Historia de los Evangélicos en Archena

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ÍNDICE

 

Sección IV El nuevo local. (Años 70)

22.- Se Vende La Casa-Capilla
23.- Poesías:
       A Nuestra Capilla
       A Los Viejos Muros
24.- Se Inician Las Obras De La Nueva Capilla
25.- Los Sres. Aerni Vienen Para La Inauguración
26.- Inauguración: 22 De Septiembre De 1979
27.- Reconocimiento A José García

 

22.- SE VENDE LA CASA-CAPILLA

El día 30 de septiembre de 1972, compramos un solar a D. Andrés Banegas Crevillén, el Pequeño, que todavía era huerta, y con un albañil, un peón y yo, en año y medio hicimos nuestra casa, en varias etapas y con varios préstamos, que poco a poco pagamos… y en mayo de 1974 nos trasladamos a la nueva casa con nuestros cuatros hijos, teniendo la menor, Rebeca Aurora, nueve meses y también con ellos la Sra. Ángeles; dejando sin ocupantes la casa capilla.
Se decidió tirar, la casa y hacer un local nuevo, porque era inútil seguir haciendo reformas que a los pocos años estábamos igual. Todos estuvieron de acuerdo, pero después se pensó, sabiamente, que vendiéndola podríamos comprar un solar y nos ahorraríamos los jornales del derribo, etc.
En febrero de 1976 acordamos de ir ahorrando algún dinero para algún gasto imprevisto que pudiera surgir y también para poder construir algunos nichos en el Cementerio Civil. Para hacer dicho ahorro pusimos un cepillo y a la vez, cada persona o familia se apuntaba voluntariamente a dar lo que pudiera mensualmente.
El día 1 de febrero de 1977 vendimos  la casa y ese mismo día compramos el solar en la misma calle donde terminaba el pueblo y seguía la huerta, el cual era mucho más grande, más cuadrado y mejor situado. De este modo no tuvimos que demoler la casa, economizando el derribo de la misma y  a la vez quedó a nuestro favor, entre la venta y la compra, la nada despreciable cantidad de 137.500.—pesetas.
Nuestros pensamientos era hacer, en el nuevo solar, dos plantas, y por cada planta dos pisos, y el bajo para capilla. Y sufragarlos por medio del Ministerio de la Vivienda, con las 30.000.-pesetas. -unos 60 jornales de entonces y 360 euros de ahora- que el gobierno asignaba al constructor por cada vivienda, y con dichas ganancias que pudiéramos conseguir, tendríamos para vestir el bajo sobradamente…
        Fui a Murcia, a la capital, para ver a un arquitecto hijo de Archena, D. José Gil Atenza, a mediados de mayo de ese año, y le expuse nuestros proyectos, y él me dijo que no podían llevarse a cabo porque dichas gratificaciones habían sido canceladas… así que me quedé helado. ¿Qué hacer? Porque hacer el local con nuestros recursos, era imposible; con todo, le dije al arquitecto que hiciera el proyecto solo del local de la capilla. Pero me dijo:
- No puede ser, porque según los planes urbanísticos de Archena, en esa calle se tiene que levantar tres plantas… Tragando saliva le dije:
- Pero,  ¿cómo puede ser, si en Archena cada uno construye como puede y como quiere? Hay cuatro torres de pisos en el pueblo desperdigadas una de la otra y al lado una casa de una o dos plantas, y…
- Esa ha sido la causa de reglamentar y urbanizar al pueblo, porque cada uno hacía lo que quería…  además no podrá edificar una capilla si no está en zona religiosa… ¡Si antes me dejó helado ahora me dejó petrificado!, diciéndome para mis adentros: ¿Mira que, si después de vender nuestra capilla, ahora no podamos ni reunirnos? Después de mirar el arquitecto en unos libros me dice:
- Ha tenido suerte, está en zona religiosa… Tragando de nuevo saliva le dije:
- Si hacemos el local de Cultos, de altura de seis metros y el piso de arriba de tres metros, sin nada de tabiquería, ni aseos, sólo un salón y nada de lujos, por la calle se vería un edificio de tres plantas, ¿cuánto nos costaría hacer los planos? D. José hace números y me dijo:
- Unas 110.000.—pesetas y el edificio unos 4.500.000.— pesetas, ¡ahora!, mañana, tal como van las cosas le costará mucho más...
En esos momentos teníamos ahorradas sólo 55.000.- pesetas, porque las 137.500.—pesetas, de la venta de la casa y la compra del solar, nos las darían cuando hiciéramos las escrituras de la casa, que todavía no estaban hechas. Le contesté:
- Bueno, haga usted los planos que tenemos ahorradas la mitad…
- ¿Qué tienen 2.250.000.—pesetas?
- No, no,  ¡tenemos la mitad para pagarle los planos!… Parece que lo estoy viendo echándose las manos en la cabeza y diciéndome:
- Usted está loco… ¿a quién se le ocurre hacer una obra de tanto dinero con esos  ahorros?
- No se preocupe, que usted cobrará…
- ¿Y quién le va hacer la construcción?
- Nosotros, ¿quién si no?
- ¿Qué entre ustedes hay contratistas?
- No, ni tenemos dinero para dar la obra a un contratista… Entonces seriamente me dice:
- ¡El hacer un edificio como el suyo no es cualquier cosa, no es como tomarse un vaso de cerveza!, etc. Me arengó, y con razón, un montón, y cuando paró de hablar, le dije:
- ¿Usted nos contrataría la obra sin recibir por nuestra parte dinero? Esa es la razón por la que haremos nosotros la obra, poco a poco y conforme podamos…
- Bien, allá ustedes, pero le advierto una cosa: ¡No se os ocurra echar un gramo de hormigón a la cimentación, sin que yo vea antes el hierro puesto, si lo hiciera, no le firmaría la terminación de obra y nadie se la certificaría!
- No se preocupe, que así se hará, lo que usted ponga en el plano y diga, eso será lo que haremos…A D. José no le vi muy convencido de lo que le dije… con todo me dijo:
- Cuando reciba la notificación del Colegio de Arquitectos que ya pueden recoger los planos, pase por mi oficina para que le de un cheque como descuento.
D. José, me aguantó todas mis locuras, porque momentos antes me había confesado que como arquitecto, siempre había deseado hacer un templo, -claro está, católico romano- pero que ahora se le brindaba la ocasión de hacer uno protestante, y no la iba a despreciar…

El 15 de junio del mismo año me avisan por teléfono que los planos ya estaban terminados y que puedo recogerlos. Al día siguiente cuando los recojo y los pago, los reviso y veo un error de una viga que se interponía y rompía la simetría de la fachada, y esa fue la causa de ir de nuevo al estudio de D. José para decirle del error. Cuando me vio, pensó que venía por el cheque del descuento, y se echaba mano al talonario, cuando le dije:
- D. José no vengo por la bonificación, prefiero que lo haga al final de la obra que estaremos más apurados y nos vendrá muy bien su donativo.
- Entonces… ¿A que se debe su visita?
- Por este fallo que he visto en la fachada… Hay una viga que rompe la estética de la portada. Se lo enseño y me dice:
- Tiene usted toda la razón. ¿Y, cómo se dio cuenta?
- Porque de soltero, estudié por correspondencia Técnico de la Construcción y me doy una idea de lo que se refleja en los planos…
- Bueno, esa falta la rectificaremos durante la construcción. Así quedamos y me marché. 

El domingo día 20 de marzo de 1977, tuvimos el último Culto en nuestra capilla de la calle Calvario 13, y trasladamos las reuniones a nuestra casa en la calle Almazara, 11, teniendo el domingo día 27 el primer Culto.
Acomodamos nuestro garaje y, junto con el patio, podíamos tener las reuniones, evitando pagar un alquiler, mientras se edificaba el nuevo local, pues todo el dinero que se recogía era para cemento y ladrillos…
Como es natural, todos sentimos cierta nostalgia el despedirnos de esos viejos muros que por más de 40 años nos oyeron cantar y llorar… como lo demuestran estas poesías, compuestas por hermanas, no poetisas, pero sí nacidas del corazón, y que a continuación transcribo:
 

23.- POESÍAS:

A NUESTRA CAPILLA…
Dolores Campuzano Rodríguez

Todos juntos a este lugar
Un adiós queremos dar,
Donde tantas veces aquí
Nos vio llorar y reír.
Y en este pequeño hogar
Que nos ha visto crecer
Y que tan dichosos días
Hemos pasado en él.
Hoy tenemos que dejarlo,
Gracias a Dios para bien,
Y que con Su grande ayuda
Una capilla más grande hacer
Aquí nació nuestra fe
Que fundada en el amor,
Un amor sin engaño
Nacido del Salvador.
Aquí se hicieron diálogos
Poesías, dramas y oración
Para pedirle la fuerza
En la lucha a nuestro Dios.
Eran tiempos difíciles
Cuando esta capilla se abrió
Y aquí el divino Evangelio
A las almas se les dio.
Muchos de aquí han partido
Para estar con el Señor,
Otros han formado hogares
Y en ellos felices son.
Pero Señor, te pedimos
Por aquel Hogar celestial
El cual Tú nos has preparado
Para la eternidad,
Cuando juntos, allá contigo
Gozando hemos de estar.


A LOS VIEJOS MUROS DE MI CAPILLA
Aurora Díaz Mengual


Tú sabes que no soy poeta
Ni tampoco escritora
Y mucho menos recitadora,
Pero no puedo consentir
Sin antes decir
Lo que todos los fieles
Sentimos por ti…
Refugio hermoso has sido
Dando cobijo al cristiano
Y al que no ha creído.
¿Por qué no amar a tus paredes?
¿Acaso la Biblia lo impide?
“Porque mejor es un día en tus atrios
Que mil fuera de ellos”
El salmista dice.
Cuando tus muros dejemos
Los jóvenes saltarán de algarabía
Pero yo no podré evitar,
De mi corazón una lágrima rodar
De sentimiento, pena y alegría.


 

24.- SE INICIAN LAS OBRAS DE LA NUEVA CAPILLA

A mediados del mes de agosto del año 1977, empezamos las obras abriendo los cimientos y al mes siguiente ya teníamos todo el hierro puesto en la cimentación, listo para que vinieran los camiones con sus bombos llenos de hormigón para llenarlos. Y tal como le prometí al arquitecto le telefoneé y le dije:
- D. José, ya tenemos los hierros puestos en la cimentación, le aviso para que pueda venir a verlos, antes que mañana los entierren los camiones hormigonera…
En menos de una hora ya estaba en la obra, cogiéndome a mí con las tenazas, alambre y óxido en mis manos, terminando los últimos atados y con unos cuantos rotos en las patas de los pantalones por los continuos enganches de los alambres…
- Buenos días, D. Francisco.
- Buenos días, D. José.
El arquitecto empieza a recorrer la obra saltando las zanjas y yendo de un lado para otro y yo pensaba que algo no estaba bien, cuando tanto estaba tardando. Por mi cabeza pasó todo el hierro con sus calibres. Pensé en las zapatas con sus diferentes gruesos, etc., de modo que estaba un poco asustado, salgo de la zanja de donde estaba, cuando veo que se acerca hacia mí, y me dice:
- Esto lo ha hecho usted. No lo había hecho yo solo, fueron varios los hermanos que me ayudaron, pero pensando que algo estaba mal, me eché todas las culpas, y le dije:
- Sí… lo he confeccionado yo... Y, para sorpresa mía me dice:
- Pues le confieso que desde que soy arquitecto, nunca vi un yerro también puesto… Respiré profundamente y di gracias a Dios. ¿Qué había pasado cuando tanto tiempo tardó en ver la cimentación poniéndome nervioso? ¡Se estaba recreando viendo, que todo lo que había diseñado en los planos, allí estaba proyectado en la cimentación!
Se marchaba muy satisfecho, cuando se vuelve y me dice:
- D. Francisco, me permite que le haga una pregunta un poco indiscreta?
- Dígame.
- Por qué quiere llenar la cimentación con los camiones hormigonera, y no lo hacen ustedes, que le saldría más barato?
- Porque en algunas obras he observado que, cuando por las tardes se termina la faena, la cimentación queda en rampa y eso está muy mal… Y sin dejarme terminar me dijo:
- Y usted, ¿qué haría?.
- Terminaría la cimentación de forma dentada, para ensamblarla al día siguiente.
- ¡Muy bien, así se debe hacer!
- Pero no queremos ni eso, sino que pretendemos que en una hora se queden cubiertos todos los cimientos, para que no halla ningún corte …
- Sigan, sigan así, que van muy bien…

La estructura del edificio la contratamos en septiembre de ese año con los carpinteros metálicos hermanos Cano en 760.000.—pesetas, dando como señal 200.000.—Ptas., las únicas que teníamos, y el resto las tendríamos que abonar cuando terminaran su trabajo. Quedamos de acuerdo, porque yo pensaba, que la estructura la harían poco a poco; es decir: Pondrían los hierros de la primera planta y cuando nosotros termináramos de cubrirla, ellos seguirían con la segunda... Eso era lo que yo pensaba, en mi ignorancia… Una vez que les entregué el anticipo y firmado el contrato, me dicen:
- Dentro de dos semanas tendréis la estructura terminada…  No les dije nada, pero quedé sorprendido y asustado y le dije al Señor:
- Perdóname Señor el que haya metido la pata, pero no quiero que por mi torpeza el buen testimonio que tenemos se deteriore. Como sea, danos el dinero para esas fechas.
En nuestro Boletín anunciamos la necesidad urgente de proveer fondos y pedíamos que aquellas personas que tuvieran algún ahorro que pudieran prescindir, que nos lo prestaran y al final de las obras se lo pagaríamos. Hubieron varias que respondieron y tal como se lo prometimos, se les devolvió.
El Señor no nos dio el dinero, y sin embargo pudimos salir airosos de tal problema. Que, ¿qué pasó? Sucedió lo siguiente: El hierro subió tanto el precio en pocos días, que les costaba más dinero a los contratistas que lo que habíamos estipulado, así que estuvieron buscando por aquí y por allá, de modo que hasta mediados de febrero del siguiente año 1978 no la terminaron de poner la estructura, dándonos Dios el tiempo suficiente para podernos recuperar, con los donativos que nos iban llegando y con los ahorros que íbamos haciendo pudimos y el dinero prestado, cumplir con el contrato. Terminaron y, ¡cobraron!…
El trabajo lo hacíamos por las noches y los sábados por la tarde y días festivos, menos los domingos. A dichas horas eran muchas las personas que nos veían trabajar por las noche y les impactaba el ver como hombres, mujeres y jóvenes de ambos sexos, todos hechos una piña, estuviéramos trabajando a esas horas y cada día. Por esos días yo tenía continuos cólicos nefríticos y sólo se me aliviaban acostándome en los sacos de cemento. Conforme iba pasando los meses los cólicos eran mayores y más continuos.
Cada semana en nuestro Boletín Informativo semanal, dábamos información de los trabajos realizados y el total de horas echadas, con la salvedad que por cada tres mujeres que ayudaban, sus horas eran contadas como el trabajo de un peón, así que las sumas de las horas trabajadas fueron muchísimas más. El total de horas contabilizadas fueron 7.060 aunque se trabajaron 21.180. Quedando a deber a los hermanos unas 500.000.—Ptas.

Como quiera que la capilla la hacíamos nosotros, decidimos hacer bien ricas las masas de hormigón. Nuestra hormigonera era una cubeta o pastera y manos con azadas… y nuestra grúa, una rueda de motocicleta y los brazos de mi hijo Abel entonces con sus 14 años.
Recuerdo que echamos el hormigón al piso del coro, un sábado, cuando teníamos más refuerzos. De pronto vi a D. José que había venido para ver la obra, quedándose sentado en su coche vigilando la mezcla y después de un tiempo de vernos trabajar se marchó sin pasar a saludarnos. Al sábado siguiente, subió al coro con su martillito, probando aquí y allá y a cada golpe que daba, saltaban chispas de fuego, me llamó y todo satisfecho, me dijo:
- D. Francisco, si algún día este lugar se llena de gente, aunque estén codo con codo y uno encima de otro, esto no se hunde…

 

25.- LOS SRES. AERNI VIENEN PARA LA INAUGURACIÓN

A últimos de julio, del 1979, D. José , el arquitecto, en una de sus visitas a la obra, me comentó que no lo veríamos en todo el mes de agosto, porque se marchaba de vacaciones, sabiendo muy bien lo mucho que le faltaba para terminar la capilla…

Los Sres. Aerni todo el dinero que podían recoger para ayudar en la construcción nos lo mandaban desde Estados Unidos y en varias veces dieron un total de 702.380.—Ptas., y, como era natural, ellos estaban al corriente de los adelantos de la capilla y  por mi parte cometí el error de anunciarles que para agosto tendríamos terminado el local; era tanta mi ilusión de ver acabadas las obras que les escribí que quizá para agosto del 1979 finalizarían… nos escribieron que para dichas fechas vendrían y el 7 de agosto aterrizaron en Archena para la inauguración… Al ver ellos las obras como iban se dieron cuenta que les faltaba para terminarlas muchísimo todavía, así que decidieron marcharse para últimos de septiembre hacia Suiza para visitar familia y amigos y después desde allí se irían para los EE. UU…
Entonces reuní a los responsables y les dije:
- Sería una pena que los Sres. Aerni se marcharan sin ver acabadas las obras, de manera que tenemos que esforzarnos y acabar e inaugurar antes de que se marchen. Así que escribí una carta circular a todas las iglesias que nos habían ayudado económicamente, anunciándoles que para el sábado día 29 de septiembre de ese año, inaugurábamos nuestra capilla. Escrito que todos firmamos.

Los maestros albañiles del pueblo, estaban admirados de ver lo que estábamos construyendo sin ser nosotros profesionales, y cuando se enteraron de la fecha de la inauguración, me dijeron:
- Paco, te has dejado llevar por la ilusión, pero te queda más de un año de trabajo…
No dudo que tenían mucha razón en su valoración, pero el Señor volvió a ser misericordioso conmigo…

Como todos sabéis, aquí en Murcia llueve muy poco, pero ese año, a mediados de agosto llovió tanto que las huertas quedaron inundadas por bastante tiempo, y como la mayoría de los creyentes eran agricultores, no podían trabajar, así que todos se vinieron a la obra para ayudarnos ya que en sus tierras nada podían hacer… Y como era mucha la necesidad y la premura, trabajaron un mínimo de diez horas cada día.

Los invitados empezaron a venir, algunos unos días antes y pudieron ver como estábamos enfrascados en los trabajos, pero el día de la inauguración a las dos de la mañana terminamos de poner los bancos que los carpinteros de una empresa particular apenas habían terminado de barnizar, de modo que los trabajos finalizaron, pudiéndose inaugurar en el día señalado…de manera que había una olor a pintura tremenda cuando comenzó la reunión...

El arquitecto, cuando vino a primeros de septiembre de sus vacaciones, no pudo venir a supervisar la obra por el mucho trabajo que se le había acumulado.

Unos días antes de la inauguración, fui a Murcia para invitar al arquitecto, a fin de que viniera a la inauguración. Cuando le entregué el sobre, se quedó todo sorprendido no creyéndose que la hubiéramos terminado, y cuando salió de su asombro me dijo:
- ¡Claro que iré!, a no ser que pase una desgracia en mi hogar, ¡claro que voy!
- A la vez le dije: Que sepa de antemano, que ahora no podemos pagarle la dirección de obra, pero seguro que cobrará…
- Ni te preocupes ni te quite el sueño, ya me pagaréis.

 

26.- INAUGURACIÓN: 22 DE SEPTIEMBRE DE 1979

Para dicho día, el local resultó pequeñísimo, tan sólo con los creyentes de aquí y de afuera, de modo que muchos del pueblo no pudieron entrar…
El arquitecto vino unos minutos antes de la hora anunciada, pero no pudo coger asiento, así que estuvo todo el tiempo de pie.
Vinieron muchos hermanos de varias partes de España y algunos de ellos les concedí unos minutos para que dijeran alguna cosa, porque presidía la ceremonia, y,  a la mitad del acto, viendo que era demasiado solemne, cogí la palabra y conté al público con cuanto dinero contábamos cuando empezamos a construir, como también nuestros humildes proyectos y hasta donde el Señor nos había llevado. También les conté lo que pasó en el estudio del arquitecto cuando fui a encargarle el proyecto. Y cuando les dije a la audiencia lo de:
¿Cuánto nos costarán los planos, D. José? 
 - Unas 110.000.—pesetas.
- Bueno, haga usted los planos que tenemos ahorradas la mitad…
- ¿Qué tienen 2.250.000.—pesetas?
- No, no, ¡tenemos la mitad para pagarle los planos!… -Porque sólo teníamos ahorradas 55.000.- pesetas.-
- Usted está loco… ¿a quién se le ocurre hacer una obra de cuatro millones y medio de pesetas con solo 55.000.-- pesetas.?
- No se preocupe, que usted cobrará…
Contándolo, el público se reía y también D. José, quien hasta ese momento estaba tenso, pero al ver como la gente reía, él también se relajó, y hasta se atrevió a mandarme una nota por medio de un diácono, diciéndome si le dejaría decir unas palabras… Le dije que sí, que después de los invitados. Me sorprendió su valentía, porque era de naturaleza más bien tímida. Cuando llegó su turno dije a los reunidos:
- Ahora D. José Gil Atenza, el arquitecto de este edificio, va decir unas palabras… Vino a la plataforma y dijo:
- Todo lo que ha dicho D. Francisco pasó en mi oficina, y les puedo asegurar y con gran satisfacción, que este edificio se ha construido conforme está en los planos, y les quiero decir, que personalmente, nunca tuve familiaridad con los evangélicos, hasta ahora. Había oído sobre ellos, pero trato, nunca…
Cuando venía hacer mi revisión a la obra, me quedaba maravillado de la armonía que había entre ellos. Lo mismo en personas mayores como en jóvenes… nunca escuché gritos y mucho menos palabrotas, como estoy acostumbrado a oír en cada obra, así que me decía: “Con esta gente está Dios…” pero hoy, con lo que estoy oyendo, digo, que Dios está aquí. Al decir estas últimas palabras, la voz se le quebró de emoción... La reunión terminó con la predicación de D. Tomás Ríos Crevillén, hijo de Tomas Cebolla, un creyente muy querido por nosotros y un hijo de Archena, que desde pequeño se fue a vivir a Barcelona con sus padres.

Durante los cultos especiales que se tuvieron a causa de la inauguración, siete personas manifestaron haber creído en el Señor como Salvador.
En un año se celebraron seis bodas, dos bautismos con un total de doce que manifestaron su fe en las aguas del bautismo, presentaciones, y un entierro, pudiendo predicar el Evangelio a unos cuantos centenares de personas inconversas.
El Fondo pro Locales nos prestó 300.000.—Ptas., y una hermana otras 300.000.—Ptas., para poder pagar los 28 bancos que nos hizo el carpintero y a algún hermano más nos ofreció lo que pudo, pero a primeros de 1984 terminemos de pagar a todos nuestras deudas.
En ese mismo año, 1984, el viernes 16 de febrero a las cinco y media de la tarde, D. Juan Aerni partió para estar con su Señor al cual sirvió. Y el jueves día 07 de febrero de 1985, su esposa doña Betty  descansó en el Señor, al año justo de la muerte de su esposo.

27.- RECONOCIMIENTO A JOSÉ GARCÍA

El Sr. García, con sus 87 años, nos pedía dejar la responsabilidad de predicar porque su vista le iba fallando, pero nosotros no le prestábamos demasiado atención, ya que su figura en el púlpito nos alegraba al saber que por su medio, todos nosotros habíamos creído y conocido al Señor. Pero era tanta la insistencia, que tuvimos que ceder, pero bajo dos condiciones: 1ª.- Que en nuestras reuniones de Consejo, estuviera presente, siempre que pudiera, porque sus sugerencias siempre nos serían de mucha ayuda; y 2ª.- Que haríamos una fiesta de reconocimiento a su labor.
A la primera condición aceptó muy gustosamente, pero no a la segunda, costándonos trabajo que aceptara tal demostración de aprecio… al final aceptó porque le dijimos:
- Sr. José, sabemos que usted está orando por su familia, y al hacerle nosotros este cumplido, seguro que ellos vendrán y les podremos predicar el Evangelio…
- Bueno si es así, pero, ¡que sólo se predique el Evangelio!, entonces, adelante.
- Eso haremos, pero algo tendremos que decir de usted, porque, ¿no podemos invitar a su familia a tal demostración de cariño hacia su persona y no decir nada de su vida?
- Está bien, pero de mí decir bien poco…

Escribí una carta al mayor de los hijos de José porque no tenía su teléfono, el cual vivía en Escorratel de Orihuela, (Alicante) comunicándole sobre el acto que pensábamos hacer a su padre; pero a la demás familia se lo notificamos, bien por teléfono o visitándoles.
Los responsables acordamos de hacer el homenaje el jueves día 19 de marzo de 1981 a las 17.15 aprovechando la festividad de dicho día.
A las 17.10 h., empezaron a llegar coches de la familia, y los recibía saludándoles y entreteniéndoles esos cinco minutos que faltaban, a fin de dar todo el tiempo posible para que llegaran todos los creyentes… ¡Por fin llegó la hora!, y cuando entramos, la familia llevó una gran impresión, y para mí un gran alivio, al ver casi todos los bancos ocupados por personas que apreciaban a su  padre, abuelo y bisabuelo… Nadie, después de esa hora, entró…
A la ceremonia vino casi toda la familia, hijos, yernos, nueras, nietos, biznietos y la mayoría de los creyentes… Resultando el acto muy sencillo y a la vez acogedor... Se habló del Evangelio y también se dijo lo agradecidos que estábamos al Señor, por habernos concedido tener como primer creyente de Archena a tan querido hermano. Se le regaló una placa con el texto de (1 Timoteo 5. 17) Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Y también un buen  bolígrafo con la inscripción: La Iglesia te quiere.
Para dicho evento y para ese día y momento se hizo un Boletín Informativo Especial. Hasta cambiamos la tinta y para ello tuvimos que limpiar con gasolina el tambor de la multicopista que era de tinta negra para poder ponerla de color verde oscuro. En las dos primeras páginas escribimos sobre el lugar que la Palabra de Dios da a las canas. En la tercera página, una mini biografía del Sr. García y en la cuarta una poesía escrita desde Badalona por Manuel Box, titulada: TRIBUTO PARA UN HERMANO. Después del Culto subimos al salón de actos donde tuvimos un refrigerio con charcutería y bebidas refrescantes, pasando más de una hora dialogando con la familia. Nos quedó un buen sabor por todo y con todo lo que hicimos.