicos en Archena

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ÍNDICE

 

Sección I Los comienzos. José García el Capataz. (1920)

1.- La Conversión Del Primer Creyente

2.- Los Primeros Creyentes

3.- Los Primeros Lugares De Reunión

4.- Diálogo Con Perico

5.- Conversación Con El Ingeniero

6.- El Sr. García Y Marcelino

7.- Se Terminó La Guerra

8.- José García Sale De La Cárcel

 

 

HISTORIA DE LA IGLESIA EVANGÉLICA DE ARCHENA  EN EL SIGLO XX

 

1.- LA CONVERSIÓN DEL PRIMER CREYENTE

Por el año 1920, se encontraba trabajando como ferroviario Juan García, el hermano mayor de José, el Capataz en Cartagena. Juan y su esposa, por aquellas fechas, oyeron el Evangelio y entregaron sus vidas y corazón al Señor. La esposa de Juan quedó embarazada y para dar a luz, se vino a la casa de los suegros en Archena, en la que también se alojaba José, el hermano de Juan.
Ésta, en la espera de su alumbramiento, le habló del Evangelio a José el cual se reía de ella, porque le parecía como si fuera una monja…Dio a luz una niña a la que pusieron el nombre de Josefa. Después del alumbramiento quedó algunas semanas y siguió hablándole a su cuñado, al ver que le escuchaba de muy buena gana, aunque muy disimuladamente, y no sólo a José, sino también a la familia. Más o menos sucedió sobre el año 1922. De forma que poco a poco el interés por escuchar a su cuñada iba en aumento.
Por medio de su hermano y su cuñada, vinieron desde Cartagena dos colportores, o sea, dos señores que vendían Biblias, Nuevos Testamentos y Evangelios por los pueblos y campos, con el fin de extender la Palabra de Dios. Uno de ellos se llamaba José.
También les visitó dos misioneros que habían en Cartagena: D. Juan Richard y D. Ricardo Holloway. Los unos y los otros venían, de vez en cuando, a casa de José, el cual se iba interesando cada vez más por el mensaje evangélico, hasta que un día rindió su corazón al Señor.
En agosto del 1924, José, cuando tenía cerca de los 31 años, fue bautizado en la capilla de Cartagena, pasando a ser el primer creyente evangélico de Archena. Y desde dicha fecha hasta el 1927 vivió en la casilla de peones camineros.

 

2.- LOS PRIMEROS CREYENTES

Desde el año 1924 hasta la guerra civil española, es decir, hasta el 1936, fueron muy pocos los que abrazaron la fe evangélica. Entre ellos se encontraba el matrimonio José Morales Garrido y Joaquina García Martínez, junto con Josico su hijo mayor; el hermano de Joaquina: Vicente, el Cojo; José Antonio Martínez Sánchez, el tío Roque, y su esposa Dolores Lorente Martínez; Pascual López, el tío Peseta, y Juan José Vidal Ibáñez, hijo del Tuerto, y algunos más.
Era mucho el miedo que había en las referidas fechas, no sólo por el qué dirán, sino también por el qué me harán…  y mucho más en un pueblo que, entonces su población era de unos 7 a 8.000 habitantes, y donde todos te conocen y lo saben todo de ti… de modo que era muy difícil ser evangélico, ya que te exponías a perder amigos y también jornales. Eso no les importaba a ninguno de ellos, una vez de haber aceptado al Señor como Salvador, pero para los simpatizantes, era un precio demasiado alto a pagar… Por lo tanto poco pudo crecer en dichos años…
Antes de la segunda república y durante la misma, fueron años muy duros, para los inicios de los evangélicos en Archena, a pesar de haber libertad, pero también había mucho miedo a las represalias. Sin embargo, peores y más intolerantes fueron los tiempos cuando llegó la guerra civil española, y no digamos después de la guerra…

3.- LOS PRIMEROS LUGARES DE REUNIÓN

Cuando un servidor recogió los datos de boca del señor José, los cuales tengo registrados en una cinta casete, fue en su casa, en la misma donde escuchó a su cuñada hablarle del Evangelio.
En dicha casa se celebraron las primeras reuniones con José y la familia. Después se fue añadiendo algún curioso que otro, que después dejaban de venir, pero algunos quedaron a pesar de la reinante incomprensión, burla y acoso.
En dicho período de tiempo, se reunieron, además de la casa de José García, en casa de José Antonio Martínez, el tío Roque, y quizá en algún otro lugar. Y sobre el año 1930, alquilaron un local en la calle de San Juan, en el primer piso, que tenía su entrada por el callejón que da a la Plaza de los Mártires. En dicho lugar se llegaron a celebrar bautismos en una bañera…
Como es fácil de adivinar, entonces el pueblo era mucho más pequeño y pronto eran señalados, con cierto menosprecio, como protestantes, con las consiguientes afrentas y pérdidas de jornales de trabajo… Pues por ser protestantes no les llamaban a trabajar, unos por temor y otros por castigo…
En las referidas fechas, el Sr. García fue al pueblo de Lorquí, cercano a Archena, cuando oyó el tilín, tilín, de una campanilla… era una procesión de feligreses con el cura que iba a darle la comunión a un enfermo, y todos cuantos escuchaban el tilín, tilín, de la campanilla que el sacristán o monaguillo tocaba, tenían que arrodillarse hasta que pasara el cura con el viático… El Sr. García, no queriendo llamar la atención, porque no pensaba arrodillarse, quiso huir y  aceleró sus pasos para alcanzar una calle donde no le vieran; en eso que una persona le vio y le gritó: - ¡Es que no oye la campanilla!
- Me hice el sordo, -me contó-  hasta que pude evadirme…
Esto era muy corriente de padecer por los evangélicos españoles en las citadas fechas.

 

4.- DIÁLOGO CON PERICO

El señor Pedro, muy conocido por Perico, era el padre de un ingeniero que trabajaba en Obras Públicas en Albacete y que después fue trasladado a Murcia. De manera que Perico era una persona pudiente y de relieve en el pueblo, el cual tenía una gran amistad con el Sr. García.
Perico, en complicidad con el cura y con el pretexto de querer charlar con el Sr. García, le hizo venir para hablar y saber de sus creencias… Éste vino y una vez en la casa, le saludó diciendo:
-  Muy buenas. Perico contesta:
- Muy buenas… García, entra y toma asiento y hablemos tranquilamente de lo que tu crees porque yo sé que tú eres una buena persona, y por ser como eres, cuando a mi hijo lo trasladen a Murcia, arreglaremos para que estés al servicio suyo. Después añadió: García, sobre el asunto por el que te he hecho venir, quiero que me hables claro…
- Mire usté, en pocas palabras le diré que, creo que hay un Dios que nos ha de juzgar a todos, el Dios que nos ha creao y que nos hizo para Él. No nos creó, así porque sí, para que el hombre viva y haga lo que le de la gana. Dios ha creao al hombre para que le obedezca y siga en Su camino, administrando este mundo que creó para nosotros, para que vivamos y comamos de él, y que nos amemos unos a otros. Y lo principal es que creamos que Él es el Creador de los cielos y de la tierra, y que su Hijo Jesucristo tuvo que venir a este mundo, por habernos apartado de Dios, siendo unos viles pecadores, y por el amor que nos tenía mandó a su Hijo, para que pagara el precio de nuestros pecados…
- ¿Dónde has aprendío tú eso? Me gusta, me gusta, pero, ¿dónde has aprendío tú eso?
- Yo no lo he aprendío, sino que lo he leído, y como lo he leído, eso es lo que le digo a usté, porque Dios dice en su Palabra que: El que en Él cree, tiene vida eterna, y yo creo en ese Dios, y creo que su Palabra es Verdad. Y siguió diciendo:
Es, como si usté me dijera: “Oye, García, esto y esto, quiero que hagas; pero yo me voy y no lo hago… Al no hacerlo, estoy desobedeciendo su palabra, entonces usté, sobre eso que me ha dicho, como no lo he hecho, me llama y me dice: García: Quedas despedío, porque no haces lo que te digo, sino que tú te riges a tu voluntá, y como lo que te mando no lo haces, ¿para qué te quiero tener aquí?”.
Dios nos llama para eso, para que seamos obedientes y para que leamos su Palabra y la creamos de corazón, porque si yo digo que creo en Dios y estoy haciendo cosas que no son lo que Él me ha mandao, Dios no puede estar conmigo…
-  Y, ¿todo eso lo lees tú?
-  Sí, señor.
- Y, ¿cómo se te ha metío en la cabeza toas esas cosas?, ¿leyéndolas tú?
Después, pensando que el cura estaría al venir, le dijo:
- García, si tú oyeras un sermón por un predicador, por un padre cura, hablando de Dios, de la santísima Virgen, y todo eso, ¿tú  lo creerías?
-  ¡Claro que sí!, si un predicador dice creer en Dios y que es el Todopoderoso, ¡muy bien!, creo que está diciendo la verdad, pero si luego no lo hace…Si habla de Dios y después no hace lo que Él manda, entonces está predicando inútilmente, porque su corazón está lejos de lo que está predicando…
Así que sus palabras pueden ser bíblicas y ciertas, pero… Mire usted, no me puedo meter en esas discusiones porque ni entiendo ni sé, lo único que sé es una cosa: Que Dios es uno, el que nos da la vida, el que nos salva…
-.Pues me estás fastidiando, porque me estás poniendo un poco mochila.  –así mismo me lo decía, me confesaba el Sr. García -
- Mire usté, -dijo el Sr. García - quisiera que, sobre ese particular, me dejara… y si quiere creer mis palabras, bien, y  si no las quiere creer…
- Usted dice que soy una buena persona, y si lo soy es porque Dios me ha hecho así, pero le tengo que decir, que ahora soy mejor persona desde que he conocío estas verdades; porque antes si tenía que mentir, mentía, y si tenía que hacer algo peor, lo hacía; pero desde que he conocío estas verdades, procuro no hacerlo, porque veo que Dios no lo quiere y me lo prohíbe. Dios quiere que seamos así.  Siguió diciendo:
- Le voy a decir una cosa: ¿Amaría a una persona que hablara mal de usté?
-  ¡Le segaría el cuello! -Contestó Perico-
- Ve. Esa es una de las cosas que el Señor no quiere que hagamos. Dios quiere que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
- García, todo eso, ¿lo sabe?
- Claro que lo sé. ¿Para qué queremos saber de Dios, si después no se le obedece?  La esencia está en atenernos a lo que Dios nos dice, para después no desobedecerle haciendo cosas que le desagradan. Reconozco que no siempre hacemos lo que debiéramos, porque somos pecadores. No crea que yo siempre hago cosas que a Dios le agradan, que no las hago, porque vivimos en la carne y podemos caer. Pero tengo la seguridad que si nos atenemos a la palabra de Dios…
- Es como aquel que va por un camino, y al ver fruta piensa robarla y mira a su alrededor para asegurarse que nadie le ve, pero ignora que hay Alguien que lo está viendo…
-  Entonces, ¿no puedo coger una naranja?…
- Sí que puede. Que coja una fruta y me la coma, eso no es malo, pero que me llene un cesto, eso si es robar. Sepa que todo lo que hacemos, hay un Ser que lo ve, que es Dios. Yo no lo veo, pero Él si me ve, como también mis sentimientos.

El Sr. García, siguió diciéndome:
Tuve una buena charla con Perico. La cuestión que llega el cura y saluda diciendo:
- Buenas tardes… ah, tiene usted visita, en otro momento vendré. Hasta luego...
- No, hombre, pasa…  -contestó Perico-
- Si ustedes tienen que hablar, yo no quiero…
- No, no. Y dirigiéndose al cura le dijo:
- Pase usted, pase, pase…  Entra el cura, y como si no supiera nada, se sienta y dice:
- Cuando termine con este señor, ¿nos vamos a dar un paseo?
- Sí, pero antes quiero hacerle una pregunta, para ver qué me dice a mí y a este muchacho.   -era con ese trato cariñoso que el Sr. Pedro empleaba con el Sr. García-
- Sobre, ¿qué?, contestó el cura.
- ¡Sobre Dios!
- ¡Vaya pregunta más rara que me hace! Y eso, ¿a qué viene?
- Resulta que este muchacho, que es muy buena persona, está leyendo un libro y  por medio de él, dice, que tiene la seguridad de la vida eterna, que cuando muera irá al cielo, a la eternidad con Dios…
El cura se echo a reír, y dijo:
- Así es, pues todos los creyentes, todos iremos con Dios…
- Luego entonces, este muchacho va bien encaminao.
- Sí, si va dirigido por la santa madre iglesia. Pero todo aquel que se aparta de la iglesia, ésta lo excomulga y si muere excomulgado, Dios lo castiga a un infierno, porque no tiene cabida en la presencia de Dios y no puede ir a la gloria.
- Pero este muchacho dice que está seguro, que no tiene ninguna duda…
El cura dirigiéndose al Sr. García le dijo:
- ¿Quién se lo ha dicho a usted?
- A mí no me lo ha dicho ninguna persona, pero hay unas palabras escritas por los hombres, pero reveladas por Dios a los apóstoles, que están muy claras de comprender, donde dice el Señor: El que en Mí cree tiene vida eterna, y continúa diciendo el Señor: y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
- Y eso, ¿dónde lo ha leído usted? -dijo el cura-
- En un libro que se llama La Santa Biblia…
El cura echándose las manos a la cabeza dijo:
- ¡Satanás es el que ha escrito todas esas cosas, para apartarnos de la santa madre iglesia!
- Mire usté, yo no he leído en la Biblia que Satanás nos aparte de la iglesia, ni que nos aparte a un lao o a otro, lo que sí he leído en ese libro es que: …de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios es amor…
         - Sí, claro… Contestó el cura.
El Sr. García siguió diciendo:
- Por ese inmenso amor que Dios nos tiene y por esa cuestión, Dios mandó a su Hijo a morir en la cruz por mí, por usté y por todos los pecadores, como le he dicho.
- ¡Todo eso está escrito por Calvino y Lutero, dos individuos que fueron desterrados y excomulgados por la santa madre iglesia!…
- Mire, de esos señores, no sé nada, pero si sé, y se lo digo con todo mi corazón, que he creído dichas palabras, porque Dios lo dice bien claro y en muchas partes de la Biblia.
- Nosotros somos los pastores por quien os tenéis que dejar guiar…
- El Pastor, es nuestro Señor Jesucristo, Él dijo: Yo soy el buen pastor… y pongo mi vida por mis ovejas… ¡Ese es el buen Pastor, el que dio su vida por nosotros!
El cura un poco mosqueado le dijo:
- Me tiene que dar ese libro.
- Ese libro es mío, y no se lo doy, porque por ese libro he encontrao la Luz…
-  ¿Es que estaba ciego?… -dijo con cierta ironía-
- Espiritualmente sí, antes no veía el camino de salvación, como ahora la veo…

Mientras tanto, el Sr. Pedro, estaba observando la conservación que sostenían ambos y a la vez, sacaba sus propias conclusiones. Entonces, dirigiéndose al cura le dijo:
- Me parece que el muchacho va mejor encaminao que nosotros…
El Sr. García le dijo a Perico:
- Usté me conoce, y más que me seguirá conociendo, y con el tiempo, podrá decirme si voy bien o si voy mal, juzgándome por mis obras, mis acciones y mi manera de comportarme.
- No, no, yo no te puedo reprender nada, porque sé que eres una buena persona, y por lo que estoy oyendo, seguro que serás mejor.
La reunión se dio por terminada.  El Sr. García se marchó a su casa, mientras el cura y Perico quedaron hablando. Más tarde Perico le dijo al Sr. García que el cura le había dicho:
- Sr. Pedro, vea la manera de poder recogerle el libro…

5.- CONVERSACIÓN CON EL INGENIERO

El hijo de Perico,  fue trasladado a Murcia, y tal como me había prometido su padre, quedé a su servicio. Éste, como toda su familia, era muy católico. Un día el ingeniero me dijo:
- García, ¿por qué se dejó la iglesia? ¿Es que lo que allí se predica y se hace es malo?
- No señor, yo no digo tal cosa. Pero el ser humano tiene un algo, un vacío que tiene que llenar y lo tiene que buscar allá a donde esté, debe buscar su felicidad eterna. Y esa es una de las cosas por las que menos nos preocupamos, y debiéramos interesarnos más sobre nuestro futuro eterno; porque Dios nos puede llamar en cualquier momento… Nos enfrascamos en las cosas de la vida, agenciando para el día de mañana, sin saber si las llegaremos a disfrutar, pero de la muerte, que es segura, no le prestamos atención. Y lo que hay que hacer es ponerse en el buen camino con ese Dios que nos ha creao…
- Para hacer todo eso no es menester dejarse la iglesia…
- Estoy de acuerdo, pero si estoy buscando mi felicidad eterna y la encuentro en otro lao que no es la iglesia, es allí donde me quedo, ya que allí supe que Jesucristo murió por mí sin necesidad de ningún otro sacrificio, porque Su sacrificio fue suficiente, ya que murió en mi lugar…
-  Bueno, está bien…  siga usted su camino que no le diré vaya aquí o vaya allá…
Entonces le contesté:
 - Como un subordinao, pienso que, lo que debo hacer es cumplir sus órdenes, y creo que eso es lo que usté quiere: que le obedezca fielmente en lo que mande. ¿No lo ve usté así?
- Naturalmente que sí.
- ¿Qué sería si yo hablara mucho de Dios y tuviera la apariencia de un santo y fuera mucho a la iglesia, pero desobedeciera sus órdenes? ¿Verdad que estaría quejoso conmigo?
- Claro que lo estaría…
- Pues eso es lo que he procurao hacer y lo que procuraré, porque usté es mi jefe y le debo un respeto. Lo mismo quiere Dios de nosotros: Que le obedezcamos, y si así lo hacemos Él nos promete que:El que en Mí cree tiene vida eterna.
- ¿Y quién no cree en Dios?
- El Señor dice que: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
- ¡Claro!, si dicen Señor por decirlo… pero si lo dicen de corazón… ¿Es que los que van a la iglesia se van a perder?
No, porque la salvación se obtiene por creer en un solo Dios el cual mandó a su Hijo a morir por cada uno de nosotros, y nos hace pasar de la muerte a la vida, porque así lo ha prometido: El que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá.
- ¿Qué los muertos han de resucitar?…
- Seguro que resucitaremos todos los que hemos creído, el día que Él tenga por conveniente, cuando Él vuelva a la tierra…
Aquí terminó la conversación. Sucedió un poco antes de la guerra civil española.

 

6.- EL SR. GARCÍA Y MARCELINO

Durante la guerra civil, en Murcia se pusieron las cosas feas para los de derechas, porque en esta región imperaban los de izquierdas, y Marcelino, cuñado del ingeniero, huyendo, se refugió en Ojós, pueblo que dista desde Archena, unos 8 kilómetros. Fue entonces que el ingeniero le pidió al Sr. García el siguiente favor:
- García, haría usted el favor de ir a ver a mi cuñado Marcelino, de vez en cuando, para decirme cómo se encuentra, ya que no puedo ir, porque…
- Claro que sí, ¿por qué no?…
- Le agradecería que fuera a verle, y  que le diga lo que le hace falta, para que se lo pueda llevar. Veremos la manera de ayudarle; porque él no puede salir de allí, pues ya ve como están las cosas… y el dinero que se gaste en él, me lo dice…
- No se preocupe usté, que lo haré.
De modo que fui a Ojós a verle y el hombre estaba enfermo y a la vez vigilao por los milicianos, para ver quien entraba o salía.

         (Las Milicias Confederales  fue una especie de milicia popular, organizada durante la guerra civil española por la CNT y FAI, que tuvo un importante papel en la Revolución Española de 1936. Tras el alzamiento del ejército del 18 de julio de 1936 se formaron, en las zonas donde fracasó la sublevación, grupos armados de civiles organizados por los partidos políticos y los sindicatos que se unieron a los restos de las unidades regulares del ejército y las fuerzas de seguridad estatales que permanecieron fieles a la República.
Durante el periodo de las milicias, la práctica desaparición de cualquier sector del ejército, fiel al gobierno y el fermento revolucionario que se estaba desarrollando por todo el país, fueron las causas de la rápida aparición de un improvisado ejército de voluntarios, dispuestos a terminar con los últimos reductos de los sublevados. Las estimaciones más ajustadas hablan de más de 100.000 milicianos en todo el Estado. La mitad de ellos pertenecían a los sindicatos de la CNT, 30.000 a la UGT, 10.000 al Partido Comunista, 5.000 al POUM (en su mayor parte, en Cataluña). A las milicias obreras se unió un contingente de 12.000 guardias de asalto, algunos centenares de guardias civiles, algunos miles de soldados y apenas 200 oficiales del antiguo ejército). [Copiado de Internet]

Ahora Marcelino habitaba en Ojós solo, enfermo y vigilao. Todos los que antes le reían las gracias, le adulaban y agasajaban, en esos momentos, todos le abandonaron y nadie se acordó de él ni le visitó. Cuando me vio entrar, me dijo:
- ¡García, tú por aquí!, eres la única persona que ha venido a visitarme, y no sabes cuanto te lo agradezco...
En fin, el hombre no sabía como agradecerme el que le hubiera visitao y el que le trajera noticias de la familia, como también que se preocuparan de sus necesidades.
- Bien, ¿que es lo que te hace falta? –le dije-
- Te agradecería que me hicieras el favor de pagarme la contribución.
Se la pagué, pues su padre estaba enfermo y en Murcia, así que tres veces fui desde Archena a Ojós, andando, a llevarle comida y algunos paquetes de azúcar. Cuando fui la tercera vez, y salí a la calle, uno de los milicianos me dijo:
- Esta es la tercera vez que viene, la primera fue en tal fecha, la segunda en esta otra, y hoy ya es la tercera…
Entonces fue cuando me di cuenta que Marcelino se encontraba vigilao. A uno de esos milicianos le conocía. Entonces les tuve que decir cual era el motivo de mis visitas.
- Vengo, porque el ingeniero con el cual estoy trabajando me dijo: Ve a ver como se encuentra mi cuñao. Y he venido para preguntarle por su salud, ni más ni menos; perosi no queréis que venga, no vengo más. Pero haceros cargo, es una persona que está enferma… y, ¿qué puede hacer?… Además, lo estáis vigilando, y a mí ya me conocéis…
- Está bien, te puedes marchar…

7.- SE TERMINÓ LA GUERRA…

Yendo por una de las calles de Archena para hacer una gestión, me encuentro con Marcelino, con el que me unía una gran amistad, tanta que le tuteaba…
- ¡Caramba, Marcelino, cuanto me alegro de verte!…
- ¿Que te alegras? ¡Pues yo no me alegro!  Si tú sigues por ese camino, para mí estás demás… al oír como me contestó le dije:
- Ve con Dios y que el Señor te ampare… -le contesté- quedándome peor que si me hubieran echáo una jarra de agua fría, sorprendió y sin querer creerme lo que me estaba pasando, con todo lo que había hecho por él… Después me enteré que fue uno de los que peor se portó de todos los que me denunciaron para meterme en la cárcel. Alegaron que era protestante y que durante la guerra estuve haciendo propaganda en contra de la iglesia católica romana, que predicaba por el pueblo y que hospedaba en mi casa a extranjeros… Uno de ellos le dijo a mi yerno, en plan socarrón y amenazador:
- A tu suegro se le ha acabado el ponerse la gorrica de capataz de carreteras. Si no le pasa otra cosa, por lo menos, la gorra ya no se la pondrá…
Hasta me acusaron de haber intervenido en las muertes de todos los que asesinaron aquí en Archena, durante la guerra. En dichos días yo era el vigilante de las obras del nuevo puente de hierro que atraviesa el río Segura y que une Archena con El Otro Lao, y en eso estaba ocupado y nada tenía que ver con dichas muertes.
Por dicho motivo, estuve en la cárcel acusado con una sarta de falsedades que no había por donde cogerme… No sólo la ira y la venganza cayó sobre los evangélicos, también fueron muchos encarcelados y otros fusilados por ser de izquierdas, etc.
Con tantos arrestos, detenciones y persecuciones, el grupo de evangélicos dejó de reunirse y todas las Biblias y libros evangélicos fueron escondidos y emparedados por miedo a un registro.
Estando en la cárcel mi mujer me venía a ver, y cuando llevaba un año, una de las veces se encontró con Marcelino, y ella, sabiendo los favores que yo le había hecho, e ignorando el encontronazo que tuve con él, porque a mi mujer no se lo había dicho, saludándolo le dijo:
- Hola, Marcelino. Éste, ásperamente le contestó:
- ¡Qué quieres!…
- Que me hicieras un aval para sacar a mi marido de la cárcel.
- ¡Sí, haré uno, pero para que lo fusilen!
(¡Qué le habrían contado sobre José García, para acumular  tanto odio en su corazón!)

 

8.- JOSÉ GARCÍA SALE DE LA CÁRCEL

Como quiera que todos los informes que hicieron contra mí todos eran mentiras, me sacaron de la cárcel. Después de tomarme declaración y una vez fuera le dije al juez:
- He estao encarcelao dos años, y ahora salgo sin juicio alguno… ¿No hay ningún culpable del tiempo que he pasao?, y el culpable o los culpables, ¿quedarán sin responsabilidad?
Me respondió el juez, que era primer teniente:
- Mire usted, no le puedo contestar porque no sé nada. Me limité en pedir un informe a Archena y fue malísimo. Volví a pedir otro a Murcia, a la jefatura donde usted pertenecía, y fue inmejorable, y sobre dicho informe,  le echo a la calle. Porque a mí no me importa la religión que tenga, yo me baso sobre su buena conducta y comportamiento, como buen ciudadano que no ha hecho daño a nadie, y porque ha sido respetuoso con las órdenes de sus jefes, le digo: ¡Márchese!

Una vez en mi casa, al día siguiente me presento a la jefatura en Murcia y les cuento que he salío de la cárcel sin delito alguno, que, ¿a dónde me destinan?
El ingeniero se echa mano a la cabeza porque no sabía  que tenía que hacer conmigo.
Yo le dije:
- Sólo tiene que escribir la verdá, cómo me he portao durante todo el tiempo que estao al servicio de ustedes. Sólo decir la verdad. Respecto a lo demás, puede escribir que era y soy protestante. Sobre ese asunto puede decir lo que quiera. Soy un hijo de Dios, porque he creído en Él y nada más.
            - A nosotros no nos preocupa lo que crea o deje de creer, lo que pasa es que estamos confusos y en evidencia, porque tal como están las cosas, si quieren echarnos, nos echan. Estamos pendientes de un hilo, de lo que ellos quieran hacer con nosotros…
Con todo escribieron un informe buenísimo, no lo pudieron hacer mejor. Mandó el escrito a Madrid, y al mes más o menos, me vino el traslado fuera de la provincia de Murcia, y en el informe decía el porqué me destinaban lejos: Por desobediencia a las autoridades, y por tener extranjeros predicando en mi casa la cual estaba convertida en capilla…
Voy al Ayuntamiento a pedir un salvoconducto para ir a mi traslado, a la provincia de Alicante y me dicen:
- ¡Para ti no hay salvoconducto!
Me fui a Cieza y hablé con el juez que me había sacao de la cárcel, y le dije:
- Me han destinao a la jefatura de Alicante, y en mi pueblo no me quieren dar un salvoconducto, etc., y el juez que era una persona justa, dijo:
- ¿Y quieren que el mundo se arregle?, de este modo no se puede arreglar...
Acto seguido le dice a un sargento:
- Haga un salvoconducto al capataz para la provincia de Alicante… No, hazlo para toda España. Y así me lo hizo.
- Entonces yo le dije: ¿Tendré que presentarlo en el Ayuntamiento?
- No, no tiene que hacerlo, ni decirle nada a esos incultos, sólo tendrá que enseñarlo a las autoridades que se lo pidan durante el camino.
La gente mala y que me odiaba por ser evangélico, se encargaron de difamarme en la jefatura de Alicante, pero el ingeniero de Murcia, con el visto bueno del ingeniero jefe, me dio una carta para que se la diera al ingeniero encargado de mi nuevo servicio y me dijo:
- Aunque allí ya saben de tu buen comportamiento en el trabajo.
Llego a la jefatura y pregunto por el ingeniero encargado de la carretera general de Murcia Alicante Valencia. Me presento ante él y le enseño la carta a D. Enrique el ingeniero, y él me dijo:
- Ahora el encargado de dicha carretera es D. Sebastián.
Y allí me encaminé. D. Sebastián, era una persona muy campechana.
Le doy la carta a D. Sebastián, la lee y me dice:
- Tenemos, de sus jefes, muy buenas referencias de usted, ahora espero que no nos defraude. ¿A dónde querría que le pusiera a trabajar?
- Lo más cerca de Murcia, a ser posible, le contesté.
Entonces pregunta a los que había en la oficina:
- ¿Hay alguna vacante cerca de Murcia? Le contestaron:
- Sí, la general de Murcia a Alicante. Entonces me dijo:
- Más cerca no puede ser. Si la general llegara hasta, su pueblo hasta allí estaría tu servicio, pero la general sólo llega hasta el límite de Murcia, y se debe conformar…
Allí me destinaron y allí estuve hasta mi jubilación.

Me fui a vivir con toda la familia, que no éramos pocos, a un pueblo de Alicante. Mi madre había muerto pero mi padre todavía vivía y mis hijos, mi suegra estaba enferma… Fue muy difícil la vida en aquellos días por la miseria que había y en aquellas circunstancias, habiendo poco qué comer. Mi hijo mayor enferma y a los pocos meses muere… Después murió mi padre y también otra hija pequeña… Fueron días de aprieto y de agobio, con la añadidura de ser continuamente vigilao…

 

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