Historia de los Evangélicos en Archena

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ÍNDICE

Sección II La posguerra. Los Sres. Aerni. (Años 40)

9.-   Situación De Los Evangélicos En Archena                 
       Antes De La Guerra
       Durante La Guerra
10.- Años Difíciles Para Los Evangélicos
11.- Los Creyentes Son Encarcelados
12.- Conversión De Francisco Martínez Y Su Madre
13.- Vuelven  Los Sres. Aerni A España
14.- Francisco Y El Cura
15.- Nuevo Encarcelamiento
16.- ¿Qué Había Pasado?
17.- Un Día Después
18.- Los Sres. Aerni Vienen De Vacaciones

 

9.- SITUACIÓN DE LOS EVANGÉLICOS EN ARCHENA

Antes de la guerra, y sobre el año 1932 vino el misionero evangélico D. Juan Aerni desde Suiza, con 33 años de edad, a Madrid. Los hermanos de allí le recomendaron que viniera y hablara con los misioneros de Cartagena, los Sres. Richard y los Sres. Holloway. Después de cambiar impresiones con ellos, éstos, sabiendo que al incipiente grupito de Archena, le vendría muy bien una ayuda, le pidieron que viniera a dicho lugar. Lo que así hizo.
Los primeros meses los vivió en casa del Sr. García, y después de pasar un tiempo con los creyentes de Archena, se marchó para Suiza, no sabemos si para un descanso o para qué, sobre el año 1934, allí conoció a D. ª Betty Ortlieb  de la misma edad que él, viuda de D. Carlos Hurlburt, Jr, con el que se había casado el 5 de enero de 1924. D. Carlos murió en África cerca del Congo, el 21 de marzo de 1931 donde el matrimonio estuvieron como misioneros. D. Juan Aerni se casó con Dª Betty y juntos volvieron para servir al Señor en Archena.
Fue en ese tiempo, que los Sres. Aerni se fueron a vivir a la calle Calvario, 11, casa que hacía y hace esquina con la calle Eras, y en el número 13, vivía el matrimonio sin hijos, Joaquín López López y Ángeles Mengual López.
Los misioneros tenían reuniones con los niños, explicándoles pasajes de la Biblia, y Ángeles Mengual pegaba sus orejas a la pared medianera para ver de escuchar lo que ellos enseñaban. De vez en cuando entendía alguna frase y se relamía queriendo saber más. Vio el modo de entrar en amistad con los misioneros, y se sentó a escuchar lo que ellos decían a los niños, hasta que abrazó al Señor como Salvador. Fue bautizada después de la guerra civil española el 21 de mayo de 1949 en Cartagena.
Cuando empezó a correr rumores que se avecinaba una guerra civil en España, la embajada Suiza avisó a los Sres. Aerni para que regresaran a Suiza, pero ellos dijeron:
- Lo que les ocurra a los hermanos de Archena, así nos sucederá a nosotros...

Durante la guerra,  los Sres. Aerni perdieron todo contacto con Suiza y por lo tanto toda la ayuda económica que desde allí recibían, llegando a pasar verdaderas calamidades y muchas necesidades por quedarse y querer asistir a los pocos creyentes que entonces habían.
Durante ese período, los creyentes se fueron reuniendo en casa de José García el Capataz, unas veces en su casa, otras en la casilla de peones camineros en la carretera general 301 Murcia a Cieza, que estaba cerca del cruce del empalme que viene hacia Archena, y otras donde podían, según las circunstancias se presentaban.
Durante la guerra hubo mucha pobreza y hambruna, principalmente por dos razones, por lo menos. Primera: Los alimentos y animales eran requisados para el ejército, y segunda, las tierras eran abandonadas y no se sembraba.
Sobre el año 1938, la Sociedad Religiosa de los Amigos, generalmente conocida como Los Cuáqueros, (una comunidad protestante), mandaron ayuda para los españoles, que consistía en leche en polvo, azúcar, harina, etc. La leche venía en cajones de madera, que medía por el exterior: 56 centímetros de largo, 52 de ancho y  cincuenta de alto. (56x52x50) Por dentro estaba forrada de hojalata donde se hallaba la leche en polvo. [Todavía tenemos en casa varias cajas, de aquellos días, que llevan la siguiente inscripción en dos de los laterales: POUDRE DE LAIT NON ECREME, STÁNDAR, CUALITE EXQUISE, MARQUE LA BROUETTE, FRICO LEEVWARDEN (HOLLAND), POIDS NET 50 KGR.  En el centro de la caja un doble círculo y en medio hay dibujada una carretilla] su traducción es como sigue: [LECHE EN POLVO NO DESNATADA, CALIDAD EXQUISITA, MARCA LA CARRETILLA, FRICO LEEVWARDEN (HOLLAND), PESO NETO 50 KGR]  Los Cuáqueros concertaron con Frico Leevwarden de Holanda las facturaciones para hacer llegar dichos alimentos a Archena para que lo administraran los Sres. Aerni.
Los Sres. Aerni, con ayuda de algunos creyentes, todos ellos con delantales blancos, que llevaban esta inscripción: Servicios Internacionales, por arriba y por abajo: Amigos Cuáqueros, bordadas las letras en negro y haciendo un círculo y lleva en el centro una margarita bordada en dos colores, rojo y en negro, (todavía conservamos uno de dichos delantales). Uniformados con dichos delantales, batían la leche en polvo con agua, en sus justas medidas, con la harina hacían pan, etc., e iban a los colegios, y a los niños, según su peso y edad, les daban leche, pan y chocolate… lo hicieron con tan exagerada pulcritud y honradez el reparto, que no se les dio más a los hijos de los evangélicos.
El nombre de D. Juan se hizo muy popular en el pueblo, entre la gente pobre, ya que quitó bastante hambre y salvó la vida de muchos niños… Pero ignoraba que cuanto más prestigio ganaba, más odio acumulaba, por aquellas personas, que no veían con buenos ojos la fama que iban adquiriendo los protestantes de buenos cristianos.  Es hoy, después de más de setenta años, que se le recuerda con cariño y gratitud. Con sólo decir D. Juan, ya saben de quién se trata…
En Archena, por aquellos días, se instaló un destacamento ruso, como también una escuela de tanques. Y, un capitán del ejército, tenía como ayudante, a un gallego de Soaserra, (una aldea cercana a la población de Puentedeume de la provincia de La Coruña), que se llama, Ramón Rico (pues, cuando escribo este libro, todavía vive con 99 años). A la vez en Murcia capital, se encontraba haciendo el servicio militar, otro gallego de Puentedeume, amigo y hermano en la fe de Ramón, más joven, Manuel Molares, (que también vive, 93 años) éste a su vez tiene como compañero haciendo el servicio militar, a otro evangélico de Salamanca, Benigno González. Y al saber, ambos, que en Archena había un grupito de creyentes, deciden venir a visitarles. D. Juan les fotografía, junto a su esposa, Dª Isabel, al lado está Joaquín López López , el Atalías de 54 años de edad y su esposa Ángeles Mengual López de 37 años, y  dos jóvenes: Juan José Vidal Ibáñez de 20 años y José Morales García de 15 años de edad.

Con relación a esta fotografía y sus circunstancias, recibí la siguiente carta y que transcribo:

Puentedeume, 18  febrero 2006

EN ARCHENA LA CAJA DE (56x52x50) cm., es una historia muda, fruto del Evangelio.

Principios del 1939, salimos de la Cabeza de Puente de Toledo a pie hasta Alcázar de San Juan y en tren a Cartagena, donde no quedaban Socialistas ni Republicanos, la extrema izquierda los había fusilado días antes. Eran testigos peligrosos y sus asesinos se presentaban en los cuarteles como víctimas.
En la misma semana nos trasladan a Murcia. Era soldado, recluta de la Quinta del 37, en las tropas nacionalistas de la Galicia ocupada. Había pasado antes por casi todos los frentes de guerra, como enlace y telegrafista, siempre procurando encontrar creyentes evangélicos. Ya en Murcia, me dirijo a la primera persona que me parecía amable. Le pregunto si conoce a algún creyente de la zona. Me contesta con reservas, lo normal ante mi uniforme militar. Después de algunas preguntas, me informa que las Iglesias estaban clausuradas. Al día siguiente me facilitó una dirección.
Me dirijo a ella. Me encuentro con dos Pastores Evangélicos, Don Miguel Aguilera y Don Sebastián Villar, amedrentados, unos momentos, mientras no comprobaron quien era yo. Empezaron a contarme que estaban encomendados a la labor Pastoral en sus Iglesias desde el inicio de la Guerra Civil, cuando había mucha hambre. Me cuentan: Aparecen en Murcia un pequeño grupo de Evangélicos “Amigos Cuáqueros” de  EE. UU., con una misión, enterados de la hambruna. Pretendían encontrar unas grandes naves (o depósitos donde poder acumular alimentos) para ayuda humanitaria. Se dirigieron a ellos y las encontraron. Seguidamente encomendaron a los dos como idóneos para su administración y dirección.
Pronto llega a Cartagena un buque de carga flotados por los “Amigos”, -como se llaman- con alimentos enlatados: carnes, azúcar, arroz, leches especiales para cada caso, en cajas-cubo, todas iguales de (56x52x50) cm, de sus seis lados, de hojalata interior y madera exterior, y una flota de furgones marca FORD, creo recordarlos de color azul, para el reparto, incluso a distancia, dedicado a todas las mujeres en gestación y criaturas, creo era hasta 6 u 8 años, con receta médica. Siguieron llegando constantemente barcos con miles de cajas.
Entradas las tropas de Franco, se incautan de la flota de furgones, las naves (o depósitos) con su contenido hasta el techo. Miguel y Sebastián, debieron recibir orden de EE. UU., y se ofrecieron para seguir con tan bella Obra Humanitaria, pero…pero… ¡¡Era una Obra Protestante!!. Aceptaban seguir recibiendo la ayuda, pero con la exigencia de que el reparto lo haría la Sección Femenina de la Falange Española, lo que aceptaron los “Amigos”. A los pocos días todos los furgones tenían el anagrama de “Auxilio Social”  de Falange.
Hoy hablé con mi gran amigo y Pastor de Archena, la Iglesia más antigua, Don Francisco Martínez y su esposa Aurora. Me contaron que tienen una caja vacía de las miles recibidas. Procuré indagar algo más, pero ni en Murcia, Molina, Archena y las varias Iglesias del Valle del Segura, que él pastorea, me dice que no hay nadie ya que sepa nada. Francisco había nacido en aquellas fechas. El único que podía hablarnos de esto, sería el hermanos Benigno González de la Iglesia de Salamanca, que era un soldado Maestro de Automoción responsable del Parque Móvil del Ejército en el Palmar-Murcia, al que conocí allí y durante un mes, más o menos, de mi permanencia. Nos reuníamos todos, o casi todos los días, pero mi querido hermano Benigno de Salamanca, pasó a la presencia del Señor recientemente.
Único recuerdo es una fotografía hecha al lado de la vieja Iglesia (Evangélica) de Archena, por Don Juan Aerni, Misionero suizo, …en cuya foto están: su esposa Doña Betty. …Benigno González, Ramón Rico Fraga, Anciano de la Iglesia de Soaserra, -en cama desde hace 8 años-, soldado que estaba destinado en el Balneario de Archena, y yo. Hablamos viajando de Murcia a Archena, para visitarlos en uno de los camiones del Parque Móvil regido por Benigno, un “3HC” ruso, conocido por “tres hermanos comunistas”, perteneciente al ejército rojo, como se llamaba entonces. Fue una visita preciosa para mí.
A Francisco y Aurora les pedí, muy encarecidamente, que cuiden tal caja con cariño. Es un testigo mudo de nuestra vieja Historia Evangélica en España, y yo con mis  90 años de vida, no quiero dejarla en el olvido.
Vuestro con un fraternal amor en Cristo Jesús,
Manuel Molares Porto

 

10.- AÑOS DIFÍCILES PARA LOS EVANGÉLICOS

A finales del año 1939, unos hombres vinieron desde Mula con el cometido de matar a D. Juan, porque venían envenenados de falsas acusaciones contra él, no sabemos si eran policías secretas o quienes eran. Llegaron a la casa y después de preguntarle si él era el tal D. Juan y éste contestarles afirmativamente, con cierta aspereza le dijeron:
- ¿Para qué y por qué ha venido a España y se ha ubicado aquí en Archena?
- Vinimos para predicar el Evangelio, la Palabra de Dios y hemos estado dando alimentos a cientos de niños con leche, pan chocolate, etc.
Mientras D. Juan hablaba Dª Isabel oraba porque había visto la pistola del otro hombre que encañonaba a D. Juan, aunque éste ignoraba la maniobra. Pero ambos al escuchar la contestación de D. Juan, los humos se desinflaron y le dijeron:
- Mire usted, (enseñándole las pistolas) vinimos con el encargo de matarle, pero vemos que no es la persona que nos pintaron. Adiós, muy buenas. Y se marcharon como vinieron.

Recién terminada la guerra civil y a primeros del 1940 metieron a la cárcel a los Sres. Aerni, donde pasaron hambre porque el rancho era caldo caliente con algunas alubias o garbanzos y nada sustancioso. Ángeles Mengual, les llevaba lo poco que le daban los vecinos de Archena para ellos. Iba andando hasta Murcia, a veces sola, otras acompañada de su hermana Aurora, la cual estaba embarazada de la hija que también llamaría Aurora.
Una vez encarcelados los Sres. Aerni, descargaron sobre ellos toda la rabia e ira almacenada… y a la vez le requisaron toda la harina, leche en polvo, etc., víveres que no fueron repartidos ni dado a los niños, sino que se lo apropiaron los mandamás del pueblo, suministros que con afán dilapidaron… Pronto se vio en los hornos del pueblo, a las mujeres de los cabecillas, con panes amasados con la harina incautada.
Antes de entrar a la mazmorra, les registraron y a D. Juan le quitaron el cinturón del pantalón, práctica que suelen hacer con todos los presos para que no se puedan quitar la vida ahorcándose, correa que ya no se la devolvieron cuando obtuvieron la libertad.
Salieron de la cárcel por intervención del suizo D. Guillermo, gerente de la fábrica de conservas Hero de Alcantarilla, y que a la vez era cónsul de Suiza en Murcia, éste viendo a su compatriota que se agarraba el pantalón con una mano porque se le caía, le dio su cinto diciendo:
- ¡Toma el mío, parece mentira que con tanto bien que has hecho al pueblo de Archena, no se hayan dignado en darte ni una correa!...  
Después de salir de la cárcel, los Sres. Aerni fueron deportados, echándolos fuera del país… La causa: Por ser comunistas y no sé cuantas mentiras más…
Los primeros años después de la guerra fueron muy duros para los evangélicos por las acechanzas continuas de las autoridades civiles y también las religiosas, pero no por el pueblo llano, el cual tenía que morderse la lengua al ver lo que hacían con los llamados protestantes, personas buenas, trabajadoras y honradas. Si algún pequeño hacendado pensaba dar un jornal a un evangélico, no lo hacía por las represalias que después podían venirle de los cabecillas del pueblo. Así que fueron muchas las calamidades que tuvieron que sufrir los cristianos evangélicos en Archena.

 

11.- LOS CREYENTES SON ENCARCELADOS

En el año 1942, habían estado reunidos alrededor de la Palabra de Dios, un puñado de creyentes, en casa de Joaquín López y Ángeles Mengual. La pequeña reunión había terminado, cuando de pronto oyeron unos fuertes golpes en la puerta de la calle, el dueño de la casa estaba en el aseo y poniéndose la correa salió para abrir la puerta… Sin más delito que ese, fueron apresados y llevados a la cárcel de Mula en un camión.
La hijita de Joaquina García de Morales de cuatro años, de nombre Joaquina, lloraba sin consuelo al ver que su madre se la llevaban, dejando desgarrado el corazón de la madre… Pero como no habían robado, ni matado, sino que su delito era por leer la Biblia, pronto le dieron la libertad.
Sobre el año 1944, de nuevo y muy tímidamente empezaron a reunirse en la calle Calvario, 13, y como no, en casa de Joaquín López y Ángeles Mengual. Al principio, sólo se juntaban para leer la Biblia, libro prohibido por las autoridades eclesiásticas. Más tarde, los jóvenes Juan José Vidal y Josico Morales, tomaron la iniciativa de predicar la Palabra de Dios, hasta llegar a cantar himnos, porque Josico Morales tocaba la bandurria y el otro, Juan José Vidal, que había sido músico en la banda municipal, habiendo tocado el clarinete, tocaba el violín, sacando la melodía del libro de música que el misionero expulsado había dejado, pues D. Juan, en los Cultos acompañaba los himnos con una concertina, una especie de acordeón.
         Corría el año 1946, los creyentes, unos dieciséis, la mayoría mujeres casadas y alguna de ellas con hijos en la cárcel desde la pasada guerra, cuando ya empezaban a estar más confiados en las reuniones, una noche, celebrando un Culto al Señor, acompañados por los instrumentos ya nombrados, unos vecinos de corral les avisaron que el cura párroco, estaba en la puerta esperando que llegara la guardia civil, para meterlos en la cárcel.
El párroco, creyéndose en la posesión de la verdad, y porque la mala hierba cuanto más se extermine mucho mejor, y apoyado por la política del momento en la que ser español era igual a ser católico, pues Franco se había casado con la religión católica, de tal manera que era normal hablar del nacional-catolicismo.
Para justificar todas las atrocidades y persecuciones que cometían contra los evangélicos, y para acallar sus conciencias, sobre lo que el Señor Jesús dice en la Sagrada Escritura de: Amar a vuestros enemigos, los seguidores del catolicismo tenían la siguiente filosofía: La mala hierba, que eran los protestantes, cuanto más se limpie, mucho mejor… Así que el cura, dejándose arrastrar por esos falsos conceptos, solía decir desde el púlpito de su iglesia:
- ¡A los protestantes hay que exterminarlos, y todo lo que esté en mi mano, lo haré! ¡Tengo la sartén agarrada del mango y mientras me quede empuñadura, les estaré dando sartenazos!
De modo, que ahora, se encontraba haciendo guardia a la puerta de las malas hierbas, para que ninguno de los que allí estaban se marcharan ni se escaparan…
Pero  las mujeres que estaban en la reunión, aprovechando que había una puerta vieja en el patio de Joaquín y Ángeles, la pusieron al revés, y los travesaños de la misma les sirvieron de escaleras y todas se fugaron al corral de Mª Jesús, la vecina colindante. En esos momentos, la vecina no estaba en casa y todas ellas permanecieron calladas esperando que llegara.

Cuando llegó la guardia civil, estando al mando el brigada, cuñado del cura, irrumpieron en la casa con el sacerdote… ¿Y qué vieron?, a dos jóvenes varones con sus instrumentos de música, a Joaquina y al matrimonio de la casa sentados tranquilamente con sus libros de música abiertos y una Biblia, como de haber estado leyendo y ensayando himnos. Después de ojear la guardia civil y no ver a nadie más, el brigada, en tono enfadado dijo a su cuñado el cura:
- ¡Francisco, para esto me haces venir!  
El cura sorprendido y sin saber qué decir, balbuceó diciendo:
- Pues a mí me han asegurado que había mucha gente…
A pesar que no vieron nada, con todo, se llevaron los instrumentos de música, los cuales fueron confiscados y devueltos meses más tarde desde el juzgado de la ciudad de Mula, entonces cabeza de partido judicial.
Cuando llegó la vecina del patio colindante a su casa, se asustó porque oyó una voz que salía de su patio y que le decía:
- María Jesús, no te asustes que soy fulana…  que venimos huyendo de la casa de Ángeles.
La pobre mujer llena de pánico y sin saber lo que se expresaba, sólo atinaba a decir:
- ¡Que no me asuste, que no me asuste, y hay una mujer en mi corral! ¿Pero cómo ha entrado? ¡Hay, Dios mío!
Lo que ignoraba, la inocente mujer, era, que no había sólo una, sino once… Una vez que se tranquilizó porque conoció la voz de la que le hablaba, abrió la puerta, y cual no sería su asombro al ver a tantas mujeres… La desconcertada vecina, se deshacía haciendo preguntas de cómo y porqué estaban en su patio… Una vez enterada de lo ocurrido, todas esperaron que se hicieran altas horas de la noche para ir saliendo de dos en dos de una manera escalonada.

Pasaron los meses y volvieron a reunirse y a tener de nuevo Cultos al Señor. Por ese tiempo, Joaquina García y Ángeles Mengual, casi todas las tardes salían a visitar a sus amistades para hablarles del Evangelio, y también visitaban a los enfermos para darles una palabra de consuelo hablándoles del Señor. Eran escuchadas de muy buena gana, porque entonces las misas eran dichas en latín y el pueblo llano no se enteraba de la misa ni la mitad y decía: Burro entro y burro me quedo. De modo que, cuando escuchaban los relatos bíblicos por estas hermanas quedaban prendados por la dulzura de la Palabra de Dios.

 

12.- CONVERSIÓN DE FRANCISCO MARTÍNEZ Y SU MADRE

Sería por el año 1947 que mi familia se trasladó a vivir en una casa de alquiler en la calle Francisco Caravaca, la misma calle donde vivía Joaquina García; ésta, como buena evangelista, entabló pronto amistad con mi madre, Dolores Sánchez Sánchez, y al poco tiempo se enrolaron hablando del Evangelio.
Pasado un año, cuando yo tenía diez años, escuchaba a Joaquina hablando con mi madre, y yo le seguía en su conversación, porque, aunque era un niño, conocía bastante la Biblia, la cual leía muy asiduamente. Era una Biblia Infantil, de mi madre, cuando  ella era joven, y que todavía conservo. Me gustaba leerla por los muchos dibujos que tiene hechos a plumilla, los cuales ilustraban muy bien los pasajes.
Pero lo que no me gustaba era cuando nos obligaban, en mayo, a todos los escolares de todos los colegios, a ir a la iglesia católica, de dos en dos y en fila india, para rezar las flores a María…  en cuanto el maestro se descuidaba, me escapaba de la fila y me marchaba a casa, sabiendo que mi padre, Pedro José el hijo de la tía Juana la del pan, como era conocido, y que estuvo preso por el delito de ser de izquierdas, no me iba a reñir, pues había salido harto de religión dentro de la cárcel…
Joaquina, al ver que yo la secundaba a todo lo que ella decía, con talante gracioso, dirigiendo la mirada hacia mi madre dijo:
- Vaya con el mocoso este, que sabe más que yo…
Joaquina aprovechaba cualquier ocasión para hablar a mi madre del Evangelio. Me acuerdo que en cierta ocasión, estando mi madre lavando ropa en un lebrillo, (pues no había agua potable en el pueblo, ni las calles estaban asfaltadas) estaba cerca de la puerta de la calle buscando el rayo del sol, pues era invierno, que Joaquina, con la gracia que le era peculiar, enseguida entabló conversación con ella.
También recuerdo los debates que tuvo con mi padre, el cual no creía que Dios existiera, pues estando prisionero en Mula, había sufrido muchos desengaños con los curas que le sermoneaban a la sombra y con ventilador, cuando los presos tenían que estar en el patio a pleno sol en los meses de julio y agosto…y muchos caían al suelo desplomados…
Mi padre me contaba cómo habían falseado el mandamiento de Dios que dice: No matarás. El catecismo que le dieron a los presos, decía: Matarás con justicia. Claro está, la justicia de ellos…
A mi madre, cada día le agradaba más y más conversar con Joaquina. Era verano, y deseaba ir a la casa de los protestantes, para escuchar la predicación del Evangelio. Un día, después de dormir la siesta, ella se puso a mullir, a esponjar el colchón de lana, y al extender la sábana, al otro lado de la cama yo le ayudaba. Y estando en este menester ella me dijo en dulce murcianico:
         - Paquico, ¿quieres ir al cielo?
- !Claro que sí! Le contesté inmediatamente.
- Entonces vendrás conmigo a una casa donde se predica y se enseña el modo de ir al cielo…
Mi madre ardía en deseos de asistir a esa casa, pero le daba cortedad ir sola, así que me llevó a mí de muleta…
Recuerdo, como si fuera ahora mismo, que era un jueves cuando fuimos, y al entrar vimos caras de complacencia y risueñas, como dándonos la bienvenida. No me fui y eché a correr, por mi timidez. Porque al ver un puñado de mujeres, todas de luto y con velos en la cabeza y sólo un viejo, que era el dueño de la casa y dos varones, más o menos jóvenes, me figuré que lo que allí se iba a celebrar era un rosario, algo que detestaba, por lo repetitivo, sin sentido y por lo vacío.
Siempre he sido alérgico a la rutina, inclusive en el colegio, si el profesor miraba el libro para que dijera la lección con puntos y comas, seguro que me ponían un cero, pero si me dejaban decirla a mi manera, sacaba buena nota.
No  me salí de la reunión para no llamar la atención ni para que todas las miradas se dirigieran sobre mí, así que decidí aguantar el chaparrón diciéndome para mis adentros:
- Si esta es la manera que tiene mi madre de ir al cielo, ¡que vaya!, pero a mí no me coge más…
Estaba en esos pensamientos, cuando se dio por empezada la reunión, y para sorpresa mía, no se rezó el rosario, sino que me dieron un himnario, después anunciaron un número y empezaron a cantar… Posteriormente el que presidía hizo una oración. Yo le miraba con los ojos abiertos mientras todos los tenían cerrados. Estaba boquiabierto por todo lo que veía y escuchaba. Hubo más cantos y después la predicación. Tanto me gustó, que al finalizar pregunté:
- Mañana, ¿a qué hora será la reunión?
- Mañana no habrá reunión, la tendremos el domingo por la mañana y otra por la tarde. Me contestaron. Me pareció una eternidad…
Ya no falté a ninguna reunión de los jueves ni la de los domingos, ni tampoco mi madre. Ella pronto aceptó al Señor como Salvador, con el consiguiente gozo. Yo, como niño, me manifesté como creyente y pronto me uní a las oraciones de la congregación, aunque realmente mi conversión llegaría sobre los trece años, cuando pasé unos días de angustia por el peso de mis pecados, hasta que le pedí perdón al Señor y fui liberado de ellos.
Recuerdo que mi primera oración en público fue:
- Señor hazme como Juan José y Josico… que eran los predicadores.

 

13.- VUELVEN  LOS SRES. AERNI A ESPAÑA

Amparados por el Fuero de los Españoles del 17 de julio de 1945 que decía:

Título I.

Deberes y Derechos de  los españoles

Capítulo I

Artículo 3.- La Ley ampara por igual el derecho de todos  los españoles, sin preferencia de clases ni acepción de  personas.
         Artículo 6.- La profesión y práctica de la  Religión Católica, que es la del Estado español,  gozará de la protección oficial.
El Estado  asumirá la protección de la libertad religiosa, que será  garantizada por una eficaz tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la  moral y el orden público.

Los Sres. Aerni creyéndose avalados y protegidos por dicha Ley, regresaron a España a finales del año 1950 y se hospedaron en la pensión Rosales de Madrid, donde estuvieron varios meses, para poco a poco acercarse a Archena.
El 10 de enero de 1951 partió a la presencia del Señor, Joaquín López, esposo de Ángeles Mengual y fue enterrado en el cementerio civil, que de modo despectivo era llamado el corral de los desgraciados… porque eso era lo que parecía: Un corral, ya que estaba construido a la margen izquierda del cementerio municipal; tenía una puerta pequeña de hierro, sin comunicación con el municipal, donde crecían las hierbas y nadie cuidaba de limpiarlas. Se llamaba popularmente así el corral de los desgraciados, porque en él sólo se enterraban a los que se ahorcaban, a niños sin bautizar y a los protestantes…
Después de la muerte de Joaquín, los Sres. Aerni invitaron a la Sra. Ángeles para que pasara con ellos en Madrid unas semanas para después volverse al pueblo y a su casa.

 

14.- FRANCISCO Y EL CURA

En ese mismo año, 1951, en el instituto donde estudiaba, tenía como profesores a los dos curas del pueblo, el más joven, el coadjutor, me daba latín y el párroco, la religión.  Durante meses, cuando la lección a dar decía alguna mentira, sobre Lutero o sobre religión, para mí era muy fuerte decirla y, para acallar mi conciencia sobre dicha falsedad, solía decir: Según la lección, y de ese modo me introducía. Igualmente cuando se decía alguna doctrina con alguna barbaridad bíblica, decía la asignatura introduciendo, según la lección. El sacerdote, al cabo de los meses se dio cuenta y me dijo:
- Paco, ¿por qué unas veces me dices según la lección y otras no?
- Porque según la Palabra de Dios es esto o aquello… Asombrado el sacerdote dijo:
- Pero, ¿es que tú lees la Biblia?
- Sí, claro que la leo, cada día.
- Pero si yo que soy sacerdote la tengo prohibida por mis superiores, y sólo me dejan leer los Evangelio y alguna que otra carta de los apóstoles, ¿cómo te atreves tú a leerla?
- Porque la Palabra de Dios es para todos nosotros y no creo que Dios no quiera que no se lea… Él inspiró a sus santos profetas y apóstoles, para hablarnos, no para que se escondiera su Palabra de nosotros…
Desde ese día, cada vez que mi curso teníamos que dar la lección, era muy raro que no viniera con algún dogma católico y me lo estampara, mas yo le respondía:
- Pero Dios dice… lo que le hacía enfadar. Cuando me preguntaba algo, le contestaba: Pero Dios dice…
El aula en la que estábamos el tabique que la dividía de las demás, no llegaba al techo, así que nuestra conversación se difundía por las demás clases, porque todos los alumnos al saber que Paco polemizaba con el párroco, se callaban de tal modo que en el instituto reinaba un silencio sepulcral, ningún estudiante quería  perderse ni una sola palabra de lo que hablábamos.
            Aquello se hizo tan popular, que llegó a oídos del director, D. José Antonio Campuzano, muy amigo de mi padre, por ser los dos de izquierdas el cual me llamó y me dijo:
- Paco, he oído decir, que le faltas el respeto al párroco…
- No señor, lo que sucede es que él me pregunta cosas de mi religión y yo le contesto con arreglo a la pregunta.
- ¿Es cierto lo que me dices?
- Sí, así es. Cuando no me pregunta, no pasa nada, sólo doy la lección, pero si me pregunta...
- Bueno, me alegro que sea así y que no le hayas faltado el respeto al cura. Márchate.

D. José Antonio, por ser de ideas contrarias al régimen, fue destituido como maestro nacional o del estado y tuvo que ganarse la vida, creando un colegio para niños, primero en una casa de su madre, con mesas y sillas viejas y de mil colores… De igual forma, con el tiempo, fundó también un instituto, para dar cobertura a sus propios alumnos. Después de muchos años, fue restablecido como maestro nacional en Jijona (Alicante) donde fue tan querido y respetado como en su pueblo natal.

 

15.- NUEVO ENCARCELAMIENTO

Los Sres. Aerni, en febrero del mismo año, en un arranque de valentía, deciden dejar Madrid y la pensión Rosales, para establecerse en Archena, instalándose en casa de la Sra. Ángeles, lo que no gustó nada, sobre todo a aquellas personas que anteriormente lo habían expulsado del país.
Dª Isabel a últimos de marzo se marchó para Estados Unidos y regresó en mayo del siguiente año, pero D. Juan se quedó en Archena.
Y, cuando estaba cerca semana santa, del año 1952, los creyentes de Archena invitaron a predicar  a D. Sebastián Villar, el cual vivía en Murcia. Era un orador muy majo, conocido y querido entre los hermanos de Archena porque en otras ocasiones había estado en Archena.
Pronto se corrió la voz que venía D. Sebastián entre nosotros y también en aquellos simpatizantes que escuchaban de buena gana el Evangelio, para que vinieran a escuchar los buenos mensajes, que con la ayuda del Señor, dicho hermano daba.

Llegó el día de la llegada de tan querido hermano en la fe. En aquellos días, sólo había un autobús que salía desde Archena a Murcia a las ocho de la mañana, volvía a las dos de la tarde. Salía a las tres para volver a las ocho de la noche. Esta era la comunicación que había entre Archena y Murcia por autobús. En el de la ocho de la noche llegó D. Sebastián y sobre las nueve me acerqué para verle en casa de la Sra. Ángeles Mengual. Fui acompañado de un vecino de mi calle y a la vez compañero de estudios del instituto, Mateo Campuzano García, él no quiso entrar por miedo a las represalias que le pudiera dar el cura párroco, el profesor de religión, y con el que, raro era el día que no teníamos nuestros enganches sobre la Biblia, o porque creía que aquella casa era el infierno, el caso que se quedó en la calle.
Entré a la casa, donde se celebraban los Cultos y encontré en ella a varios creyentes que habían venido, lo mismo que yo, a saludar al invitado. Varias de las señoras, trajeron con ellas también a sus hijas con los novios, que no eran evangélicos, ni las hijas ni los novios, pero entonces, las madres no dejaban a las hijas con sus novios a solas, ellas o algún familiar debían de acompañarles…
La dueña de la casa con el huésped estaba en la mesa acabando de cenar, saludé al querido hermano y le dije:
- Voy a mi casa a coger un bocadillo y de paso dejaré a mi amigo en su casa, porque está en la calle esperándome, y a decirle a mi madre que estoy aquí.
            Mi casa estaba muy cerca, pues vivía en la calle Francisco Caravaca a dos travesías de la calle Calvario, así que poco podía tardar. Dejé a mi amigo en su casa, mi madre me hizo el bocadillo y comiéndolo por el camino vine. Quise abrir la puerta, y vi que estaba cerrada… me extrañó, pero pensé:
Han terminado de cenar y se han acostado. Pensando esto, me fui a mi casa y me acosté; pero la realidad fue otra…

 

16.- ¿QUÉ HABÍA PASADO?

D. Sebastián había terminado de cenar y Joaquina García le dijo:
- La última vez que usted estuvo con nosotros nos enseñó a cantar tal himno y no lo sabemos muy bien, ¿por qué no lo canta y nosotros le seguimos para terminarlo de aprender?
D. Sebastián, todavía en la mesa y en la misma silla donde cenó, empezó a cantar y los demás a seguirle. Ignorando que, el alcalde y el cura, se habían enterado de su venida y en el corral inmediato, que era del alguacil, Juan el Picalé, habían apostados cuatro policías municipales para escuchar y saber cuando empezaría la reunión… Así que oyeron cantar, pensaron que se estaba celebrando un Culto y se plantaron en la casa y, a la fuerza bruta, allanaron la vivienda los policías municipales y con cierta violencia se los llevaron a todos al Ayuntamiento… Ante tal atropello, D. Juan les pidió el mandamiento judicial que les autorizara hacer semejante atrocidad, y la contestación fue:
- Vosotros no necesitáis ningún mandamiento judicial para llevaros a la cárcel. ¡Vamos, vamos!
Todo fue tan rápido que cuando vine de mi casa ya estaban en el Ayuntamiento, esperando el autobús, de unas veinte plazas, que iba a llevar y a recoger el correo del tren de Cartagena a Madrid que pasaba a las doce de la noche, dicho autobús, también llevaba y traía si había algún pasajero que llegara o fuera a coger el tren. Así que tuvieron que esperar que el autobús llegara para montarlos y llevárselos a Murcia… El chofer, Juan Atenza el Montes, al ver el panorama, y conociendo a los detenidos, de muy mala gana, condujo el autobús hasta Murcia.
Llegaron a Murcia a más de la una de la madrugada y el autobús se detuvo a las puertas del Gobierno Civil. Para el autobús, y empiezan a bajar “los presos” con los dos policías municipales que les acompañaron… Los guardas que había a la puerta, asombrados al ver unas doce personas, aporracean la puerta del Gobierno Civil, pidiendo refuerzos, pensando lo peor y preguntan:
- ¿Qué han hecho esta gente? La contestación fue:
- ¡Son protestantes! Los guardias se miraron, como diciendo: ¡Vaya delito!
A las mujeres, todas juntas, las metieron en una mazmorra poniendo en el suelo unas mantas que José Morales había cogido de su casa, porque, Joaquina su esposa, se enfrentó con la policía municipal diciéndoles:
- ¡Yo no me voy a la cárcel sin nada de abrigo, porque ya conozco ese lugar porque ya he estado!…  Y como no se moviera del lugar, el municipal que hacía de cabecilla, mandó a otro municipal que acompañara a José Morales a su casa y éste cuando llegó arrancó las mantas de las camas y se las llevó… porque ese año la semana santa caía en marzo, y hacía frío…
A los hombres, después de registrarles y cogerles las cuchillas de afeitar y los cinturones, los pusieron a todos en otra celda.
Entre los prisioneros iban dos niños, uno, hijo de José Morales y Joaquina, Antoñico, de ocho años y la sobrina de Ángeles Mengual, de doce años, Aurora, pero para todos: La Marquesa, como así la llamaba su tía. La niña se había venido a vivir con su tía después de la muerte de Joaquín el esposo de Ángeles, para que no se sintiera sola. Nunca más se separó de ella.
La policía no quería que los niños durmieran en la cárcel, y los querían llevar a una pensión, porque dijeron a Joaquina de Morales y a Ángeles Mengual:
- Ellos no han cometido delito alguno… pero la madre como la tía les contestaron:
- Ni nosotras tampoco, pero nuestros hijos estarán a donde nosotras estemos, el mismo delito han cometido ellos como nosotras.Y allí pasaron la noche.

Pasada como una hora, una de las mujeres, tuvo ganas de hacer una micción y llamó al guarda, dando unos golpes en la puerta de la mazmorra, éste vino y le abrió la puerta; al rato otra que llama… de nuevo el policía le abre para que vaya hacer sus necesidades, al poco otra, y otra… Cansado el agente de tanto ajetreo, les dijo a las mujeres:
- Miren, la puerta la dejo abierta, así que salgan y entren cuantas veces necesiten…
Las mujeres ni los hombres durmieron en toda la noche, la pasaron cantando y contando anécdotas.
Por la mañana le traen el rancho y se niegan a comer comida de ese lugar, así que arreglaron que la Marquesa saliera con la mujer de la limpieza a comprar pan, sardinas y tomates, con el dinero que le dio D. Juan, y eso fue lo que comieron.
Después fueron llamando uno a uno para tomarles declaración. Mientras lo hacían, la Marquesa subía unas escaleras, se montaba en el barandal de madera, y bajaba montada en él como un rayo. Volvía a subir y de nuevo a bajar, así estuvo no se cuantas veces, de modo que al secretario que tomaba las declaraciones, lo puso nervioso y mareado de ver a la niña tirarse por el barandal; la llama y le dice:
- ¿Cómo te llamas? Y ella, con la inocencia de una niña le contesta:
- Me llamo Marquesa.El funcionario jocosamente dijo:
- ¡Vaya, vaya! ¿Nos hemos traído a la Marquesa de Archena?

Una vez tomada la declaración, todos de nuevo a los calabozos. Llega la hora de la comida, y de nuevo se niegan a comer el rancho de la cárcel. Mientras tanto, D. Guillermo, gerente de la fábrica de conservas Hero de Alcantarilla, y cónsul de Suiza en Murcia, habló con el Gobernador Civil para que sacaran al súbdito suizo, como también a los demás que eran gente sencilla, que nada habían hecho para merecer tal arresto.
Como se negaron comer del rancho, le trajeron comida del Hotel Reina Victoria, el más lujoso de Murcia. Vinieron dos camareros con dos cestas grandes con patatas fritas, lenguados y plátanos. Aurora, la Marquesa, nos cuenta que fue la primera vez en su vida que comió esa clase de pescado como también un plátano, era algo inalcanzable para los pobres.
 A la tarde los echaron a todos a la calle, y las jóvenes aprovecharon que estaban en la capital para hacerse unas buenas fotografías en Fotos Olga, mientras no llegaba la hora de salida del autobús, dejando a la Marquesa al cuidado de las mantas que les había salvaguardado del frío de la cárcel.
Al día siguiente en la BBC de Londres hubo un comunicado en el que daba cuenta de la prisión de unos evangélicos de Archena (Murcia) en España. Lo que, al parecer, disgustó muchísimo al ministro Gabriel Arias-Salgado del nuevo Ministerio de Información y Turismo surgido de la reorganización del gobierno llevada a cabo por el general Franco el 18 de julio de 1951. El nuevo Ministerio se creó con el fin de atraer al turismo extranjero, y para ello debían dar una buena imagen de libertad en España, y dicha difusión por la BBC echaba a perder lo que tanto querían lograr…
Parece ser que el señor Alcalde llevó una reprensión del Ministro, pero siguió haciéndose el duro.
Con todo, precintaron el salón que hacía de capilla en Archena, pero no pudieron precintar la casa porque era vivienda. La vivienda consistía en una fachada de ocho metros y medio por dos cuerpos de cuatro metros cada uno de fondo. Después le seguía el patio. Al  entrar al patio y a mano derecha, había una habitación, que hicieron los Sres. Aerni y encima de ésta otra habitación de las mismas medidas que se subía por unas escaleras por el patio. A la izquierda del corral había una cocina en alto con su fregador.
Al penetrar al primer cuerpo, te encontrabas, con un pasillo de un metro y pico de ancho, a la derecha, una pequeña habitación de dos metros de ancha por cuatro de larga; a la izquierda una gran cortina que ocultaba los bancos, que en los días de Culto se decorría; y el pasillo y el resto, después de la cortina, formaban el lugar de adoración. Pues bien, lo que precintaron fueron dichas cortinas, precinto que respetamos, reuniéndonos en la habitación, ya descrita, que daba al patio.

 

17.- UN DÍA DESPUÉS

A la mañana siguiente, después de haber encerrado a los evangélicos en el Gobierno Civil de Murcia, ignorando lo que había pasado, me levanto a las siete y media de la mañana para desayunar e irme al instituto, y mi madre, habiéndose enterado de todo lo ocurrido, y pensando que mis compañeros de clase se burlarían de mí, me dijo:
- Paquico, hermoso,  no vayas hoy al instituto, descansa…
Quedé sorprendido por la proposición de mi madre, acostumbrado a oírla decir:
- ¡Paco, aligera con el desayuno que se te hace tarde, venga remolón!, etc. Extrañado por su actitud le dije:
- ¡Si hoy no es festivo! ¿Por qué no he de ir? Pero ella seguía insistiendo y argumentando y yo cada vez más desconcertado le dije:
- ¡Qué es lo que pasa esta mañana para que me insistas tanto para que no vaya a clase! Mi madre me tuvo que decir la verdad, y con cierta pena me explicó lo sucedido:
- Es que anoche se llevaron a todos nuestros hermanos a la cárcel…
- ¿Y esa es la razón por la que no quieres que vaya a clase? ¡Precisamente hoy es cuando me toca dar religión con el cura párroco! ¡Vaya si voy! Cogí mis libros y me marché. Naturalmente, todo los estudiantes sabían que los protestantes habían sido encarcelados y se preguntaban si yo también estaría con ellos, de manera que cuando llegué, me rodearon los amigos y me dijeron: 
- ¡Paco, qué suerte has tenido que a ti no te hayan cogido! Y les contesté:
- Suerte la de mis hermanos, que tienen el privilegio de sufrir y padecer por el Señor, se ve que yo no era digno de tal favor… Lo dije tal como lo sentía.
Llega el cura, al instituto alegre y con cara de satisfacción. Él sabía que yo no estaba en la lista de los apresados, pero quizás pensó que yo no estaría en clase porque estaría acomplejado… entra a la aula y al sentarse me vio al frente suyo y dirigiéndose a mí, balbuceando, como si estuviera ante un tribunal, y con palabras entre cortadas, me dijo:
- Yo no he tenido nada que ver con la detención de los protestantes, etc., Y yo, un chaval con pantalones cortos y serio como si fuera un juez le contesté:
- A mí, ¿qué me dice? Si es verdad o si es mentira, donde si tendrá que dar cuentas un día, será ante el tribunal de Dios. Ya no recuerdo cómo transcurrió la clase.

Al día siguiente de salir de la cárcel, Joaquina, fue al mercado de Archena, como cada día, para vender el jabón que ella hacía, y el policía municipal, al llegar al puesto de Joaquina cobrando el impuesto de la plaza, al verla, le dijo:
- ¿Tú, aquí? Ella sonriendo le contestó sin rencor alguno:
- Sí, aquí estoy. Me ha pasado a mí como a los recién casados, que se les termina el dinero y tienen que acortar y aligerar su luna de miel…

Al poco tiempo, es decir, en mayo del 1952, Dª Isabel vino de los Estados Unidos y por el momento no los expulsaron del país por temor a lo sucedido en la BBC de Londres….
Los Sres. Aerni compraron dos bicicletas para poder desplazarse a Ulea, pueblo que dista de Archena unos cuatro a cinco kilómetros, y después de haber sacado las matrículas para poder circular con ellas, vino un alguacil, mandado por el Alcalde, que se las retirara, lo que hizo, llevándoselas. Entonces era obligatorio poner matrículas de chapa a las bicicletas, como impuesto, con un número y el nombre del municipio. Entonces sacaron las matrículas en otro pueblo, de modo que pudieron usar sus bicicletas…

 

18.- LOS SRES. AERNI VIENEN DE VACACIONES

En el veranos de 1955, la Sra. Ángeles recibe una carta de los Sres. Aerni, anunciándole que están en Tossa de Mar (Gerona), en la playa con una tienda de campaña. A la vez invitaba para que fueran a pasar unos días con ellos a: Ángeles Mengual, Joaquina García y Dolores Campuzano, invitación que acogieron con gran alegría pudiendo disfrutar unos días en compañía mutua. Después, todos volvieron a sus lugares de origen.
En el verano de 1956 los Sres. Aerni vinieron a Benidorm (Alicante) y acamparon en la playa, pudiendo estar con ellos algunas hermanas de Archena.
Unos cuantos jóvenes, alquilamos el taxi de Pedro José el del Café de la Algaida para que nos llevara a Benidorm. A mitad del camino se calentó el motor y estuvimos esperando que se enfriara más de una hora, de manera que llegamos a la hora de la comida, habiendo salido a las seis de la mañana. Y otro tanto a la vuelta. (…)

En agosto de 1957 volvieron acampar otra vez en Benidorm y allí fuimos muchos de los creyentes a visitarles. Aprovechando su estancia fueron bautizadas tres muchachas jóvenes: Antonia López, Joaquina Morales y Aurora Díaz, la Marquesa Después, los Sres. Aerni se marcharon al pueblo de Beziers, donde tenían su ministerio. La comunicación por carta era constante, pues ellos seguían teniendo puesto su corazón en España y muy especialmente en Archena.

D. Joaquín Guerola Albaladejo de Barcelona, y de la Asamblea de la calle Pinar del Río, fue encomendado a la Obra para servir al Señor en Cartagena en el año 1957. Una vez en dicha ciudad, nos hacía frecuentes y periódicas visitas, sobre todo entre semana, dándonos estudios bíblicos, con los que disfrutaba enormemente, y de vez en cuando, si había algo especial como presentaciones o bautismos, etc., lo llamaba y venía.
 
En el verano de 1958 los Sres. Aerni, por su celo y amor por los creyentes de Archena, volvieron a pasar sus vacaciones en Benidorm donde nos podíamos acercar para poder verlos.

En el verano de 1959, como todavía los Sres. Aerni no podían acercarse a los términos municipales de Archena, de donde habían sido desterrados, de forma clandestina, acamparon en el término de Ulea en la Rambla del Tinajón, y allí fuimos los creyentes para visitarlos.
De este modo cada año en sus vacaciones venían a España y en el año 1964 ya pudieron pasar sus vacaciones en nuestra casa, sin miedo a represalias. De ahí en adelante, cada año venían desde Beziers a pasar sus vacaciones con nosotros, hasta que el verano de 1971 se marcharon retirados a Estados Unidos.

 

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